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Aquel paseo sin retorno

-¡No puedo creer que hayan hecho una cosa así!-

Exclamó. Sus hijas estaban muy molestas y caminaban delante de ellos, de un lado a otro.

-¡Si! ¡Eyra tiene razón!- dijo igual que su prima -¡No puedo creer que no nos hayan invitado para la pelea en el bar!-

Las sonrisas de todos al escucharla, fue inevitable.

-¡Ivi!- volvió a hablar con reproche -¡Ese no es el punto aquí!-

-¿No?- respondió confundida.

-No- aseguró -El punto es que, no tenemos que llamar la atención- hizo un ademán, dando a entender la situación.

El estado de las personas que se encontraban en esa habitación o al menos, cuatro de ellas, era desastroso. La noche anterior, se habían enfrentado a puño limpió con un par de mercenarios y prostitutas que quisieron pararse de listos. Por poco y terminaban detenidos, cuando los soldados del reino irrumpieron en el lugar.

-En mi defensa...- indicó la alquimista -Esa estúpida, se lo merecía- cruzó sus brazos, mirando en otra dirección -Lo mismo que esos idiotas que quisieron robarles a ellos- señaló a los dos hombres detrás.

-Si- secundó su hermana -¿¡Quién se creé que es para llamarme mujerzuela a mí!?- se señaló a si misma, tocándose el pecho con una mano -No me arrepiento de nada-

-¡Bien!- frotó su frente -¡Yo ya acabé aquí! ¡No puedo con esto!- nunca podía discutir con ellos -¿Dónde está Denisse, mamá?-

Él lobito de la nombrada dormía, tranquilamente, sobre una de las camas de la habitación.

-Salió a volar con Elliot- respondió ella.

La cara de todos, se descompuso.

-Prometieron no alejarse demasiado- indicó su hermana.

-Está bien- con los ánimos ya calmados, decidieron hablar de otra cosa -¿Tienen alguna idea de cómo volver a nuestro mundo?-

Se miraron entre ellos, buscando una respuesta al asunto.

-Si, en realidad, Seth y yo, estuvimos pensándolo- dijo su esposo -Y creo que, tendremos que...-

No pudo terminar de hablar, la puerta de la habitación se abrió de golpe y por ella, ingresó el amo de dragones sosteniendo el lado derecho de su abdomen, dónde podía apreciarse una enorme y profunda herida. No sólo eso, tenía clavada una gigantesca astilla en su hombro izquierdo. Además de múltiples quemaduras en su cuerpo y rostro. Lo habían atacado.

-¡Elliot!- gritó su madre, horrorizada, acercándose a él -¡Hijo!-

Apenas podía mantenerse en pie.

-Se la llevaron...- explicó entre quejidos -Se llevaron a Denisse...- a cada paso que daba, se ponía peor -Nos atacaron en pleno vuelo...- gruñó de dolor e impotencia -No pude hacer nada-

Sangre salía de su boca, dejando un enorme rastro a su paso.

-No...no...no- estaba histérica -No hables...- intentó calmarlo -No es tu culpa, cariño- era consciente de la gravedad de sus heridas -¡Ayúdenme!- ordenó a los demás -Ivi...- estaba ida, mirándolo impactada e intentando quitarle la astilla del hombro con sus manos -Ivi, hija... Dame espacio- no quería moverse, no quería separarse de él, aunque se llenara de sangre -Seth- le dió una orden silenciosa con la mirada y él, la apartó -Estará bien, lo prometo- le acarició su rostro ausente -Dea, Eyra y Lai, necesitamos magia de curación aquí- se prepararon para cuando sean necesarios -Dante, necesito vendas y agua caliente- comenzó a romper sábanas en largas tiras y luego iría por agua -Keilot, ayúdame a recostarlo y sostenlo con fuerza, que no se mueva- él obedeció, ayudándolo a recostarse en el colchón más cercano -Esto dolerá, cariño- aseguró, mirándolo a los ojos -Pero tengo que hacerlo-

Él asintió dispuesto a todo y arrancó la astilla de su hombro de un tirón. Mientras ella, juntaba sus manos, acumulando toda la energía de su cuerpo para convertirse en una piedra filosofal. Cuando sintió que ya era más que suficiente, después de un espectáculo de luces azuladas y círculos de transmutación en todo su cuerpo, las posicionó sobre él, que se retorció de dolor y agonía, como nunca antes. El sufrimiento era insoportable e inhumano, pero al menos, la sangre dejó de brotar de sus heridas.

Miró a su hermana, cuando él se desmayó, dándoles a entender que era su turno. Ella se apartó para sostener su nariz que sangraba horrores, pero su parte, ya estaba hecha. No podía aplicar más alquimia, sin producirle un mayor daño a nivel celular en su cuerpo.

-Eyra, Lai...Nos toca- dijo ella, acercándose -Te doy vida-

Era el hechizo de curación más poderoso que conocía e iba a darlo todo. Hasta agotar su magia, si era necesario.

-Resurección-

Pronuncio él. Sin apartar la vista de ese inconsciente muchacho.

-Curo las cicatrices del declive- hizo lo mismo que los demás, pero ella, miraba la consternación en la cara de su prima -Vamos, mi príncipe- Murmuró, mirándolo, al fin - Tú puedes, eres un amo de dragones-

Después de un tiempo eterno, todo terminó, él fue curado, vendado y estabilizado. Pero aún así, los poderes de todos quedaron diezmados.

-¿Cómo está, Ivi?-

Preguntó su prima, preocupada, ingresando a la habitación, ya que esa noche que pasarían en vela.

-No muy bien, la fiebre no abandona su cuerpo-

Sostenía un pañuelo húmedo sobre la frente de su hijo. En realidad, Elliot era el hijo de su esposo, producto de su matrimonio anterior. Era su hijo adoptivo por ley, pero lo amaba más que a su vida. Lo amaba con todo lo que es.

-Seth dijo que, se debe a que su sistema intenta rechazar el efecto de la magia- él gemía de dolor.

-Si, es demasiado potencial mágico para él- ella le refrescaba el pecho y debajo de los brazos -Ivi...- la nombrada la miró, esperando que dijera algo, después cuantos de unos minutos -Sé llevaron a mi pequeña- Rompió en llanto, sin control - Sólo los dioses saben que le estarán haciendo esas malditas brujas-

No podía soportarlo, el dolor que sentía, era gigante. Con el simple hecho de pensar que su hija podría estar muerta, no le daban fuerzas para continuar.

-Eyra, lo siento- murmuró. Ambas estaban deshechas -Ella estará bien...- hasta decirlo o pensarlo, era absurdo -Papá, Dante y Seth salieron a buscar su rastro. Además, el tío Lai está intentando encontrarla- no sabía que decirle sin que sonará a un consuelo vacío -Él hizo todo por salvarla- su voz se quebró al ver a su hijo postrado en esa cama -Si ella muere, él no se lo perdonará jamás. Denisse es lo más importante que tiene- no podía limpiar sus lágrimas. No quería -Más importante que Fanelia o Shamballa- levantó su verde mirada -Ella no puede...- el llanto no la dejó continuar.

-Mamá...- escucharon un susurro -Mamá...- Era la voz de ella. Era la voz de Denisse -¿Mamá?- se materializó, en un pequeño destello blanco. Pero no era completamente ella, era translúcida, las tenues luces en la habitación podían atravesarla -¿Qué hago aquí?- preguntó a ambas, que estaban en shock -No entiendo...- caminó hasta ellas, pero parecía flotar en el aire -Elliot...- susurró, al acercarse.

-Deni, hija- estiró su mano para poder tocarla, pero a unos centímetros de su rostro, se detuvo -Eres un espíritu...- murmuró.

-¿Ella está?- preguntó su prima, en un ahogo.

-No...- contestó -Ella no murió- sonrió, levemente -Es proyección astral...- aseguró, un poco más tranquila -Las ninfas son seres de la naturaleza, entes espirituales que pueden materializar su cuerpo etéreo así, para protegerse- su hija miraba, intensamente, al amo de dragones -¿Dónde estás, hija?- Preguntó con cautela.

-Estoy en el bosque de Heiden- contestó sin mirarla -El lugar es muy oscuro y gigante...- la miró al fin -Pero estoy bien- levantó sus muñecas con marcas -No me han hecho daño- volvió su vista a dónde estaba anteriormente -No tanto como a él- descansó su mano sobre su frente -Gracias por todo, Elliot- le besó una mejilla y desapareció.

-Denisse...- susurró él, en un pequeño suspiro -Ella está...-

Abrió sus ojos de golpe e intentó incorporarse, pero no pudo. El dolor era tremendo.

-Ella vino a verte, mi amor- su madre lo sostuvo de sus brazos.

-Dijo que estaba bien y vino agradecerte por todo- aseguró su tía, mirándolo, agradecida.

Él no las miraba, sus ojos estaban fijos en el techo.

-Elliot, hijo- colocó una mano en su mejilla.

-Estoy bien- fue lo único que dijo.

-Claro que estás bien, mi vida- aseguró, ingresando al lugar -Ya no tienes fiebre. Bueno, si, tal vez un poco- le tocó el rostro y le abrió los párpados. Aún no estaba recuperado, pero se encontraba un poco mejor -Eres tan bello, cosito de la abuela- le apretó las mejillas, hablándole como bebé.

-¡Basta!- intentó apartarla -No digas eso, que hora aparentas mi edad- rió con dolor -Es perturbador-

Ella lo ignoró y lo besó. Era una de las pocas personas que lo hacía reír de verdad.

-¿Deni vino a verte, mi niña?- cuestionó, la hermana de esta última -Te preguntarás cómo es que lo sé, ¿Verdad?- le acarició el cabello y ella, asintió -Pues, ahora soy una sacerdotisa y gracias a esto...- le enseñó su cayado -Puedo usar la magia de la naturaleza y astral, creo que ya lo habíamos conversado- aseguró, con una mano en su barbilla -De todas formas, ¿Quién creés que la trajo hasta aquí?- preguntó con retórica -¿Tu padre?- agregó con burla -Pues no, fui yo- afirmó orgullosa -Perdí gran parte de mi magia negra al tratar de curarte, cariño- le acarició la cabeza al joven convaleciente -Pero quería que ustedes la vieran una vez más y no sé cómo lo hice, pero pude utilizar ese tipo de magia- miró a los dos -No fue difícil encontrar su alma. Ella es como una clase de hada y estaba vagando sola por el bosque, pero no pude encontrar el lugar donde está, al guiarla aquí-

-Pero nosotros si, cuñada- aseguró, ingresando con los otros dos hombres -Está dentro de una torre, en lo más recondito del bosque-

-No pudimos verla, mi angel- agregó el padre de joven, a la mirada angustiada que su esposa le dió -Está muy bien vigilado por esas brujas-

-Mañana iremos a buscarla, Eyra. Hoy es imposible, nuestros potenciales mágicos están muy bajos- indicó su amigo, acercándose a su hijo -¿Cómo estás, campeón?- iba a contestar, pero alguien, lo interrumpió.

-No es necesario- dijo una voz conocida para todos -Yo fui por ella- se materializó en la habitación con la chica dormida en sus brazos -A veces creo que, pensamos demasiado las cosas...-

La acostó en la cama en donde estaba su lobito, junto al amo de dragones, que estiró su mano para poder tocarla. Ella estaba bien y todos podían comprobarlo.

-Y se nos olvida quiénes somos- continúo y se acercó a su hija, juntando sus frentes -Te dije que iba a encontrarla, papá siempre cumple con su palabra, princesa- le acarició el cabello y caminó hasta su esposa -¿Qué decías sobre la magia astral? ¿Que podías hacer qué?-

Cuestionó con su pecho hinchado de orgullo.

-¡Cállate!- lo mató con los ojos -Gracias por traerla de nuevo, vidente- lo rodeó por el cuello y lo besó -Y tienes razón, a veces se nos olvida quienes somos-

Eso era nuevo, ella jamás o mejor dicho, nunca le daba la razón.

-Gracias, Lai-

Dijo su yerno, con toda la gratitud del mundo, apretando su hombro. Jamás iba a poder pagarle lo que hizo por su hija.

-Ahora entiendo porque desapareció así, tan de repente, después de darle ese beso a Elliot- miraba a su hijo con el alma llena de ternura, ya que tenía una mano sobre el rostro de ella mientras dormía -El tío había ido a buscarla-

-Ese vidente nunca deja de sorprenderme- fomentó el padre de su hijo, asintiendo con la cabeza - Lástima que sufrió drenaje mágico-

-Se recuperará, Seth- aseguró el cazador -Sabe que me asusta que haga ese tipo de cosas- rió, mirándolo con orgullo -Por eso se hace llamar mi hermano- lo apuntó.

-¡Bueno! ¡Ya basta!- gritó a todo pulmón, interrumpiendo esa absurda conversación -¡Esas malditas brujas merecen castigo!- sus ojos cambiantes y la vibración en las paredes, domostraban que estaba furiosa -¡Casi matan a mi nieto! ¡Y también a Denisse!- apuntó a los dos -¡Jamás se los perdonaré! ¡Y morirán condenadas a la hoguera!- fuego se estaba creando en sus manos.

-¡Gaia!- exclamó su hermana -¡Cálmate! ¡Yo también estoy molesta! ¡Pero tú no sabés controlar la alquimia de fuego todavía!- le sostuvo las manos -Cálmate, cuando llegue el cometa sabremos que hacer-

Era la única persona, en esa habitación, que podía contrarrestar su alquimia. Nadie osaba acercarse a ella cuando se encontraba así, ni siquiera, su esposo.

-No estoy de acuerdo- respondió, un poco más calmada -Ni siquiera sabemos quiénes son las princesas de la oscuridad-

-Si, lo sabemos- indicó, pero ella no caía en la realidad -Tienes memoria eidetica, trata de recordar- abrió sus ojos grandes ante la repentina verdad.

-¿Victoria y Alejandra?- miró a los dos hombres en cuestión -¡Tu prometida y tu esposa!- señaló a cada uno -¡Son las princesas de la oscuridad!- exclamó.

- Inténtalo de nuevo, Gaia- volvió a decir ella -Trata de recordar-

Su hermana respiró profundo y observó con preocupación a las hijas de ambas. Intentando que ese vacío que sintió en el pecho, se fuera de golpe, al reconocer la verdad. Ellas, ya sabían quienes eran las princesas de la oscuridad.

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