Capítulo 11. Shanghai
Shanghái era impresionante, estaba rodeada por grandes rascacielos modernos que eran contrastados por bellos edificios históricos, había tiendas por doquier, algunas con nombres extraños y aun más extrañas las cosas que vendían, restaurantes de todo tipo y el murmullo ensordecedor de una multitud caminando por la calle Nanjing.
Me sentía como una bacteria en medio del gran océano. Había tantas personas de diferentes países en un solo lugar, sudorosas y empujándome... pero aún en medio de todas esas otras bacterias, mis estúpidos acompañantes llamaban demasiado la atención. Lucían como malditos modelos en pasarela.
Vestían lentes de sol y ropa cool, Kai tenía el cabello en un moño alto, jeans rotos, remera y chaqueta negra. Jun, un pantalón caqui doblado hasta los tobillos, mocasines y un jersey a rayas. Y maldita sea, por donde quiera pasábamos la gente los volteaba a ver, incluso algunos les tomaban fotos. Era irritante, pero a ellos parecía no importarle.
—Con un demonio aléjense de mí— dije irritada después de que una persona me empujó para poder tomarles una buena foto.
—¿Por qué gatita? tienes miedo de no ser lo suficiente buena para andar con nosotros —contestó Kai e hizo una sonrisa torcida. Rodé los ojos.
—Tengo miedo de ser confundida con un delincuente —murmuré.
—No digas tonterías kai, la gatita es muy mona— dijo Jun colgándose de su brazo, ambos iban de la mano.
¿Será por eso algunas personas murmuraban "lástima"? Si era así, que lastima por ellos que tenía un cerebro muy pequeño, además a mi parecer, Kai y Jun eran perfectos el uno para el otro.
Kai sonrió abiertamente.
—Sólo su ropa es cool —me miró de reojo— ella parece un vagabundo.
No protesté, él tenía razón. No había peinado mi cabello desde el incidente del baño y la ropa que Jun me había prestado me quedaba grande pero no tanto como la de Dragomir. Personalmente me importaba poco mi apariencia, al fin de cuentas estaba rodeada de gente desconocida que en unos cuantos minutos no recordaría mi cara; que pensaran lo que quisieran. Me encogí de hombros y seguí caminando por las atiborradas calles.
—Tengo hambre —dijo Dragus molesto— vamos a comer.
Mierda, me había olvidado que él venía.
Desde que salimos de la casa no había dicho una sola palabra, se mantenía al margen con cara de pocos amigos, irritado como siempre.
—¿Por qué esta él aquí? —preguntó Kai a Jun —¡ah! si ya lo recuerdo, lo corrieron con una patada en el culo.
*(Flashback)
—Me voy chicos —grité desde la puerta, Kai y Jun me esperaban abajo— regreso en la noche.
—Espera —contestó Richard desde el sofá— ¿vas tú sola? ¿con ellos?
—¿Qué tiene de malo?
—¿Que qué tiene de malo? alcohol, drogas, policía, problemas... ¡No! no vas a ir sola —se puso de pie y dijo —Dragus ve con ella.
Dragomir lo miró perplejo desde la cocina.
—¿Yo? ¿yo por qué? ninguno de ellos me cae bien, en especial... —Richard lo interrumpió.
—Quieres que les cuente de Anita-tomatito... —Dragus abrió los ojos como platos y su cara se volvió roja. Richard sonrió. Dragomir lanzó una patada a una silla que salió volando, tomó su chaqueta y antes de salir dijo:
—Si alguna vez cuentas a alguien esa maldita historia te enterrare vivo.
—Que se diviertan —dijo Richard cerrando la puerta tras de mí.
*
—Te puedo escuchar maldito imbécil —dijo Dragomir a Kai —ven, dímelo en la cara.
—Tienes razón —Kai se detuvo —¡lárgate, cara de coño! nadie te invitó.
—¿Qué has dicho imbécil? —ambos se sujetaron de la camisa dispuestos a iniciar una pelea.
—¡Basta los dos! —exigió Jun poniendo los brazos como jarra —o me enojaré.
Ambos se soltaron, maldiciendo entre dientes y siguieron caminando en silencio. Caminamos alrededor de 15 minutos y me pareció que simplemente andábamos dando vueltas sin un lugar fijo al cual ir.
Después de unos momentos, Dragomir comenzó a comportarse raro, caminaba muy cerca de mí y de vez en cuando lanzaba miradas encima de su hombro.
—¿Qué ocurre? —pregunté.
—Nada.
—Hay un buen lugar para comer... —dijo Kai sonriendo— es el favorito de Jun.
Entrecerré los ojos, algo sospechoso ocurría. Dragomir estaba demasiado tenso, Kai demasiado contento y Jun, él parecería normal si no estuviera apretando los puños.
Nadie dijo nada y simplemente seguimos a Kai por un camino que poco a poco se iba alejando de las bulliciosas personas y de las tiendas principales. En pocos minutos la zona turística quedó atrás y este nuevo sitio tenía aspecto de un barrio bajo, como el de las películas de mafia.
—Ustedes sigan —dijo Kai— saludaré a un amigo.
—Voy contigo— se apresuró a decir Jun.
—No seas tontito —Kai apretó su mejilla— puedo solo.
—Pero...
—No tardaré más de cinco minutos, confía en mí.
Jun torció la boca y asintió de mala gana.
—Está bien, pero por cualquier cosa llámame y vendré enseguida.
—No te preocupes —apretó la nalga de Jun— en un momento los alcanzo.
Esa conversación hizo que me preguntara que pasaba en realidad, porque, para empezar, dudaba que Kai tuviera amigos y mucho menos se separaría de Jun para saludar. Y en segunda eso de "puedo solo y llámame enseguida" sonaba sospechoso, como si se fuera enfrentar a algo o alguien.
Mientras Kai se alejaba en dirección a un callejón, noté la sombra de alguien más ahí. No pude ver con más detalle porque Dragomir me dio un empujón para que me apresurara a caminar.
Volvimos a la calle principal de la zona turística y entramos a un restaurante de comida tradicional, el cual habíamos pasado dos veces. Era pequeño y sencillo pero decorado de tal forma que te hacía sentir cómodo.
Kai se reunió con nosotros minutos después. Jun, de inmediato, lo abrazó.
—¿Cómo te fue?
—Estoy vivo ¿No?
Jun hizo una mueca de fastidio y comenzó a recorrerlo con sus blancas manos, al pasar por las costillas Kai hizo una mueca.
—¡Te fracturaron! — dijo Jun alarmado.
—No es nada.
—¿Por qué demonios no me dijeron que los seguían? —explotó Dragomir, aunque intentó hablar en voz baja para no llamar demasiado la atención.
—¿Nos estaban siguiendo? — pregunté incrédula.
Los chicos me ignoraron.
—No es de tu incumbencia, bastado Lefebvre.
—¿Qué no me incumbe? pudieron mat...
Dragomir y los demás se callaron cuando se acercó la camarera
—¿Puedo tomar su orden? —miró a cada uno de los chicos. Su vista quedó clavada en Jun y se sonrojó.
—¿Quieres algo con él? —preguntó Kai furioso, la chica lo miró aterrada y sacudió la cabeza —Sí, eso pensé —Kai puso el brazo alrededor de Jun, atrayéndolo hacia él.
—Ella sólo hace su trabajo— lo calmó Jun sin levantar la vista del menú— vamos a ordenar 4 raciones de xiaolongbao, jiao hua ji, tofu fermentado, fideos yangchun, tangcu xiaopai y vino de arroz.
—Su trabajo no es violarte con la vista —dijo Kai cuando la camarera se marchó —por eso odio comer fuera, todos te miran con codicia. A todos ellos también quiero asesinarlos.
¿También?
—Sabes que soy solamente tuyo ¿no es así? —dijo Jun seductoramente en la oreja de Kai.
—Lo sé, solo que esta gente me irrita, los quiero ver muertos bajo mis manos y... —miró fijamente Jun y sonrió —maldición, tengo tanta suerte de tenerte a mi lado.
Jun sonrió.
—Yo también te amo —acercó su rostro a Kai para...
—Y así es como el ambiente se apesta —interrumpió Dragus —que asco, tan cursi.
Kai exhaló furioso.
—Escúchame bien imbécil de mierda...
—¿Stella quieres ir a comprar algo de ropa? —interrumpió Jun —hay muchas tiendas bonitas por aquí.
—Sería genial —sonreí, apartando mi furiosa vista del par de chicos.
Después de comer y de que Kai y Dragus pagaran la elevada cuenta (ese trío tragó otros cinco platillos más) fuimos a un centro comercial.
El centro comercial al que Jun nos llevo era un asombroso complejo de cinco pisos; podías encontrar de todo ahí dentro, desde galerías de arte exclusivas hasta una hamburguesa con queso. Todo demasiado brillante y costoso.
—¿Cómo vamos a pagar todo esto? —pregunté.
—Tenemos dinero —contestó Dragus— además, ellos están forrados.
No pude evitar preguntar:
—Entonces ¿Por qué viven en ese barrio de mierda?
Kai se rio, no parecía ofendido.
—Si lo supieras tendría que matarte —hizo una sonrisa torcida.
—No tenemos nada de que quejarnos— dijo Jun— todo el edificio es nuestro. Nos gusta vivir así, es más íntimo y seguro, preferimos mantener un perfil bajo... por lo que somos.
No comprendí a lo que se refería ¿en china era muy mal visto ser gay? A pesar de mi duda no hice más preguntas. Seguimos caminando, perdiéndonos en las lujosas tiendas.
—Ven Stella, siempre quise entrar a esta tienda— dijo Jun corriendo a uno de los escaparates.
Ya habíamos pasado por otras 6 tiendas a las que Jun siempre había querido ir; me empezaba a fatigar. Kairos caminaba molesto tras nosotros con Dragomir a su lado arrastrando los pies, quejándose cada que podía, en otras palabras, se quejaba a cada minuto.
—Larguémonos de aquí— bufó Dragomir— no veo nada de malo en la ropa que lleva, ni siquiera hemos comprado nada.
—Dragus, Dragus, Dragus —respondió Jun con reproche— la ropa primero se mira, después se selecciona y lo último es comprarla, así que cállate y camina, por ahora estamos viendo.
—¿O sea que vamos a volver a pasar por todas esas malditas tiendas?
Jun lo afirmó.
—Maldición, mátenme por favor.
Desde que conocí a Dragus nunca lo había visto así de cansado y quejumbroso, se veía ridículo. Siempre aparentaba desinterés y hostilidad con todos, siempre me había parecido alguien frío y relajado, pero ahora parecía un niño emberrinchado, a punto de llorar y rastrando los pies tras su madre.
—Jun —intervino Kai— nunca pensé decir esto, pero concuerdo con este imbécil, creo que te estas sobrepasando.
La cara de Jun se ensombreció, podría jurar que sus ojos azules se tornaron de un color rojo infernal, Dragus y Kai tragaron saliva pesadamente y sonrieron nerviosos, dieron un paso atrás.
—¿Sobrepasando? ¿qué significa "Sobrepasando"? —Jun habló con una voz gutural.
Mi cuerpo se estremeció de miedo. El chico angelical se había convertido en un verdadero demonio.
—Escucha jun —dijo Kai con precaución— es mejor que vaya por las cosas que necesitas para la casa mientras tú te sigues divirtiendo con la gatita...
No, por favor no me abandones con él.
Kai me lanzó una mirada de disculpa mientras la expresión de Jun volvía a la normalidad.
—Me parece una buena idea— sacó un pequeño papel del pantalón y se lo tendió a Kai —estas son las cosas que necesito para la cena.
Kai miró la lista e hizo un gesto de fastidio.
—¿Todo esto? acaso piensas hacer una fiesta —Jun lo ignoró.
—Procura no olvidar nada —dijo dando media vuelta y dirigiéndose a la tienda mas cercana —Stella gatita vamos, Dragomir tú también, camina.
Dragus se quedó inmóvil, miró la tienda y su cuerpo se tensó, luego miró a Kai y frunció el ceño. Parecía estar en un gran dilema (incluso contenía la respiración) después de unos segundos dejó salir todo el aire contenido en sus pulmones.
—La respuesta es clara. Me voy con el imbécil.
—¿Que? claro que no —dijo Kai sorprendido— no necesito compañía, además necesito que te quedes a cuidar a Jun.
—Ni loco... quiero decir, él se puede cuidar solo, además nadie es tan estúpido como para meterse con él.
Kai dudo un momento, miró a Jun, luego a la tienda, luego a Dragus y suspiró.
—Te veremos en la entrada en dos horas —dijo a Jun y dio media vuelta, Dragus lo siguió de cerca —aléjate de mí, van a pensar que soy un salido.
—Con las pintas que traes no lo dudo.
—¿Qué has dicho maldito? —sus voces se perdieron en la multitud.
—Vamos Stella, muero porque te pruebes ese vestido —dijo Jun entrando a una tienda de ropa bastante llamativa y cursi.
Jun escogió un par de zapatos a juego con el infantil vestido de encaje rosa. Era horrible pero no me atreví a decir nada (la faceta mala de Jun me aterraba) incluso permití que él me vistiera con otros 6 vestidos y accesorios.
—Presiento que soy como una especie de juguete para ti —dije después de quitarme el séptimo vestido.
—Algo así, eres como una muñeca... mm creo que más bien una mascota —sonrió— a Kai no le interesa lo que se ponga... ya sabes como es —asentí, no podía imaginar a Kai comprando alguna prenda en aquella lujosa tienda mucho menos pasando horas eligiendo alguna camisa —además es raro ver a una chica como nosotros, es simplemente intrigante.
—¿A qué te refieres? —entrecerré los ojos.
—Ya sabes, como Kai y yo, Dragomir y Richard...¿no te lo han dicho?
—¿Qué? —pregunté en shock— ¿ellos también son gais?
Jun soltó una sonora carcajada.
—No te lo han explicado ¿cierto?
—No entiendo lo que dices, son o no gais...
Por mi mente pasó la sonrisa de Richard, sus ojos, su torso desnudo e imagine a Dragus tocándolo y mordiéndolo. Sacudí la cabeza, no eso no podía ser cierto... pero que sabía yo, apenas los conocía, además, parecían tan cercanos... sentí como mi corazón se secaba como una pasa y caía al abismo.
Miré a Jun, él me miraba con una expresión divertida en su rostro.
—Pregúntales, que ellos te digan que somos...
—Oh, vamos —supliqué— tú puedes decírmelo.
Jun no abrió la boca, se dirigió a una camisa que llamó su atención.
—Esta es linda, le quedaría bien a Kai —era una camisa negra con botones y aplicaciones doradas.
—Lo dudo —dije acercándome a él, al parecer él no me diría nada, pero podía intentarlo por otra vía— ¿Como se conocieron Kai y tú?
Jun sonrió sin apartar la vista de la camisa.
—Fue hace mucho tiempo...
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