"Mi pequeña bruja"
Asta volaba con tranquilidad mientras estaba siendo escoltado por los cazas y naves de transporte con su guardia infernal.
Su tránsito era tranquilo y ayuda a calmarse en su viaje al bosque de las brujas, alli esperaba encontrar a su hija. Su querida y prodiga descendiente que había nacido un año despues que su hijo Roth.
El viaje no duraría más de unas dos horas. A máxima velocidad, el aire pegaba en su frente con tranquilidad.
A lo lejos, una enorme concentración de bosque se podía vislumbrar. Con su objetivo en frente Asta descendió al instante. Siendo seguido de cerca por el resto de la formación.
Al descender a tierra. Justo en la entrada del Bosque de las Brujas, sería recibido por una comitiva de las brujas. Muchas de ellas, eran prodigios y muy poderosas magas.
Pero frente a él, solo eran simples moscas.
-Bienvenido a nuestra morada. Rey Asta-. Dijo la líder de la comitiva haciéndole una reverencia al gobernante.
-¿Esta Vanessa y mi hija?- Fue directo al grano.
La bruja asintió. Señaló la entrada y esta se abrió dejando ver a la futura reina de las brujas.
Vanessa había sido tomada como concubina del cenizo un año después después ascender al trono. La mujer inicialmente resistió las insinuaciones del cenizo. Pero finalmente, cayó en sus manos al ser atrapada con el Rey de los Diablos en su recámara.
Allí la mujer fue poseída y hecha suya bajo el placer de la carne.
Vanessa hacia relucir su belleza natural. Vestida con un vestido de colores negros y rosados que hacían juego con su despampanante figura que hacía aguar a cualquier hombre.
La mujer se acercó, queriendo abrazar a su amado Rey. Pero se vio sorprendida al ser tomada por Asta en un instante. El cenizo estaba deseoso de tocar la piel de su Bruja.
-Te extrañe. Mi Bruja de Hilos-. Hablo de una forma pícara y diabólica.
-¿Acaso... el gran Rey Asta, extraña a una simple concubina?- Pregunto algo sarcástica.
Asta frunció algo el ceño. No le gustaba que sus mujeres hablarán o se rebajaran por no ser sus esposas. Para él, ellas estaban por encima de muchas cosas.
Ellas, eran suyas y como tal. Todos debían tratarlas por igual.
-No eres una simple concubina, eres mi mujer. Tu eres quien me dio a mi hija y por ello, eres especial-. Dijo con seriedad y fuerza en su acento.
Vanessa sonrió y dio un beso a su amado. Este le devolvió el beso con más pasión ante todos.
-Entremos-. Dijo al separarse del beso. -nuestra hija espera.
Asta hizo caso y entraron. Las puertas fueron vigiladas por los guardias quienes mantenían una vigilia constante.
Al entrar, todas las brujas hicieron reverencia ante el Rey de los Diablos. Nadie podía faltar respecto ante este, era como escupir sobre la mano que da comer. Mas cuando el rey había salvado a las brujas de ser usadas como esclavas sexuales por las fuerzas de la Triada Oscura.
Al entrar al palacio. Los interiores eran muy adornados y contaban con una belleza natural mayor a las primeras veces que Asta había venido por primera vez.
Los guardias dejaron al rey y sus mujeres, estaban ya en el recinto donde se resguardada a la hija del Rey. Al llegar, dos brujas de alto rango y mujeres de confianza del rey y la reina de las brujas.
Las puertas se abrieron al instante. Allí la luz se vio desde el interior y en ese instante, dos figuras se encontraban en medio de la sala.
Una mujer con vestido victoriano, de tes blanca como la leche y sombrero de elegante porte. La susodicha estaba leyendo un libro a un hermosa niña.
La niña de aspecto hermoso tenía el cabello rosa de un brillo inmaculado. Su piel blanca y su vestido de colores negros y rosas hacia juego con su apariencia.
-Stefi. Hija-. Llamo Asta con una sonrisa en su rostro.
La niña sonrió con enorme inocencia. Al ver sus ojos, eran los de su padre. Rojos carmesí puro y que daban a ver una profundidad inmensa que transmitía de forma gigantesca el sentimiento.
-¡Padre!- Corrió la niña dando un salto para ser abrazada por su padre.
La escena era conmovedora. La niña se acurrucaba con mucho amor e inocencia a su padre. Quien la abrazaba de igual manera.
-¿Como esta mi Pequeña Bruja?- Pregunto con felicidad y paciencia.
-¡Excelente! Aprendí a control mi Magia de Hilos de manera eficiente gracias a mi abuela. Además de que pronto conseguiré dominar el hilo del destino-. La niña miro a Mimosa. -Madre Mimosa ¿Como estas? Y por cierto ¿Roth, Mellisa, Noelia y Nayla donde están? ¿Porque no vinieron?
-Roth esta bien Stefi, y tus hermanas están tranquilas en el palacio y esperan a que vayas a visitarnos-. Respondió Mimosa al saludo de la niña.
Al instante ella asintio.
-Stefi ¿Le puedes enseñar algo de tu magia a tu padre?- Pidió con amabilidad la Reina Bruja.
La niña accedió con energía. Se apartó de su padre y madrastra, levantando sus manos con paciencia y tranquilidad. En ese instante, usando sus hilos rojos, creo diferentes figuras de todo tipo; desde pequeños insectos a inmensos leones. Manipuló objetos de su alrededor como juguetes o platos de una forma tan delicada como un mago de gran experiencia.
Asta se alegro por su hija. Era una prodigio desde que nació y claramente estaba feliz que así fuera. Stefi termino su presentación y todos en la sala le aplaudieron por su talento, la niña solo tenia 8 años y ya era una potencia en el control de la magia.
-Hija. ¿Quieres que demos un paseo?- Propuso Asta a su niña.
-Si. Hace mucho que no vuelo contigo padre-. La niña fue y busco su escoba con rapidez del rincón. Subiéndose a ella y elevándose con delicadez y elegancia a partes iguales.
Asta sonrió. Mimosa por su lado miro a Vanessa quien también apoyo la petición. Al instante, todos estaban afuera volando con tranquilidad por los aires.
Asta se encontraba sentado en Danma con sus mujeres mientras Stefi daba piruetas y acrobacias con risas saliendo de su boca mientras surcaba el aire con enorme felicidad y ninguna preocupación.
-Asta. Siempre quiero agradecerte porque me hayas tomado como tu mujer hace años-. Le miro encontrando sus ojos rojos que mostraban su ser. Vanessa le sonrió. -Me hiciste feliz y ahora tengo una hija maravillosa. Y una familia con quien puedo pasar el tiempo.
Asta la beso en su frente. Mimosa hizo un puchero y el cenizo soltó una carcajada por la actitud de su mujer. Este le dio un beso en compensación.
-A propósito ¿Liebe sigue en el inframundo?- Pregunto Vanessa.
-Si. Ha estado ocupado manteniendo las reformas allí. Además que esta trabajando en el nacimiento de nuevos diablos para nuestra familias-. Miro a Vanessa con firmeza y seguridad.
-Eso es bueno. No quiero que volvamos a pelear contra ellos. Mas cuando uno de ellos mató... a nuestros amigos-. Dijo con tristeza.
Asta la miro y entendió. La vez que lucharon contra Dante fue por mucho algo que dejó huella en Vanessa, las veces que tuvo que salvar de la muerte a sus compañeros y presenciar sus muertes mientras usaba a Rogue.
-Mi Bruja de Hilos, ya no te preocupes. Los diablos jamás se alzarán en nuestras contra. He acabado con Lucifero, sometido a Belcebu y mi ancestro Lucifugus ahora me ha dado consejos de como crear Diablos leales a nuestra causa-. Le dio un hermoso beso con amor. -Nunca dejare que mi familia sufra por ellos y por nadie.
Vanessa sonrió apretando el abrazo. Estaba feliz de una de las mujeres del Rey. Se sentía segura, rodeada de gente que la ayudaba y que la animaba. Se sentía amada y con las demás mujeres de su hombre se sentía entre hermanas.
-Además. Stefi cuando cumpla los quince años. Tendrá de regalo un diablo para su magia-. Le reveló su intención.
-Asta. Sabes que ella puede tenerlo como Roth y sus hermanas-. Replicó a su amado.
-Stefi será poderosa. Pero quiero que sea por ella misma y que explote ese talento que tiene por medios más sencillos. Darle un diablo ahora seria echar a la basura todo lo que ha conseguido-. Le expuso sus razones.
Vanessa no se lo trago por completo.
-Además, no he podido crear un diablo adecuado para ella. Quiero que sea como una extensión de su ser y no un simple adorno-. Le dijo para completar.
-Entiendo. Pero quiero que la dejes ponerle un nombre. Así se sentirá mejor ella misma-. Le pidió su condición.
Asta asintió. Mimosa estuvo callada mientras veía a su hijastra volar con gracia y felicidad en todo el recorrido.
Sin embargo, se sentía algo triste. Ella por su parte, deseaba tener otro hijo, una hija la cual saliera de su interior. Ella siempre quiso una familia, con varios hijos para ella y su marido.
Pero eso ya no sería posible. Su amado hijo Roth seria el único que pudo traer a la vida y al mismo tiempo el que más trabajo le costó para parirlo.
Durante su embarazo, se enfrentó a fuertes complicaciones que le hicieron estar al borde de la muerte. El niño que estaba formándose en su interior, su amado hijo cuando estaba creciendo le estaba matando.
La poderosa antimagia, le consumía el mana que tenía dentro de ella. Llevándola a perder casi toda su fertilidad y su fuerza mientras el niño crecía.
Recordó esos atroces dolores cuando Roth empezaba a liberar su poder mientras llegaba a su día de nacimiento. Y el horrible proceso de parto que la dejo casi morir en el proceso de traerlo al mundo.
Ello, sin lugar a dudas hizo que su estado tras el parto fuera delicado y que no recuperó parte de su fuerza sino hasta dos años después gracias al mana entregado por los diablos a la Reina.
Pese a todo, el sentimiento de que deseaba ser madre nuevamente estaba presente. Sin embargo, no había forma de que su vientre volviera a tener vida. Traer a un nuevo niño supondría tanto su muerte como la del bebé.
Asta supo lo que pasaba su reina. Y la hizo encontrarse con sus ojos. La miro y le transmitió seguridad en su semblante, demostrando sus sentimientos hacia ella para que recordará que siempre la amaría por todo.
Las dos mujeres se abrazaron a su hombre mientras compartían el vuelo de forma muy pacífica y confortante.
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Stefi estaba dormida luego de haber compartido mucho con su padre y sus madres. La chica se había metido en una carrera entre su escoba y una de las naves de transporte del Ejército que estaban de escolta en el Bosque.
La competencia acabo con Stefi perdiendo por el cansancio que tuvo. Aunque aún así, termino prometiendose ganarle a todos las naves más rápidas que la modernidad de los países sin magia tenían.
Asta por su parte, tras un baño en las estancias del Palacio de las Brujas se interno a la habitación donde sus mujeres le esperaban.
Al llegar a la puerta. La sensación de tres presencias con sentimientos ardientes y pasionales le llamo su atención.
Abrió la puerta, y allí estaban Mimosa, Vanessa y la Reina Bruja en ropas íntimas. Las cuales miraban al Rey con ojos sedientos de lujuria y cuerpos deseosos de ser tomados con pasión.
-Gran Rey. Tomenos y calme nuestra sed que carcome nuestros cuerpos-. Dijeron las tres con voces dóciles y juguetonas.
Asta sonrió con felicidad. Cerro la puerta a sus espaldas. Siendo sellada por los Guardias quienes resguardaban la puerta de cualquier intruso que tuviera la estúpida y loca idea de querer entrar en la estancia.
-Esto será una larga noche-. Dijo al desvestirse. -Pero ahora tengo hambre y solo ustedes podrán saciarme.
Una noche de placer, para el Rey de este mundo. Una de muchas que vendrían por suceder en el futuro.
Continuará...
Bueno señores nuevo capítulo aquí listo para ustedes y espero les guste. Pronto sacaré otro para iniciar la trama de los dos arcos aun tendrán lugar en la historia.
Dejen su voto y comentario que siempre es bienvenido.
Adiós...
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