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Los Akatsuki

-¿Qué les pasó a ustedes?-

Preguntó Kakashi Hatake, al grupo de personas que ingresaron al puesto de ramen al día siguiente. El estado de todos ellos, era deplorable. Signos de una batalla reciente, adornaban sus rostros.

-Akatsuki-

Respondió el vidente, cargando a su esposa en brazos y con un gesto extraño.

-¿Podemos sentarnos, Kakashi?-

Preguntó el cazador, con la otra integrante del grupo, dormida o desmayada en su espalda.

-¿Qué le pasó a ella?-

Apuntó a la chica inconsciente, ya que su hermana se veía de buen humor y hambrienta.

-Nada, está dormida- respondió ella -Siempre se duerme en cualquier lugar. Es un don que tiene- le acarició los cabellos -Gaia, despierta- se encontraba con la cabeza colgando hacía atrás, sentada sobre el regazo de su esposo, roncando -Gaia...Hay ramen-

-¿Ramen?- abrió los ojos de golpe al escucharla -Yo quiero- el hombre con ella, sonrió y la besó en la mejilla -Basta, tu barba me pica, Keilot- lo alejó de ella con una mano -Hola, Kakashi-

-Hola- saludó, leyendo un pequeño libro amarillo en sus manos - Así que, tuvieron un amistoso encuentro con Akatsuki en el sendero, de la vida- dijo irónico.

-Si, así es- respondió -Nos encontramos con Hidan y su compañero...- chasqueó los dedos intentando pensar -¿Cómo se llamaba, Keilot?- apuntó a su amigo con los palillos -Ese, el de la sonrisa cocida-

-¿Kakuzu?- él asintió - Parecía un títere de trapo, hermano- ambos rieron y Kakashi sonrió, levemente -Cuando ellas lo vieron- apuntó a las hermanas con lágrimas en sus ojos de tanto reír -Gritaron como jamás las había visto gritar en mi vida-

Golpeó la mesa de la risa, al igual que él, después de ahogarse con su ramen. Lloraban, literalmente por eso. Todo fue tan absurdo que, recordarlo, les sacaba las mejores carcajadas.

-En nuestra defensa...- mencionó la hechicera, entrecerrando los ojos y haciendo muecas para no reír -No es nuestra culpa tenerle miedo a los títeres de trapo- mordió su lengua. La risa le estaba quemando la garganta -Era...Extraño, grande y atemorizante- culminó.

-Si, eso- siguió su hermana, evitando explotar a carcajadas -Ese hombre de verdad que parecía un títere humano- ahogó una risa - Quizás nuestra reacción fue un poco exagerada, pero ustedes saben...- no sabía cómo terminar la frase, sin que sonora a algo estúpido -Menos mal que no era un payaso- justificó.

Eso era todo. Rieron a más no poder. No sólamente le tenían terror a los titeres de trapo, los payasos, las ponían a llorar. El señor Hatake, en toda su vida, había visto a personas reír de esa manera después de enfrentarse a los Akatsuki.

-¿Quieren contarme que fue lo que pasó?- cerró el libro y lo dejó sobre la mesa, prestándoles total atención -Por lo que veo, fue un enfrentamiento muy interesante-

-No tienes idea, Kakashi- el cazador le apretó un hombro -No tienes idea- negó con una enorme sonrisa.

-No sólo eso...- continúo su amigo, revolviendo su ramen -¿Por qué no nos dijiste que Akatsuki trabajaba para tí?- puntualizó -No me mires así, no soy un espía, soy un vidente- aclaró, cuando lo miró sorprendido -No hay nada que puedan esconder de mi-

-Porque eso nadie lo sabe- susurró por lo bajo - Sería contraproducente para todos- le dió a entender que mantuvieran la boca cerrada -Creo que no tengo que decir mucho al respecto-

-Nuestros labios están cerrados, Kakashi- aseguró él - Confía en nosotros-

-Si...- la alquimista tragó para hablar más claro -Nadie sabrá sobre el trabajo de Itachi con ellos-

-Gracias- asintió con la cabeza -Ahora, ¿Quién hará los honores de contar la historia?-

Todos miraron a la hechicera del grupo que era una gran narradora.

-Ya que...- se limpió los labios con una servilleta, a diferencia de su hermana, que lo hizo con la mano -Todo comenzó esta mañana, cuando decidimos separarnos de los demás, para sondear el terreno antes de partir hacía el Valle del Fin...-

Se levantaron con el sol, bueno, tres de ellos, ya que una persona por demás dormilona, no daba un paso sin arrastrar los pies.

-Keilot...- dijo con desgano y poca energía -Cargame-

Estiró los brazos hacia él con los ojos cerrados.

-Amor...- la sostuvo de los hombros para que no cayera -Tienes que despertar- levantó su rostro con dos dedos -No puedo estar cargándote todo el tiempo-

-Lai- pidió ella, en el mismo tono anterior.

-Ni se te ocurra- amenazó su hermana, apuntándolo, viendo la intención en él -Tú eres el único que puede interpretar el mapa- aseguró -Y no puedes distraerte cargándola-

-Dea, está muy cansada- respondió suspirando -Estuvo toda la noche en el tejado, lamentándose por Hada-

-No es una niña- se acercó a ella -Gaia...Necesito que despiertes, hermanita- la zamarreó un poco - Sé que lo de Hada te afectó mucho pero, ella ahora, le pertenece a Itachi y a Sasuke...- su hermana dormitaba, escuchándola - Sabías que iba a doler cuando el día llegará, pero fue tu elección - indicó, peinándole el cabello -Ahora, despierta y muévete-

-Si, hermanita. Tienes razón- sonrió sin ganas, estirándose - Oigan, hace rato que estoy pensando en esto y no se los he dicho- fregó sus ojos -¿No les parece extraño que...?- bostezó -¿Qué este mundo no se haya destruido o dejado de existir cuando matamos a Lilith?-

Se detuvieron de golpe, ninguno de ellos había pensado en ello. Excepto, su hermana, por supuesto.

-Tienes razón- dijo ella y bajó la mirada, apretando el puente de su nariz -Desde que recuperé mi alma que estoy pensando en eso...- observó a las tres personas con ella -Lo que no entiendo es, ¿Por qué rayos seguimos aquí? Tendríamos que haber vuelto-

-Los conjuros de los dioses o demonios, no son así, preciosa- él era un vidente, sabía de lo que estaba hablando -Ellos no se manejan como nosotros los mortales-

-A menos que...- le tocó el turno a su amigo de hablar -Que no esté muerta...- puntualizó -Es probable que no lo esté- caminó de un lado a otro tratando de pensar -Estoy seguro de que no fue a Lilith a la quién mataron, sino, nada de esto tendría sentido- señaló el entorno.

-No, nada de esto lo tiene- dijo una voz entre las sombras -Este mundo le pertenece al Dios Jashin-

-¿Jashin?- volvió a preguntar, perdido -¿El Dios de la Muerte?-

Ignoraron por completo aquella voz. Tenían algo más importante en que pensar, no podían perder el tiempo en pequeñeces. Luego les prestarían la debida atención a sus intrusos inesperados.

-Entonces sí, matamos a Lilith- aseguró su esposa -Esa maldita...- golpeó su puño contra su mano -¿A dónde nos trajo?-

-Este no es su mundo- indicó su hermana -Es el mundo de Jashin, su hermano- se iluminó -Lo había olvidado por completo, Lilith tiene o mejor dicho, tenía un hermano-

-Eso lo explica todo...- mencionó su esposo -Eso explica el porque ella podía manipular el entorno y además, el porque el pacto que Denisse hizo con la Diosa del Mar, se rompió- dos sujetos aparecieron delante de ellos con porte arrogante, pero los ignoraron -Un momento, ahora estamos con ustedes...- les habló levantando un dedo y dándoles la espalda, cuando intentaron hablar. Eso jamás lo esperaron -Bien, como les decía...- se dirigió al grupo de nuevo - Según lo que he leído al respecto, cada uno de ellos, los dioses- relató -Maneja un mundo, plano o dimensión...- formó pequeñas figuras en sus manos de los diferentes planos o dimensiones del universo -Nosotros actualmente, estamos aquí, en la dimensión espejo- señaló un plano paralelo al de ellos -Eso significa que, todo lo que suceda en nuestro mundo, no afecta al otro y viceversa-

-Entiendo...- dijo la alquimista -Entonces, si volvemos a casa, ¿La historia de Denisse y Elliot no podrá continuar?-

-No sabría decírtelo con exactitud, Gaia- informó -Eso lo sabremos al regresar...- llevó una mano a su barbilla tratando de sacar una nueva conclusión, hasta que la obtuvo -Creo que el Dios de la Calamidad tiene que ver con eso-

-¿Yato?- cuestionó su amigo, descansando en un árbol con los brazos cruzados -Tiene mucho sentido, Lai- volvió a asegurar, divagando en su mente -La Diosa del Mar y él, fueron amantes hace siglos-

El Dios de la Calamidad, aquella deidad de hermosos ojos azules, cabellos negros y aspecto joven, había llegado a sus vidas de improvisto, con su personalidad infantil, distraída y un poco ingenua. Pero aun así, a pesar de todos sus defectos y virtudes, anhelaba con todo su ser poseer un santuario con millones de seguidor es y esperaban que, algún día, ese inmenso sueño se hiciera realidad.

Las mujeres con ellos los escuchaban conversar con atención, sin omitir palabra. La verdad, es que, no habían pensado en esa posibilidad. Por otro lado, los dos sujetos presentes, no sabían si irse o quedarse, ya que fueron olímpicamente ignorados. No sólo eso, no habían volteado ni un segundo en su dirección, mientras mantenían esa conversación. No les quedó otra que esperar y ver qué más pasaba.


-Si- asintió el nombrado -No nos olvidemos que, Elliot lo conoció en una isla cerca de Shamballa, cuando vagaba malherido en ese lugar y lo ayudó sin contemplaciones o pedirle algo a cambio- apretó sus labios en una pequeña línea y entrecerro los ojos -Él le prometió que, sin importar nada, le devolvería el favor-

Por fin, todo tenía un poco más de sentido, al menos, en lo que respecta a la triste historia de Elliot y Denisse. Era como un bálsamo dentro de tanto caos e incertidumbre. Ahora, sólo quedaba pensar en como harían para salir de aquel lugar y regresar a casa.

-Yato es un buen Dios, aunque poco valorado- el otro hombre se acerco a él y apretó su hombro -Es un gran amigo, quizás él los haya ayudado intercediendo por nosotros ante la Diosa del Mar-

Dieron por finalizada la conversación, asintiendo a la par. Esperaban que eso, realmente, hubiera pasado.

-Momento...- volvió a decir, regresando al punto anterior. Era mucho por procesar en tan poco tiempo -Esto es metafísica pura...- observó a todos, expectante, soltando a su amigo -¡El libro era un portal!- exclamó.

-¡Si, Keilot!- indicó su cuñada con la misma efusividad -¡Era su puerta de entrada y como estamos hablando de una dimensión lineal...!- pensó un momento -¡El Valle del Fin, es la puerta de salida!- aseguró, chocando palmas con él -¡Lo hicimos! ¡Encontramos como volver de manera segura!- rió con ganas. Ya no era una especulación, era real -¡Somos asombrosos!- expulsó el aire de su sistema -Muy bien. Ahora, lo pronto- volteó hacia los dos hombres allí -¿Qué quie...?-

No puedo terminar, se horrorizó al ver a uno de ellos que cargaba un saco sobre su hombro. Al igual que su hermana, que gritó aterra a los cuatro vientos. Las dos gritaron como si fueran niñas muertas de miedo.

-¡Keilot! ¡Un títere de trapo! ¡Un títere de trapo!- lloriqueó, subiéndose a la espalda de él -¡Mátalo! ¡Mátalo!-

Lo apuntó con su dedo, ocultando el rostro en su espalda. Hidan, uno de ellos, los observó incrédulo. ¿Acaso habían confundido a Kakuzu, su compañero, con alguno de los títeres de Sasori? ¡Nah! Le daba igual. Había herejes a quién matar.

-Lai...- estaba paralizada, observando a ese hombre a la cara - Ayúdame...- habló por lo bajó sin apartar la mirada -Es muy grande, tengo miedo...No quiero verlo- cubrió sus ojos con las manos temblorosas.

Él la apartó con cuidado, ocultándola detrás. Podían verla temblar. Le tenía terror a los títeres de trapo y ese gigantesco hombre, enfundado en una capa negra y nubes rojas, parecía uno.

-¿Quiénes son ustedes?- cuestionó firme el cazador.

-Soy Hidan el inmortal y este hombre tan atractivo, es Kakuzu, el zombie- sonrió con arrogancia -Somos de Akatsuki...- llevaba una oz de tres filos sobre su hombro -O como todos nos conocen, el dúo zombificado-

-¿Qué clase de nombres son esos?- preguntó el vidente a los dos. Ellos no respondieron -Además, si están buscando a Kakashi, es mejor que sigan su camino-

Una visión, le había revelado la relación que tenían con el jefe de la aldea. Los Akatsuki, eran aliados, trabajaban para él desde las sombras.

-Tú eres la bruja hereje, ¿Verdad?-

Indagó el tal Hidan, señalando a la chica detrás de él, ignorando sus palabras.

-¿Disculpa?- mencionó ella, consternada -¿Me estás hablando a mí, hombre apuesto y arrogante?- se señaló el pecho, indignada -¿Acaso acabas de decirme bruja?- rectificó, irónica.

Esperaba haber escuchado mal, ya que si sus palabras eran ciertas, ese hombre iba a terminar en una tumba y sin cabeza.

-La quiero a ella- dijo su compañero, señalando a la otra muchacha -Es fuerte y vital. Me darán una buena suma por ella en el mercado-

-¿Qué dijiste?- bajó de la espalda de su esposo hecha una furia -¿Qué creés que soy, muñeco de trapo?- el miedo se había ido de su sistema -A mí nadie me vende como una mercancía barata-

Juntó sus manos produciendo chispas. Pero él fue más rápido y arremetió contra ella. Aún así, no pudo tocarla, Keilot despertó su espada y lo enfrentó en un violento choque que lo lanzó lejos.

-¡Dea! ¡Cuidado!-

Lai la empujó a un lado, cuando Hidan intentó atacarla con su guadaña. Interceptando el posible impacto con un puñal. Ese sujeto era fuerte, pero no permitiría que le tocara un solo cabello a ella.

-¡Hey!- habló este -¿Puedo maldecirte hasta saciarme?- preguntó arrogante.

-Vete al diablo- lo alejó con telequinesis -Keilot, ¿Estás bien?- su amigo estaba incorporándose del suelo.

-Si, ahora sé lo que siente un balón al ser lanzado- aún conservaba el sentido del humor, eso era bueno -No dejaré que te lleves a mi esposa- advirtió a Kakuzu - Tendrás que matarme primero-

-No será problema- extraños hilos negros salieron de su cuerpo -Necesito otro corazón y el tuyo, me dará muchos años de más vida-

Dió un paso, pero no pudo continuar. Intensas llamas rojas rodearon su cuerpo, en un instante. Era alquimia, alquimia de fuego y muy poderosa, al igual que su portadora.

-No lo tocarás - ella chasqueó los dedos y más fuego salió de ellos -Te metiste con la persona equivocada, maldito- volvió a hacer lo mismo, una y otra vez -Parace que no quieres morir, desgraciado-

Lanzó un golpe hacía ella que, esquivó de milagro, aún con su cuerpo envuelto en llamas. Pero, no pudo esquivar el segundo embate. Su esposo se interpuso, recibiendo el duro impacto que, los envío contra un árbol cuando la abrazó. Él quedó inconsciente en el acto. Ella estaba bien, reincorporándose, a pesar del dolor.

-¡Suficiente!- una explosión de destellos rojos remeció el lugar -¡Yo te voy a maldecir a tí, desgraciado!- gritó furiosa, cuando el cuerpo de Hidan cambio por completo -¡Eres un monstruo que se creé un dios!- había conseguido herir a Lai y pretendía hacer un ritual vudú con su sangre, para matarlo. Su enfrentamiento, había sido sádico -¡Qué inmortal, ni que nada!- le lanzó un hechizo alejándolo de él con sus ojos cambiantes -¡Hoy te mueres!-

Lo mismo hizo con su compañero, cuando intentó acercarse a los demás después de lanzarlos por los aires.

-¡Gaia!- gritó, llamándola.

El suelo tembló bajo sus pies. Ella también estaba iracunda. Podía sentirse en el aire y en los elementos que los rodeaban. Esos dos hombres, habían desatado el caos e iban a pagar.

-¡Drag Slave!-

Ordenó y la nombrada, transmutó un arco en cuestión de segundos.

- Más negro que la oscuridad...Más rojo que la sangre-

Tensó la cuerda del mismo, apuntando a los dos objetivos.

-Y así fue, como la mitad del bosque quedó destruido después de lanzar el hechizo- finalizó su extenso relato, como si nada, a un shokeado Kakashi Hatake -Lo último que supimos de Hidan y Kakuzu, es que, se despidieron el uno al otro con un fuerte abrazo-

Comentó, fingiendo tristeza y haciendo un mohin.

-Eso no es cierto, Dea- su hermana rió, empujándola - Sabés bien que, Hidan gritó antes de que el hechizo llegara "Jashin voy por tí", muerto de miedo y casi llorando- rememoró entre carcajadas -Aunque debo admitir que, Kakuzu, se mantuvo incolume hasta el final-

Esas chicas, definitivamente, eran peor que cualquier Akatsuki.

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