La había conocido al mismo tiempo que lo conoció a el, o bueno al menos los había visto al mismo tiempo. Ella tenía la sonrisa más dulce y sincera que pudieras imaginar, sobre todo si notabas que estaba al lado del demonio más violento de la ciudad.

La admiración que tenía por ambos llegaba a niveles inimaginables, Hibari Kyoya era su modelo a seguir y una persona a la que nadie dudaba en tomar como un líder, sin embargo era Sawada quién le había hecho tener una perspectiva diferente a todo y a todos.

La chica jamás se separaba del azabache y este parecia encantado con su cercanía, aunque a veces los golpes y reclamos infantiles de ambos eran suficientemente complejos como para que toda Namimori temiera acercarse a ambos niños, pero al final de alguna manera que solo ellos entendían las cosas terminaban saliendo bien.

Y fue eso lo que llamó la atención del mayor, que no podía desviar su mirada de como la chica calmaba al amante de la disciplina con palabras cálidas, o como lo distraía con cosas sin importancia para que los ataques mortales del menor fuesen más leves y así él no saliera lastimado.

Cuando finalmente tuvo la oportunidad de estar cerca de ambos no paraba de ser su guardaespaldas, velaba por ambos niños y hubiese actuado sin pensar si uno de ellos hubiese salido mal herido, aunque ambos chicos eran lo suficientemente buenos en las peleas como para defenderse a si mismos, pero sabían que la chica no actuaría por la fuerza a menos que fuese necesario.

Sin embargo no toda la vida puede ser color de rosa y luego del problema que tuvieron y de que la chica terminara mal herida, el azabache no se había tentado el corazón para decirle que se alejara de él y olvidara lo vivido juntos, la chica le hizo caso de cierta manera y luego de que se fuera de Namimori lo unico que quedo como recuerdo suyo fue aquel obsequio que el de ojos plata siempre llevaba consigo.

Así los años fueron pasando y aunque la chica había vuelto de una manera inusual que causó más un incidente ambos azabaches estaban felices de verla una vez más caminando por las calles de Namimori como si nunca se hubiese ido.

Pero no siempre se podía conseguir la paz y con el grupo de la Sawada más joven era aún más difícil lograr que toda la cuidad estuviese tranquila, pero no había nada que una mirada de advertencia del de ojos plata no calmara, eso y la presencia de la de ojos chocolate en el lugar era la mezcla perfecta para evitar que todo aquel que perturbara la calma del lugar realmente fuese a actuar.

El azabache mayor observó con interés al chico de las tonfas, el cual parecía un animalito indefenso ante la idea de salir con la menor, pero claro que no iba a mencionar su debilidad y el temor que tenía por arruinar la salida con la chica de sonrisas tan brillantes como el sol, su orgullo era más grande que sus ganas de pedir ayuda.

Y Kusakabe jamás iba a revelar la debilidad de su jefe ante nadie.
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A menos claro que fuese a la joven Vongola.
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Bien, de hecho el capitulo XII va antes que este especial, pero no tengo ideas para continuarlo asi que solo les dejo este pequeño punto de vista de Kusakabe (Que salio de la nada, culpo a los comentarios de amor a Kusakabe que me hicieron hacer esto) para que no se queden sin actualización.

Como sea, saber un poco del pasado de nuestra pareja principal nunca esta demás y creo que he planteado algunas cosas interesantes en este especial.

Nos leemos pronto.