Capítulo 2. No hay opción
—Stella... —una voz me llamaba riendo— ¡Stella!— volvió a llamar pero con severidad— Stella... Stella... —llamaba en diferentes tonalidades de ánimo— Stell... —la voz se escuchaba cada vez mas lejana —ell...
—¿Quién es? ¿Qué quieres?— grité y mi voz hizo eco, pero nadie respondió —¿dónde demonios estoy?
Era un espacio totalmente negro, donde no podía ver más allá de mis narices. La voz se fue apagando hasta ser sustituida por estática, sólo ese molesto ruido de estática.
Abrí los ojos de golpe.
¿Qué había sido eso? ¿un sueño?
Al incorporarme, una punzada de dolor recorrió mi cuerpo y todo comenzó a dar vueltas. Recordé lo que había sucedido, me habían secuestrado o al menos eso creía, y luego esos chicos... pero ¿Dónde me encontraba ahora? ¿Dónde estaban ellos? Lo último que recordaba era que estaba en los brazos de Richard frente a la puerta de la clínica, después de eso no había nada en mi cabeza.
¿Qué había pasado después?
Apoyada en almohadas, logré sentarme para recorrer el lugar con la vista, y aunque mi visión era borrosa, pude notar cada detalle de la habitación. Era un pequeño cuarto completamente blanco, equipado únicamente con una vieja mesita al lado de la sencilla cama de metal sobre la que me encontraba.
A un costado de mi cama, había una ventana en la cual delgadas cortinas ondeaban con el viento y entre ellas, medio cubierto, había una oscura figura murmurando algo.
—...upone que debía hacer?— suspiró la persona viendo la puesta de sol— ¿Qué debo hacer contigo chica estúpida? No sabes las ganas que tengo de...
—¿Matar... me? —pensé.
Era Dragomir de espaldas a mí, viendo hacia fuera. El sol contorneaba su silueta de tal modo que parecía que salía fuego de su cuerpo, parecía lejano, como si su mente estuviera en otra parte y a pesar de estar impecablemente vestido lucía cansado.
En cuanto se dio cuenta que había despertado y lo estaba mirando se puso rígido, dio media vuelta y nuestros ojos se encontraron. Por un momento vi preocupación en sus rostro, pero de inmediato volvió a ser el chico frío y distante que recordaba.
—¿Dónde estoy?— pregunté.
—Atrapada —respondió gélidamente.
—No tengo nada que les interese. Déjame ir— supliqué.
Él no dijo nada, me miró despectivo por unos segundos, después me dio la espalda, volviendo a mirar por la ventana.
—Trataré de escapar —continué y para mi sorpresa, mi voz salió calmada y decidida.
Dragomir, tenso, respondió casi en un susurro.
—Por ahora sólo hay una manera en la que puedes irte.
—¿Cómo?
—Muerta —dijo sin vacilación.
Sentí como la sangre se iba de mi rostro; este chico en verdad quería matarme.
Tragué saliva y susurré.
—¿Qué quieres de mí, no tengo nada, ni siquiera tengo memoria?
—No es lo que yo quiera... Pero por ahora estas a salvo.
—¿Qué quieres decir? ¿A salvo de qué? ¿De ti?
Él abrió la boca pero antes de que pudiera responder la puerta se abrió de golpe.
—Veo que has despertado princesa —dijo Richard sonriendo, venía acompañado de una pequeña chica de piel oscura —¿Cómo te encuentras? ¿Pudiste recordar algo?
No respondí.
No sabía que pensar de estos chicos, uno era amable y parecía querer ayudarme y el otro, mi supuesto hermano, quería matarme ¿Pero por qué?
No tenía intensión de responder a ninguna de sus preguntas, así que para desviar la atención de mí, miré a la chica que había entrado con Richard como si fuera la cosa más interesante del universo.
Y de hecho lo era.
Era una chica bajita y delgada, más bien, proporcionada. Tenía la piel tan oscura y tersa como una berenjena, su cabello era largo y negro como crines de caballo y su cara tan hermosa que parecía casi irreal. Todo en ella era hermoso, algo fuera de este mundo.
—Ah, si, ella es Tasha —dijo Richard como si la hubiera olvidado por completo —revisará que tan grave es el daño que te hiciste.
—Tasha —repetí y en ese instante sentí como mi cerebro hacía corto circuito.
A mi mente vinieron luces neón, cientos de voces y música. Era insoportable, la cabeza me retumbaba y no pude mas que tapar mis oídos con las palmas de mis manos, rogando que se detuviera.
—¿Qué sucede, Stella? ¿Estás bien? —preguntó Richard preocupado.
Después de unos segundos, cuando al fin el ruido se detuvo, estaba jadeando y tenía los ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué sucedió, cariño? —preguntó dulcemente Tasha acercándose a mí.
No respondí, estaba aturdida pero no era el dolor lo que me impedía hablar, yo estaba hipnotizada; Tasha no solo era bella, su voz era simplemente angelical. Me sentí flotar, como si yo hubiera dejado de existir y todo lo que hay en el universo fuera ella.
—Creo que aún no se encuentra bien— contestó Richard sentándose en un costado de mi cama, —Stella, Stella— me llamó y pasó una mano frente a mis ojos, sacándome de mi estupor.
Parpadeé un par de veces hasta que pude enfocar su rostro.
—¿Recuerdas que pasó, como llegaste aquí?
Negué con la cabeza.
—Te desmayaste —continuó Richard —Dragus te asustó y simplemente no lo resistente. Estas en la clínica.
Volví a recorrer el lugar con la vista y luego los miré, ellos me observaban expectantes. Me sentí como una presa acorralada, una débil e indefensa presa.
—Creo... creo que... —balbucee, mi voz sonó ronca y lastimera.
Sus miradas me empezaban a poner nerviosa, tenía que hacer algo, no iba a dejar que ellos me intimidaran. Reuní todo el valor que pude y di un salto de la cama poniéndome de pie.
—¡Ustedes me secuestraron! —grité lo más firme que pude.
Pero en un movimiento rápido Dragomir se abalanzó sobre mí, me empujó, tirándome sobre la cama y sujetó mis hombros con fuerza para mantenerme dominada.
—¿Qué haces? ¡suéltame maldito psicópata!— me retorcí intentando quitarme sus manos de encima pero fue inútil, intenté volverme a levantar y él me volvió a empujar sentándome otra vez. Tenía demasiada fuerza —¿Qué ocurre contigo criminal? —lo miré furiosa —¿Quieres matarme? Pues bien, mátame.
Para mi sorpresa, él aflojó su agarre.
—Yo solo... —contestó con la mirada hacia un lado, parecía incómodo. Intenté por tercera vez ponerme de pie y él por tercera vez volvió a empujarme —sólo cúbrete sí, es vergonzoso.
Bajé la cabeza mirando mi cuerpo, que estúpida era, hasta ese momento me di cuenta que solo llevaba una simple y delgada bata blanca que apenas cubría mis muslos; me enrede en la cobija.
—Stella— dijo Richard aclarándose la garganta —esto no es un secuestro, él— dijo apuntando con un dedo a Dragomir— es tu hermano y yo, bueno, soy como una especie de familiar —me miraba directamente a los ojos, se escuchaba sincero —no queremos lastimarte, el daño que tiene tu cuerpo y tu mente tú sola te lo has hecho, por favor confía en nosotros, queremos ayudarte.
Estos tipos eran buenos para mentir, podía ver sinceridad en sus ojos y sus palabras, volví a mirarlos a todos y reí fingidamente.
—Creen que soy imbécil ¿no? —me puse de pie— claro, la estúpida Stella, si es así como realmente me llamo. ¿Pensaron que creería todo lo que me dijeran? pues no, ustedes me han secuestrado —señalé a Tasha— y tú, cara bonita de mierda, eres su cómplice.
Tasha pareció ofendida y la expresión de Dragomir se ensombreció.
—¡Con un demonio! Creímos que eras tonta pero vaya que eres malditamente estúpida —explotó Dragus —si te secuestramos como dices, ¿De dónde te secuestramos? ¿Sabes al menos quién eres, tonta? ¿Cuántos años tienes, quienes son tus padres? ¿Qué...
—¡Cálmate Dragus!— interrumpió Richard. El pecho de Dragomir subía y bajaba alterado.
Al escuchar las palabras de Dragomir algo dentro de mi se quebró, era como si me hubiesen dado una bofetada que me volteó la cara, fue un balde de agua fría sobre mí que me volvió a la realidad. Él tenía razón ¿quién demonios era yo? ¿cómo podía acusarlos sin saber nada? tal vez ellos decían la verdad ¿y si eran realmente mi familia? pero... ¿por qué no los recordaba? Y ¿Cómo había perdido la memoria?
—Escucha, princesa —continuo Richard dulcemente— te lo hemos dicho, queremos ayudarte. El daño, el dolor que sientes, tú lo has provocado pero no fue tu culpa, alguien te uso, te manipulo para que te lastimaras e intentaras matarnos.
¿Qué? —lo miré sorprendida.
Supongo que la chica, Tasha, vio la confusión en mi rostro porque se acercó a mí y puso una mano sobre las mías, que temblaban.
—Tranquila, nena. Todo esta bien.
La ignoré. Mire a Richard y pregunte:
—¿Qué me pasó? ¿Qui... quien es...
—Eso no importa ahora. Lo que queremos es que te recuperes —respondió Richard —confía en notros por favor. Te mantendremos a salvo.
—Mira, chica tonta, no tienes a nadie —dijo Dragomir hosco— no tienes a donde ir. No hay escapatoria, te quedaras aquí y harás lo que te digamos, ¿sabes por qué? Porque a nadie le importa una tonta como tú. Ni tu misma te importabas cuando intentaste matarte.
—Dragomir, callate— dijo Tasha— ella no necesita saber eso.
—¿Tú que sabes? —respondió Dragomir —ella tiene que saber del maníaco con el que estaba.
Ellos comenzaron a discutir y pocos segundos después Richard intento tranquilizarlos.
Yo no les preste atención, mi cabeza estaba hecha un lío, solo pensaba en que alguien me hizo daño, yo intente matarlos y también quería morir...
—Yo... —dije después de unos minutos, mi voz salió cortada. Ellos me miraron. Odié verme débil pero no lo pude controlar, las lágrimas se asomaban en mis ojos, así que bajé la vista al suelo.
—No entiendo nada —proseguí— no sé quién soy... o de dónde vengo, ni que es lo que hacia antes de... no recuerdo nada —lagrimas cayeron al suelo —pero...
—Oh, cariño —interrumpió dulcemente Tasha abrazándome, no la aparté —no te preocupes, nosotros te ayudaremos.
—Así es Princesa —dijo Richard poniendo una mano sobre mi hombro —verás que pronto recuperaras tus recuerdos y todo volverá a ser como antes.
—¿Todo volverá a ser cómo antes? ¿pero como era antes? —me pregunté.
Quería recordar para tener al menos algo a que aferrarme porque me sentía como un cascaron vacío, necesitado de algo que llenara el hueco en mi memoria. Necesitaba esperanza, creer que todo volvería a ser como antes.
Limpié mis vergonzosas lágrimas, intenté ignorar a Dragomir que me penetraba con sus malévolos ojos y miré a Richard y a Tasha, ambos sonrieron.
Tal vez iba a cometer un gran error al confiar en ellos, pero ¿qué más podía hacer?, no tenía otra alternativa; no sabía quién era, estaba sola y ellos decían querer ayudarme, no estaba completamente segura pero podía intentarlo, tal vez ellos me dieran la esperanza que necesitaba.
—Confiaré en ustedes —dije en un suspiro.
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