Capítulo 45. Hermanos
—¿Por qué le hicieron eso a mi madre? —susurré todavía en shock. Mi cuerpo temblaba al pensar en todo lo que había sufrido mi madre y al final yo la había matado.
—Lo lamento, es lo que te dije la primera vez que te conté la historia de tu origen. Lamento profundamente destrozar la vida de una inocente chica, pero estoy muy agradecido porque te trajo al mundo.
—¡No! —grité y cubrí mi cara con las palmas de la mano. Estaba llorando— yo no debí nacer. Le arrebaté la vida... la maté.
—No, princesa, —dejé de llorar, me quedé inmóvil— no fue tu culpa. No lo piense, tú también eres una víctima.
—¿Cómo me dijo? ¿Princesa? ¿Quién le dijo que me llamará así? —empezaba a hiperventilar.
—Tranquila, respira con calma —dio palmaditas en mi espalda— todo está bien. Respira. —pasaron varios minutos hasta que pude controlarme —¿Estas mejor? —asentí, con los ojos vidriosos.
—No vuelva a llamarme princesa jamás y jamás les perdonaré lo que le hicieron a mi madre.
—Lo sé. Yo tampoco me perdonaría, ni los perdonaría. —nos quedamos en silencio, yo mirando mi sándwich sin tocar y él mirándome a mí— ¿Qué piensas hacer ahora, pequeña?
No tenía respuesta para eso. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida, hasta ahora había hecho e ido a donde me habían dicho, pero ¿qué haría ahora que tenía libre albedrío?
—Aún no lo sé —respondí.
—Como tu padre te apoyaré en los que decidas y sabes que siempre tendrás un hogar aquí o donde quiera que este el campamento.
—Gracias.
—Ahora termina tu comida —se puso de pie, con su plato en la mano —en el campamento está prohibido desperdiciarla —sonrió un poco— Tengo que irme, pero esta vez no sé si volveré.
—¿A dónde va?
—Tengo que seguir el rastro de la pareja asiática y del demonio, parece que es más grave de lo que pensé. Hasta el orgulloso clan de hombres lobo Kurjak está envuelto en esta guerra. —se detuvo antes de salir por la puerta— cuando lo veas, recuérdale que también lo amo.
—¿Qué? —pregunté confundida.
—A Richard, cuando lo veas recuérdale que lo amo. Seguramente él también te estará esperando, después de todo, te protegió incluso de él mismo.
Los pasos del hombre que infundía miedo, Whillem Schweitzer, se perdieron en el largo pasillo rumbo a la guerra. En mi corazón le di las gracias por todo lo que había hecho por mí, por amarme como a una hija y darme un hogar por tantos años.
Esa noche no pude dormir, di vueltas en mi cama pensando en mi madre, en Whillem y Erik, en lo que haría con mi vida y sobre todo pensé en Richard. ¿En qué parte del mundo estaría? ¿Me estaría esperando... pero por qué, para qué?... Él me había engañado desde el principio, me había torturado, había jugado con mis sentimientos y yo, como tonta, creí que me amaba. Tal vez solo necesitaba verlo para olvidarme de él, para terminar todo y seguir con mi vida.
Me levanté de la cama y me puse un abrigo, necesitaba salir para despejar un poco mi mente. El cielo todavía estaba oscuro, pero no tardaba en comenzar a aclarar, no había muchas personas despiertas y con las pocas que me topaban no me reconocían por el grueso abrigo que tenía puesto. Llegué a la pradera cubierta de nieve, había alguien acostado junto a un árbol sin hojas.
—¿Qué haces afuera? —me preguntó Erik arrastrando un poco las palabras, tenía la cara roja y los ojos adormilados.
—¿Qué haces tú durmiendo aquí afuera? —me senté junto a él y de inmediato me llegó el fuerte aroma del alcohol— ¿Estuviste bebiendo?
—Un poco —hipó— al fin pudimos terminar con el prototipo del proyecto y esta vez no explotó.
—Oh, ¿y por eso te embriagaste? —él sonrío con una sonrisa ladeada.
—No solías hacer tantas preguntas, de hecho, eras muy similar a Dragomir... ahora entiendo la expresion "la sangre es espesa".
—Supongo que Richard y tú deben tener mucho en común, además de la apariencia. —Él tomó un puño de nieve y la arrojó, un poco molesto.
—No lo sé y no me interesa. Yo soy yo, Richard es Richard, pero tú ya no eres tú. ¿Sabes que se siente pasar toda tu vida con alguien, creer conocerla, pero al final resulta ser una completa desconocida? ¿Te has preguntado lo confuso y doloroso que es?
—Lo siento— susurré.
—¿Lo sientes? Si de verdad lo sintieras no insistirías en compararnos. —dijo fríamente. Intentó ponerse de pie, apenas pudo mantenerse —Eras valiente, intrépida, obstinada, siempre eras la primera en apuntarte a una misión, ya fuera robar galletas o ser espía. En cambio, yo era todo lo opuesto a ti, miedoso, mimado e inseguro y yo... estaba tan enamorado de ti. Tú eras mi ejemplo para seguir, tú eras mi mundo, mi todo... Ahora ya no estoy seguro si te amo a ti o a los momentos que pasamos —intentó dar un paso, pero cayó en un duro golpe contra la nieve.
—¿Estas bien? —intenté ayudarlo, pero él me alejó. Se quedó ahí viendo el cielo.
—Ahora eres otra persona, alguien tan diferente. He tenido tantas preguntas rondando en mi cabeza que he estado haciendo mal las cosas en el trabajo, ni siquiera puedo dormir, no dejó de pensar en ti y en tu antigua yo. Pensé que esto sería fácil, pero no puede ser más difícil y complicado, yo... —cerró sus ojos— creo que ya no puedo soportarlo más.
—Te entiendo, también para mí es difícil y complicado, estoy... confundida. Amo a Richard, quiero decir, creía que amaba a Richard pero pensaba que eras tú y... ya no lo sé. Por ahora intentó no pensar en nada romántico con nadie, pero siento que tú esperas algo de mí y yo no quiero forzar mis sentimientos y no quiero que tampoco tú te fuerces a sentir algo por mí, por quien crees que soy... Creo que lo mejor es separarnos por un tiempo.
Me miró con los ojos muy abiertos, era claro que no esperaba mi declaración.
—¿Qué? No, yo no quise decir que debíamos separarnos.
—Tal vez tú no, pero yo sí —respondí un poco fría, tenía que dejar claro mis sentimientos— entiende, al final vamos a salir lastimados, creo que tú más que yo. No quiero que me odies, te considero un amigo.
Por unos momentos Erik no dijo nada, después se estiró ahí acostado donde estaba y se puso de pie sosteniéndose del árbol.
—En este árbol te hice una promesa y voy a cumplirla. No me separaré de ti.
—¿Qué no entiendes? No quiero lastimaste.
—Por supuesto que entiendo, tengo un IQ de 152, pero no voy a dejarte sola, aunque eso signifique que tenga que romper mi propio corazón.
Se comenzó a alejar, sin ni siquiera mirarme o voltear atrás. Yo me quedé ahí, sentada, pensando en nada y en todo a la vez. El cielo se aclaró y la nieve se derritió un poco, formando un pastoso lodo. Yo también volví a mi habitación y dormí.
—Disculpe, señorita Stella —una voz infantil me sacudió. Abrí lentamente los ojos y vi a un pequeño niño de unos 6 años a un lado de mi cama— un chico le mando esta flor y pide que vaya a verlo.
Miré la flor amarilla del diente de león y rodé los ojos, molesta. Erik ¿Qué quería? ¿se iba a disculpar? o ¿me diría que estaba de acuerdo en alejarnos?
—Tírala, dile que no quiero nada. —el niño me miró e hizo un puchero. Me pregunté cuántos años tenía en realidad ¿20? ¿30?
—Pero me dijo que si usted no venía conmigo me iba a golpear, él me da miedo.
—¿Erik dijo eso?
—No, es un chico de ojos verde como fantasma.
—¿Ojos verdes?... ¡Dragomir! —me puse en pie de un salto— ¿Dime dónde está ese chico aterrador?
Dragus armaba un gran alboroto con el personal que trataba de tumbarlo en la cama y volver a ponerle el equipo médico, sin mucho éxito. Al verme se tranquilizó un poco, permitió que le pusieran una solución, pero no se volvió a acostar. Al menos tubo la sensatez de dejar la venda que tenía alrededor del cuello.
—¿Y bien? —dijo con su fría y monótona voz— ¿ya sabes todo?
Asentí, con lágrimas resbalando por mis mejillas. Lo abracé y él emitió un débil quejido de dolor.
—Lo siento —dije limpiando mi rostro— ¿Cómo te encuentras?
—¿Cómo crees que estoy? —respondió con enfado —casi muero. ¿Qué ocurrió?
Cuando estaba terminando de relatar todo lo que había pasado desde que lo dejé peleando con Tasha, entró Sasha. Dragomir sonrío, fue casi imperceptible, pero sonrío.
—Ey, mocoso —Sasha tenía una radiante sonrisa— te devolvimos de la muerte ¿Cómo demonios terminaste ahí? —le revolvió el cabello juguetonamente y Dragus se dejó ¡ÉL SE DEJÓ!
—Tu loca hermana, —respondió— fue peor que cuando me obligó a ser su novio.
Yo estaba como: ¡WTF! ¿Qué demonios pasaba aquí y por qué yo no me había enterado?
—¿Qué? —dijo Dragus cuando vio mi expresión de asombro —¿nunca habías visto a Sasha?
—Creo que ella esta esta sorprendida por tu buen comportamiento, chico malo. —dijo ella divertida— Stella, se podría decir que él y yo crecimos como hermanos, al menos así lo considero.
—También te veo como una hermana— respondió Dragus— una mandona y terrorífica hermana mayor.
—Pero si siempre fui un dulce con ustedes, como la vez que los atrapé a Ulric y a ti tratando de robar comida ¿los acusé? no, simplemente les di con un palo a cada uno. O la vez que Tasha estaba matando a Ulric ¿le dije algo? No, simplemente la colgué de un acantilado toda la noche.
—Como digas. —dijo Dragus haciendo una mueca— Entonces no saben dónde está Richard, ni qué es lo que buscaba el demon...
—¡Dragomir! —Ulric lo abrazo con fuerza— al fin despertaste.
—Has creído mucho, Uli. —Dragus le devolvió el abrazo.
—Hola, viejo amigo— dijo Erik de forma casual desde la puerta. Dragus se separó de Ulric.
—Lo hiciste bien— dijo Dragus.
—No lo habría logrado sin tu ayuda— respondió Erik— Gracias por las pistas.
—¿Qué pistas? —pregunté.
—En cada lugar en el que estuvieron —respondió Erik— Dragomir dejó pistas sobre el próximo lugar al que irían, además de datos sobre tu estado de salud.
—¿Entonces, tú... —miré a Dragomir un poco sorprendida y molesta— desde el principio sabías que nos estaban siguiendo? Por eso siempre mirabas por la ventana. ¿Por qué no me dijiste nada?
—¿Habría servido de algo? Tú nunca me hubieras creído, además cuando lo intenté...
—Si no te hubieras comportado como un idiota tal vez...
—¿Un idiota? La que fue una idiota...
—Tranquilos, chico— intervino Sasha cruzando los brazos —ambos son idiotas. Ahora lo importante es que su idiotez no sea contagiosa —todos la miramos, ella esperaba que todos riéramos, pero nadie lo hizo.
—Debiste decirme la verdad desde el principio —interpelé.
—Lo intenté, antes de saber que Richard nos vigilaba, me vigilaba— Dragomir miró por la ventana, como tantas veces lo había hecho— Aun no entiendo cuál era su plan al conservarte.
—¿Qué no lo entiendes? —dije irónica— su plan era utilizarme para atraer a Erik y a su padre, es claro.
—No, tú no lo conoces como yo— respondió Dragus —creo que ese fue su plan al principio... pero ya no lo sé. Fuimos enviados ahí para buscar a un chico desterrado que había estado alimentándose de animales y era incapaz de controlarse. Nunca esperé que ustedes estuvieran siguiendo el mismo objetivo, eran tan torpes. Estuvimos siguiéndolos durante dos días, esperando la oportunidad perfecta.
—¿La oportunidad perfecta para qué? —pregunté, pero Dragus no se molestó en responder.
Yo iría por ti y Mihnea por su querido hermanito —continuo Dragus— Mi plan nunca fue capturarte, incluso incrementé mi señal para advertirte, pero lo único que hiciste fue hacerte la valiente. Yo preferí que ambos muriéramos ahí, pero Minhea fue rápido en deshacerse de Erik y ya nada pude hacer, lo único que me quedaba era fingir. Fueron los días más amargos que he vivido. Ver a la pequeña niña que décadas a tras había tratado de proteger siendo torturada tan brutalmente, hasta el punto de crear esa creatura siniestra.
—¿La chica sombría?
—¿Tú la conociste? —preguntó Erik.
—Yo la vi nacer.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro