Beso
Inclinándose sobre su hombro derecho, se recargó sobre la ventana. Fuera, el helado aire creaba un aura de paz melancólica.
Sehun suspiró, provocando que su aliento empañara brevemente el cristal. El movimiento arrullador del auto le estaba haciendo quedarse dormido.
—¿Qué sucede? —preguntó la voz a su lado.
Entonces reaccionó y se giró para ver la fugaz mirada que Luhan le dirigía, con las manos aún sobre el volante; se habían detenido frente a un semáforo. Cuando la luz les cedió el paso, el rubio devolvió la vista al frente.
Realmente no había de qué preocuparse. Después de todo, las calles estaban tan desérticas como solo podían estarlo en estas fechas y a estas horas. Con navidad a la vuelta de la esquina el ambiente se tornaba más cálido, en contraste con el frío inusual que había descendido sobre la ciudad este año.
Sehun miró hasta sus dedos jugueteando con la ventana. Entonces se volvió para observar el perfil del otro hombre. Él sabía que Luhan podía sentir el peso de su mirada puesta en su persona.
Le vio reír entre dientes.
—Vas a decirme que soy "lindo", de nuevo.
Sehun sintió a sus mejillas encenderse con vergüenza. No podía creer que realmente le hubiera dicho aquello en ese entonces. Siempre cuando creía que el tema ya estaba olvidado, el rubio lo sacaba a colación.
—N-no.
Balbuceó de forma nerviosa. Luhan soltó una carcajada ante su actitud por demás tímida, la blanca hilera de su dientes quedando al descubierto.
Aunque Sehun no se atrevería a decir aquello de nuevo en voz alta, él debía admitir que Luhan era increíblemente hermoso. El rubio se robaba todas las miradas a donde sea que fuera.
Sus propios pensamientos le hicieron sentirse cohibido. No se supone que viera de esa forma al hombre. Eso sin contar que el rubio le llevaba diez años.
Aún recuerda que casi se cae de la impresión cuando Luhan le reveló los años que se cargaba encima. Él aparentaba una edad más bien cercana a la de Sehun.
Y aunque primero creyó que su criterio estaba siendo nublado por la admiración personal que tenía por él, en realidad otros compañeros en la oficina eran del mismo pensar.
Muchos hombres envidiaban la jovial y fuerte apariencia de Luhan. Las mujeres por su lado se dividían en dos grupos, las que adoraban juntarse con él a la hora del almuerzo y las que solo se reunían para hablar mal del rubio.
Su ceño se frunció al recordar lo que escuchó de un par de secretarias que iban saliendo del baño hace algún tiempo.
"¿Bromeas?¿Luhan?", murmuró una de ellas, "bueno, bueno, no me sorprendería que ese fuera el caso",
Sehun se hallaba en ese momento en el área de fotocopiado, el licenciado al que le brindaba su apoyo le había pedido algunos documentos que necesitaba.
Ellas no notaron su presencia y seguían hablando de pie en el pasillo, a las afuera de los sanitarios.
"Después de todo, ¿le has visto? Esa bonita cara suya, no creo que la tenga solo de adorno", dijo la otra mujer.
"Sí, ahora sabemos cómo es que ha conseguido escalar tan rápido en la jerarquía. Quizá el jefe solo cierra sus ojos e imagina que es una mujer, jaja"
Sehun no se había dado cuenta de que tenía las manos crispadas en puños hasta que vio que la hoja que ya había impreso quedó estrujada e inservible entre su mano.
Abriendo la bandeja de entrada, sacó las hojas recicladas y las dejó caer de golpe. Estas hicieron un fuerte ruido mientras se dispersaban por el suelo; con seguridad, esas boconas habían oído.
El silencio precedió a su acción. Entonces escuchó los tacones de las mujeres aproximándose. Ambas se asomaron justo cuando él se inclinaba para recoger el montón de papel.
Cuando las dos mujeres se detuvieron frente a él, Sehun les habló sin levantar la vista.
"Lo siento, se me han resbalado", comentó en voz baja tratando de ocultar su enojo, mientras las levantaba.
Sin decir una sola palabra más, cada una tomó algunas hojas que habían volado lejos y se las dieron. Cuando Sehun agradeció y se giró para meterlas de regreso a la impresora, las escuchó murmurar mientras se alejaban:
"¿Crees que nos escuchó?", preguntó una de las mujeres.
En lugar de contestar, la otra agregó:
"No lo sé... ¿quién es?"
"¡Ah sí, es cierto!, tú acabas de regresar de vacaciones", dijo con comprensión, "Él es Sehun, el chico que está dando sus pasantías con..."
—hun...¡Sehun!
En seguida brincó en su lugar ante la voz de Luhan. Alejando el recuerdo, regresó su atención al hombre rubio.
—¿Q-qué? —preguntó aturdido.
El otro esbozó una sonrisa conciliadora.
—¿Qué sucede Sehun?¿hay algo que te esté inquietando? —quiso saber.
Sehun no tenía cara para decirle aquello. Suspiró audiblemente mientras buscaba por las palabras correctas.
—Es sobre...bueno, no sé si estás enterado...en la empresa algunas mujeres...
—Ahh —resopló con ironía. El rubio rodó los ojos y se carcajeó—. Sí, esas chismosas.
Sehun no se atrevía a mirarle de frente, su mirada cayendo a su lado, observando a través de la ventana en el coche. Desde aquí podía vislumbrar su casa al otro lado de la calle.
Las luces internas estaban apagadas y solo los adornos externos la alumbraban. Las casas alrededor estaban más iluminadas y con la diferencia de que en ellas sí había familias dentro.
—Así que ya lo sabías... —musitó.
—Claro que lo sabía. Las cosas malas que son dichas sobre mí...
Fue difícil ver al hombre dejar caer sus hombros, con las manos aún envueltas entorno al volante. Su semblante se ensombreció por una fracción de segundo.
—Yo no les creo —pronunció—. Eres una gran persona que ha logrado mucho en poco tiempo y te mereces el reconocimiento por tu esfuerzo, no que anden inventando tonterías en tu contra.
De reojo vio a Luhan levantar el rostro y mirarlo sorprendido por su confesión. Sehun por su parte sentía el desbocado latir de su corazón, su rostro calentándose. Si Luhan lo notó, no le dijo nada.
La vergüenza se extendía desde la base de su estómago hasta su garganta que se cerró con un nudo.
De refilón captó la imagen de Luhan sonriendo y asintiendo. Él tenía un gesto conmovido plasmado en el rostro.
—...Gracias —fue todo lo que dijo.
Entonces el rubio salió del auto, Sehun también lo hizo. Quedando frente al hombre del que había estado interesado por tanto tiempo, Sehun desvió la mirada con nerviosismo.
—Gracias por traerme a casa.
—No es nada.
El silencio se estableció entre ambos. Sehun metió sus manos en los bolsillos de su abrigo mientras Luhan se balanceaba, cambiando su peso de un pie a otro de forma inquieta. Al final dijo:
—Vamos, necesito ver que entres a tu casa en una pieza.
Y ambos caminaron, cruzando la calle hasta la casa de Sehun. Si Luhan notó la frialdad de su hogar vacío, no hizo comentario alguno.
—Aquí estamos —anunció.
De frente a la puerta, Sehun sintió a sus llaves bailando en uno de los bolsillos de su pantalón.
Se encontraba sacándolas fuera cuando Luhan habló de nuevo:
—¿Te has divertido en la posada?
Sehun recordó entonces el cálido ambiente que se cernía sobre ellos durante la celebración.
El local que la empresa rentó para dicho evento fue acondicionado de una forma tan maravillosa que Sehun sintió como si esa fuera la demostración del verdadero espíritu navideño. Una sonrisa se extendió en sus labios pero esta se borró casi al instante.
Ladeando el rostro a su costado, vio a las luces apagadas dentro de casa.
—Sí. Ha sido una experiencia...inigualable.
Luhan sonrió con orgullo ante sus palabras.
—Yo estuve involucrado en la organización.
El rubio se sonrojó levemente. Sehun sintió a su corazón dar un salto dentro de su pecho.
Había sido tanto tiempo que pasó observándole de lejos que ahora que en verdad lo tenía en frente, simplemente no podía creerlo.
—Has hecho un gran trabajo —admitió con firmeza.
No le daba pena alagar al hombre, y menos lo hizo cuando este levantó su brillante mirada emocionada y la fijó en él.
—¿En serio lo crees? —preguntó con entusiasmo.
Él asintió y resguardó de vuelta las manos en sus bolsillos, luchando contra el deseo casi incontenible de inclinarse para abrazarlo.
Ah~ era tan difícil estar enamorado.
Más cuando lo hacía de esta clase hombre que era por naturaleza amable. Ese tipo de actitudes adorables suyas le hacían alimentar falsas esperanza. Le hacían sentirse especial.
Como si un hombre de la talla de Luhan fuera fijarse en... alguien tan simple como Sehun.
Un chico que no tenía absolutamente nada qué ofrecerle, nada más que los puros sentimientos que él le hacía tener.
Una nueva racha de silencio siguió al asentimiento que le dio. Luhan aún sonreía y mantenía la vista fija en él. Sehun empezó a incomodarse.
No era tan fuerte como para retener sus emociones dentro. Estaba seguro de que el rubio era capaz de ver a su tonto y no correspondido amor desbordar de su cuerpo.
—¿Te veo mañana en la oficina?
Asintiendo por segunda vez, bajó la mirada.
Vio a los pies de Luhan comenzar a alejarse y entonces suspiró el aire contenido. Sus pulmones trabajando de nuevo ante la sensación opresiva que ya no estaba entorpeciendo sus acciones.
Escuchó el sonido de los pasos avanzar, después detenerse por un segundo y ser retomados de nuevo.
—¿Qué...? —exclamó con asombro.
Al instante siguiente estaba siendo jalado hacia abajo por el puño de Luhan envuelto sobre el cuello de su camisa.
Cuando sus labios golpearon contra los del más bajo, Sehun amplió sus ojos. Luhan tenía sus párpados cerrados mientras se movía de forma suave.
Relajándose, se destensó y ladeó el rostro para facilitarle la tarea al mayor. Miles de sensaciones hormigueantes estallando en la boca de su estómago.
Él lo estaba besando.
¡Oh, por todos lo cielos, Luhan le estaba besando!
El hombre que había querido por tanto tiempo y que pensaba que jamás le vería como algo más que un amigo.
Separándose levemente, ambos permanecieron a escasos centímetros del otro, sus alientos chocando entre sí, mezclándose. Luhan levantó sus bonitos ojos y le sostuvo la mirada, entonces se volteó hasta su puerta antes de que sus mejillas se tornaran rojas.
Lo siguiente que ocurrió fue que el rubio le soltó y se fue andando lo más rápido que podía sin correr el riesgo de caer.
Sehun permaneció estático en su sitio, con los pies en la tierra pero con la sensación de que flotaba sobre nubes de algodón. Cuando el hombre subió a su auto y desapareció por la calle, él levantó sus dedos a la altura del rostro y tocó sus labios. Los mismos que habían sido besados por Luhan.
Sehun sonrió sin quererlo.
Después de unos minutos permaneciendo atónito fuera de su casa, negó aún sin poder creer lo que acababa de pasar y tomó sus llaves para abrir la puerta.
Empujó esta y buscó a tientas el interruptor, entonces cuando la luz interna le dejó ver la corona navideña que sus padres habían puesto, él esbozó una sonrisa. Un pequeño muérdago descansaba en ella.
Una sensación de inevitable gozo le hizo carcajearse. Él se sentía tan feliz.
El pensamiento de que aunque Luhan hubiera salido huyendo aún así su rostro se sonrojó, le hizo creer que esto significaba más que solo un beso, producto del impulso.
Quizás aún no debía dejar morir sus esperanzas. Quizá tenía una oportunidad con esta belleza rubia.
No podía esperar a mañana para verlo de nuevo.
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