Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

EL LEGENDARIO Cap 62: "La batalla final: Parte 2"


El rostro en shock de Saly se podía ver claramente lo devastadora que estaba por dentro ya que siendo una niña que nunca había visto con sus propios ojos morir ah alguien hasta ahora y mirar como uno de los más queridos por ella, tanto de llamarlo abuelo era explotado en frente de sus ojos era atroz, sus lagrimas rebosaban en sus mejillas y el nudo de su garganta impedía que ella logre decir una sola palabra, mirar en agonía la muerte de su abuelo la dejo completamente traumatizada.

Saly: A-A-Albert. —quería gritar pero no podía.

Byakuya (Benji): La basura ya ah sido eliminada...ahora – voltea su mirada a las chicas puesto ah que con un Black Smith totalmente fuera de combate, ellas eran las únicas que se mantenían de pie. – solo falta limpiar el polvo.

Su sonrisa lo demostraba, el demonio estaba listo para acabar con ellas a cada paso lento que daba, ya no hay guerreros quien pueda detenerlo, el destino del mundo ahora está en manos de Saly y Hikari.

♦♦♦♦♦

Una Flor bajo el cielo

Cuando era pequeño nunca viví dolor ni penurias, al contrario, era feliz, tengo la suerte de vivir con una familia muy amorosa que a pesar de que nos alojábamos en una cabaña tenía dinero suficiente para vivir, se podría decir que mi vida fue tranquila y como todo chico normal.

Mi sueño era ser un caballero de plata de defienda a los más débiles, pude lograrlo a mi corta edad de 17 años, era el más joven de todos pero había algo que definitivamente mi vida lograría cambiar, yo fui bendecido por los dioses y aunque me costaba creerlo al principio decidí tomar ese camino, ser el más fuerte.

Mi poder o en realidad el poder de los dioses que yacía en mí era muy pero muy grande, era difícil al comienzo pero pude controlarlo con años de arduo entrenamiento, me alejé de mi familia para escoger este camino y darles a ellos una vida mejor, a los 20 fui nombrado caballero de oro y a los 22 llegué al pico más alto de mi vida, ser un miembro de los "Caballeros Angelicales".


Mi vida había cambiado, gracias a ello ahora mi familia vivía en un lugar mucho mejor, estaba muy feliz hasta que aquel día, nuestra diosa Yumei que se encontraba refugiada en el gran templo fue capturada por los Harukaze.

Nosotros, los 5 caballeros angelicales fuimos en su auxilio, al final en unas ruinas abandonadas en donde la obscuridad era siempre eterna tuvimos una gigantesca batalla contra los 13 caídos, Yumei Angelie que había perdido gran parte de sus poderes para cuidar este mundo luego de la desaparición de Dios no tenía la energía suficiente para detener a esos malditos, mis compañeros intentaron de todo pero fueron derrotados, así usamos nuestro As bajo la manga, "el sello de la santa inquisición", se requería mucho poder puesto a que eran los 13 caídos, así que use por el bien de este mundo, todo mi poder, mi alma y mi cuerpo para hacerlo de tal forma que pueda capturarlos, una épica batalla se libró nuevamente y finalmente el sello fue logrado, encerramos nuevamente a los caídos en el mundo de la sombras y salvamos a nuestra diosa, mis compañeros estaban severamente lastimados pero con posibilidad de recuperarse excepto...yo.

"rápido...rápido"

Escuchaban mis oídos mientras que mis ojos solo podían observar la obscuridad, una luz alumbro mi camino luego de un rato hasta ver que me encontraba recostado en una cama.

— ¿Estoy vivo?—me preguntaba mientras que mi oídos no se hicieron ajenos a lo que decía el médico.

Él está vivo, pero...se encuentra en estado de coma permanentemente.

Algunos llantos de mis compañeras y lamentos de amigos escuchaba sin poder mover ni un solo dedo, al final estar muerto o en coma era lo mismo.

Después de unos meses le enviaron la noticia a mi familia de que había muerto en una gran batalla que salvó al mundo, todo sea para que ellos no puedan sufrir más viendo el estado en la que me encontraba, era lo mejor.

La santa iglesia me condecoró como uno de los héroes más grandes de la historia, eso me hizo muy feliz por ello decidí que ya no había más que hacer y solo esperar a mi muerte, pero aquel día...aquel día conocí a alguien.

En un hermoso paisaje al risco de una montaña, debajo de un gran y hermoso árbol, miraba el cielo con mucha tranquilidad, al fin me dije que la mejor manera de morir era de esta manera, pero en eso una chica en silla de ruedas se encontraba a mi costado. Su mirada no quitaba de aquel libro que sin duda alguna y al juzgar su tapa, era muy moderno, ella estaba leyendo una novela.

Ella volteo y me miró con una confianza, como si nos hubiéramos conocidos antes, me sonrío y movió sus manos, aquellas señales que desde luego yo ya sabía ya que en mi época de caballero aprendí mucho el leguaje de las señas al ayudar a una asociación de niños con déficit del lenguaje.

Ella me decía con sus señas "Hola, soy Alice, un gusto"...

Quería responderle, quería hablarle pero no pude, mi estado no me lo permitía, me sentí frustrado al ver que lo único que podía mover eran mis ojos y al final creo que ella se dio cuenta, nuevamente usó sus señas para decirme, "Tranquilo, todos tenemos dificultades, nada es perfecto", ella se quitó aquel brillante cabello para mostrarme aquella enfermedad que para mi gusto era mucho peor que la mía, ella estaba enferma de cáncer.

Los días pasaban, la sirvienta me llevaba todos los días de la semana al risco para ver el cielo, pero eso no era lo único, sino también para ver a la mujer que siempre se encontraba en el mismo lugar con un libro diferente cada 4 días.

Ella me platicaba sus días, sus viajes, su familia, todo, a pesar de tener una vida tranquila al igual que el mío sus historias eran muy entretenidas. Y así pasamos todo los días a lo largo de 3 meses.

Hubo un llamado, contactaron con la sirvienta para hablar sobre una posible recuperación de mi estado, de inmediato me llevaron al País de Italia pero reunirme con los mejores médicos del mundo no obstante me impactó sobre la llegada de la diosa Yumei a esta capital.

Y es así que los médicos empezaron con las distintas operaciones para poder lograr mi regreso, pero antes de todo Yumei, con sus poderes muy agotados me expresó algunas palabras con esa delicada y melodiosa voz, — "Me salvaste, ahora déjame salvarte a ti" – fue lo último que pude escuchar luego de cerrar mis ojos.

Después de varias horas escuchaba las carcajadas y celebraciones que se daban los doctores mientras levantaba mis ojos lentamente.

Mi sorpresa fue grande al poder darme cuenta que mis dedos podían moverse, no solo eso, mis labios y mi cuerpo también.

Yo me había recuperado por completo...

Los doctores y colegas míos me abrazaron y con un festejo pudimos terminar la celebración, me explicaron que fue un milagro de dios que todo haya salido bien pero en el fondo yo creo que Yumei fue quien me salvó, pedí a todos que no disolvieran la noticia de mi muerte y por ello también opte por retirarme de la caballería, no solo era por mi tranquilidad si no que también mis poderes, aquellos que me fueron otorgado por los dioses, habían desaparecido. Tal vez fue egoísta pensar así pero quería regresar, quería estar nuevamente en ese árbol con aquella mujer que me emocionaba con sus cuentos cursis.

Todo salió bien al final y por fin pude regresar aquel risco luego de un largo mes.

Pensaba muchas cosas mientras caminaba lentamente hacia ese lugar, si la podría ver de nuevo, o tal vez se haya ido al saber que ya no estaba, muchas preguntas sujetaron mi mente en aquel entonces y como era de esperarse, ella no estaba.

Me senté en aquel árbol recordando esos buenos momentos, momentos que quizá ya no volverían o eso creía yo al escuchar como un peque sonido se hacía más y más cerca, ese ruido de una delicadas llantas que rosaba las hojas brillantes del suelo. Volteé y finalmente pude verla, ver de nuevo a ese ángel que estuvo conmigo en mis días grises.

Ella también se sorprendió, tanto que unas pequeñas lágrimas caían hasta sus mejillas, me sentí como si fuera alguien muy especial para ella, movió sus manos nuevamente creando señas para decirme, "Me alegro verte de nuevo"

Estoy de vuelta—expresé con mis palabras mientras la veía firmemente con una gran felicidad.

Luego de una pequeña charla ella me dijo que en poco días se iba a marchar puesto a que la sirvienta regresaría por una medicinas nuevas por ello era peligros dejarla sola, Alice también volvería nuevamente a su hogar en la ciudad, mucha tristeza vi en sus rostro cuando me comunicó sobre la noticia puesto a que demoraría muchos meses en regresar y justo cuando apenas no reencontramos.

No quería verla triste así que sin dudarlo decidí convertirme en su mayordomo, hice algunos trámites convertirme en mayordomo y finalmente cuidar de Alice mientras que su sirvienta regresaba a su país de origen por las medicinas.

Y es así como pasé mis días junto a Alice, fuimos a los grande campos de flores mientras que al siguiente día bajamos de la montaña para conocer el mar, conocí muchas facetas de ella, como que el violeta es su color preferido, era alérgica a las mariposas, le aterraban los castores y le fascinaban los cangrejos, su padres fallecieron y no tenia familia por lo que una asociación la está ayudando, por ello me di cuenta que Alice no tenía amigos.

Pasé muchos momentos divertidos y tranquilos junto a ella en esto largos 4 meses juntando la llegada también de la sirvienta, mis sentimientos hacia ella florecieron cada vez más a lo largo que pasaba los día y es por eso que decidí dar el siguiente pasó.

Alice me gustas, pido tu mano para convertirte en mi novia—

Ella estaba muy asombrada por mis palabras pero a la vez muy serena, me tomó delicadamente las manos y con una sonrisa movió sus dedos junto a los mío para escribirme su respuesta en cielo.

"Lo lamento"—

En el fondo sabía que ella me diría eso porque su enfermedad impedía hacerme feliz por siempre y los pocos meses que le quedaba no quería despedirse de mí sin que yo haya formado una familia.

Intenté mostrarle que eso no me importaba pero aún así ella lo impedía así que deje de insistir, me daba mucha rabia pero no quería entristecerla más y acepte seguir siendo su amigo, al menos me bastaba estar con eso.

Después de aquella confesión pensé que las cosas volverían a ser como antes pero algo cambió, su forma de expresarse o interactuar conmigo se hacía más cordial que de amistad, ya no interactuábamos con más confianza como antes, en cierta manera la sentí un poco más distante y creo que en cierta parte era por mi confesión, la veía preocupada de vez en cuando y a veces sentía como si me evitara, no del todo pero me daba esa sensación, creo que ella lo hacía para que apague esa brecha de pasión que sentía en mi corazón pero me era muy difícil no amarla.

Luego de un mes tuve la visita de uno de mis grandes camaradas de los "caballeros Angelicales", salimos un rato mientras que la sirvienta atendía a Alice y conversamos en un pequeño bosque a orillas del mar.

Ariel: Me da gusto que hayas encontrado paz en este lugar.

—Gracias, la verdad es que renunciar a mis 30 años era muy apresurado, lo lamento pero yo...—

Ariel: descuida no tienes que darnos alguna explicación, lo entendemos, has hecho tanto por nosotros que te mereces esto pero...

— ¿pero?

En eso Ariel se para enfrente mío y se arrodilla ante mí.

Ariel: te pido por favor que nos ayudes por última vez.

—Ariel.

Ariel: se que no debería pero te necesitamos.

—No creo que mis poderes ayuden en este estado.

Ariel: eso no es verdad, tus poderes no han desaparecido solo se han quedado dormidos dentro de ti y sé que si te lo propones puede volver a expulsar esa increíble fuerza.

— ¿Por qué me pides ayuda?

Ariel: es porque el sello con el que encerramos a los "Harukaze" se está rompiendo.

— ¿Qué dices?, no puede ser.

Ariel: lo sé, es por eso que te necesitamos, necesitamos tu fuerza para volver a recrear el sello, si ellos vuelven...

Pude comprender la ansiedad mostrada en sus palabras, si los 13 caídos regresan capturaran a una agotada Yumei y sería el fin, es por ello que no podía negarme, no solo por Yumei si no también por el mundo, la gente y Alice, tenía que hacer esto a pesar que me tome más de un año regresar así que acepté volver nuevamente a ser un caballero Angelical.

Volví a casa para alistar mis cosas y partir pero con la incertidumbre de no saber que decirle a Alice antes de irme, ¿Cómo lo tomaría?, ¿se molestará?, ¿se entristecerá?, creo que es lo mejor puesto a que después de mi confesión las cosas se ponían un poco distantes entre nosotros y no quería incomodar.

Al llegar tuve la suerte de saber que Alice se había quedado dormida cosa que se me hacia menos trabajoso en buscar que decirle en mi partida.

Ya está tu ropa y todas tus cosa ordenadas en esta maleta—me expresaba la sirvienta entregándome mis 2 maletas.

Te lo agradezco.

— ¿No te despedirás de la señorita?—me decía un tanto preocupada.

no seque decirle, además no soy muy bueno en las despedidas.

—Entiendo.

— Por favor dígale que siento no haberme despedido de ella y...que le agradezco por todo lo que hizo por mí, por esta nueva vida..., por todo.

—Lo haré.

—Gracias.

Alcé mis maletas y junto a Ariel partimos a la ciudad de Milán.

Ariel: Un tren vendrán por nosotros al cruzar esa montaña.

— ¿no es mejor ir volando con nuestros poderes?

Ariel: es conveniente guardar toda nuestra energía para usarlo en el sello.

—Ya veo.

A pesar de que me era muy difícil asimilar esta situación luego de haber dejado al amor de mi vida sentía que tal vez lo que hacía era lo correcto, para la tranquilidad de los 2.

♦♦♦♦♦

[Tercera persona]

Los delicados ojos de Alice se abrieron en un atardecer que pronto llegará, su preocupación se notaba en el rostro, una parte de ella quiere a Albert pero la otra parte quiere que él sea feliz y que su pronta muerte puede afectarle mucho a él si ella logra aceptar sus sentimientos, no sabía qué hacer pero grande fue su sorpresa al abrir ver la habitación de Albert completamente vacía.

Con desesperación observaba cada rincón del cuarto pero nada de nada, ninguna pertenencia de Albert se encontraba allí y era obvio, él ya se había marchado.

En eso llega su sirvienta por lo que Alice no tarda en preguntarle sobre Albert, ella le respondió.

El señor Albert se marchó hace unas horas, dijo que tenía asuntos muy importantes que atender.

Alice se encontraba completamente estupefacta por la noticia sin embargo usando las señas volvió a preguntarle cuando seria el día de su retorno.

Probablemente vuelva el próximo año, lo siento. – expresa la sirviente agachando la mirada—me dijo que le perdonara por no despedirse y que le agradece por todo.

Al momento de levantar la mirada Alice ya no se encontraba allí, el sonido de la puerta al abrirse se escuchó por lo que la sirvienta se asomó por la ventana y vio que Alice se dirigía a la gran montaña mientras avanzaba por el campo.

La sirvienta no dudó en ir por ella pero un pequeño tropiezo hizo que cayera y con ello perdiera un poco más de tiempo, entretanto Alice con su silla de ruedas se dirigía con mucha desesperación hacia la montaña, ella sabía muy en el fondo que tal vez ya no podría volverlo a ver y que esta despedida era lo último que vería de él, ella no quería eso, su sentimiento y angustia por ver que aquel hombre que tanto quería se marchaba sin dejar rastro alguno apretaba y perforaba su corazón, ese sentimiento de culpabilidad rodeó todo su ser mientras que sus lagrimas rebozaban sus mejillas.

El bosque era difícil y peligroso para alguien con silla de ruedas pero eso ni siquiera le importó, las ramas rasguñaban su piel y algunas partes de su vestido, finalmente al llegar en frente de ella estaba la gran montaña, no había forma de rodearla o si habría alguna manera demoraría demasiado en llegar por lo cual no tuvo otra alternativa que cruzar , el camino estaba cubierto por varias piedras por lo que era difícil usar la silla de ruedas así que se despojó de ella y arrastrando su cuerpo optó por seguir adelante.

¿Qué tanto puede hacer alguien por amor?

A pesar de que las piedras la lastimaban ella seguía y seguía, esa angustia y dolor que sumergían su cuerpo no podía dejar de llorar, quería gritar con todas su fuerzas pero no podía, trataba y trataba de gritar esperanzándose que en algún momento ese grito logre alcanzar a ese ser que tanto ella amaba.


[Albert]

Un gran atardecer se mostraba en frente de mis ojos, el tren finalmente había llegado luego de una larga espera.

Ariel: vamos.

—sí.

Subí mis maletas y justo en ese preciso momento, al pisar la escalera un sonido extraño escuche de mis oídos, no sé si era su voz o su presencia que sentí en ese momento pero sin duda alguna era ella, di la vuelta y vi a Alice casi arriba de la montaña intentando gritar, me sorprendí mucho pero también me asusté ya que desde allí ella podía caer, solté mis cosas y despegue de un solo salto hacia ella.

Alice, ¿Qué estás haciendo?—dije muy preocupado.

Ella no paraba de llorar intentando hablarme de alguna forma sin embargo movió sus manos para expresarme lo que realmente sentía.

"No quiero que te vayas"

Era el significado de sus señas, me sentía culpable de cierta forma pero tenía que hacerle entender que esto lo hago por su seguridad aún así la manera en cómo me sujetaba fuertemente el polo para no despegarme de ella me conmovía una vez más.

"Te amo Albert"

Fue su gesto la cual me sorprendió.

"Pensarás que soy egoísta pero no quiero, no quiero morir sin antes estar a tu lado"



Se agarró su pecho y su lagrimas volvieran a derramarse en esos ojos resecos, me sentía muy feliz pero a la vez triste, la enorme duda invadió mi cuerpo, ¿Qué debería hacer? Dentro de mi duda Ariel se acercó a mí para entregarme las maletas.

Ariel: ¿Quién soy yo para quitarte esta felicidad Albert?

—Ariel.

Ariel: Rayos sí que soy muy patético, soportaste una enorme carga salvando al mundo, te acabas de recuperar del estado de coma que sufrías y de tus poderes y yo vengo nuevamente a darte este enorme peso, siento vergüenza que a pesar de ser un "Caballero Angelical" siga dependiendo de ti.

—Ariel yo.

Ariel: no Albert, te pido disculpa por todo, yo me convertí en un Caballero Angelical para salvar al mundo y hasta ahora no hice nada, por mi honor esta vez quiero hacer lo correcto, aún así de mi vida entera voy a hacer de todo para que los 4 recreemos el sello.

—Ariel no quiero dejarte todo el peso a ti.

Ariel: Albert. –Me tomó de los hombros—has hecho tanto por nosotros, ahora déjanos hacer algo por ti.

—Pero mis poderes.

Ariel: no sabemos si podrás controlarlo como antes luego de que tu cuerpo haya sufrido muchos cambios, disfruta tu retiro Albert y deja que nosotros hagamos el resto.

Las palabras de Ariel mostraban su gran determinación, aquel que era muy difícil para mí debatir.

Estrechamos nuestras manos y nos despedimos como los grandes amigos que éramos en nuestra época de caballeros y por la que seremos por toda la vida.

El tren se marchó con él y yo me encargue de llevar a Alice a un hospital cercano para que atiendan sus heridas, felizmente no eran tan graves y todo salió bien al final.

Alice y yo volvimos a ser como antes y esta vez como amantes, fueron dos hermosos meses lleno de amor y felicidad.

Recibí la noticia que todo salió muy bien y pudieron recrear el sello pero llevándose la vida de un ser muy querido para mí, Ariel, murió haciendo lo que un verdadero caballero haría, morir por la salvación.

Me dejaron también una carta escrita por él antes de que partiera.

De: Ariel

Para: Albert.

"si lees esta carta es porque ya eh muerto, pero antes de eso en vida te escribo esta carta agradeciéndote por todo lo que has hecho por mí, desde mi asenso a caballero hasta ahora, recuerdo que juntos empezamos siendo meseros y sirviendo a los caballeros de plata que a los años se volverían nuestro pupilos, me divertí mucho estando con todos ustedes y como sabrás no soy mucho de redactar cartas por ello quiero agradecerte una vez más por todo, y se feliz Albert que desde arriba te estaré mirando"

Fueron muy pocas palabras pero solo eso bastó para tocar mi corazón e inundar mis ojos en lágrimas de tristeza y felicidad, mi gran amigo, mi hermano del alma se fue como siempre quiso y por eso estoy muy orgulloso de él.


Pese a ello Alice al mirarme muy triste ella intentó consolarme con sus delicados besos, quería dejar de lado esta tristeza y sumergirme en sus caricias y abrazos.

Con velas prendidas alrededor de la cama y pétalos de rosas en el cubrecama, dando un aspecto muy romántico Alice y yo nos envolvimos en una noche de pasión pero sin antes hacer una cosa, mientras la desvestía suavemente le retiraba el cuero cabelludo y dejándola a un lado.

Ella me detuvo y con sus gestos me decía que si le quitaba el cabello tal vez no sería muy atractiva en nuestra primera noche juntos y quería que me sintiera a gusto.

Con o sin cabello Alice siempre será Alice y esta noche especial quiero estar con mi amada Alice en su cuerpo natural—

"pero sin cabello yo soy..." – me expresaba pero detuve su mano para interrumpir y decirle que...

Yo te amo tal y como eres, y para mí sin cabello eres realmente muy hermosa, lo digo enserio—

Sus sollozos de felicidad se notaban en su rostro, le limpié delicadamente sus lágrimas y la besé con mucha pasión y amor. Fue esa noche inolvidable que pude sentir lo que realmente era la verdadera felicidad.

Los días pasaron en nuestra época de júbilo, Alice dejó de usar cabello postizo porque para mí ella era realmente hermosa así como estaba pero mientras más el tiempo pasaba poco a poco ella empezaba a perder fuerza y era porque el momento ya estaba llegando.

El brillo en su rostro dejó de relucir mostrando un aspecto pálido y reseco, mientras que le era muy pero muy difícil moverse por ello estaba en cama casi todo el día. Sus ánimos bajaban constantemente y poco a poco su sonrisa dejaba de aparecer.

Me dolía demasiado verla así todos los días pero al fin y al cabo ya todo estaba hecho y sin poder cambiar este destino solo seguí estando a su lado hasta el resto de sus días.

En la cama del hospital fui a verla nuevamente por el día, apenas ella podía abrir sus ojos porque el tiempo ya no le quedaba para más.

Alice sostén esto—

Le entregué un hermoso ramo de flores y le coloqué un velo blanco y lindo en su cabeza, hice ingresar al sacerdote que al comienzo se sorprendió por el mal estado que se encontraba mi amada.

¿Siempre quisiste esto verdad?—le dije—estaba ahorrando para que sea en grande pero creo que esto será lo poco que puedo hacer, Alice...—

El padre empezó por recitar la palabra de dios y a pesar de que no fue muy largo por el corto tiempo que nos quedaba llegamos al fin por la entrega de los anillos.

—Yo Albert Silver te entrego este anillo, por ello te nombro como mi legítima esposa y prometo amarte hasta en la salud y la enfermedad por el resto de toda mi vida.

Usted Señorita Alice, ¿acepta como su legitimo esposo a Albert Silver y promete amarlo en la salud y enfermedad por el resto de toda su existencia?—expresa el sacerdote

Con una pequeña sonrisa y entre lágrimas que derramaba poco a poco ella movió su cabeza en señal de afirmación.

Ahora los declaro marido y mujer, pueden besarse—

Alice quería decirme algo con sus manos pero su poca fuerza le impedía así que la retuve y sosteniendo suavemente sus manos me acerque hasta sus labios.

Sé lo que me vas a decir, Te amo Alice – la bese para al final concluir con nuestro casamiento.

Fue en ese instante que su corazón dejo de latir, mostrando una sonrisa en sus labios ella finalmente partió como siempre lo había soñado desde niña, haberse casado con el amor de su vida, no pude asimilar esta situación y me eché a llorar con tanto dolor abrazando el cuerpo sin vida de mi esposa, sabía que esto pasaría tarde o temprano así que lloré a más no poder porque juré que lloraría cuando ella partiera y seria las ultimas lagrimas que derramaría porque cuando este dolor pase la voy a recordar con mucha felicidad por todo lo que pasamos y vivimos juntos, esos recuerdos que nunca olvidaré.

Pasaron los día y aquel árbol donde nos conocimos por primera vez fue enterrada mi esposa, en medio del hermosos paisaje y el cielo azul mientras que las bellas flores brillaban cerca de su lapida.

Me despedí de ella con tan solo un hasta luego para seguir con mi viaje a un nuevo rumbo. Siendo un caballero retirado me convertí en un mayordomo a tiempo completo en una gran agencia de Mayordomos Express.

Los años pasaron y finalmente fui contratado por una familia millonaria para cuidar de una niña en su mansión, me alisté y fui a conocer a la nueva familia. Hice los trámites con sus tíos y fui aceptado por su padre, por ultimo empecé con mi nuevo trabajo.

Estefanía: un gusto mi nombre es Estefanía y soy la ama de llaves.

—El gusto es mío, mi nombre es Albert Silver y espero que nos llevemos bien.

Estefanía: que caballero señor Albert y bien...

En eso una pequeña niña nos observabas detrás de la puerta de entrada.

Estefanía: oh...allí estas – ve tras ella y la carga – ella es la pequeña Saly Valellery, saluda corazoncito.

Saly: él...no es papá. —hizo una mueca y me sacó la lengua.

Estefanía: oh Señorita eso no se hace. —La pequeña dio un pequeño berrinche y se fue corriendo—perdónela, ella nunca tuvo un mayordomo por eso esto es nuevo para ella.

—No se preocupe, poco a poco me ganaré su confianza.

Y así fue mi vida junto a un nuevo futuro, al comienzo me era difícil acercarme a la niña y a veces que por fin lo conseguía ella me golpeaba. Saly era de esas niñas que era complicado acercársele y creo que por eso ella siempre estaba en casa incluso en época de vacaciones, tal parece que ella no tenía ningún amigo.

—Señorita ¿Quiere ir a la playa?

Saly: no.

—Ayer la vi un poco triste porque no fue al paseo con sus compañeros.

Saly: ellos me molestan, no quiero estar con ellos. – decía enojada pero a la vez triste.

Estefanía no está y creo que podemos tomar un pequeño descanso, ándele, le aseguro que se va a divertir.

Saly: e...está bien...pero serás mi perro.

—De...de acuerdo.

Al llegar a la playa empezamos a jugar, era la primera vez la veía muy feliz, de cierta forma creo que pude acercarme un poco a ella.

Aquí tiene—le entregué un sándwich—

Saly: gracias Bobby.

—Soy...Albert.

Ya era tarde y el sol poco a poco se ocultaba, ya no había nadie y la última familia se estaba marchando, nos quedamos mucho tiempo pero al menos encontré algo que le encantaba mucho, la playa.

Mientras alistaba las cosas para irnos observe a la pequeña Saly discutiendo con unos niños.

Es por eso que nadie te quiere, por presumida —expresaba aquel niño que desde luego era un compañero de clase— siempre vienes con tu mochila de marca y tu lonchera lujosa para causarnos envidia.

Saly: eso no es verdad, mi lonchera lo prepara Estefanía.

— ¿No te lo prepara tu mama?, es verdad no tienes mamá – empezaban a reírse — ¿Por qué no vas de crucero a ver si te haces amiga de los peces? – reían a más no poder mientras que la pequeña no tenía con que defenderse— es porque no tienes amigos, vas a estar sola para siempre.

La pequeña Saly no pudo aguantar más y antes que se abalance encima del niño burlón la detuve.

Una señorita no debe caer en provocaciones – miré seriamente a los bravucones y gire un poco mi cuerpo quedando frente a frente al mar. – ¿Para qué tener amigos?, si ella tiene...—concentré mi poder en mi mano y con un grito usé mi "palma de Buda" partiendo el mar de la playa en dos ante el asombro de los niños que se quedaron con la boca abierta —...un Súper Mayordomo.

La señorita Saly comenzó a brincar de sorpresa acercándose así y esta vez sí presumir de mi a los bravucones, Era la primera vez que ella se me acercaba, no era como lo esperaba pero estoy satisfecho, llevé entre mis brazos a esta pequeña niña que el día de hoy se divirtió bastante, con rostro muy dulce mientras echaba una siesta pude comprender que aquella niña se convertiría en parte de mi familia, por eso decidí cambiar ese rostro triste que veía mientras observaba de lejos, aquella tristeza de recordar no tener a alguien a su lado quise cambiarlo y por qué juré no verla llorar nuevamente por eso...

—No voy a verla triste nuevamente—

♦♦♦♦♦

La tierra empezó a sacudirse y entre los escombros una potente luz emergió, con el rostro de sorpresa de todos él apareció creando un fuerte destello.

Byakuya (Benji): Así que el viejo respira.

Saly: A-Albert.

Albert: no...voy a verla...triste de nuevo...no mientras viva—

Byakuya (Benji): bueno esto no me sorprende, Los caballeros Angelicales siempre han sido un hueso rudo de roer.

Albert: esta vez...pondré fin a tu reinado.

Aquellos recuerdos se convirtieron en fuerza y el amor en esperanza, con un estado muy grave pero con su voluntad intacta Albert luchará hasta la muerte. 

https://youtu.be/Zy0sz7IeBRI

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro