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Capítulo 38. Asalto parte II

Me quedé de piedra ¿Cómo es que ellos estaban aquí? además Kai había muerto ¿no? ¿Por qué lucia así, como un semi-ghoul?

—Kairos del clan Espartaco y el bastado de Shuifeng —dijo Lord Byron con repugnancia— por ellos estas bestias pudieron entrar, esos traidores guiaron a los ghouls y al ejército de Whillem.

—Cállate maldito lameculos de mierda —respondió el medio ghul de cabello azul— nosotros sólo los utilizamos, ahora si no les importa matarse unos a otros.

La risa de Erik estremeció a todos.

—Tú, un sirviente, ¿utilizarme? —todo rastro de risa de borró de su cara —ven aquí y lame mi pie.

—Vete a la mierda, yo no obedezco a nadie —respondió Kai y le hizo una señal con el dedo de en medio —métete esto hasta que lo entiendas.

Erik estaba furioso, lo iba a matar.

Cuando Erik se comenzaba a desvanecer, Jun arrojó varios diminutos objetos negros que en cuanto tocaron el suelo comenzaron a emitir un ensordecedor chirrido. Todos nos encorvamos tapando nuestros oídos, excepto los ghouls que con un grito de Erik comenzaron a destruirlos con sus enormes pies.

Cuando nos recobramos Kai y Jun ya no estaban y tampoco Erik.

De un lado del salón estaban los ghouls, el ejército de Whillem del otro y nosotros acorralados en medio. De nuestro lado había rostros desesperados pero llenos de furia, el brazo de Anthony no dejaba de sangrar y las heridas de los demás no impedían que quisieran luchar.

Volvió a iniciar una violenta pelea. No sabía qué hacer, apenas podía pensar en algo y no podía distinguir a nadie de la familia. Todo a mí alrededor era caos, personas desconocidas peleando con los ghouls, disparando y arrojando bayonetas, los ghouls también se defendían y atacaban con ferocidad. Yo estaba parada en un rincón sin poder moverme; congelada y sangrando.

Un enorme ghoul que arrastraba cadenas en sus gruesos pies se acercaba a mí, tenía una porra de madera en la mano, me iba a golpear.

—Cierre los ojos, señorita Lefebvre— dijo la chica sombría que de repente apareció frente a mí, estaba más demacrada que nunca.

Tragué saliva pesadamente y cerré los ojos, sabía que era el fin. Sentí el aplastante peso del ghoul sobre mí, pero no me golpeó, simplemente cayó sobre de mí. Apenas podía respirar.

—¡¿Tonta, por qué demonios no corriste?! —gritó la voz de Dragomir encima del ghoul. Con mucho esfuerzo movió un poco al enorme ghoul para que yo pudiera salir de bajo.

Dragomir tenía las manos, el pecho y la cara salpicados de sangre y quemados por el ácido de los ghuls. Apenas dije nada cuando me tomó de la mano y comenzó a correr en medio de la refriega. Entramos, jadeando, a una oscura habitación con la chica sombría tras nosotros.

—Sal de aquí— dijo ella con su tenue voz.

—¿Por q...

El cuarto estaba cubierto de una especie de telaraña de sangre que iba desde el techo al suelo, con pedazos humanos pegados en sus redes.

—Dragomir— chillé. Dragus se dio la vuelta, mirando la telaraña.

—¡Demonios, eres tan delicada! —refunfuñó y me sacó a toda prisa de ahí, pero fue inútil, todos las habitaciones estaban en ese mismo estado.

Lo que había dicho Erik era cierto, había masacrado a todos.

Seguimos corriendo por varios pasillos y habitaciones hasta salir al patio, ahí quede aún más horrorizada. Varios ghouls estaban empalando la cabeza de los sirvientes, guardias e invitados en las ramas de los árboles secos.

—Corre —susurró Dragus, los ghouls nos vieron— ¡DEMONIOS, CORRE!

Las horribles bestias grises nos comenzaron a perseguir. Corrimos entre la maleza seca del patio, cubrí mi herida con la mano para moverme un poco más, pero los ghouls estaban cada vez más cerca.

—¡Vete! —dijo Dragomir, deteniéndose— lárgate de aquí.

—No puedo dejarte...

Ya era tarde para escapar, nos habían alcanzado. 10 ghouls nos rodearon, mostrando sus feos dientes y sus amenazantes garras. Nos doblaban el tamaño, monstruosidad y fuerza.

—¡Tranquilízate! —dijo Dragomir en guardia— no permitiré que te lastimen, ya no más.

Un ghoul lanzó un manotazo arañando el aire, Dragus apenas lo pudo esquivar. Él no me engañaba, ambos sabíamos perfectamente que era nuestro fin.

Las bestias continuaron a tacando, nosotros... mejor dicho Dragomir ya no podía protegernos por más tiempo, estaba aterrada ¿por qué mi cuerpo no se movía automáticamente como en Shanghái? ¿Por qué no podía hacer nada? ¿Por qué era tan inútil?

Entonces el tiempo pareció detenerse, uno de los ghouls había atravesado el estómago de...

—¡Anthony! —gritamos Dragomir y yo a coro.

¿Qué hacía Anthony aquí? ¿Por qué estaba frente a Dragomir? Había aparecido justo en el momento que un ghoul lanzó un ataqué mortal a Dragomir, recibiéndolo en su lugar. Las garras de la bestia traspasaban su estómago y aire ácido salió de él, quemándolo por dentro.

—Váyanse... ahora.

—Pero...

Anthony se hizo hacia tras para sacar las guarras de sus estomago vomitando un poco de sangre, mientras Dragus degollaba al ghoul. No había tiempo, teníamos que salir de ahí, pero dejar a Anthony no era una opción.

Pasé su brazo por mi hombro y con mis manos intente contener la sangre que salía por su estómago, el ácido me quemó.

—Dragomir, vámonos —grité. Dragus comenzó a retroceder junto a nosotros, manteniendo a los ghouls a raya, pero Anthony no podía caminar y se hacía más pesado —tienes que caminar, por favor —supliqué.

Él estaba perdiendo demasiada sangre y su rostro estaba cada vez más pálido. Tenía que atenderse lo antes posible si no moriría.

—Ya no puedo más —susurró cuando al fin llegamos a una puerta. Se recargó sobre la pared y se abrió un poco la camisa llena de sangre.

—Papá... —no pude contener las lágrimas cuando vi el enorme agujero que tenía en el estómago.

Él sonrió triste.

—No, mi niña, yo nunca fui un padre para ti —dijo jadeando. Miró a Dragomir, quien atacaba a los ghouls sin prestarnos atención— Siento no ser un padre para ninguno, ni siquiera sé si puedo llevar ese nombre.

—¡Cállate! —gritó Dragus— no quiero oír tus malditos lloriqueos.

Anthony sonrío. Luchaba por mantenerse en pie.

—Lo siento hijo, mi Dragomir, no pude darte un lugar ni un apellido —cayó de rodillas al suelo y vomitó más sangre— mi niña— me tomó de las manos, su respiración se volvía más pesada— agradezco haberte conocido... te crió bien... dale... las gracias de mi parte...

Se estaba yendo, sus ojos estaba perdiendo la luz.

—Papá, por favor —lloré.

—Lo... siento...por... todo —murmuró.

Entonces el tiempo se detuvo es sus ojos y en su rostro quedó congelada su característica y arrogante sonrisa. Murió.

—¡Dragomir!

—Lo sé —respondió sin mírame, concentrado en contener a los ghouls —vete, busca a Erik, él te protegerá.

¿Estaba loco? ¿Buscar a Erik? ¿Él que me había atravesado el costado, él que había matado a todos, él que había planeado el ataque a nuestra casa? Seguramente la pelea y la muerte de Anthony lo habían trastornado. Teníamos que huir juntos.

A pesar de haber decapitado a varios ghouls, todavía se seguían moviendo y nos atacaban. Empezaba a perder la esperanza de salir con vida cuando a unos metros de mí pasó una pequeña y ágil sombra siguiendo a un enorme semi-ghoul.

—¡Jun! —no pude evitar gritar —¡JUN! —grite con todas mis fuerzas para que nos escuchara, para que nos ayudara.

La pequeña figura se detuvo y a gran velocidad se acercó a nosotros, pero en vez de atacar a los ghouls, fue encima de mí, derribándome al suelo y sujetando mi cuello. Dragus no pudo hacer nada ya que estaba ocupado manteniendo a raya a los ghouls.

—¡Maldita! —gritó mientras me estrangulaba— por tu culpa perdí a mi Kai, estúpida, maldita, te odio... te odio... tú lo mataste.

Apenas pude emitir sonido, no podía respirar y estaba perdiendo la conciencia cuando junto a mí cayeron algunos ghouls, petrificados. Escuché tenues disparan y pasos acercándose.

—¡Jun, tenemos que irnos! —dijo Kai con su voz distorsionada— tenemos que encontrar al espía, después nos ocuparemos de esta gata.

—Pero puedo matarla de un solo golpe —respondió Jun apretando mi cuello con más fuerza.

—No hay tiempo, tenemos que encontrarla primero, el demonio ya nos lleva ventaja.

Jun de mala gana me soltó y se fue corriendo con el ghoul en dirección a una torre, perdiéndose en la oscuridad. Los disparos se hicieron cada vez más fuertes y los hombres de Whillem se presentaron derribando a todos lo ghouls.

—¡Dragomir, demonios! Te hemos buscado por todos lados —dijo una mujer alta y rubia— dijiste que nos la devolverías —Su vista se posó en mí y de inmediato viajó al cuerpo de Anthony.

—Está muerto —dijo Dragus sin que le fallara la voz— allí esta ella, llévensela.

—Siento lo de tu padre —respondió la mujer, él no contestó. Ella se acercó a mí y me tendió una mano. La ignoré.

—¿Dragomir? ¿Qué es esto? ¿Quién es ella?

—Ella te llevará de regreso a tu casa —contestó sin mírame.

La mujer puso una mano sobre mi hombro y sonrió.

—Ven con nosotros, linda. Ahora estas segura —me alejé de inmediato sin apartar la vista de Dragomir.

—¿Qué es esto, Dragus? ¿Qué está pasando? —di otro paso atrás, pero choqué con un enorme pecho, me tenían rodeada — ¡Dragomir!

—No te asustes, no te haremos daño— la mujer intentó calmarme.

—¡Dragomir! —dije desesperada, el hombre que estaba a mis espaldas me sujetó de los hombros, inmovilizándome— ¡Dragomir, ayúdame!

Él me dio la espalda.

—¡Ve con ellos!

—¡No, ayuda! ¡Suéltenme!

—Tranquila, no... —la mujer no terminó de hablar, cayó de espaldas con un agujero en la cabeza. Más disparos se escucharon, pero era un sonido diferente al de las armas de los invasores.

—Suéltela —dijo una voz desde la copa de un árbol, era Richard— No lo repetiré, suéltenla.

Traté de soltarme con más ímpetu, pero el hombre que me sujetaba era una roca. Richard volvió a disparar contra él, pero ambos fuimos al suelo, cubriéndonos.

De un salto, Richard cayó a mi lado, furioso. Entonces pasó algo impensable, Dragomir lo atacó. Era un feroz pelea y ninguno parecía retroceder.

—Sospechaba esto, pero me negué a creer —dijo Richard —mi propio hermano es un traidor.

Dragomir no respondió, sólo lo siguió atacando. El hombre aprovechó la distracción de Richard e intento llevarme, pero frente a nosotros apareció Tasha.

—Tiempo sin vernos, Urlic.

—Hermana...— respondió el hombre con voz muy grave pero antes de que pudiera continuar hablando, Tasha lo arrojó al suelo y de un golpe lo noqueó.

—Lo siento hermanito, pero debes saber que los hermanos mayores mandan.

Tasha no perdió el tiempo, de inmediato fue a apoyar a Richard. Dragomir a duras penas podía defenderse contra los dos.

—Dragomir, querido, no creas que esto es una venganza porque rompiste conmigo.

—Jamás hubiera creído algo tan obvio. —Tasha, sonrió.

—Siendo así, cielo. Richard llévate a Stella de aquí, Dragomir y yo tenemos mucho de que hablar.

Richard me tomó de la mano, dejando a Tasha y Dragomir en una feroz pelea. Entramos por la puerta que daba al ala sur, donde se encontraba la sala de los despojos, mi primera habitación. De repente Richard se detuvo.

—Sabía que vendrías —dijo al viento —te estaba esperando.

De la parte más oscura de la sala, emergió una sombra de un andar torpe y desgarbado, una silueta borrosa apenas visible por la oscuridad, pero era alguien que podría reconocer en cualquier parte, el chico tonto e infantil de cabello rizado color chocolate y ojos oliva.

—Hola, hermano —respondió Eddy— al fin nos conocemos. 

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