VIENE CON LA TORMENTA
¿Alguna vez has amado a alguien?
No me refiero al clásico término de amar a alguien y dejarlo dos semanas después. Por eso volveré a plantear la pregunta de una forma sustancialmente diferente:
¿Realmente has amado alguna vez a alguien con todo tu ser?
¿Sentiste esa desagradable sensación de vacío cuando estaba lejos? ¿Tuviste un espantoso miedo a perderle? ¿Habrías hecho lo que fuera porque él o ella fuese feliz sin importar si eso le alejaba para siempre de ti?
Si has respondido sí a todas estas cuestiones, no hay duda, lo has hecho como yo.
Por eso, déjame decirte esto:
Solo aprendemos cuando nos rompen de verdad.
Y entonces, cuando ya es demasiado tarde y nos han destrozado en pedazos minúsculos, nos damos cuenta de lo complicado que es recomponerse y de cuánto debimos habernos querido a nosotros mismos antes de proclamar el amor hacia los demás y de perdernos por el camino.
Cuando somos jóvenes e inmaduros nos gusta experimentar. Queremos vivir aventuras, conocer nuevas personas, sentirnos amados por alguien que complete nuestras carencias y falta de autoestima, alguien que vea maravillas y virtudes donde nosotros vemos defectos y desperfectos. Sin embargo, la realidad es otra muy diferente y absolutamente contradictoria: no podemos pretender gustar a nadie si no nos gustamos a nosotros mismos.
¿Pero qué le vamos a hacer? La vida en sí es incoherente y no podemos culparnos por ello. Del amor al odio hay un paso y viceversa, y lo que hoy es blanco mañana podría ser una escala de negros con matices grises. Nos gusta enamorarnos y depositar nuestra confianza en otros antes de hacerlo sobre nosotros mismos porque es más fácil y menos tedioso, y no hay nada de malo en ello. No obstante, por experiencia, anota este consejo y grábalo en tu mente a fuego: será mejor que estés preparad@ para lo que viene después de hacerlo, porque esta es la parte que nunca te cuentan.
Vas a vivir uno de los mejores momentos de tu vida, vas a ilusionarte, a ser feliz o creer que lo eres.
Habrá piedras en el camino, tropezarás y caerás. Algunas heridas serán superficiales y te repondrás, otras desgarradoras y profundas como el océano, te matarán lentamente. Pero cuando la tempestad amaine, el viento que sople cure tus heridas y el sol acaricie e ilumine cada centímetro de tu piel, sentirás que habrá valido la pena, porque habrás aprendido.
Estarás desnud@ ante el mundo, pero no te importará porque habrás conseguido mostrarte tal y como eres, por fin, aunque hayas perdido cosas que considerabas importantes durante el recorrido.
Algunas noches, dando vueltas sobre la almohada, volverás a acordarte de todo. Viajarás al pasado para revivir cada sensación, para reavivar cada cicatriz que te dejaron. Incluso podrás derramar lágrimas echando de menos aquella ilusión perfecta, pero cariño, a pesar de todo, vas a estar bien. Porque al fin habrás aprendido a quererte, a amarte de verdad, y a veces, eso era todo lo que necesitabas.
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