Capítulo 23. Los Eiternum y Los Ephimery
Anthony hizo una pausa, dio un largo sorbo a su taza de té mientras me miraba de reojo, después depositó la taza vacía sobre la mesa haciendo un estridente sonido.
—Ahora lo sabes, el origen de nuestro linaje —dijo finalmente.
Cubrí con una mano mis ojos tratando de soportar el agonizante dolor que taladraba mi cabeza.
—En reumen —añadió ignorándome.
Los ephimery son hombres normales, comunes y corrientes, descienden de Seth, el último hijo de Adam. Son hombres mortales y de corta vida, sin el mínimo sentido de la realidad, percibiendo a duras penas algo que llaman deidad. Humanos que han olvidado todo sobre ellos, entregándose a lo banal y viviendo como si nunca fueran a morir, sin embargo su vida es menos que un suspiro. Ellos, nuestros sustitutos mas frágiles ocuparon nuestros lugar en el corazón de la luz y nosotros los desterrados por supuesto que los hacemos pagar.
Nosotros los Eiternum, los que se supone viviríamos eternamente, morimos; no tan fácilmente como los ephimery pero al fin de cuentas morimos. Somos descendientes (la mayoría directos) de los hijos que Adam y Eva tuvieron dentro del Jardín, somos más fuertes, más resistentes, nos curamos más rápido, somos más inteligentes y longevos, mucho, mucho más, además de condenadamente atractivos. Usualmente la mayoría de nosotros pasa la mayor parte de su larga vida yendo de un lugar a otro y solemos encontrarnos en lugares de conflictos y de guerras, aprovechando la estupidez de los ephimery para alimentarnos.
—Ali... —mi voz tembló y con un gran esfuerzo la mantuve clara y firme cuando pregunté— ¿a qué te refieres con alimentarnos?
No podía ser lo que estaba pensando, al menos esperaba que no. Anthony me miró y dudo unos momentos antes de contestar.
—Nosotros tenemos necesidades especiales...
—¿Qué necesidades?
—Tenemos que consumir energía viva, tal como era la luz, porque una parte de nosotros la necesita y esa energía viva la obtenemos de los humanos, de su sangre para ser más específicos. Eso nos hace permanecer jóvenes por más tiempo, claro cuando llegamos a cierta edad, morimos, pero aun seguimos viéndonos espectaculares —esbozó una cínica sonrisa— mírame a mí, peleé en las guerras napoleónicas y aun sigo condenadamente sexy.
—¿cuántos años...
—Fue hace tanto de mi nacimiento que no lo recuerdo muy bien, tal vez cerca de 400 años.
—No, esto es mentira— me levante tan rápido que la silla cayó hacia tras— ¿cómo... no puede ser —él me miró con una sonrisa de satisfacción.
—Tú tienes cerca de 150 años...
Todo a mi alrededor se desvaneció, me había vencido el dolor.
Desperté minutos después, o al menos eso creía, porque el sol aun no calentaba lo suficiente para que hiciera calor, estaba sobre la cama, Anthony estaba sentado en un sillón a mis pies.
—¿Que ocurrió? —pregunté aturdida, entonces vi a Richard a un lado de mí y a Dragomir cerca de la ventana.
—Te desmayaste —contestó Richard dulcemente— pero, tranquila todo está bien.
Me incorporé, recordando porque me había desmayado.
—¿Todo bien? —dije en tono un poco histérico, llevé una mano a la cabeza, el dolor seguía ahí— tengo 150 años, ¿Cómo maldita sea puede estar todo bien? —señalé a Dragus— me dijiste que tenía 16.
Dragus me miraba sombríamente, como si estuviera a punto de asesinar a alguien.
—Eso aparentas— respondió con voz gélida— no hagas un escándalo por esto, no hace ayer que tienes 150, todos lo sabemos, tú lo sabías.
—¿Qué parte de perder mi memoria no te a quedado claro, pedazo de bestia?
Miré a todos, aún mantenía la esperanza de que alguno de ellos gritara ¡Has caído en la broma! y todos nos partiéramos en risa, pero no, nadie mostraba la más ligera sonrisa, sus rostros eran serios y evaluadores, esperando tal vez que colapsara nuevamente.
—Esto no puede ser... ¿cuántos años tienes tú?
—183 y Richard tiene casi 250 años— miré a Richard con los ojos muy abiertos.
—Gracias por dar información innecesaria —contestó éste fríamente. Entonces me di cuenta de que tenía una de mis manos entre las suyas, la retiré y él me miró resentido —princesa, lamento que este... —miró a Anthony duramente— hombre, te haya dado información que pudo haberte causado daño, no era el momento ni el lugar.
—¿Entonces cuando lo sabría? Deja de tratarme como una imbécil.
—¡Solo trato de protegerte!
—¡Pues deja de hacerlo! No necesito que me protejas.
—si eso crees, está bien— se levantó y salió dando un portazo, segundos después volvió a entrar, pero se quedó junto a la puerta, arrepentido.
—¿Por qué no me dijeron todo esto desde el principio?
—Cómo supones que le diríamos a una chica con daño cerebral y al borde de la locura que tiene 150 años y que se alimenta de humanos —respondió Dragus— yo quise decirte, pero el chico que ves allá dijo que era mejor decírtelo cuando fueras capaz de asimilarlo, cuando estuvieras mejor.
Miré a Richard que seguía sin mirarme.
—Entonces no estoy loca, Kai y Jun si tenían el refrigerador lleno de... —un escalofrió recorrió mi cuerpo al recordarlo— y Tasha si estaba devorando a ese hombre ¿pero por qué to...?
—Además hay algo importante que debes saber —interrumpió Anthony— es sobre tú sexualidad.
—¿Qué, ahora me van a decir que también soy hombre? —una sonrisa burlona se dibujó en sus labios.
—No, eres mujer y eres muy peligrosa.
—¿Qué?
—Te lo dije, cargas con la maldición de la luz y la de Eva, sobre todo la de Eva. Todas las mujeres de nuestra raza la tienen y la cumplen, sus, tus labios son dulces para los hombres, ya sean ephimery o nosotros, los besos son cautivantes, una jaula, un fuerte hechizo que no se puede parar hasta la copula donde nos alimentamos, es lo que viste hacer a Tasha. Por eso debes tener cuidado a quien besas si no quieres matarlo.
Joder, soy una mantis religiosa.
—Eso no es cierto, yo bese a... alguien y no está muerto— Anthony frunció el ceño.
—¿Así? ¿A quién? —no respondí, Anthony lo pensó y miró a Richard, que ni siquiera se inmutó.
—Kai, Kai me beso y no est... —lo recordé, había muerto— no murió por mi beso.
—¿y que sentiste?
—Como adrenalina y ganas de...
—Copular —terminó Anthony— se le llama copula, y no pasó nada porque él era uno de nosotros. Los hombres también tenemos ese poder en nuestros labios, aunque no somos mortales como las mujeres. Cuando ambos son eiternum experimentan un deseo casi asfixiante de copular, pero no morimos, ustedes no pueden matarnos porque de alguna manera nos defendemos de su dulce beso.
Pensé en los momentos que había besado, Kai se mantuvo controlado y no mostró nada, yo fui la que perdió la cabeza y con Richard, bueno, él si mostró algo, pero también yo perdí la cabeza.
—Para finalizar esta bonita charla sobre el sexo de padre e hija y otros entrometidos, debes tener cuidado a quien besas, no querrás despertar con un cadáver a tu lado y carne incrustada en tus dientes— Anthony soltó una carcajada —Así fue mi bonita primera vez, pobre chica. En fin, esto fue enriquecedor, pero es hora de irnos.
Mire por la ventana, el cielo estaba completamente oscuro y adornado de brillantes estrellas. Weston y Gigi ya nos esperaban en el auto, los observé fijamente y sin descaro, ellos también eran iguales a mí, ahora gran parte tenía sentido: el comportamiento de Gigi, Kai y Jun, Tasha... una familia de asesinos y muy antigua (todos éramos vejetes) yo era peligrosa y tal vez había matado antes, todo lo que había visto era verdad y lo que había sentido tenía un motivo. Pero analizando todo esto, éramos una aberración de la naturaleza, unos monstruos que se alimentaban de humanos matándolos cuando tenían sexo y cuando no, también. Ahora estaba segura de que ellos me habían estado alimentando de humanos y por lo tanto tenía que estar alerta en lo que me daban a beber o comer... porque yo no quería ser un monstruo como ellos.
Estuvimos viajando varios días sin un rumbo fijo, Dragomir estuvo sumido en su amargura todo el tiempo, mientras Anthony, Gigi y Richard charlaban animosamente, leían o simplemente dormían. Richard mantuvo su distancia conmigo hasta que una tarde en Estambul me decidí a arreglar el problema.
Habíamos hecho una parada en una plaza para descansar; Dragomir se fue por su lado al igual que Richard, Gigi fue directo a las tiendas de ropa, pero Anthony se quedó cerca, vigilándome. Sin embargo, al poco rato tuvo que atender una llamada muy importante, por lo que yo no podía estar junto a él.
Weston se quedó conmigo en un café.
—¿Así que usted y Richard son muy unidos? —pregunté después de minutos de incomodo silencio y sentados de frente.
Él no contestó.
—¿Cuánto hace que trabaja para la familia?
Sin respuesta.
—Me han contado lo que somos —hizo una ligera expresión— no lo culpo por —bajé la voz— matar a ese hombre, pero sabe puede elegir no ser un monstruo. Pienso que todos podemos cambiar, elegir lo que queramos ser, yo elijo no ser igual a...
Usted, iba a decir, pero callé y para mi sorpresa él habló.
—Eres una chica inteligente, me alegra saber que lo estás haciendo bien por tu cuenta.
Wow una frase tan larga salida de alguien tan taciturno, quería hacerlo hablar más pero entonces llegó Gigi, que al vernos solos nos miró con asombro.
—¿Y Anthony? —preguntó apresurada— es nues...
—Afuera— respondió Weston fríamente— no viene solo, hay dos más vigilando.
Gigi se derrumbó en la silla y soltó un largo suspiro, pero se volvió a animar enseguida.
—He comprado algunas cosa para mí— dijo revolviendo sus grandes bolsas— pero en cuanto vi este vestido pensé en ti.
Me tendió la bolsa más grande. Forcé una sonrisa.
—Lo que hice en la habitación, —susurró Gigi— lo siento, yo...
—No digas nada —cortó Weston.
¿Qué cosas quería decir Gigi y no podía? Ya me habían dado tantas sorpresas increíbles que no sé qué más podrían estar escondiéndome. Además, después de lo que había intentado en el hotel, tenía dudas de las palabra de esta mujer.
—Puedo preguntarte algo.
—Claro, nena— dijo Gigi dulcemente. Weston me miró suspicaz.
—¿Tienes algún síndrome de personalidad o algo así? Por qué sinceramente me confundes.
Gigi soltó una ruidosa carcajada y en ese momento entro Richard al café, nos vio y se sentó al otro lado del establecimiento de espalda a nosotros. Era mi oportunidad de librarme de Gigi, no sabía lo que ella intentaba, pero no caería fácilmente.
—Disculpen, tengo que hablar con Richard de algo importante— sin esperar respuesta me alejé de ellos y fui hacia Richard— puedo hablar contigo un momento— me senté frente a él— quiero que arreglemos nuestros asuntos, si te disculpas me disculpare contigo. No me gusta que estemos enojados.
Richard se levantó y se dirigió a la salida.
—Vamos, hay un lugar que quiero mostrarte— me sonrió y lo seguí.
Al salir nos encontramos con Anthony susurrando exaltado a un teléfono, al vernos tapó la bocina con una mano.
—¿A dónde van?
—Saldremos a caminar —respondió Richard— ¿Es..
—Sí, es Rux, váyanse antes de que escuche tu voz.
Richard me tomó de la mano y nos alejamos a prisa mientras Anthony seguía peleando por el teléfono.
—¿Quién es Rux? —pregunté cuando ya estábamos lejos.
—Es un familiar... Prácticamente mi prima —dijo secamente— siempre se mete donde no la llaman.
Así que era familia de Richard ¿Que tanto sabía sobre su familia? Su padre había muerto, tenía una madre y una prima.
—¿Tienes hermanos? —pregunté. Él se detuvo y me miró perplejo.
—¿Hermanos? ¿Por qué preguntas eso de repente? —me encogí de hombros, no tenía razón alguna para preguntar solo curiosidad— tengo... un hermano.
—¿Él es igual a ti? —Richard río como si fuera lo más divertido del mundo.
Su risa. Me encanta.
—No, es todo lo contrario. A veces es un tonto arrogante, no se detiene a pensar y se enoja con facilidad, tiene una apariencia fría, pero es una persona cálida, lo peor de él es que aún no sabe muy bien los deberes que tiene que cumplir, no tiene fijos sus objetivo.
—¿y tú sí? —me miró y sonrió.
—Por supuesto, te quiero a ti y mi objetivo es que seas mía.
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