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Capítulo 30. Mi pesadilla

Después de la primera impresión de ambos chico y de la euforia desmedida de Eddy y el tiempo en que nos tomó a Omar y a mí calmarlo, me explicaron que ese era el hotel donde se estaban hospedando, ellos y sus padres estarían ahí unos días más y después volverían a su casa.

—Tú puedes venir con nosotros —ofreció Eddy —serás como nuestras hermanita. Te sacare a pasear todos los días, te alimentare, jugaré contigo y te enseñaré trucos nuevos.

—No, gracias —lo miré resentida —no soy un perro.

—Pero dinos —intervino Omar, como siempre muy suspicaz —¿Qué haces aquí, en nuestro hotel?

Señalé mi puerta.

—Esta es mi habitación.

—¿En verdad? —Omar señaló dos puestas más allá— esa es nuestra habitación y aquella de nuestros padres, pero a ti nunca te habíamos visto por aquí.

—Ah, sí, me mudé esta mañana... emm... tuve problemas en mi anterior hotel —dije rápidamente. Omar entrecerró los ojos, sopesando mis palabras— había mucho ruido y yo... emm... no me gusta el ruido.

Omar soltó una risita burlona.

—Irónico muy irónico. Has venido al lugar equivocado, mira a ese chico— Eddy tenía la sonrisa más grande que yo hubiese visto en mi vida, sus ojos brillaban emocionados y mientras me miraba tarareaba una cancioncita alegre como preludio para algo maravilloso— ¿crees que él te dejará tranquila?, porque yo no lo creo.

Sí, yo tampoco lo creía, pero tampoco lo esperaba, al contrario, esperaba verme envuelta en alguna de las locuras de Eddy y divertirme tanto como el otro día.

Después de un rato los chicos me invitaron a su habitación, era muy similar a la mía: tenía una pequeña sala color mostaza con un viejo televisor, una alcoba con dos camas individuales y un pequeño baño, además de un lindo balcón que daba a la plaza; era sencilla pero acogedora.

Ordenaron pizza y nos sentamos a ver la Tv.

...toridades aún no han encontrado rastros de los 2 turistas desaparecidos —dijo el reportero— se pide a la población en general su cooperación para hallar a estas personas sanas y salvas.

En otras noticias, en Verona se ha alzado una ola de violencia sin precedentes, se han registrado 5 manifestaciones violentas con decenas de heridos tanto civiles como policías, además de 50 detenidos, aún no se conoce el motivo de las manifestaciones, pero se cree que son organizados por un grupo político ultraderechista.

También lamento anunciar que se han identificado los cuerpos mutilados que se encontraron en esa misma ciudad el martes pasado. Son 3 mujeres —aparecieron las fotos en el televisor— y dos hombres, todos Veronéses. La población italiana está indignada por este caso y otros tantos temerosos, expertos lo atribuyen a un asesinato seri...

—¡Hey! —dijo Omar molesto— yo estaba viendo eso ¿Por qué le cambiaste?

Eddy se encogió de hombros.

—¡Duh! porque es aburrido. ¡Mira, Scooby doo! —y se puso a cantar la canción de inicio.

"What's New Scooby Doo? We're coming after you You're gonna solve that mystery". Miré a Omar que se había quedado pensativo ignorando por completo el desafinado canto de Eddy.

—¿Piensas que no es obra de un asesino serial? —me atreví a preguntar. El niño me miró, con su acostumbrada mirada inquisitiva y negó con la cabeza— ¿Entonces qué piensas?

—Que aquí se está desarrollando algo grande.

—¿Qué? —ya había escuchado eso en otra parte, Dragomir lo había dicho —¿algo grande? ¿algo grande cómo qué?

Ahora era yo la que lo miraba sospechosamente. ¿Qué sabía de estos chicos? Nada ¿Podían ser ellos los Demonios de los que hablaban Richard y Dragus? Era posible.

—No lo sé, piénsalo —respondió Omar tranquilamente— ¿Manifestaciones y asesinatos en una misma ciudad, al mismo tiempo y en un corto periodo? Eso no puede ser casualidad. ¿Dime si no piensas que es sospechoso?

—Bueno, sí pero... —tenía que ser cuidadosa al indagar— ¿Qué crees que sea? ¿Algo... sobrenatural?

—¿Sobrenatural? ¿Cómo fantasmas y eso?

—Algo así, más bien como Demonios o... Eiternums...

—Ei... ¿Qué? —Omar soltó una risa— no sé qué sea Eiternum pero no me digas que crees en esas tonterías.

—Bueno... yo —sentí como mi cara se volvía roja —¿No crees que eso tan terrible pudo ser hecho por un demonio? Porque los demonios existen ¿no lo crees?

—Por supuesto que existen, aquí tengo sentado a uno —señalo a Eddy que estaba frente al televisor escupiendo pequeños trozos de pizza mientras reía —y créeme que cuando escapa parece que le salen alas.

Se estaba burlando de mí, era obvio por su tono de voz. No seguí insistiendo era incuestionable que ellos eran Ephimery, simples e ignorantes seres humanos.

—Iré a ver a nuestros padres —dijo Omar después de un rato, al parecer le aburrían las caricaturas y solo buscaba una excusa para escapar de Eddy y su escandalosa risa —¿Puede cuidarlo un rato por mí? No tardaré mucho —asentí.

Vimos la televisión una hora más y como era típico de Eddy, también cominos mucho. Pasamos un buen tiempo, tranquilos, riendo por las caricaturas y por sus ocurrencias. Él era extraño sí, pero también era simpático y el tiempo pasaba rápido a su lado.

Después de la televisión jugamos cartas, yo iba ganando, él de verdad era tan malo en el juego que incluso pensé que me dejaba ganar, pero dejé de creerlo cuando empezó a llorar en la cuarta partida, así que cambiamos de juego: verdad o reto.

Iba ganando otra vez (el sentimiento de ganar era supremo, me encantaba ganar) pero ahora él disfrutaba perder, al menos su expresión al lamer el piso fue de alegría total. Ya le había sacado varias verdades como: tenía 17 años; no iba a una escuela (lo educaban en casa); quería ser un loco científico inventor y explorador; de lo que se arrepentía: no cuidar lo más valioso que tenía y lo había perdido; lo más vergonzoso: correr desnudo por todo su vecindario por perder una apuesta; su recuerdo más hermoso:

—emm no lo sé, tengo muchos —comenzó a contar sus dedos —como la vez que se me cayó el spaguetti y la gente paso por encima de mí, ese es un buen recuerdo o la vez que nos atrapo la lluvia en el pantano o cuando papá nos llevó por primera vez al trabajo o la primera vez que salimos de casa o la vez que nos escapamos de casa o cuando... —me miró— cuando que te conocí —sacudió la cabeza— pero en definitiva mi mejor recuerdo fue nuestro primer beso. Sí ese es mi mejor recuerdo. Nuestro primer beso.

—¿Nuestro primer beso? Nunca hemos tenido un beso, chico loco, además yo jamás te besaría.

—Claro que sí, sí lo harías, solo que no lo recuerdas.

Me quedé de piedra ¿Qué acababa de decir?

Eddy pareció no notar mi reacción y continuó hablando

—Es que no eras tú tú, era una chica más bonita.

Lo entendí.

—Oh, así que tienes una novia escondida, picarillo.

—No está escondida y no es mi novia, yo... la amo, pero no sé lo que ella siente por mí. Cruza los dedos para que ella también sienta lo mismo.

Palmeé su espalda, confortadoramente.

—Ella también te amará, tenlo por seguro.

—¿Cómo lo sabes? ¿Tú me amarías? —abrió muy grande los ojos y la boca— ¡yo te gusto!

—¿Qué? Claro que no —carcajeé— yo tengo novio.

Su expresión se esfumó y por unos segundos no dijo nada.

—¡Jum! Dices eso porque no me conoces —dijo indignado— si supieras como soy seguro te enamorarías de mí, soy super genial, el chico más cool que jamás conocerás ¿Ya te enamoraste de mí? —hice una mueca y me apreté el corazón.

—Sí, creo que sí, me has convencido, dejaré a mí novio super guapo, valiente y amable por ti.

Él sonrió y yo sonreí con él.

En ese momento tocaron la puerta, me levanté para abrir pensando que era Omar, pero Eddy me topó la boca y me arrastro hasta el balcón.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no quieres abrir?

—Shhh.

Volvieron a tocar.

—Deja de jugar, Omar se preocupará si no abrimos.

—Ese no es Omar, guarda silencio —lo hice, algo en su voz me indicó que lo hiciera.

Entonces de un golpe sordo destrozaron la puerta, pero antes de que alguien entrara, Eddy me tomó de la cintura y saltamos desde el 2 piso, aterrizando de una manera suave.

—¿Quién eres? —pregunte sorprendida y aterrada.

—No hay tiempo para eso, tenemos que escapar— Su voz, su mirada, todo en él había cambiado.

Antes de doblar la esquina, alcance a ver a una figura rubia asomándose por el balcón. La primera persona en la que pensé fue Richard.

—Espera, no, yo lo conozco —dije tratando de soltarme— él es mi novio— Eddy no se detuvo —Escúchame, él es mi novio, es Richard.

—No, él no es ningún Richard, tu imbécil... ese estúpido te puso en el ojo de mira de ese Demonio, ahora están detrás de ti.

—¿Quién eres?

Nos detuvimos. Omar estaba tirado en el callejón, con una herida abierta en el pecho y un charco de sangre a su alrededor.

El pequeño cuerpo de Omar, pálido y dormido a mitad de una sucia callejuela. Me entraron ganas de reír, el chico estaba tan loco como su hermano mayor para querer descansar en ese lugar, sí, debía ser eso, estaba durmiendo. Las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas. Tanta sangre no podía ser de él, no de alguien tan pequeño.

Eddy se acercó lentamente y se arrodilló a su lado.

—Está vivo, es una herida superficial—Suspiré aliviada y también me acerqué— sólo esta inconsciente —le dio palmaditas en las mejillas y Omar empezó a abrir lentamente los ojos.

—¿Qué paso? —preguntó, arrastrando las palabras.

—Te dejaron inconsciente —respondió Eddy— ¿Recuerdas algo?

—Sí, me encontré con él, Ivánovich, pero llegó el chico Lefvbre y... ya no recuerdo más.

—¿Lefvbre? ¿Conocen a Dragomir? —ambos me ignoraron.

—¿La sangre es de él?

—No lo sé, pero es mucha— respondió Omar.

Dragomir podía estar herido ¿Qué había pasado? ¿Quiénes eran estos chicos? Retrocedí varios pasos para alejarme de ellos y salir corriendo en la mejor oportunidad, pero choqué con algo, algo blando y helado.

De inmediato un escalofría recorrió toda mi espalda como si estuviera pegada a un bloque de hielo. Eché mi cabeza para atrás y algo... alguien estaba justo detrás de mí, con la cabeza inclinada, mirándome.

Era aterrador, tenía los ojos inyectados de sangre, los labios morados y un extraño tono de piel, su cabello era tan negro como la más oscura de las noches, era muy alto y delgado, además, en su rostro se formó una terrible mueca al verme.

Tragué saliva y traté de articular palabra, pero nada salía de mis labios. Mi mente quedó en blanco. Había visto a esa persona, estaba segura de que lo había visto en algún lado...

Lo recordé, él era mi pesadilla, él era Erik. 

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