Capítulo 12. Mirada al pasado
Recuerdos de Jun
?/?/?, Italia.
¿Qué clase de personas esperaba encontrar en un bar llamado el gato tuerto?
El lugar estaba repleto de hombres ebrios con aspecto de malhechores y uno que otro adolescente desubicado. El ambiente era pesado y olía a orines, humo y cerveza, pero no me importó, yo solo quería divertirme después de terminar exitosamente mi trabajo.
Mis compañeros, los chicos con los que bebía, eran ruidosos y sus chistes malos, pero sabía que cada uno buscaba una oportunidad de tener acción esa noche, o al menos eso era lo que yo quería; disfrutar de los placeres carnales.
Mientras bebimos nuestro tercer tarro de cerveza un trío de ruidosas chicas entró al bar y tomaron una mesa en medio del salón, justo bajo las lámparas, lo que permitió que todo el mundo (hombres en especial) notaran su presencia. Ellas parecían orgullosas de captar las miradas con sus voluptuosas curvas.
—Hey, Juno, ya viste a esas chicas —dijo Robie.
—No soy ciego —dije secamente— sería idiota para no notarlas.
Todas tenían un gran escote y faldas ajustadas que no dejaba nada a la imaginación.
—Creo que mi entrepierna capto la vibra primero —dijo Osawa.
Una de las chicas miró al rededor buscando a alguien. Su vista se detuvo en mí, sonrió coquetamente y Li me dio un codazo.
—Una de ellas le está mirando líder —Li la recorrió con la mirada— esa morena está que arde, acerquémonos a su mesa.
—No, espera —Robie lo detuvo del brazo— una de las rubias se está poniendo en pie.
La chica nos miró, sonrió y caminó seductoramente pasando de largo nuestra mesa hacia la barra, se inclinó en ella mostrando mejor su trasero.
—Ya la puedo ver en mi cama —dijo Osawa emocionado.
De pronto un hombre de barba espesa y chaqueta negra se acercó a ella y la dio una nalgada.
—Que te pasa imbécil —gritó la rubia indignada.
—Disculpa, no sé lo que me pasó...
Él hombre volvió a alargar su mano y apretó una de sus bubis, la chica le dio una bofetada.
Cuando nos dimos cuenta, Osawa se encontraba a un lado de la rubia peleando con el tipo. Nosotros moríamos de risa porque Osawa parecía un duende al lado del sujeto.
No nos preocupamos, lo conocíamos desde hace años y esa era su táctica, salvar a los indefensos. Osawa "el matador" no perdía nunca, nos había conseguido un montón de cosas con esa estrategia.
—Imbécil de mierda no vuelvas a tocar a la señorita —dijo Osawa y le dio un golpe, luego otro y otro, hasta que el sujeto cayo a suelo, sin ni siquiera meter las manos.
Los compañeros del tipo se levantaron furiosos de sus asientos y rodearon a Osawa. Nosotros nos partimos de risa.
—"Líder necesito una mano." —le escuche susurrar.
Cuando Osawa pedía ayuda significaba que era algo serio, de inmediato me puse de pie y me dirigí al grupo de 8 hombres.
—¿Qué ocurre caballeros? parece que tiene problemas —dije mirando a cada uno de ellos a los ojos.
Esos gigantes intimidarían a cualquiera, pero para mí eran unos idiotas, los sabía por años de experiencia batalla. La banda era la típica de machos fortachones que peleaban en grupo, la mayoría de las veces armados.
—Lárgate de aquí niño bonito —gruñó un tatuado de cabello engominado y simuló sacudir polvo de uno de mis hombros— si no quieres salir lastimado.
Reí, que se creía ese sujeto para tratarme así. Detestaba que las personas que no estaban en nuestra "lista" vieran ese lado de mí, pero no podía permitir que ese inepto me tratase como un idiota frente a mi equipo, no después de la masacre que habíamos hecho un par de horas antes.
—¿Lastimado? ¿qué quieres decir con lastimado? —dije en un susurro bajo mientras fracturaba su mano.
El hombre gritó y trató de soltar su mano inútilmente. Yo sonreí de placer.
—Juno —era Robie, puso su mano en mi hombro— Aquí no.
Miré al rededor, todos los hombres estaban de pie, listos para unirse a la pelea, solo querían golpear a alguien, no importaba de que lado fuera y el cantinero sostenía un arma disimuladamente.
Suspiré y solté al hombre.
—Muy bien señores —dije con mi voz cargada de ira— esto se acabó, lárguense antes de que algo feo les ocurra —los sujetos me miraron aterrados (amaba esa mirada) dieron un paso atrás, recogieron a su compañero y se fueron del bar.
—Casi nos metes en un problema imbécil de... —Robie intentó regañar a Osawa, pero éste lo ignoró.
—¿Se encuentra bien bella dama? —dijo Osawa caballerosamente a la rubia, sus amigas se acercaron y la abrazaron.
—¿Estas bien Tina?
—Sí, este chico me salvo, muchas gracias —sonrió a Osawa.
—Para olvidar el mal momento les invitamos unos tragos —propuso Li, las chicas sonrieron y aceptaron.
Que fáciles eran. Amábamos Europa las chicas eran abiertas y era tan claro ver que ellas sólo buscaban ligue de una noche.
Osawa por obvias razones se había ganado a Tina, por ser el Líder de equipo me tocaba una para mí solo y la otra la compartirían Li y Robie, arregladas las parejas volvimos a nuestra mesa.
La chica de cabello negro, Angela, estaba conmigo. Ella era muy intensa, ni siquiera le había dicho mi nombre y ya pasaba su mano por mi entrepierna.
—¿Quieres ir a la barra por unos tragos? —le sugerí para estar a solas con ella y poder pasarla mejor.
Sin ni siquiera pensarlo aceptó.
—Angela y yo vamos a la barra —dije a los chicos, pero nadie me prestó atención.
Al cruzar el salón noté que un sujeto nos miraba con intensidad, pero no le di importancia, era normal que las personas me mirarán con curiosidad, ya que yo era un asiático fuera de lo común, además mi acompañante también llamaba la atención con su contoneo de caderas al caminar.
Pedí dos tragos y ella comenzó a hablar mientras jugueteaba con mi mano, ni siquiera entendí lo que decía, no porque no comprendiera su idioma, sino porque intentaba averiguar quién era el tipo que no quitaba la vista de nosotros.
Él estaba sentado estratégicamente en una esquina poco iluminada, de modo que las sombras cubrían su rostro y parte de su cuerpo.
¿Quién podría ser? —me pregunté— ¿algún enemigo? ¿alguien de otro clan o simplemente algún sujeto interesado en Angela?
Miré a los chicos, Osawa ya tenía la lengua dentro de Tina y los otros dos aun intentaban convencer a la otra rubia de un trio. Volví a mirar al sujeto de la esquina que nos miraba descaradamente.
—Entonces ¿quieres ir a la parte de atrás? —preguntó Angela.
—¿Qué? —la mire perplejo.
—Que si quieres ir a la parte de atrás a besarnos.
—Vamos —aparté la vista de ella y la volví hacia la mesa del sujeto. Ya no estaba.
Angela me dirigió por una puerta que daba hacia un callejón, parecía conocer muy bien el camino. En cuanto salimos al aire nocturno la pegué a la pared del callejón dispuesto a hacer lo mío. Apenas habían pasado unos minutos y ella ya tenía la falda arriba dispuesta a desabrochar mi pantalón cuando una voz nos interrumpió.
—¿Qué es esto? una respetable enfermera en esta situación. Que vergüenza me das Angela —dijo una voz burlona— ¿Qué pensará tu marido cuando descubra que no estás en su cama?
De las sombras salió un hombre alto y musculoso, con el cabello hasta los hombros de color azul. Estaba seguro que era el sujeto del bar.
Angela, al escuchar su voz comenzó a temblar, a principio creí que era de miedo, pero después comprendí que era deseo.
Era una trampa. Ambos se conocían.
—¿Quién eres? —exigí saber al recobrar la compostura.
Intente usar mis habilidades para leerlo, no era mi especialidad, pero era capaz de sacar información si es que tenía alguna, pero no había nada, el tipo era una roca, estaba bien entrenado.
—¿Tu eres...? —dije un poco escéptico, pero antes de que pudiera terminar la frase él agarró a Angela de la muñeca y la beso descaradamente.
Ella se derritió en sus brazos.
—Sabes bien— susurró y ella gimió.
Yo estaba furioso, quien se creía este tipo para quitarme a mi presa e ignorarme. Me miró triunfante mientras Angela, aun jadeando, se aferraba a su camisa.
—Lárgate— gritó el desconocido— me das asco.
Sentí que mi sangre comenzaba a hervir, iba a matar a este imbécil, no había sentido tanta furia desde...
—¡Que te largues he dicho! —volvió a gritar.
Estaba a punto de golpearle la cara cuando vi que apartaba bruscamente a Angela.
—¡Suéltame! y lárgate de una vez, ya no me sirves, has traído a quien quiero —me miró con malicia.
Angela, como poseída se arregló la falda y el cabello, y se fue por el oscuro callejón sin mirar hacia nosotros, noté que temblaba, esta vez de miedo.
Mi suposición de que ellos se conocían estaba mal, más bien era que él la había obligado a hacer lo que quería, tal vez como a las otras rubias y al sujeto del bar.
—¿Así que tú también eres...? —comencé a decir.
—Es correcto —cortó antes de terminar mi pregunta. Caminaba alrededor de mí como un tiburón rodeando a su presa.
—Lo supuse —le dije. Seguí cada uno de sus movimientos con la mirada esperando su ataque— así que usaste a las chicas para acorralarnos.
—Error. Sólo a ti —se detuvo frente a mí, me rebasaba por una cabeza— los demás se pueden ir a la mierda, sólo me interesas tú —lamió sus labios —tienes buen sabor.
Alguien lo había enviado a eliminarme ¿algún clan enemigo? no, teníamos buenas relaciones con la mayoría. ¿Quién era este sujeto y qué quería de mí? extendió su mano hacia mí pero se detuvo, miró hacia la oscura callejuela y maldijo.
Un instante después me arrastró hacia el rincón más oscuro y me puso la mano sobre la boca en señal de advertencia. No me moví, no porque tuviera miedo, si no que estábamos tan juntos que no podía.
Todo estaba en completo silencio, de pronto escuché pasos acercándose. Él se pegó más a mí aplastándome contra la pared, estábamos tan cerca que podía escuchar el latido de su corazón. Levanté la vista, él tenía la mirada fija en la callejuela, pero notó que lo miraba, nuestros ojos se encontraron; tenía unos hipnotizantes ojos grises.
—Pero que mierda... —pensé, mi corazón se estaba acelerando.
Él también lo notó y sonrió, quise apartarme, pero me apretó con más fuerza, fue cuando sentí su erección contra mí, traté de alejarlo, pero no se movió, se acercó a mi oído y susurro.
—Si te mueves nos matan a ambos.
Pude sentir su cálido aliento acariciando mi sensible piel, también mi entrepierna lo sintió y comenzó a despertar, él lo notó y pegó mas su pelvis, rozando nuestros miembros... en ese instante supe que estaba perdido.
En estos momentos.
Shanghai
—Jun... ¡Jun! —gritó Stella— ¿estás bien? Sueñas despierto.
—¿Qué? no... es sólo que esta camisa es bonita.
Ella rodó los ojos, en señal de cansancio.
—¿Entonces me vas a decir como conociste a Kai o no?
—mm No lo recuerdo muy bien... creo que fue en un bar, llegó a mi mesa y dijo hola, después salimos a citas, fin.
La decepción se dibujó en el rostro de la chica, sin embargo, Jun no compartiría ese recuerdo con nadie, era íntimo, casi mágico para él, en especial después de enterarse todo lo que Kai había hecho para estar a su lado. Había recorrido el mundo entero buscándolo.
Stella suspiró resignada.
—Oye Jun... —comenzó a decir irritada.
Pero en ese momento Jun se quedó inmóvil, alguien se acercaba, alguien que quería hacerles mucho daño. Él de inmediato se abalanzó sobre ella, tirándola al suelo, Stella intentó quejarse, pero él cubrió su boca con la mano.
—Silencio... —miró al rededor— nos encontraron.
***
Nota de la Autora
Hola (^.^)/
El siguiente capítulo será complicado... y para describir tantas situaciones lo decidí escribir en tercera persona.
No olviden dejar sus votos y comentarios.
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