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No solo respirar, es vivir

Emprendieron su andar, inmediatamente. Estaba anocheciendo y el camino de regreso era muy largo, pero se tomarían todo el tiempo del mundo para aprovechar el momento juntos. Era inhumano lo que se habían extrañado.

-No, Lai- negó divertida -Te juro que no estoy herida- él la llevaba sobre su hombro -Y además, me siento muy bien-

-No, no lo estás. No estás bien- aseguró con su semblante serio -Casi te desmayas cuando decidimos partir y también, hace unos momentos atrás- señaló con su pulgar detrás de ellos -No darás ni un paso más-

Ella rió. Lai y su exageración, no tenían comparación.

-Fueron sólo mareos- respondió -Eres un vidente, tú sabés que no es fácil que te devuelvan el alma-

-Lo sé, pero tengo que cuidarte. Es mi deber- detuvo su andar al llegar al tronco de un árbol -Estuviste más de tres semanas lejos de mí- la sentó con cuidado en una rama -Estaba aterrado, pensé que jamás volvería a verte- le aferró el rostro con ambas manos -No quería volver a casa sin tí-

-Hablando de eso...- Le apartó el cabello que siempre le cubría un ojo -Creo que ya sé cómo volver-

-Nada en tí me soprende- indicó, orgulloso.

Todo era silencio en ese bosque, ni un espíritu rondaba aquella noche que estaba por terminar. Pero eso no importaba, ella estaba con él, siendo arrullada entre sin brazos.

-¿Ya estás mejor?- preguntó, besándole el cabello.

-Dioses, si- cerró sus ojos con fuerza -Lamento haber vomitado tanto- enterró su rostro en el pecho de él -Lo siento, pero creo que mi cuerpo intenta rechazar mi alma-

Rieron. Ella y sus locas salidas humorísticas, no tenían precio.

-Que método poco ortodoxo para deshacerse de un alma, ¿No creés?-

-Si, otras de las maravillas de ser Gaia-

-Te extrañé...- la apretujó con fuerza -Te extrañé mucho-

-Tres semanas es mucho tiempo- ella amaba sus abrazos -¿Sabés algo, Keilot?- levantó sus ojos para mirarlo - Encontré la manera de volver-

El reencuentro con toda la familia fue más que hermoso, risas, llantos y bromas, inundaban el humilde pueblo que los rodeaba, después de ese espectacular vuelo de dragón. Había llegado el momento de regresar a casa.

-¡Estás bien, hermanita! ¡Estoy tan feliz de que estemos todos juntos de nuevo!-

Abrazaba a su hermana juntando sus mejillas.

-Te dije que volvería a verte, Gaia- se alejaron un poco para verse al rostro.

-Lo sé...- inclinó su cabeza -Estamos en...-

Miró a su alrededor intentando recordar la historia original.

-La Tierra del Fin- siguió su hermana -La tierra de las aldeas ocultas-

-¡Si!- exclamó ella -¡Lo sabía!- miró a todos -¡Con Dea encontramos la manera de volver a casa!-

La Tierra del Fin, un lugar extraño, frondoso y montañoso. Sus habitantes, a diferencia de los reinos del otro continente, eran seres humanos que vivían en armonía con la naturaleza que los rodeaba, pero con extraordinarias habilidades ninjas.

-Muy bien...- dejó la taza de té que estaba consumiendo sobre la mesa -Como dijo Gaia, ya sabemos cómo regresar a casa-

Todos estaban sentados en la precaria cocina de la humilde vivienda que, uno de los habitantes del lugar les había resntado hace un par de días, en una de las aldeas ocultas.

-Si, Keilot y Lai ya tienen una idea de esto, pero ustedes no- indicó la nombrada.

-Si, tía. Mamá nos comentó algo- agregó su sobrina -Pero su idea estaba inconclusa-

-Si, monstruito- miró a su hermana y asintieron a la par -Tenemos que perdernos para encontrar el fin-

Todo fue silencio, es más, nadie sabía que decir. No había lógica para lo que acababan de escuchar. ¿Perderse para encontrar el fin?

-Bien...- su voz rompió la tensión -Soy un amo de dragones y ahora, un dragón- clavó sus ojos en las mujeres frente a él -He viajado a lugares que no podrían imaginar- la pequeña ninfa estaba sentada en su regazo, ya que cabían muy apretados en esa cocina -Pero perderme para encontrar algo o un nuevo destino...- chasqueó la lengua con burla -Es lo más absurdo que he escuchado en mi vida- cruzó sus brazos.

La chica sentada con él, lo miró.

-Eres un impertinente, Elliot- lo desafió con la mirada -Nada en este mundo tiene lógica. Es un lugar literario o al menos, eso era lo que creíamos hasta que supimos la verdad sobre Lilith- puntualizó -Si tu abuela dice que hay que perdernos para encontrar el fin, es porque es cierto- él no dijo nada, sólo le sostuvo la mirada.

-Eres igual de terca que todas ellas, sin ofender- señaló con su mano a las cuatro mujeres ahí -Pero es cierto, alguna razón hay detrás de todo esto-

-Si- afirmó la hechicera -Al fin de cuentas, esto no era un mundo literario...- bebió un poco más de té para causar suspenso -Este es el reino de Lilith, su dimensión. Entonces, la única manera de regresar a casa, es perdernos- pensó un poco más antes de continuar -Pero no, literalmente. Creo que, debemos descifrar un par de pistas para encontrar la salida de aquí. Como las protagonistas de este "libro"...- hizo la seña de comillas al decir lo último -Ellas además de buscar tesoros perdidos, estaban obsesionadas con encontrar el fin del mundo-

Aún seguían sin comprender. Aunque, ya tenía un poco más de sentido todo.

-Es perdernos en un mar de ideas, pistas o hipótesis confusas, para encontrar el fin y así, realizar un salto de fe- agregó su hermana -Tenemos que encontrar el fin de este mundo y saltar desde ahí, para volver a casa. Es la única certeza que tenemos hasta el momento con Dea o que recordamos sobre la historia original, más bien-

-Bueno- su hija, al fin, comprendió todo -No se diga más...- frotó sus manos con entusiasmo -Preparaté para volar, Elliot. Volveremos a casa-

-Hoy no, Ivi- su padre estaba sentado en la encinera -Fueron más de tres semanas muy estresantes para mi- sopló todo el aire de sus pulmones -Quiero ir al río, relajarme un poco y después, largarme de este maldito lugar-

-Secundo la moción con toda violencia- su amigo, le golpeó el hombro con fuerza -Lo lamento por aquellos que no saben nadar y el pavor que algunos le pueden tener al agua- las miró, lanzándoles una terrible indirecta -Pero, quiero paz- juntó sus manos como si fuera una plegaria -Por una vez, quiero paz-

Necesitaban respirar un tiempo. Necesitaban vivir tranquilos por unos días, ya que, no solo respirar, es vivir.

-Estoy de acuerdo, ¿Tú qué dices Dante?- descansó su brazo en el hombro de él -Nos haría bien sentir un poco de tranquilidad, ¿No creés?- miró a su hijo que asintió. Él también iría.

-Con pescar un poco soy feliz, Seth- aseguró -Fue un viaje muy largo, necesitamos esto- chocaron puños -Es más, ni siquiera sabemos si realmente necesitamos volar para volver- indicó - Tendríamos que investigar un poco más a fondo, antes de despegar hacia la nada-

-Muy Bien, me encanta la idea- su esposa se levantó, estirando su cuerpo -No voy a ir al río, pero iré a recorrer- inspiró profundo el aire que ingresaba desde la ventana -Tú sabés, el ambiente del río no va conmigo-

-Voy contigo- su prima entrecruzó sus brazos - Según el señor Hatake, este lugar, es una aldea de ninjas-

- Adiós, Elliot- se incorporó de un salto -Que tengas un lindo día en la rivera- lo besó en la mejilla -Me voy con tu madre y la mía a recorrer un poco- él asintió, sonriendo -¿Ustedes vienen también, abuelita?- señaló en dirección a ella, pero ya no estaba -No están- la alquimista tampoco estaba -Ni hablar, nos vamos-

Las tres salieron de allí, para conocer un poco más antes de partir. Mientras que, los hombres, se quitaron sus camisas o cualquier clase de equipo que llevarán encima, buscaron bebidas alcohólicas por todo el lugar, un par de cañas y se encaminaron hacía el río.

- Así que, esta aldea pertenece al País del Fuego- caminaban con su hermana aferrada de los brazos -Debe ser un lugar enorme-

-Si, cuando llegué aquí, conocí a un grupo de personas que me dijeron dónde estaba- comentó.

-Y ahí pudiste recordar cómo termina todo esto, ¿No?-

-Si, por suerte si- se detuvo un momento - Mira, ellos son de quiénes te hablé- señaló a unos sujetos cerca -¡Itachi!- él volteó al escucharla.

-Por todas las fuerzas de la naturaleza- murmuró con la mirada fija en él -Es... Es...Dioses benditos- tartamudeó, bajando la mirada.

-Si, lo sé- asintió a su lado -Es terriblemente atractivo- Tragó saliva -Oh, cielos...- apretó el brazo de ella con fuerza -Neji está con él y vienen hacía aquí -

-El destino nos odia- miró el firmamento sobre ellas -¡Maldita Lilith! ¿¡Cómo pudo crear seres así!?- reclamó a la nada -¡Hola!-

Exclamó turbada, observando a los dos hombres frente a ella.

-Gaia, controlate - susurró, acalorada -Hola, chicos tanto tiempo, ¿Cómo están?-

Nunca, ninguna de las dos a lo largo de los años, habían visto a dos hombres como ellos. Ambos eran altos y en buena forma, obviamente, producto de un continúo entrenamiento. Itachi era moreno, de ojos oscuros como la noche y su cabello era largo, ordenado en una coleta tras la nuca. Neji era castaño, su cabello le llegaba a la cintura en largos mechones con una cinta que unía sus puntas y sus fantásticos ojos, parecian grises como la luna llena de marzo o de un color malva, si los mirabas bien. En simples palabras, hombres tan perfectos que sólo los dioses podían crear. Vestían uniformes muy bien equipados, eran negros y llevaban protección en tonos grises en las extremidades y el pecho, además de espadas o katanas que cruzaban en su espalda.

-Bien- contestó serio, mirando a la pelirroja a su lado -¿Tu hermana?- apuntó.

-Si, Itachi. Es ella- dirigió sus ojos al otro sujeto -¿Cómo estuvo la vuelta a casa, Neji?-

-Algo complicada, tú sabés...- sonrió con arrogancia -Pero era una misión ANBU, no puedo quejarme- cruzó sus fuertes brazos -Neji Hyuga-

Estiró una mano a la otra muchacha que la estrechó.

-Gaia Curtis, un placer-

-Itachi Uchiha- él también hizo lo mismo que su compañero -Encantado- sus ojos cambiaron al color de la sangre con solo tocarla y ella, apartó su mano como si le quemara -Lo siento, no quise asustarte-

Se disculpó. Fue algo involuntario. Jamás le había sucedido algo así.

-No te preocupes, yo también puedo hacerlo-

Juntó sus manos, sus ojos cambiaron y transmutó hielo en un simple chasquido.

-¿Qué clase de ninja eres tú?- preguntó el otro hombre -¿Ninjutsu de agua?-

- ¿Ninju...? ¿Qué? ¿Ninja yo?- tocó su pecho, confundida -No, alquimista-

-¿Alquimista?- cuestionó, un perdido Itachi.

-Si, alquimista...- señaló a su hermana -Hechicera...- se señaló a si misma -¿Magia y alquimia? ¿No hacen eso por aquí?-

Ella les enseñó las chispas en sus manos, moviendo sus dedos con delicadeza, producto de la magia del silencio que manipulaba.

-Pues, no. Pensamos que, lo que hacías con tus manos, era un tipo jutsu médico- respondió el Hyuga, igual que su compañero -Byakugan- dijo y sus ojos tomaron un aspecto extraño, venas muy gruesas los rodearon -No tienen chacra, Uchiha- aseguró.

-Lo sé...- entrecerró su mirada, observándolas -El Sharingan me lo enseñó- acercó su rostro a unos centímetros del de la alquimista -Que hermoso y extraño es lo que ven mis ojos-

-Bien- arrugó su ceño, al sentir invadido su espacio personal -Esto es raro e incómodo - aferró su brazo con el de su hermana -Fue un placer. Pero ya nos vamos- su sinceridad los encontró con la guardia baja -Diles adiós, Dea-

-Me alegró el volver a verlos y que se encuentren bien, chicos- se despidió moviendo su mano y emprendiendo su andar -Nos vemos- su hermana, ni siquiera volteó -Despacio, Gaia- reclamó -¿Tienes hambre?-

-Si y mucha- alcanzaron a escuchar ellos, sin apartar sus extrañas miradas -¿Qué se come aquí?-

-Pues, según me dijeron- estaban doblando una intersección -Comen algo llamado ramen-

Las perdieron de vista.

-¿Quieres comer un espantoso ramen, Uchiha?-

Preguntó al compañero a su lado.

-Siempre-

Respondió y emprendieron su camino saltando tejados.

-¡Alpha!- estaba aterrada, su lobito escapó de sus brazos y lo perdió de vista -¡Dioses! ¿¡Dónde está!?-

La angustia que sentía, era enorme. Era muy pequeño y travieso, podría estar en cualquier lugar o peor aún, alguien podría apropiarse de él y jamás volver a verlo.

-Tranquila, hija- su madre la sostuvo de los hombros -Lo encontraremos, tranquila-

-Si- su tía Ivi miró alredor, buscando algún rastro -Mira...- se acercó a un poste de luz y levantó unos cabellos blancos -Se fue por aquí...- observó un poco -Y hay huellitas-

-¡Oye! ¡Pequeño ladrón!- escucharon gritar a un muchacho -¡Nadie se come mi ramen!-

-¡Naruto!- exclamó la voz de una chica -¡Es un cachorro, déjalo en paz!-

-¡Era mi ramen, Sakura!- reclamó él.

-¡Tú!- La pequeña ninfa se posicionó frente a él, para defender a su cachorro que llegó a los brazos de su madre -¡Deja a mi cachorro en paz!-

-¡Se comió todo mi ramen!-

Él era alto, su cabello era rubio y corto, su ojos azules, vestía una casaca negra y pantalones naranjas, su brazo derecho iba vendado desde los dedos al hombro.

-¡Me importa un bledo!- le sacaba más de una cabeza de altura -¡Pero es mi cachorro y no lo lastimarás!-

-No quería lastimarlo- rascó su nuca, nervioso - Sólo quería conversar con él- lo miró escéptica -Para que pagara mi ramen-

-Eres un idiota, Naruto- dijo la chica de cabello rosa y ojos verdes junto a él -Lo siento tanto, es que a mi amigo le gusta mucho el ramen-

- ¡Discúlpate con Alpha!- apuntó con su dedo al chico frente a ella -¡Discúlpate!-

-¿Perdón?- pronunció, desconcertado.

-No a mi, a él- señaló al cachorro.

- Discúlpate con el cachorro, inútil-

Mencionó un chico de cabello negro y despeinado, que se detuvo a su lado. Vestía completamente de negro y gris. Era sombrío, al igual que sus ojos oscuros.

-No no haré, Sasuke- se cruzó de brazos, desviando la mirada -Que se disculpe él por comerse mi ramen-

Ella abrió su boca para refutar, pero la interrumpieron.

- Está bien...- detuvo la posible disputa de ambos -No es necesario que te disculpes, Naruto- miró al susodicho -Ese es tu nombre, ¿Verdad?- Él asintió.

-Si, Ivi tiene razón. Alpha está bien, Deni- se lo entregó a ella -Lo encontramos más rápido de lo que pensamos- observó a los tres jóvenes con ellas -Para compensar lo que el pequeño hizo, los invitamos a comer ese tal ramen del que tanto hablan- propuso -¿Qué dicen?-

-Tú me caes bien y tú también- dijo con entusiasmo el chico rubio, señalándolas a ambas -Tú no- apuntó a la dueña del cachorro.

-No me interesa- refutó ella -Pero tienen razón, hay que pagar los daños- dirigió sus ojos a los demás -Soy Denisse y ellas son Eyra e Ivi- las presentó a las tres.

-Soy Sakura- respondió la joven -Naruto y Sasuke- señaló y sonrió -Disculpen este mal entendido-

En ese lugar, las personas se caracterizaban por tener nombres extraños. En realidad, todo era extraño, los edificios, las casas, las calles, la comida, la gente y los animales. Todo lo era.

-No hay problema- agregó la cazadora moviendo sus manos indiferente -Tú nos guías, Naruto-

- Será un placer, señoritas-

Ofreció sus brazos, los cuales ellas tomaron, guiándolas al puesto de ramen.

-Idiota-

Murmuró el otro chico, mirando a su amigo con fastidio.

-Estoy de acuerdo-

Formuló ella, asintiendo.

-Ya vámonos, antes de que nos meta en problemas-

En completo silencio y siguiendo las indicaciones de la muchacha, siguieron a los demás.

-¿¡Puedes dejar de mirarme así!?- golpeó con su palma la mesa en dónde él estaba -¿¡Qué te traes, Uchiha!?-

-Mi nombre es Itachi- respondió él -No sé de qué hablas, alquimista. No estaba mirándote-

Era una vil mentira y él, lo sabía. Tenía curiosidad en aquellas dos muchachas que no portaban chacra y hacían cosas extrañas con sus manos.

-Itachi, por favor- intervino su compañero -Ella tiene razón, la estás mirando desde que llegó aquí- la hechicera se sentó frente a él -¿Qué quieres comer, Dea? Yo invito-

Dejaron a los otros dos enfrascados en su duelo de miradas.

-No sé...- dejó el menú sobre la mesa -No entiendo lo que dice aquí- miró la comida de él -¿Tú qué pediste?-

Se veía muy colorida y llamativa.

- Es ramen...- revolvió un poco su plato -No es mi favorito pero, deberías probarlo-

-Eso haré- mencionó con entusiasmo -¡Un ramen para mi por favor, señor!- pidió al hombre detrás del mostrador del lugar -Gaia, ¿Tú qué quieres?-

-Escúchame bien, Uchiha-

Dijo y se sentó frente a él, quitándole la pieza de pan que tenía en la mano.

-Itachi- corrigió.

-Lo que sea- refutó con indiferencia -Quiero que dejes de mirarme de la manera en que lo haces- masticó molesta el pan en su boca -No me importa quién seas y que tengas esos ojos de ensueño que hacen caer a las mujeres de rodillas- siguió, sin darle el derecho a defenderse -Es más, te confieso que cuando te ví, fui una de ellas- él dió un pequeño brinco de sorpresa -Lilith fue muy generosa contigo al momento de crearte y tengo que admitir que, hizo justicia en ese hecho- su hermana no sabía que hacer con su anatomía y esconder la vergüenza que sentía -Pero el encanto terminó y quiero que dejes de mirarme de esa forma, ahora-

-Dama del Caos dame paciencia- murmuró, cubriendo su rostro -¡Gaia! ¡Por todos los dioses! ¡Ese ataque de verborragia fue demasiado e indigno de ti!- la miró severa -¡Tendría que darte vergüenza! ¡Porque eso es lo que yo siento en este momento!-

-¿Vergüenza a mí?- se defendió -¡Vergüenza a él!-

Una estridente carcajada salió de los labios del hombre que ella acusaba. En su vida le había pasado algo así, ¿De dónde salió esa loca mujer con una lengua tan afilada?

-Esto es un milagro- murmuró el Hyuga a la chica frente a él -Itachi Uchiha nunca ríe-

-Mi hermana está loca y afecta de sobremanera el comportamiento de los demás, ignorala-

Miraron de reojo a los implicados en esa discusión unilateral y según podían ver, todo estaba solucionado.

-¿Quieres ramen?-

Ofreció, después de dejar de reír y mirarla con una gran sonrisa.

-Si, gracias- le entregó el tazón frente a él -Estoy hambrienta- indicó, como si nada hubiera pasado entre ellos hace unos instantes -¿Tú no comerás?-

-No me gusta el ramen-

Tomó un sorbo de la bebida en su vaso.

-Bueno, pero yo lo pagaré- miró el contenido de su monedero -Dea, ¿Tienes dinero?-

Metió la mano en su bolsillo, el cual, estaba completamente vacío.

-Ni un quinto- negó con la cabeza por su descuido -¿Quizás las chicas estén por aquí?- miró alrededor buscando a alguien familiar -Bueno, no las veo- apretó sus labios y una solución rápida atravesó su mente -Lo tengo- cerró sus ojos, apretó las manos en puño junto a su pecho y se concentró por un instante -Ya viene- aseguró al abrir los ojos y seguir comiendo.

-Me lleva...- se incorporó de su lugar -Permítanme- corrió la cortina delante de ella, llevó dos dedos a su boca y silbó a todo pulmón -Asunto arreglado- volvió a tomar asiento.

Los dos hombres con ellas, no entendían nada, sólo cruzaron una última mirada y se negaron a pronunciar palabra por temor a la demencia. Esas chicas eran, realmente, de otro mundo.

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