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Lenguaje del Rododendro: Peligro

Fuente: Wikipedia

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Me encontraba en mi casa, más específicamente en mi habitación, estudiando un poco en mi escritorio sobre el lenguaje de las flores. Ya había oscurecido y estábamos en pleno octubre por lo que no era una sorpresa escuchar el viento azotando con fuerza las ventanas.

Estaba muy inmerso en lo mío cuando mi teléfono, que estaba justo a mi lado, vibró.

Prendí mi celular para ver quién llamaría tan tarde. El nombre que apareció me extraño, era Miriam.

No dude ni un segundo y contesté.

—¿Miriam? ¿Y eso que me llamaste? —dije mientras me erguía de la silla

Ella no contestó al instante y eso me puso nervioso.

—¿Estás bien? —insistí en un tono más serio

—¿Podrías venir a buscarme? —respondió desde el otro lado con un tono que parecía que acababa de llorar

—¿Qué paso? ¿Dónde estás? —estaba desconcertado, pero actué rápido. Tomé mi chamarra, mi mochila y bajé apresurado para ir por mi bicicleta

—Te mando mi ubicación... —dicho esto me colgó y esto solo hizo que me pusiera inquieto

Mi mamá estaba subiendo las escaleras, pero iba tan apurado que no la vi. Solo pude avisarle desde la puerta que era una emergencia y que volvería en un momento. Parecía querer decirme algo, pero yo ya había cerrado la puerta.

Pedalee lo más veloz que pude y puse la dirección. Estaba en una parada de autobús a unos 3 km.

Era inevitable que no me sintiera aterrado por lo que pensé lo peor por un momento, pero enseguida puse todo en manos de Dios. Orando para que no haya sido algo muy grave.

Aunque la distancia no era larga, sentía que no llegaba hasta que después de un tiempo vi a lo lejos a una chica sentada. No había duda alguna que era ella.

Cuando llegue, frené tan fuerte que se asustó al verme.

Al verla, noté que había estado llorando por un largo tiempo y quería preguntarle sin más sobre lo que había sucedido, pero como vine a toda máquina. No fui capaz de hacerlo hasta que tome aire por unos segundos.

—Elías... —dijo como si fuera un suspiro. Asombrada de verme en tan poco tiempo.

—¿Qué paso Miriam? ¿Por qué estas aquí sola a estas horas? —pregunté mirándola por todas partes y me percaté que se aferraba a sus brazos. Una señal de que tenía frío, por lo que de inmediato me quité mi chamarra para ponérsela encima

—Ismael y yo peleamos... —dijo tratando de explicarme, reprimiendo sus ganas de llorar— Estábamos bien, de hecho me iba a dejar en mi casa, ...pero le pregunté algo que no debía y...

No continuó así que trate de encontrar sus ojos con los míos para que siguiera.

—Se enojó mucho y empezó a gritarme... —expresó por fin mirándome y añadió— No sé que le sucedió...

Me pareció que lo mejor era llevarla a su casa, así que no la presione para que me dijera todo de golpe.

—Esta bien, vamos, te dejaré en tu casa. Ya mañana con más calma podemos hablar

La tome de la mano para ayudarla a subir en la parte trasera de la bicicleta y una vez que me asegure de que su vestido no se jalara por ningún lado, me puse en marcha.

En todo el camino ninguno de los dos dijo una palabra y que bueno que fue así, porque en lo único que pensaba era en darle una paliza a Ismael. Sin embargo, ese pensamiento se esfumo con rapidez, gracias a Dios.

Al llegar al frente de su casa la ayude a bajar y quiso devolverme mi chamarra, pero le dije que podía quedársela y devolvérmela cuando nos volvamos a ver.

—Gracias... —dijo con una media sonrisa

—Anda, entra —señalé devolviéndole la misma sonrisa

Me quedé ahí parado, esperando a que entrara y tan pronto como cerró la puerta me subí a mi bici para regresar a casa y meditar en lo sucedido, pero en el trayecto no pude evitar sentir frustración, tristeza y decepción hacia Ismael. Respecto a Miriam, yo confió que primero Dios tomará una buena decisión.

Hemos sido amigos desde hace tiempo, más específicamente desde la iglesia hace un par de años, pero no fue hasta que entramos en la misma universidad que nos volvimos cercanos. Ismael por otro lado, fue gracias a la amistad de nuestros padres que pudimos pasar casi toda nuestra infancia juntos. De hecho en la iglesia fue donde conocimos a Miriam. Al principio los tres éramos buenos amigos, pero Ismael dio el primer paso para cambiar su relación con ella.

Llevan ya un año saliendo y durante ese tiempo todo parecía ir sobre ruedas, incluso estaban pensando en comprometerse, pero al parecer no era así. Tal vez había algo que Ismael traía consigo y solo era cuestión de tiempo para que saliera a la luz.

Sin embargo, sea lo que sea, yo estaré para ambos como amigo y hermano en Cristo.