Compras
—Gracias por acompañarme —dijo la mujer, permaneciendo a su lado.
Sehun solo asintió sin apartar la vista de la carretera, sabía que ella le veía. La risa en un tono bajo y melodioso llegando hasta sus oídos le hizo sentir una extraña calidez en el pecho.
Él amaba tanto esa sonrisa. Después de todo, este gesto era lo más cercano que tenía a una demostración de amor materno.
—No es nada. De cualquier forma, hoy le prometí a Luhan que iría a comprar la despensa —informó mientras doblaba en la intersección de la esquina.
Tras girar una vez más a la izquierda, por fin fue visible el súper mercado ubicado en la parte central.
Sehun no era partidario de las salidas pero ya que hacían falta algunas cosas en casa y viendo que tenía la oportunidad, decidió hacer lo prometido a su esposo. Oportuna fue la llamada de su suegra; ella quería tener algo de compañía en sus compras ya que su propio esposo estaba fuera con algunos amigos que había hecho en una tarde de golf.
Sonrió de forma inconsciente pues sabía que aunque ella no lo admitiera en voz alta solo pedía de su acompañamiento como una forma de estar cerca y poder preguntar por su hijo Luhan. Después de todo, la mujer era bastante respetuosa y no era del tipo de suegra que se inmiscuía en donde no la llamaban. Pero, de vez en cuando, recurría a él cuando no se atrevía a preguntarle al rubio directamente.
—¿Ah sí?
Él asintió al tiempo en que se estacionaba.
Ambos salieron de sus asientos y se encaminaron hasta la entrada del lugar. Las puertas automáticas se abrieron para ellos, cediéndoles el paso mientras se dirigían a la parte derecha y tomaba cada uno un carrito de compras.
Sehun se mantuvo caminando a un lado de la mujer. Ella tenía un semblante tranquilo, del tipo que solo una persona satisfecha con su vida podría tener. El pensamiento de aquello le hizo preguntarse cómo sería su propio futuro.
Él esperaba que fuera así de pacífico, que pudiera gastar su tiempo libre haciendo compras o en casa, quizá viajar sería una buena idea. A él no le gustaba pero a Luhan sí, así que eso sería un ganar-ganar para ambos. Su rubio esposo sonreiría anchamente y Sehun sería feliz con solo ese detalle.
Se giró cuando sintió la mirada fija de su suegra.
—¿Sucede algo? —se animó a preguntar.
La mujer mayor negó con una sonrisa cálida pintada en los labios. Sehun la miró de forma detallada. Luhan era tan parecido a su madre, y aunque él admitía que su esposo tenía algunos bonitos y marcados rasgos delicados, esa no era la razón por la que se había enamorado de él. De hecho, la parte masculina y firme de su apariencia es la que tanto le enloquecía.
Aún recordaba cuando lo vio por primera vez, había quedado encantado con su imagen. Fue quizá en ese preciso instante en que se enamoró pero se negaba a admitir aquello. Después de todo, Sehun siempre fue del pensamiento de que el amor se construye con el tiempo.
—¿Cómo van las cosas en casa? —preguntó la mujer después de un rato andando por el pasillo de sopas. Mientras Sehun escogía algunas que le gustaran a su esposo, contestó:
—Bastante bien. Luhan ha estado algo ansioso con su nuevo ascenso pero creo que todo saldrá bien.
—¡Ay, mi Lu! —exclamó ensoñadoramente mientras Sehun se debatía entre tomar la sopa de coditos o la de lacitos. No sabía por qué había tantas formas para la sopa si al final todas sabían igual—. Él siempre se ha caracterizado por ser así. A veces aunque parezca que es muy seguro tiene sus dudas sobre sí mismo.
—Sí. No creo que sea del todo bueno para su autoestima el tener esa clase de concepto sobre sí, pero a pesar de que le he dicho hasta el cansancio que es una persona muy competente él no deja de ponerse "peros" —contestó mientras dejaba caer ambos tipos de sopa dentro del carrito y continuaba con el recorrido.
Su suegra tomó cuatro paquetes de pasta italiana para sí antes de seguir.
—Es bueno saber que estás ahí para cuidar de él —admitió mientras entraban al pasillo favorito de Sehun: el del café—. Estuve muy preocupada cuando se fue de casa.
Sehun asintió, tratando de ser comprensivo. Sus padres no habían tenido gran problema con él cuando se fue de casa, pero entendía que eran casos diferentes. Los Xi eran demasiado apegados entre ellos, además de en exceso cariñosos, así que resentían más el alejamiento de uno de los suyos que el resto de familias.
Después de que Luhan se independizara, la señora Xi se quedó cuidando de su hija quien, al igual que su hermano, terminó yéndose al cabo de unos años, cuando decidió seguir su propio camino también.
—Pero si Luhan es muy responsable —comentó mientras dejaba caer dos pomos de café entre sus compras—, no debería haberse preocupado.
Cuando salieron al pasillo principal, la mujer retomó la charla.
—Oh no, Sehun, no me malinterpretes...—dijo entrando al área de farmacia para buscar algunos medicamentos de primera mano—, no estaba preocupa por lo que él fuera a hacer. Lo que me tenía con el pendiente era cómo iba a sentirse mi Lu al respecto...
—¿Qué quiere decir? —preguntó mientras tomaba desinteresadamente un paquete nuevo de pastillas para el dolor de cabeza. Él personalmente se encargaba de que siempre hubiera de estas en casa.
Su suegra suspiró mientras arrojaba algunas vitaminas en su propio carrito.
—Quizá no lo sepas por que cuando lo conociste él ya era el Luhan que es ahora...—dijo mientras se adentraban al pasillo siguiente—. Pero él siempre fue un niño amigable...y era muy propenso a apegarse demasiado...
Ella comparaba algunas marcas de leche mientras Sehun se giró, dándole momentáneamente la espalda, para buscar entre los anaqueles por el sustituto de crema para su amor.
Sonrió cuando dio con él y, aprovechando que había oferta, tomó dos de ellos.
—Se encariñaba mucho de la gente. Lo hacía con una increíble facilidad —continuó. Ya se encontraban en la fila esperando para pagar cada uno por su compra.
Sehun asintió mientras ponía sus cosas sobre la banda transportadora.
—Si ese es el caso...él aún sigue siendo así —dijo para aligerar el ambiente. Sentía como que la mujer estaba empezando a entristecerse con los recuerdos, que si bien ya eran parte del pasado no por eso dejaban de ser importantes.
Y él en parte lo entendía. Ella siempre cuidó de su familia y cuando ambos de sus hijos ya no estaban se mantuvo por un tiempo algo nostálgica. Fue su hija y la nieta que le dio esta, las que le devolvieron algo de alegría a sus días.
Después de eso ella ya no dio ningún respuesta. Y dado que él no era mucho de hablar fue increíblemente fácil conducir en silencio hasta su casa.
Buscando ayudar a la mujer, llevó consigo las bolsas de compra hasta dentro de la cocina, una vez que llegaron a la vivienda de los Xi.
Sehun vio la casa que sus suegros habían conseguido para venir a vacacionar mientras se abría paso a través de la sala. Ellos habían venido con el pretexto de que deseaban conocer más el país, aunque Sehun sospechaba que simplemente extrañaban algo a su hijo.
Ya que tanto él como el rubio trabajaban, resultaba algo complejo tomarse un descanso prolongado por el nivel tan demandante de sus puestos como para ir tan seguido de visita.
—Creo que eso es todo —anunció mientras cerraba la cajuela.
La mujer permanecía de pie sobre la banqueta. Sehun vio su silueta pequeña y frágil, unas inmensas ganas de abrazarla le embargaron. Era extraño porque él no tenía ese tipo de ansias como cuando quería abrazar a Luhan, es solo que quizá le agradaba el calor que la mujer irradiaba. Era como algo mágico que hacía a su pecho calentarse.
Los recuerdos de su propia madre le hicieron desviar la mirada.
—Muchas gracias por lo de hoy, Sehun —ella sonrió curvando sus labios y estrechando sus ojos, un gesto que verdaderamente le conmovió.
Entonces Sehun sonrió de la forma más genuina en la que fue capaz. Todo fuera por demostrarle cuanto le agradecía.
No era solo por lo buena y amable que era. Sino también por haberle dado lo más preciado que tenía. La mujer que había traído al mundo a Luhan se merecía todo su respeto y aprecio.
Después de todo, es gracias a ella que Sehun podía tener ese deslumbrante rayito de luz en su vida.
Ese hombre que había llegado para cambiar su cotidiana existencia así como sus ideales. Ingresando simplemente un día como un huracán en medio del calmado corazón de Sehun, arrasando con todo a su paso, derribando las barreras que había construido para refugiarse y empujándole a hacer cosas de las que no se creía capaz.
Pero todo, absolutamente todo, era más que bien recibido pues en estos cambios es que se dio la oportunidad de aceptar que no era tan "raro" después de todo.
Asintió a la mujer y se subió a su coche, sin embargo, fue frenado por la suave voz sonando de vuelta.
—Estoy muy feliz de que se hayan conocido —murmuró. Se mantuvo al volante, mas su atención estaba en las palabras dichas en un tono por demás dulce. —Me siento tranquila cuando sé que tú estás cuidando del corazón de mi hijo.
Sehun sonrió y contestó, negando con la cabeza:
—No, se equivoca —la señora Xi ladeó el rostro, visiblemente extrañada—. Es su hijo quien cuida de mi corazón.
Y entonces se despidió, avanzando por la calle. Lo último que vio antes de partir fue la imagen del rostro conmovido de la mujer que él quería tanto como a una madre.
Cuando llegó a casa se mantuvo dentro del coche incluso después de apagarlo. Sumergido en la oscuridad, se dio el lujo de taparse le rostro con ambas manos.
¿Por qué siempre se terminaba sintiendo tan avergonzado después de lo que decía? Empezaba a creer que estaba mejor manteniendo sus labios cerrados.
No fue hasta que un par de luces iluminaron el interior del auto que se descubrió la cara. Entonces descendió en el momento justo en que Luhan bajaba de su vehículo. El rubio sonrió abiertamente cuando lo visualizó en la lejanía.
—Cariño~
Y Sehun esperó, conteniendo su impaciencia, hasta que el cuerpo de su esposo estuvo entre sus brazos. Cuando las manos suaves le envolvieron la cintura, Sehun besó su pelo.
Entonces lo supo.
Que había sido sincero cuando le dijo aquello a su suegra. Pues era en verdad Luhan quien cuidaba de él y su corazón.
Y Sehun... él cuidaba también de Luhan. Se protegían el uno al otro.
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