OSCURO
Las siluetas de algunos edificios clausurados se perdían en el horizonte ahogados por la niebla, mientras Ben avanzaba por una senda de adoquines del West End. Le pareció percibir un atisbo de nerviosismo en su pecho y, por un momento incluso le pareció sentir cómo su corazón daba un vuelco, aunque sabía que eso no era posible: su corazón había dejado de latir hacía demasiados años. No obstante, el simple hecho de pensar que en tan solo unos minutos volvería a ver el atractivo rostro de Luke Shepard, activaba y agudizaba sus sentidos y su estado de hipervigilancia como nadie podría haberlo hecho.
La luna emitía un tenue resplandor aminorado por la densa bruma que cubría la capital inglesa y se reflejaba débilmente en el pavimento humedecido y en la pálida piel de Ben, que acababa de percatarse del fin de su trayecto. El enorme portón de una gran mansión se alzaba ante él imponente. Había un gravado esculpido en la madera, una especie de lazo ornamentado con espinas y simulando el símbolo del infinito pintado de rojo, no se había equivocado de lugar: era el club Asmodeo. Cerró los ojos un instante pensativo, dejó escapar un forzado suspiro como si tuviese necesidad real de coger aire y levantó la aldaba de la puerta con disposición de llamar.
—Ni lo intente, es inútil. —Susurró una voz femenina familiar desde la cercanía obligando a Ben a voltearse. —He tratado de llamar decenas de veces desde que llegué diez minutos atrás.
Sus ojos se abrieron de par en par de sorpresa y una breve y fugaz sonrisa de dibujó en el rostro de Ben para desvanecerse rápidamente.
—Lady Bradbury, me alegra verla después de tanto tiempo. —Susurró Ben de forma directa besando su mano y echando un ojo a su indumentaria elegante. Llevaba un vestido negro poco ornamentado con corsé ajustado, un discreto escote y una holgada falda oscura hasta los tobillos. Sus cabellos rubios recogidos en un moño elegante hacían resaltar más su gruesa mandíbula y le restaban un poco de juventud. En lo alto del elaborado cabello, lucía un tocado negro de tela fina con ornamentos florales. Ella lo observaba con una mirada neutra sin ningún tipo de sobresalto mientras sujetaba un pequeño bolso en la mano derecha. —Está todavía más hermosa que la última vez que la vi.
—Sir Benjamin Lovelace, la sorpresa es mía al observar que finalmente ha decidido asistir a una reunión de Asmodeo, aunque fuese para celebrar un simple aniversario. —Murmuraba llevándose la mano izquierda al colgante de lapislázuli que llevaba en el pecho y que Ben no había advertido al observarla por primera vez. —Pensé que pasaría el resto de sus días en las criptas de Saint Paul cual espectro renegado. De cualquier modo, me alegro de que haya cambiado de opinión.
—Corren malos tiempos ¿verdad?, ha llegado a mis oídos que Asmodeo podría estar cayendo. —Advirtió Ben echando un ojo al portón y devolviendo la mirada a Lady Bradbury, quien asintió. —Pero no podía faltar al centenario de Sir Shepard, es un acontecimiento único... A propósito, ¿dónde está su marido, Lady Bradbury?
La joven mujer se aferró más fuertemente al colgante y negó con la cabeza desviando la mirada al pavimento.
—John murió hace unos pocos meses de gripe, se negó a que lo convirtiese en uno de los nuestros. —Explicó en un tono menos frío y deteniéndose un instante a observar a los alrededores. Ben le dirigió una mirada de pesar, aunque no pronunció palabra alguna. —Sir Benjamin, no sé qué le ha traído aquí de nuevo tras tantos años oculto, pero hay algo que debería saber. Asmodeo se enfrenta a tiempos difíciles, la guardia nos sigue la pista, saben de nuestra existencia y nos creen causantes de la epidemia. Por si no fuese poco, los licántropos nos están masacrando y diezmando y las calles están repletas de muertos cada día. Me alegro de que esté aquí, pero tal vez no haya sido una buena idea...
De pronto un estruendo procedente del interior de la mansión detuvo la conversación precedido de otro menos intenso y finalizando con un par de gritos. El cuerpo de Ben se tensó y Lady Bradbury se acercó hacia la puerta apoyando la oreja sobre ella.
—Algo malo está sucediendo en el interior de la mansión. —Advirtió la dama alejándose y tratando de encontrar una entrada alternativa observando los laterales. —Pensé que estarían terminando los preparativos, pero debe suceder algo terrible. Se oían golpes y gemidos.
Ben no podía dejar de pensar en una sola cosa: la seguridad de Luke, el hombre que le dio una nueva oportunidad de vivir, que le enseñó a no odiarse a sí mismo, que le guio en los primeros pasos como vampiro, aquel que le hizo creer que los lazos de paz entre humanos y vampiros eran posibles y que valía la pena luchar por un futuro mejor, más justo, más unitario. No podía permitir que tras muchos años de aislamiento autoimpuesto por negarse a sentir lo que sentía por él hubiesen sido en vano si Luke corría peligro aquella misma noche. Todo cuanto había hecho desde que lo conocía, era por él.
Mientras Lady Bradbury desapareció con rapidez volteando la mansión tratando de encontrar una entrada, Ben retrocedió unos pasos atrás observando una de las grandes ventanas que daban a uno de los despachos de la planta baja, no se lo pensó dos veces, no le importaba lo más mínimo lo que le pudiera pasar ni lo precipitada que era la decisión de entrar por la fuerza haciendo ruido. Cogió impulso y se propulsó con una energía y rapidez sobrehumanas sobre el vidrio, colisionando contra él y aterrizando en pie sobre un cúmulo de fragmentos de cristal y madera. El despacho estaba oscuro y en silencio y una rendija de luz se colaba por la puerta encajada que daba al vestíbulo principal. Ben abrió la puerta de par en par ignorando el miedo que le recorría el cuerpo y quedó asombrado mientras avanzaba hacia el centro del vestíbulo. Decenas de cuerpos sin vida yacían en el suelo desangrados, vampiros del club, humanos acompañantes y servidores de confianza con los que había coincidido en el pasado se encontraban recostados sobre la moqueta, las escaleras o las mesas sin moverse un ápice con los rostros pálidos y casi petrificados. Poco después Lady Bradbury se colaba por una puerta trasera que procedía de un sótano y observaba asombrada la matanza junto a Ben.
—Oh dios mío... —Murmuró sin poder evitarlo dejando caer el bolso al suelo y tapándose la boca con las manos. Sus ojos estaban llorosos. —No puedo creerlo, esto sí que supone el fin... nos han encontrado. Oh, Edwin... —Murmuró identificando y acurrucándose ante uno de los cadáveres y rompiendo a llorar.
Ben ni siquiera la estaba escuchando, tan solo movía los ojos rápidamente comprobando las caras de los fallecidos deseoso de no advertir que uno de ellos fuese el de Luke. Por suerte, ninguno de ellos lo era. El nerviosismo y la ansiedad lo estaban matando.
—¿Quién habría podido hacer algo así? —Susurró Ben apretando los puños con rabia.
—Por las marcas de los cortes... Lord Collingwood, sin duda... —Respondió la mujer deshaciéndose del tocado y lanzándolo a un lado con desprecio, algunos mechones de pelo rubio ondulado caían ahora por su frente. —Se trata de un cazador de vampiros de la guardia, convertido en uno de los nuestros y armado... ha sido nuestro mayor dolor de cabeza durante últimos meses y ahora... nos ha localizado. Tenemos que irnos inmediatamente o acabará con nosotros también, Benjamin. —Advirtió poniéndose en pie con desesperanza y secándose las lágrimas. Ben se encontraba petrificado y pensativo. Lady Bradbury tomó su mano y tiró de él. —Vámonos ya, deprisa. Podemos huir al norte, o podría conseguir un barco hacia Argentina, conozco a gente allí que podría ayudarnos, esta ciudad ya no es segura para nosotros.
Ben sacudió su mano tratando de liberarse de la de Lady Bradbury y negó con la cabeza.
—No puedo, he de encontrar a Luke, no puedo irme sin él. —Añadió avanzando hacia las escaleras.
—Es un suicidio, Benjamin. Además, a estas alturas... ya estará muerto también. —Advirtió con tono crudo retrocediendo hacia atrás, Ben se volteó y la observó desde el tercer peldaño.
—No podría entenderlo, Lady Bradbury. —Matizó cerrando los ojos con fuerza. —Si me fuese y lo abandonase sabiendo que no hice todo lo posible por salvarlo después de todo lo que él hizo por mí... mi vida jamás volvería a tener sentido. —Explicó abriendo los oscuros ojos lacrimosos y sintiendo como le temblaba la boca al hablar. —A veces es mejor morir por alguien que le importa, que abandonarlo a su suerte y vivir con ello en la conciencia de por vida, ¿no cree? He tardado años en comprender esto, pero ahora lo veo claramente. El amor nunca debe ser motivo de lejanía, sino de unión y ayuda incondicional a la otra persona, incluso aunque esta no sienta lo mismo, y Luke ahora mismo me necesita.
—Oh... —Murmuró Lady Bradbury comprendiendo mucho más de lo que Ben pensó que comprendería. Su mirada hablaba por ella: sabía que lo amaba. —Le deseo de corazón que consiga lo que ansía, Sir Lovelace, es usted un buen hombre... mas no puedo arriesgarme a que mi vida corra un peligro innecesario por una causa que no me compete. —Advirtió dando dos pasos más hacia atrás. —Espero que lo comprenda y me perdone... —Murmuró agachando la cabeza como disculpa, Ben asintió. Segundos después Lady Bradbury había desaparecido.
Ben continuaba avanzando por las escaleras hasta llegar al salón principal, donde un ser de apariencia casi demoníaca y ojos ensangrentados sujetaba por el cuello a un hombre herido de apariencia joven asfixiándolo hasta la muerte: era Luke, su precioso y hermoso Luke. Un miedo atroz a perderlo y una fuerza diabólica oculta le dio el impulso para correr lo suficientemente rápido como para derribar al cazador y asestarle un golpe contra el muro que, en otra situación habría podido ser letal. El cazador lo observó confuso reponiéndose del golpe, pero algo en el interior de Ben estaba ardiendo, una llama de ira como jamás la había sentido que lo estaba consumiendo, notaba sus músculos más fuertes, su agilidad aumentada y algo en su interior que iba a estallar. Una llama interior de seguridad le impulsó a lanzarse hacia el cuello del cazador a pesar de los gritos de súplica de Luke porque no lo hiciese. Algún movimiento inesperado hizo que Ben calculase mal la velocidad de Lord Collingwood, quien rápidamente blandió el espadón de acero contra su vientre, lo hundió con saña y lo desestabilizó haciéndole caer con una herida profunda al lado del cuerpo de Luke, quien se encontraba desangrándose con las lágrimas abandonando sus ojos. Ambos se observaron por un instante.
—¿Por qué lo hiciste, Benjamin? —preguntó Luke negando con la cabeza, su rostro estaba ensangrentado y lleno de lágrimas. —¿Por qué regresaste en este momento y confrontaste a Collingwood aun sabiendo que no serías rival?
—Porque te amo como nunca he amado a nadie y no podía soportar que te pasase algo malo y quedarme de brazos cruzados... —confesó entre sollozos notando el sabor metálico de su propia sangre en su boca. —Porque me alejé creyendo que jamás podría ser posible y esta vez quería ser capaz de tener el valor de decírtelo... solo lamento que haya tenido que ser así y que no pueda sacar más tiempo para hablar contigo...
Luke negó con la cabeza entre gemidos de dolor físico, y también emocional. No podía pronunciar una palabra debido al shock emocional, su cuerpo temblaba sin parar. Sus ojos estaban hinchados de las lágrimas que no podía contener mientras observaba inmóvil sin poder hacer nada cómo el cazador alzaba una estaca de madera sobre Ben y la dejaba caer con fuerza acabando con todo su amor, su vida y también con su dolor y sufrimiento. Y entonces todo se volvió oscuro.
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