En cuanto salieron de la institución académica ambas chicas se despidieron del dúo de varones asegurando de que ellas llevarían a las hermanas de Tsuna y al resto de niños hasta el hogar de la castaña mayor. Aquello significaba que los guardianes quedaban libres de todo posible trabajo, por lo que era hora de volver a casa. Algo que no era realmente conveniente para el extranjero.

Yamamoto se había negado a decir algo más sobre aquella situación en cuanto estuvieron solos, no importó cuánto lo presionó, él fue una tumba completamente sellada. Por otra parte, ambas féminas se mantuvieron con la boca cerrada con respecto al hecho y no quiso preguntar con niños presentes. No quería incomodar a las pequeñas con posibles situaciones que podrían hacerles tener pesadillas.

De esa manera, él quedaba atado de manos y no había nada que pudiese hacer. Por ahora solo le quedaba volver al apartamento que compartía con su hermana mayor y esperar al día siguiente para disculparse con su jefa por haber fallado como mano derecha. Quizá era ese motivo el que había evitado que su amiga le contase aquel terrible suceso. Tal vez era porque no tenía suficiente fuerza todavía.

-Lo que estés pensando, estás equivocado - El moreno apareció repentinamente al lado del mayor y rodeo sus hombros con uno de sus brazos.

-¿Por qué estás aquí? - Los orbes verdes brillaron con terror mientras su dueño trataba de alejarse del contrario - Tu casa queda del otro lado.

-Pensé en dar un paseo - El beisbolista sonrió de una manera tan falsa que no le agradó al otro en lo más mínimo - ¿No es lo que estás haciendo?

-Voy a casa - El italiano aprovechó la confusión que apareció en el rostro ajeno para poder librarse del agarre. Debía admitir que el friki tenía más fuerza de lo que aparentaba.

-Este camino está en dirección opuesta a la casa de Tsuna - Takeshi señaló el camino por el que siempre se iban al salir de clases - Aun así, la acompañas hasta la esquina más cercana a su hogar y eres el primero en estar parado frente a su puerta los días que la recogemos en ella.

-Es mi deber como su mano derecha - Las palabras fueron directas y sin vacilación, pero el chico que las había mencionado se preguntó si eso era realmente todo.

-Ella te considera más que un empleado Hayato - El japonés dijo aquellas palabras como si supiese justamente lo que su acompañante estaba pensando - Eres su amigo.

-¿Los amigos se guardan secretos? - El de cabello plateado se maldijo al notar que había dicho aquellas palabras como si dudase de la chica.

-A veces - Los orbes chocolate oscuro brillaron con preocupación al entender la pregunta tan repentina - ¿Tiene que ver esto con lo que pasó para que Tsuna tenga un rechazo a las piscinas? 

-Tú sabes lo que ocurrió ese día y yo no - Gokudera se maldijo a sí mismo por dejar ver su debilidad, pero ahora que lo había hecho no le quedaba más que seguir adelante - ¿Ella trata de ocultarme lo que sucedió?

-Yo vivía aquí cuando pasó, igual que muchos otros - El azabache trató de suavizar el terreno al pensar en lo que había sucedido aquel día y cómo se habían expandido los rumores como si fuesen humo - Eso no significa que fuese amigo de Tsuna en ese momento o en el tiempo que siguió después de ello.

-¿Por qué no puedo saberlo? - El de piel nívea cerró los ojos y paró de caminar al sentirse tan pesado de pronto. Confiaba en las decisiones de su amiga y sería capaz de morir por ella, pero en momentos como este se sentía ridículo creer con tanta fuerza.

-Su tutor tampoco lo sabía ¿O sí? - El menor observó al contrario como si la situación fuese obvia. De cierta manera entendía lo que rondaba por su mente en ese momento - Tsuna quiere dejar todo atrás y respeto eso. ¿No tienes algo en tu pasado que quieres olvidar y por eso no lo cuentas?

-Yo... - El de cabellos plateados se quedó callado. Era obvio que lo tenía. Había manchado sus manos con sangre antes de ser elegido como posible mano derecha del Decimo Vongola. Había sido considerado un niño letal, pero había dejado todo atrás por Tsuna.

-Mi padre es un experto espadachín ¿Sabes? - La voz del moreno sonó tranquila y relajada, como si hablase de la lluvia caer o de una tarea de clase - Creo que antes tenía una vida menos honesta, pero lo abandonó todo por mi madre y por mí.

-¿Por qué me dices esto? - El italiano frunció el ceño confundido. ¿Por qué mencionar a un adulto desconocido por él de repente?

-Somos amigos - La sonrisa en el rostro del chico fue mucho más sincera esta vez. Llegando inclusive a sus ojos y haciéndolos brillar de manera especial - Sin embargo, no sabías eso de mí hasta hace un momento, así como hace tiempo, Tsuna y yo no sabíamos que tenías una hermana.

-¡No traté de ocultarlo! - Realmente sí lo había intentado. Hayato había querido lo más lejos posible a la heredera Gokudera de su nueva vida, pero había sido un rotundo fracaso.

-Por supuesto que no - El beisbolista aceptó lo dicho sin saber que aquello era mentira - Lo que quiero decir, es que no sabemos siempre toda la vida de los demás y eso está bien. Lo descubrimos con el tiempo y eso refleja que la confianza va creciendo.

-Confianza - Los ojos esmeraldas se oscurecieron de pronto. En la mafia jamás confiabas totalmente en alguien. Los empleados trabajaban para morir por el jefe y el jefe jamás le diría todos sus planes a un empleado.

-Eres su mano derecha Hayato - Las dos manos del japonés se colocaron repentinamente en los hombros del contrario unos segundos antes de que comenzara a ser sacudido ligeramente por el dueño de estas - Ella confía en ti de una manera en la que no podrá confiar en nadie más.

-Confía en el friki de las peleas - El joven explosivo suspiró apartándose nuevamente del otro. Siempre que tenían algún tipo de contacto físico el menor terminaba demasiado cerca para su gusto.

-Eso es porque tienen sentimientos románticos el uno por el otro - Takeshi rio animadamente al pensar en la situación sentimental de su amiga antes de volver a caminar jalando del brazo al otro - Pero ella confía en nosotros más que en cualquier otra persona, por eso teme que salgamos heridos. Si no nos quisiera ella no habría hecho esa reunión para pedirnos que no fuésemos sus guardianes.

-¿No crees que es porque no nos ve capaces de dar la talla? - No dudaba de su amiga, Tsuna era demasiado sincera. Sin embargo, había algo que hacía que se sintiese incómodo. Como si estuviese frente a un rompecabezas y una de las piezas no estuviese.

-Hayato - La voz del moreno sonó completamente decidida, como si aquella idea no pudiese ser negada ni siquiera por una entidad superior - Si ella tuviese que escoger entre tú y yo a alguien para proteger lo que ama, te escogería a ti sin duda alguna.

-¿Qué dices? - Debido a su piel tan clara, fue prácticamente imposible para él ocultar el sonrojo de vergüenza que había aparecido en sus mejillas por las palabras ajenas.

-No lo ves, pero tú fuiste el que hizo que todo se movilizara a su alrededor - El japonés volvió a detenerse para ver frente a frente al otro - Ella no tenía a nadie en quien confiar que no fuese Hibari, e incluso a él le guardaría secretos.

-Pero... - Su boca fue cubierta rápidamente por una mano contraria para poder prevenir su posible queja a lo recién mencionado.

-Sin importar el motivo de su pelea ese día, tú hiciste que ella confiase más en la gente a su alrededor - El menor bajó su mano de la boca ajena para poder seguir hablando - Fue tu confianza en Tsuna la que hizo que se abriese a confiar en otros de igual forma. Sin ti, nada de esto sería posible.

-Cualquiera podría haber tomado mi lugar - Gokudera bajó su rostro, sintiéndose repentinamente derrotado. Sin embargo, una mano en su barbilla lo hizo subirlo para enfrentarse a su acompañante.

-Cualquiera puede tomar el lugar de un guardián, es cierto - Los orbes chocolates se mantuvieron fijos en los esmeraldas para tratar de enfatizar aún más su punto - Pero no cualquiera puede tener esa confianza y fe absoluta en sus amigos como la que tú tienes en Tsuna. Eso no es comparable y jamás lo será.

-¿Desde cuándo te volviste tan bueno con las palabras? - Las mejillas del mayor volvieron a tornarse rojas debido a la cercanía del rostro ajeno y se separó de inmediato para sacar un cigarrillo y fumarlo pronto.

-No soy bueno con las palabras en lo más mínimo - Takeshi sonrió sintiéndose orgulloso de la reacción que había generado en el contrario - Pero no podía seguir viendo esa expresión de cachorro apaleado en tu rostro.

-¿¡A quién le llamas cachorro, friki del baseball!? - Un par de bombas aparecieron segundos después en las manos del guardián de la tormenta - ¡Voy a hacerte tragar esas palabras!

-Al menos ya recuperaste tu humor usual - El beisbolista sonrió nerviosamente mientras comenzaba a correr para huir de la ira desmedida del mayor.

Fue así que los dos adolescentes comenzaron una pequeña persecución que sin duda alguna dejó algunas zonas de Namimori bastante dañadas, pero en ese momento a ninguno de ellos les importaba. Mañana se preocuparían por las posibles repercusiones que pudiesen existir debido a sus descuidos. 

Por otra parte, el mitad italiano no lo diría, pero el otro chico había calmado los demonios que habían estado reptando por su espalda sin ningún tipo de consideración en los últimos días. Aquellas palabras habían calentado un poco su alma y lo habían hecho sentir mucho más valioso de lo que alguna vez se hubiese sentido.

Ninguno de los dos era consciente, o tal vez sí, de que ese día se habían hecho un poco más cercanos y que, quizá, esa cercanía podría aumentar en un futuro.

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Hola de nuevo.

¡Tenemos doble actualización el día de hoy por el cumpleaños de Gokudera!

No tenía planeado este especial y, de hecho, iba a publicar algunos extras de "escenas eliminadas" de los capítulos ya publicados. Y por escenas eliminadas me refiero a pequeños hechos que ocurrieron durante los capítulos y que no fueron narrados porque no eran extremadamente relevantes (O porque no se me habían ocurrido en ese momento). Pero al final este especial es una escena eliminada del capítulo anterior que me pareció correcto añadir por aparte.

Espero que les haya gustado este corto especial.

Nos leemos pronto.