Un alma en busca de conocer
El pasillo era demasiado largo, y a cada uno de nuestros costados habían muchos libros todos diferentes. Sus títulos mostraban que podrían tratarse de historias increíbles. “Un soldado con corazón” “Hundido en el oceano” “Luchando por un amor imposible”. Cada una de estas era una narración importante para nuestro universo. Todos son hechos reales, pues estaban en la sección de profecías.
Al llegar al fin a nuestro destino que era la sección treinta y cuatro, “profecías en desarrolo”, el recuerdo que Cogny me dio me guió directamente hacia uno de los libros. Sabía donde estaba, y no dude en tomarlo. Y ahí lo vi. “El nuevo renacer de una ciudad caída”.
Mis manos poco a poco abrieron el libro, y todos los símbolos que una vez pensé nunca conocer, ahora tenían sentido. Tragué un poco de saliva, y fui a la primera página para empezar a leer la historia.
Un hombre despiadado dejará a toda la ciudad de Oasis sin karma. Su fuente vital para seguir cosechando y generando vida en aquel lugar paradisíaco otorgado por lo que conocemos como Gi. Aquel hombre creador de toda la naturaleza, fauna, y vida que nos rodea.
De inmediato mi mente trató de entender varias cosas. ¿Quién era aquel hombre? ¿Cómo podía afectar el Karma? ¿Qué es Gi?
Junto a mí, una pequeña cierva se acercaba. Lo supe de inmediato, pues la reconocí rápidamente. Se trataba de mí. Una cierva pequeña, de ojos azules igual a los míos y las mismas prendas que tenía. Incluso los accesorios que una vez mí abuela y mi madre me había regalado. Ella, de un saltó logro tomar un libro de la estantería. El mismo que yo tenía en mis manos.
Caya miraba todo con total calma, parecía que supiera que esto iba a pasar. Y debía suponerlo, Cogny me lo había explicado al entrar. Todo se aprende siendo un cachorro inexperto. Y esto para mí lo era. Sólo leyendo la primera página ya tenía muchas preguntas. Pero claro, estaba en medio de un gran recinto lleno de todo el conocimiento que existe. De inmediato voltee a ver a Caya, preguntando.
—Hay muchas cosas que no logro entender. Necesito saber más —dije en un intento en recibir ayuda de la coyote.
Ella asiente, moviendo su cabeza suavemente de arriba a abajo. Con lentitud caminó hasta la pequeña cierva, y con suavidad le tomo de la mejillas, dándole un suave beso en la frente.
Mi mente en ese momento sintió un gran flasback. Recuerdos, historias, incluso textos empezaban a aparecer en mi mente. Ahora tenía el conocimiento que Caya ha tenido en siglos de vida. O al menos, lo que necesitaba saber para seguir leyendo.
La historia que contaba el libro, era igual a la que una vez escuché de mi abuela. Pero, con muchos más detalles, como el porqué vino a atacar, y que fue lo que hizo durante su mandato. Cada atroz hecho cometido por el padre del Rey Eliseo.
Todo fue el pasado ya contado, hasta que algunos párrafos más llamaron mi atención.
Todo lo que alguna vez amó, será arrebatado por ellos. El amor más importante que deseó será la razón de su sufrimiento, y poco a poco ese sufrimiento se transformará en lo que necesita, rabia.
Con solo dos miembros, el menor será el primero. Un dolor incesante en su cuello y la sangre corriendo por el suelo será la causante de su muerte. Todo ocasionado por su propia arrogancia y egoísmo.
Mis pensamientos rápidamente me hicieron recordar. Aquel día en la bodega donde me tenían encerrada. Un cuchillo justo en su cuello. Yo era la causa de la que estaban hablando.
La profecía estaba contando sucesos que ya han pasado, pero Cogny mencionó que esto ya lo había leído desde antes. Por lo que, todo se está haciendo realidad. Cada palabra, cada frase cuenta la vida que ha vivido la ciudad donde crecí, Oasis. Desde la historia que contaba mi abuela, hasta lo último que está sucediendo. Pero, si la profecía se cumpliría, ¿qué es lo que hago aquí?
Aquella salvación no vendrá sola, mostrara al mundo que ellos no están solos. Hay seres que los vigilan en todo momento, creándose en cada uno un aura, al que le conocerán como Karma. Se mostrará que el Karma será quien guíe al alma hacia su fin. Todos morirán, pero, cada acción marcará como será la muerte.
Parecía que con cada duda, el mismo libro lo respondía por mí. Debía de conocer todo esto, para cumplir mi tarea como guía espiritual a todos los habitantes de mi pueblo. Una profeta.
Mire de reojo a Caya. Ella se mantenía serena, viendo como la pequeña cierva seguía leyendo el libro, estudiando cada parte de este. Parecía que no quería enterarse de lo que yo leía, al menos aún. O, ella ya sabe todo. Con estos seres no se puede suponer nada, cada uno tiene una forma de poder intervenir en nuestras vidas. No sé cuál sea la razón por la que ella me esté ayudando, pero espero no sea solo interés.
Traté de concentrarme de nuevo en el libro, y seguí leyendo.
La familia que antes reinaba, tomará de nuevo su poder como líder y guía de Oasis. Y con ello, el pueblo renacerá, como su creencia por quienes les cuidaron durante tanto tiempo.
Quizás Cogny hizo esto para no mostrarme exactamente lo que pasaría, y así que yo no intente cambiar nada. Pero algo es seguro, tengo que volver para salvar al pueblo. Soy la causa que dice la profecía, por lo que debo salir vencedora. Aún así, hay bastantes dudas. No tengo una idea de qué debo hacer, como iniciar, como evitar que muera en el intento. O incluso, si era yo, o acaso era alguien de mi descendencia. No mostraba mi nombre por ningún lado, solo decía que la antigua familia era quien mandaría ahora. Ni siquiera estoy segura si hablaba de mi familia. Mi abuela nunca lo aseguró, pero tampoco nunca negó que ella era descendencia de aquella pequeña que fue obligada a quedarse aquí.
Había terminado de leer, y aún tenía muchas dudas. Cada que intentaba crear un futuro en mi imaginación, ocurría algo en lo que yo terminara muerta. No sé nada de estrategia ni pelea como para luchar contra la tiranía de Eliseo, y tampoco conozco otra forma en la que él deje el poder. Pero, quizás no tenga que pelear yo. Simplemente tengo que hacer que el pueblo luche por ellos, por su libertad. Convencer a todo el pueblo.
Se me avecinaba una tarea difícil, pues no soy nadie como para hablar con los pueblerinos y hacer que estos se quieran revelar contra el rey Eliseo, un rey que su familia impuso por mano duro.
Cerré el libro, para así poderme centrar de nuevo en la sierva de las deidades que me acompañaba, Caya. La coyote, estaba observando a la pequeña cierva a mi lado, intrigada leyendo muy atenta el libro que tenía en brazos, aunque había momentos donde miraba al frente, parecía perdida en sus pensamientos. No era para menos, ahora mismo yo también lo estaba.
—Caya —le llamé. Ella volteó para verme y soltó un leve suspiro acercándose.
—Ya conoces el porqué sigues aquí en este mundo, tu alma está conectada a este destino —dijo ella mientras me tomaba del hombro—. Dime, ¿que harás? ¿Lucharás contra él o lo vas a seguir?
—Yo... —dude un poco en mi respuesta. Mi destino y el de todos los habitantes del pueblo donde crecí estaban en mis manos. Luchar contra aquel tirano y liberarlos. No podía rendirme, no podía escapar—. Voy a ir tras él.
—Bien, yo voy a ayudarte —dijo ella con calma—. Viniste aquí para poder obtener ayuda en tu destino. Cumplir con lo escrito por Ethous en su sabiduría.
—Pero... —me cuestionaba—. ¿Cómo podría hacerlo? No sé nada sobre peleas o lucha como para poder liberar a mi pueblo.
—No es necesario saber mucho. Tu instinto es tu mejor amigo en esos momentos. La adrenalina será tu guía, y te ayudará a alejarte de la muerte.
Aquel consejo no me ayudó mucho, pues lo que hizo fue ponerme más nerviosa de lo que ya estaba.
Debía relajarme, pensar bien las cosas antes de actuar. Escuchaba decir a los soldados que pasaban por los pasillos mientras limpiaba que las peleas no se trataban solo de fuerza. Se necesitaba de estrategia, antes que nada. Pero aun así, tampoco sé mucho de estrategia.
Soltando un largo suspiro para intentar buscar respuestas, levante la mirada al techo. Al hacerlo, pude ver como había una gran pintura en él. Se trataba de un venado de grandes astas. Sus ojos color azul celeste brillaban levemente, gracias a un hermoso trabajo de pintura. Este mismo color cubría parte de lo que era su pelaje en algunos símbolos extraños, y en sus astas estos mismos símbolos aparecían, haciendo que se viera majestuoso y sobre todo poderoso. En la pintura se podía ver el maravilloso juego de colores y el diseño bien hecho de este venado sentado en posición de mariposa viendo al frente. O más bien, mirándome fijamente. Era de esas pinturas que te seguían con la mirada, pero esta mucho más profundozada, ya que no sólo sentía que me veía, sino que me analizaba lo más profundo de mi alma y mi ser.
—Ese es Ethous —dijo Caya al detenerse para esperarme—. Deidad de la sabiduría, y escritor de los momentos que cambiaran la historia. Las deidades saben en que momento actuar con un mortal gracias a Ethous. No es solo saber todo, sino saber en que momento se debe actuar para cambiar así el futuro a tiempo antes de que ocurra una catástrofe.
—Wow... —fue lo único que pude exclamar al escuchar lo que Caya me decía. Pero, Ethous escribía lo que podía cambiar y ser importante para la historia, entonces este libro que leí, no fue escrito por él, ¿o sí?—. Ethous, ¿qué tipo de libros escribe?
—Los más importantes, y los que hacen que no sólo la vida de ustedes, mortales, pueda estar en peligro. Sino los que puede causar problemas a las mismas deidades en el futuro —explicó ella.
—La profecía que acabó de leer, ¿quién la escribió? —le pregunté.
—No lo sé, no lo leí —me respondió. Por su voz, parecía que era sincera, pero en el fondo no le importaba, o no lo demostraba—. Seguramente Cogny. Alguien conoció la profecía y por ello Cogny debía escribirla. Es lo más lógico.
Tenía muchas más preguntas que respuestas en ese momento.
Justo ahí, pude notar como a mi lado aparecía una pequeña cierva roja, igual a mí. Era yo, o más bien, mi alma. Apareció cuando desee conocer un poco más de lo que estaba sucediendo. Pero, parecía perdida, no se movía y solo miraba a todo sitio sin saber dónde ir. Estaba igual que yo, confundida.
Mi mirada pasó a ver la entrada del santuario, la cual no estaba muy lejos. Allí también pude ver como Cogny guiaba a las almas de los cachorros en el gran y enorme lugar lleno de información. Era la única que conocía todo, y con su conocimiento podía guiar al resto que estaban allí. Seguramente grandes mentes pasaron y pasaran por sus manos, guiándolas a su destino de ser hombres reconocidos por sus descubrimientos. Pero, ahora que lo pienso, ella conoce todo lo que alguna vez se ha conocido, eso quiere decir, que a pesar de todo ella no conoce todo. Pero entonces, ¿qué pasa cuando alguien quiere hacer un descubrimiento que nadie ha hecho?
La cachorra cierva empieza a moverse, alejándose un poco de mi lado, pero aun viendo a todos lados buscando donde poder empezar a investigar. Detuvo su mirada al ver a Cogny, y ahí yo también lo supe. La mejor forma de saberlo, es preguntándoselo a ella directamente.
Me acerqué, y detrás de mí me siguió Caya. Había visto mi pequeña alma caminando a mi lado, por lo que dedujo que tenía una duda por resolver. O al menos eso pensaba yo ya que no me interfirió en ningún momento en lo que fui con Cogny.
—Señorita deidad del conocimiento —dije en la forma más educada que era posible para mí—. Quisiera saber, ¿qué sucede cuando alguien quiere aprender algo que nadie ha aprendido?
—Jeje, es una buena pregunta —dijo ella con una sonrisa calmada mientras me miraba, pero luego señala el techo donde estaba la pintura de Ethous—. Él es el que hace el trabajo.
Mi mirada obviamente fue hacia arriba, viendo de nuevo la pintura del venado, Ethous. La gran deidad de la sabiduría quien se encargaba de dar a algunos cuantos el poder de saber cosas que nunca nadie ha descubierto. E incluso, sabe lo que pasará en el futuro. Quizás, esa era la razón que le hacía el sujeto perfecto para dar esa sabiduría. Conocía quien era el indicado para llevarla y hacerla conocer al mundo.
—Tu alma ahora se encuentra más estable, pero aun tienes muchas preguntas por resolver —dijo la deidad, Cogny—. Ahora no es el momento. Debes concéntrarte en cumplir tu destino. Todas tus dudas se resolverán con el tiempo.
Mi mirada volvió a ver a la gacela, notando que volvía a guiar a las almas de los demás seres que vivían en el planeta. Habían muchos, pero el sitio era tan grande que todos podían pasear libremente sin encontrarse con nadie por un tiempo.
Cogny siempre iba a estar ocupada, pues alguien siempre querrá conocer algo, y ella era quien los guiaba por el camino del conocimiento. Mejor dejarla trabajar.
Volví a ver a Caya, y fui con ella, no sin andes despedirme respetuosamente de Cogny y agradeciendo con todo lo que me había ayudado.
Caya caminó a la salida del recinto, donde esperó que yo también saliera para caminar un poco más por el sendero.
—Tu entrenamiento va a empezar. No soy la mejor en estrategia, ni en pelea, pero seré tu ayuda para evitar que te maten.
Lo que decía no me daba mucha confianza, pero lo decía de nuevo, ella era mi única esperanza.
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