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Capítulo 3. Preguntas

Desperté por segunda vez en ese cuarto de hospital, mi cuerpo aún se sentía pesado por lo que me levanté perezosamente de la cama y arrastré mis pies a la ventana.

Era una mañana nublada y fría.

Mientras miraba las sombrías nubes, estiré la espalda para relajarme y fui directo al cuarto de baño. Agua caliente comenzó a salir del grifo y de inmediato el pequeño baño se llenó de vapor.

Al sentir el agua sobre mi piel, suspiré aliviada, aquello se sentía tan bien, como si no lo hubiese hecho en años. Al restregar mi cuerpo, noté cada una de mis costillas.

—¿Siempre habré estado así de huesuda? —pensé.

Salí de la ducha y me miré en el espejo. Tenía las mejillas hundidas y la piel muy pálida, comencé a cepillarme el cabello, pero me detuve cuando vi que se caía por montones.

—Mejor enredado que calva— me dije a mí misma.

Me envolví en una toalla y salí a mi cuarto. En mi habitación, alguien había dejado sobre la cama un jersey rojo y una falda. Cuando estaba terminando de vestirme tocaron la puerta, y antes de que pudiera contestar ese alguien entró.

—Hola, cielo— dijo Tasha sonriendo, tenía una bandeja de comida en las manos— creí que tendrías apetito, así que te traje algo de sopa —me recorrió con la mirada y amplió más su sonrisa —veo que la ropa te queda un poquito grande, te ves muy linda.

En realidad, la ropa me quedaba enorme, era 3 veces mi tamaño, pero no dije nada, miré la bandeja y mi estomago rugió, tenía mucha hambre; quería más que un simple tazón de sopa.

—Gracias —contesté al fin— tengo algo de apetito, pero creí que comería con... bueno, ya sabes, con mi Richard y... el otro.

—Oh, ¿ese par? ellos se fueron —dijo ella tranquilamente mientras ponía la bandeja sobre la mesita.

—¡¿Qué?! ¡¿cómo que se fueron?! —pregunté alarmada.

—Tranquilízate, no pude terminar de hablar —dijo sonriendo— ellos fueron a la plaza por comida, ya sabes, aquí solo hay comida de hospital. Come un poco, esto no te saciara por completo pero tu cuerpo pensará que sí, después vendrá algún chico y te alimentara debidamente.

La miré sin comprender. ¿Alimentarme debidamente? ¿qué significaba eso?

—Gracias— musité— pero ¿Qué quieres decir con...

—Después vendré por ti para iniciar con la revisión de tu memoria —me cortó dirigiéndose a la puerta— recuerda, debes comer despacio para que tu estomago lo asimile, después de todo no has comido en casi una semana.

Cerró la puerta tras ella.

—¿Una semana? —repetí y caí de sentón sobre la cama. No recordaba haber pasado todo ese tiempo.

Mientras contaba lo días que había pasado con ellos, observé la sopa. Se veía asquerosa pero mis tripas gruñeron, intenté tomar la cuchara que había en la bandeja, pero me di cuenta que mis manos temblaban. Ya fuera por el hambre, la conmoción o debilidad, no podía comer de esa manera. Tomé el tazón con ambas manos y lo llevé a mi boca.

Primero fueron pequeños sorbos, pero fui vencida por el hambre y tomé toda la sopa de un trago, di un pequeño sorbo al agua y me sentí satisfecha. Enseguida vieron las náuseas y el dolor.

—Tengo que resistir —me dije— debo mantenerlo en mi estómago.

Fue inútil, minutos después vomité. Me sentía cansada y hambrienta, así que me eche sobre la cama para descansar antes de la revisión.

De inmediato, sombras comenzaron a envolverme.

¿Dónde estoy? pregunté.

Estaba parada en medio de una ciudad cubierta de neblina, a mi alrededor había casas a punto de caerse, autos viejos y cadáveres de animales, todo estaba en ruinas y en completo silencio.

Se cuidadosa al pisar dijo la voz de un niño podrías lastimarte.

¿Quién eres?pregunté mientras buscaba al dueño de la voz, pero ahí no había nadie más que yo ¿Dónde estás? volví a preguntar, pero no recibí la respuesta que quería.

Nos quedaremos aquí por un tiempo dijo la voz. Miré una de las casas abandonadas que tenía enfrente, era una casa sucia y vieja con la puerta caída y las ventanas rotas nadie nos encontrara aquí, estaremos seguros.

De repente todo se desvaneció.

Sentí una ligera presión sobre mi cabeza, abrí los ojos lentamente y me encontré con algo extraño: el cuello y parte de la mandíbula de alguien.

—¡¿Pero qué mierda?! —grité al incorporarme.

El que estaba sobre mi cara se enderezo a prisa.

—¡¿Dragomir?! ¿Pero qué diablos haces? —llevé una mano al lugar donde había sentido el toque —¿Besaste mi frente?

Dragus completamente rojo dio media vuelta y salió del cuarto sin decir una palabra.

[...]

—¿Lista, cielo? —preguntó Tasha— empezaremos revisando el daño de tu memoria, te mostrare unas imágenes y me dirás su nombre y una breve descripción de su uso ¿Entiendes?

Tasha y yo nos encontrábamos en un pequeño cuarto amueblado solo con una mesa y un par de sillas, una enfrente de la otra.

Estaba nerviosa, eso no parecía ningún consultorio, mas bien, era como una sala de interrogación sin ventanas para que el acusado no pudiera escapar.

—Entiendo— repetí.

Tasha sacó unas tarjetas y las colocó cara abajo, anotó algo en su block y comenzó.

—árbol —dije— da frutos; un auto, nos lleva de un lugar a otro; el planeta tierra, es donde vivimos; McDonald's, venden cajitas felices... —fui nombrando cada una de las tarjetas que Tasha me iba mostrando— ... la constelación de la osa mayor.

—¡¿Qué?! —dijo Tasha sorprendida y miró la tarjeta —creí que solo dirías estrellas, ya sabes, es solo una tarjeta negra con algunos puntos luminosos.

—¿Dije una respuesta equivocada? —pregunté— la constelación es lo primero que vi, aquí —señalé las estrellas— es la forma de la osa mayor.

—Impresionante —escribió en su block y sacó otra tarjeta —que tal éste, es un poco difícil.

—Me parece que es... —entrecerré los ojos, no estaba segura— ¿uranio? es un elemento químico radiactivo.

—Asombroso —dijo escribiendo nuevamente —la primera vez que lo vi pensé que era una roca, ¿Cómo lo sabes? quiero decir ¿Dónde lo aprendiste? —me miró curiosa— en la escuela no te enseñan a identificar los elementos químicos en su forma natural, mucho menos uno tan peligroso.

—No estoy segura, creo que solo lo sé —dije bajando la vista a mis manos, sus ojos me escrutaban descaradamente.

—Cariño, recuerdas muchas cosas —dijo volviendo a escribir en su block— esto será más sencillo de lo que creí. ¿Te parece si continuamos con personas? la dinámica es la misma te mostrare la tarjeta y tu me dirás quién es y donde lo has visto.

Asentí y comenzamos con la nueva ronda.

—Barack Obama, presidente de USA; Pelé, jugador de futbol; Sir Arthur Conan Doyle, escritor; Marie Curie, científica; La reina victoria de reino unido; él es... ¿Dragomir? mi hermano.

—Muy bien, cielo, dime qué sabes de él —dijo Tasha, estudiándome —¿Cuántos años tiene? ¿dónde lo conociste?

—Yo... no sé cuántos años tiene, tal vez ¿18? y lo conocí en un auto.

—Trata de recordar —suplicó— ¿ya lo habías visto antes, en otro lugar?

Traté de concentrarme y pensar, pero no había nada, sólo estática sonando en mi cabeza.

—No lo recuerdo —contesté después de unos minutos.

—Bueno, no te preocupes, cielo —dijo mostrándome otra tarjeta— ¿Qué tal este, sabes quién es él?

—No ¿quién es?

Se trataba de un hombre rubio de mediana edad, tenia una expresión gélida y mirada penetrante; al verlo un escalofrió recorrió mi cuerpo.

—Él es Whillem Von Schweitzer —respondió tranquilamente y pasó a la siguiente— ¿Qué tal este?

Miré la tarjeta, era un chico asiático de aspecto hermoso.

—Tampoco lo sé —contesté. Tasha sonrió mostrando su perfecta dentadura blanca.

ㅡEs Kim Taehyung de BTS... es mi ultimate bias... lo amo ㅡse retorció en su silla y soltó un gritito agudoㅡ ¿No crees que es el más lindo?

La miré con el ceño fruncido ¿Que mierda significaba ultimate bias? volví a mirar al chico de la tarjeta.

—Sí, es guapo —sonreí y ella lanzó un grito de felicidad.

Esta loca pensé.

Después de unos segundos, ella aclaró su garganta volviendo a recobrar la compostura.

—Continuemos— sacó otra tarjeta que mostraba el rostro de un atractivo chico rubio de cálidos y penetrantes ojos azules.

Miré atentamente la foto.

—¿Quién es él? me parece familiar.

—Eso es perfecto, ¿me permites intentar algo? — preguntó Tasha y antes que yo pudiera contestar, colocó sus manos en mi cabeza y cerró los ojos —observa cuidadosamente la foto e intenta recordar ese rostro, tú sabes quién es, concéntrate.

Puse toda mi atención en la imagen, observé cada detalle. Pasé un dedo por el contorno de sus delgados labios, miré sus hermosos ojos azules que contrastaban con la palidez de su piel, traté de acariciar su rubio (casi blanco) y ondulado cabello. Todos esos detalles me resultaban inquietantes, pero nada vino a mi mente, sólo era un pedazo de papel en el que retrataba a un desconocido.

Sentí que las manos de Tasha soltaban mi cabeza.

—Nada —dijo abriendo los ojos —solo estati... —me miró sorprendida —cariño, estas llorando ¿recordaste algo?

Sorprendida, toqué una lagrima que resbalaba por mi mejilla.

—No sé... porqué salen estas lágrimas, no siento nada, ni siquiera sé quién es este sujeto.

—Stella ¿no lo reconoces? él es... —Tasha se detuvo para mirar a la puerta como si alguien fuera a entrar, pero después de un momento volvió a mirarme —te decía que él es... era, Richard hace año atrás.

Volví a mirar la foto.

—Era algo diferente —dije frunciendo el entrecejo— tenía el cabello más claro y ondulado.

—Sí, ya sabes cómo son los hombres —soltó una risita —en aquel entonces se decoloraba el cabello, ahora se lo plancha.

—¿Es enserio? jamás imaginé que Richard tuviera esas costumbres.

Tasha sonrió a modo de respuesta.

—Pero su piel también era diferente —continué —más pálida.

—Eso es porque vivió un tiempo en Siberia —Tasha bajó la mirada —antes de comenzar a buscarte.

Muchas preguntas comenzaron a brotar en mi mente, era mi oportunidad de conseguir respuestas.

—¿Terminaste con tus preguntas? —dije decidida —porque yo tengo muchas.

Fue entonces que tocaron la puerta. Era Richard vestido elegante pero casual, con un jersey abrazándole los pectorales, su barba se había ido y lucía más relajado.

—Tasha hora de terminar con esto, ya casi es hora de cenar.

—Oh sí, olvide la hora —contestó ella levantándose de la silla y mirándome preocupada ㅡdebes tener hambre, lo siento.

—No tengo hambre, desde que comí la sopa y dormí un poco me siento mejor.

—Debes comer algo, cielo, ya es muy tarde, continuaremos con esto mañana —se dirigió a la puerta.

—No, yo aún no tengo las respuestas que necesito, no me has dicho nada —protesté. Me puse de pie tratando de detenerla, pero fui interceptada por Richard.

—Tienes que ser paciente, princesa— dijo mirándome a los ojos —no hemos terminado de examinar tu mente, no sabemos que tanto sabes y recuerdas.

—Pero, eso no es... —apreté los dientes— al menos díganme quien soy —Richard suspiró, bajo los ojos al suelo pensativo y volvió a mirarme.

—Tu nombre es Stella Marie Lefebvre, tienes 16 años...

—¡Suficiente! —lo interrumpió Tasha— ¿te has vuelto loco? ¿Qué intentas hacer? si le damos más información podríamos causarle un shock.

—No creo que un poco de información le haga daño.

—¡No importa lo que tú creas! —dijo Tasha —yo soy la experta aquí y no fue un poco de información, hemos pasado las últimas cuatro horas encerradas aquí.

Richard la miró fijamente y frunció el ceño.

—¡Oh perfecto! —gritó ella— si eso es lo que piensas yo me largo. Y pensar que deje Malta para hacerles un favor.

—¿Entonces tú no trabajas en esta clínica? —interrumpí. Los dos me miraron al mismo tiempo, como si hubieran olvidado que estaba ahí.

—No, cielo —dijo Tasha relajándose —yo soy de Malí, estaba en Malta de vacaciones cuando me llamaron.

—¿En Malta? ¿Pero que eso no es en el mediterráneo? ¿En dónde demonios estamos?

—Cálmate, princesa —intervino Richard —es mejor hacer caso a Tasha y no cargarte de información —bajó la voz —no quiero que te pase nada malo.

—Espera a mañana querida, tendré un diagnostico más claro —dijo Tasha.

Me sentí frustrada, me hablaban como si fuera imbécil, quería golpearlos hasta hacerlos hablar, pero no lo hice, no podía; así que, salí del cuarto azotando la puerta.

El resto de la tarde la pasé encerrada en mi habitación y al caer la noche comenzó a llover. El viento y la lluvia azotaban con fuerza en mi ventana y los relámpagos alumbraban mi oscura habitación, pero eso no conseguía distraerme de las preguntas que rondaban en mi cabeza.

¿Qué es lo que hacía antes de abrir los ojos en ese auto? ¿Por qué no recordaba nada? ¿Dónde estaba mi familia? eran tantas las preguntas y ninguna respuesta ¿Qué pasaría si no me decían nada? ¿Me iría? ¿Pero a dónde o con quién? ¿Quién podría ayudarme? No conocía ni recordaba a nadie ni siquiera a mí misma y eso me asustó.

Corrí al cuarto de baño para ver mi rostro. Ahí estaba mi reflejo, la misma chica huesuda que había visto esta mañana, vi mis pequeños y azules ojos, mi nariz puntiaguda cubierta de algunas pecas, pasé un dedo por mis delgados labios, alacié con ambas manos mi corto y enredado cabello castaño cenizo.

Lucía como una enferma mental.

Suspiré.

—Luces hermosa —dije a mi reflejo, tratando de animarme.

Antes de salir del baño di un último vistazo al espejo, di media vuelta y me detuve en seco viendo aterrada a mi alrededor.

Todo había cambiado.

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