Capítulo 5. Canción de luna
Me dirigí a mi habitación en compañía de Richard. La pequeña clínica con sus paredes y pisos blancos estaba en calma, la lluvia había menguado y la luna se asomaba entre las nubes, pero aun así, yo miraba alrededor por si el panorama volvía a cambiar; pero fue tal como él dijo, todo siguió igual.
Al llegar a la puerta de mi habitación Richard se detuvo.
—Entra Princesa, me quedare aquí afuera montando guardia.
Miré el estrecho pasillo, era tan pequeño y él, bueno, era lo opuesto. Dudé en entrar.
—¿Aquí afuera? pero no hay lugar para que te acuestes, ni siquiera hay una silla ¿o esperas dormir sentado en el suelo?
Él sonrió y yo lo observé con más atención, tenía el cabello despeinado, la camisa arrugada y desabotonada del cuello. Lucía... sexy.
Sacudí imperceptiblemente la cabeza.
Concéntrate, Stella.
—No te preocupes por mí, princesa, le dije a Dragus que montaré guardia —contestó seriamente —significa que me quedare parado junto a tu puerta toda la noche.
Lo miré atónita, dudando si era una broma o no. Él sonrió.
—Solo bromeo, iré a buscar una silla, además he dormido un poco ¿Recuerdas? descansa, yo estaré aquí.
Después de entrar a mi habitación, me quité la enorme ropa tirándola a un lado de la cama, quedándome únicamente en ropa interior. Fui al baño a lavar mi cara, después de haber terminado, me quedé un largo rato viendo el espejo.
Ahí estaba, la misma chica con el cabello descolorido, corto y enredado, pero cabello al fin de cuentas, piel pálida pero no como un muerto, sonreí mostrando mis dientes algo amarillentos pero completos. Me alegré de ver mi desastrosa pero normal apariencia.
Al salir del baño, me acosté en mi gastada pero limpia cama, pasé la mano por la vieja mesita y apagué la luz.
—No tengas miedo, yo te protegeré —dijo una voz.
—¿Quién eres? —pregunté buscando a través de la negrura que cubría todo —¡¿Donde estas?! —pregunté.
No hubo respuesta.
Caminé cuidadosamente por el oscuro lugar, tratando de encontrar algo o alguien. De repente, sombras de colores comenzaron a llenar el espacio vació dando forma y color a un paisaje llano con glaciares y montañas heladas, una sombra dorada rodeó mi mano.
—Apúrate, casi llegamos a Calafate.
La sombra dorada tomó forma de una mano y me jaló apresurándome.
—¿A dónde? —quise preguntar, pero de mi boca salió una voz extraña, como la voz de una niña, diciendo otra cosa— Descansemos un poco, ya me duelen los pies.
De pronto, todo se hizo más alto o tal vez yo me encogí. Sentí una mano sobre mi cabeza, levanté la vista y vi la sombra de un niño un poco más alto que yo.
—¿Quién eres tú? —dije o tal vez lo pensé porque el niño no contestó a mi pregunta.
—¿Qué haré contigo, pequeña? —dijo el chico con voz risueña.
De repente la sombra comenzó a repetir mi nombre como un disco rayado y poco a poco comenzó a tomar forma de un rostro borroso.
Era Dragomir, no, la forma cambió, ahora era Richard, volvió a cambiar, esta vez era idéntico al chico de la foto: Richard más joven.
Ondas de colores comenzaron a salir de su silueta, como si todo su cuerpo emitiera un efecto visual vibratorio, las ondas se detuvieron cuando sangre empezó a manar de su boca y de sus ojos, quedando como agujeros negros, después una fina línea de sangre se dibujó en su cuello separando la cabeza del resto de su cuerpo.
El cuerpo cayó al suelo y la cabeza quedó suspendida en el aire, la cabeza comenzó a reír, su risa era horrenda y desquiciada, de repente abejas salieron del agujero de su boca y comenzaron a cubrir su cuerpo. Cuando volví la vista al cuerpo, éste estaba lleno de gusanos y moscas.
—Stella... Stella —lloró, su llanto era un lamento tenebroso —ayúdame, Stella.
—¡Richard! ¡Richard! —grité.
Las sombras se empezaron a disolver como si fuesen humo, volviendo a dejar todo en completa oscuridad.
—¡Richard! —grité. Di un salto de la cama y corrí hacia la puerta, pero antes de poder alcanzarla ésta se abrió haciendo que chocara con un firme pecho.
—¡Richard! ¡Richard! —sollocé sobre su pecho y lo rodeé con mis brazos.
—¿Qué sucede? ¿estás bien? —preguntó alarmado.
—Richard, estabas muerto.
—¿Qué? —dijo confundido, luego su gesto se dulcifico abrazándome protectoramente —fue sólo un sueño, tranquila todo está bien, yo estoy aquí.
Mi corazón latía a prisa con el sólo hecho de pensar que lo perdería, la imagen de Richard degollado no me dejaba respirar. Quería abrazarlo y gritarle a todo pulmón que nunca me dejara, que lo necesitaba... pero no lo hice porque de pronto volví a mis cabales y me di cuenta de lo que estaba haciendo.
¿Pero qué demonios me pasaba? ni siquiera lo conocía.
Traté de apartarme, pero Richard me mantuvo firme entre sus brazos hasta que me tranquilicé.
—Vuelve a la cama —dijo después de un rato y al momento de separarme de él, noté que se ponía rojo hasta las orejas, me recorrió con la mirada con un poco de vergüenza.
¿Qué estaba pas...? entonces lo recordé, solo tenía puesta una fea e infantil ropa interior. Corrí a cubrirme con la manta, estaba más roja que él.
—Es mejor que me vaya —me dio la espalda —duerme un poco, casi amanece.
Se estaba yendo, tenía que detenerlo, no quería quedarme sola, no después de ese escalofriante sueño. No me detuve a pensarlo y lo agarré del borde de su camisa.
—No, espera, no quiero quedarme sola —dije mientras me ponía la ropa a prisa —voy contigo al pasillo.
Él rio de mala gana.
—No seas tontita, princesa ¿Porque estaríamos los dos en ese estrecho pasillo? Yo tengo que estar ahí para cuidarte mientras duermes, no tiene objeto que este ahí, si tu estás conmigo y no descansando. Vuelve a la cama —dijo pacientemente.
—No, no quiero estar aquí —protesté —no quiero dormir, no tengo sueño.
Suspiró, el cansancio se reflejó en su rostro.
—Está bien, haremos esto, yo me quedare en la habitación contigo, pero tienes que volver a la cama he intentar dormir — asentí dando un brinco a la cama— Ha sido una noche muy larga ¿no es así?
No contesté, no quería recordar nada de lo que había vivido esa noche; la casa en ruinas, mi reflejo, Tasha y ese hombre, el espantoso sueño de Richard decapitado.
—Lo entiendo, debe ser difícil —continuó Richard, sentándose en el suelo —pero lo estas haciendo bien, has sido valiente— sus palabras me molestaron, ¿hacerlo bien? Si era un maldito desastre. Después de un rato apoyó su espalda en la mesita de noche y apagó la luz —buenas noches princesa.
No, oscuridad no.
—Podríamos estar con la luz encendida —supliqué.
—Olvida lo que dije, eres una miedosa —volvió a encender la luz —duerme —ordenó cortésmente.
—Lo siento, no creo que pueda dormir.
Richard soltó una carcajada, era una risa natural, vibrante y masculina. Instintivamente giré mi cabeza para verlo, él me miraba fijamente con los labios en una sonrisa y un brillo juguetón en los ojos.
—Ay, princesa, si que eres especial.— aclaró su garganta e imitó una voz pomposa —¿Qué puedo hacer por usted, dulce dama para que pueda dormir? ¿Qué necesita la princesa?
—No te burles de mí —Le arroje una almohada.
—Ya, ya lo siento, pero necesitas descansar— quedó pensativo un momento— qué tal si cuentas ovejas o cantas algo.
—No creo que contar ayude y cantar... no sé ninguna canción, o mejor dicho no recuerdo ninguna... —una travesura vino a mi mente— pero que hay de ti, podrías cantar alguna nana.
—¿Yo? pero... —él estaba desconcertado, seguramente pensando alguna excusa. Permaneció en silencio y después de un momento dijo —¿crees que si canto te dormirás?
Ya caíste.
—No lo sé, podría funcionar... —mentí con la cara mas inocente que tenía. Nada en el mundo haría que me durmiera en esos momentos, pero me parecía gracioso ver a un chico tan grande y de aspecto altanero cantar alguna canción de cuna.
—No perdemos nada en intentarlo —sonreí, mordiéndome la lengua.
—Está bien —dijo subiendo a la cama y sentándose a mi lado.
—¿Qué haces? ¿acaso quieres dormir conmigo?
—Por supuesto que no —frunció el entrecejo, pero después sonrió pícaramente— ¿en que estás pensando?
—En nada —subí la sábana hasta mis orejas para que no viera el rubor que había aparecido.
—Estoy incomodo allá abajo —continuo Richard— y si voy a hacer algo vergonzoso al menos quiero que mi trasero se sienta cómodo.
Tragó pesadamente, unos segundos después tomó aire y comenzó a cantar mientras yo escuchaba atenta.
**La luna se levantó,
Las estrellas doradas brillan
En el cielo luminoso y claro...
Esa canción...
—Esa canción —interrumpí— ya la he escuchado antes... —Richard se puso rígido y su rostro cambió.
—Sí, supongo que sí, es la canción que cantaba mi padre —dijo serio —es la única que sé.
—¿Tu padre? ¿Por qué conozco la canción de tu padre?
—Supongo que la escuchaste de él —su rostro se había vuelto como una máscara sin emoción— te quiere... te quería como una hija, seguramente la cantó para que durmieras, justo como lo hago ahora.
—No lo recuerdo, pero es lo más probable. No sé cómo explicarlo, pero me siento bien al escucharla. Me hace sentir segura.
Él trató de sonreír, acarició delicadamente mi cabello.
—Eres tan... adorable qué dan ganas de protegerte. Como un lindo gatito bajo la lluvia.
—Yo no soy un gato— aparté su mano un poco molesta con la comparación, él solo alborotó más mi cabello —Está canción debe traerte muchos recuerdos —continué.
—Para nada, si pudiera, la olvidaría... —me miró apenado —disculpa, hable sin pensar. Que tonto, diciendo que quiero olvidar cuando tú intentas recordar.
—No te preocupes, no puedes cambiar las palabras que ya dijiste, pero sí los sentimientos con los que las dijiste.
—Irónico,— se puso rígido otra vez—es lo mismo que decía él. Te enseñó bien.
Apretó con sus dedos el puente de su nariz y cerró los ojos, era obvio que no le gustaba hablar del tema.
—Es solo que él... —dijo fríamente mirándome a los ojos— ésta muerto.
Sentí un bulto caer en mi estómago.
—oh, lo siento —dije automáticamente, pero él no me prestaba atención.
Quería preguntarle más cosas de su padre y de los míos, pero Richard estaba ausente.
Su rostro se había ensombrecido todavía más, tenía la mirada perdida y un brillo oscuro dentro de sus ojos ¿Me pregunté qué es lo que había sucedido con su padre para que se pusiera así?
Después de unos momentos, Richard despertó de su ensueño y volvió a mirarme, estaba relajado.
—¿Quieres que continué cantando?
Dudé en mi repuesta, era claro que esta canción tenía un significado profundo para él, pero en cuanto la escuché sentí que algo se extendía en mi interior, algo que se sentía tan familiar.
Después de pensarlo, decidí que las preguntas podían esperar. Asentí y me acomodé en la cama para ser inundada de ese sentimiento.
Él volvió a cantar mientras acariciaba mi cabello tiernamente, me sentí como una pequeña niña arrullada por la luna; su voz se escuchaba cálida y profunda.
**La luna se levanta y
Las estrellas doradas brillan
En el cielo luminoso y claro.
La selva queda oscura y callada,
Y de los prados sube,
Maravillosamente, la neblina blanca.
¡El mundo está silencioso,
En el velo del anochecer,
Tan íntimo y gracioso!
Como una habitación apacible
Donde tienes que olvidar durmiendo
Lo malo del día.
¿Ves la luna, allá arriba?
Solo se ve la mitad
A pesar de que es redonda y bella.
Así son muchas cosas
De las cuales nos burlamos llenos de confianza,
Porque nuestros ojos no las ven. **
Me quede dormida al final de esta estrofa.
***
Notas de la Autora
**La cancion que canta Richard existe, se llama Der Mond ist aufgegangen (La luna se levanta o ha subido) de Johann Abraham Peter Schulz, la letra esta traducida literalmente al español por eso no rima.
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