CAPÍTULO 2
Capítulo 2
La dorada luz solar se colaba sutilmente por entre las persianas de la habitación en donde se hospedaba Becky. Despertó cerca de las 8 am, se sentó perezosamente extrañando las suaves colchas de su cama en Suiza. Nana, ¿en qué lío me metiste?, pensó y al mismo tiempo preguntándose por qué nadie se había ofrecido a acompañarla.
La temperatura fresca de California no se comparaba con la helada de Nueva York, aunque no era nuevo para ella. Suiza le había mostrado temperaturas realmente frías durante toda su vida. Era la primera vez que salía del país, ya que sus viajes se habían limitado a las vacaciones en los Alpes que algunas veces pasó con sus padres.
Sus padres. Recordó la triste historia de Howard y María Stark y cómo ella recibió la triste noticia. Aquél día el sol no salió, en su lugar oscuras nubes cubrieron el cielo frío para dar paso a la helada lluvia. Becky tenía 5 años, y su madre le había prometido que le llevaría un regalo de Nueva York por su cumpleaños. El regalo nunca llegó... mamá y papá tampoco volvieron jamás.
El ruido de la ciudad la sacó de sus recuerdos, sus ojos se habían humedecido y sus manos apretaban las sábanas. Se levantó de la cama y casi corre al baño para meterse a la regadera y dispersar sus pensamientos. Fuerza, Rebecca, fuerza, se dijo a sí misma mientras se vestía con jeans, sus botines negros de cintas, blusa violeta, bufanda a juego y su abrigo negro.
¿Qué hacer con su cabello cuando Nana no estaba? Nada, cepillarlo y dejarlo suelto. Salió del hotel llevando su bolso y la maleta negra que le había entregado Urs. Caminó lentamente las cuatro cuadras que la separaban de la grandiosa Torre Stark, ubicada exactamente en el número 200 de Park Avenue. La gente a su alrededor parecía tener mucha prisa, ella trataba de ordenar sus ideas y no parecer tonta al poner un pie en la Torre y decir "Tony Stark es mi hermano", sería muy estúpido de su parte.
Cuando llegó al imponente edificio sintió un cosquilleo en el pecho al leer su propio apellido en la cima. STARK. Su conexión con Tony era su apellido, en ese momento una chispa de confianza la golpeó y entró por las enormes puertas de cristal.
—¿Puedo ayudarle? —le preguntó una de las asistentes cuando Becky se aproximó a la recepción.
—Hola, estoy buscando a Anthony Stark —contestó tratando de no titubear.
—¿Tiene una cita programada?
—No, es un asunto personal urgente. —Algo que Becky nunca había podido dominar era su falta de paciencia. Las risitas cínicas de las asistentes no ayudaron mucho a la causa.
—Señorita, ¿su nombre es? —preguntó una de ellas. Aquí viene lo bueno, pensó Becky.
—Me llamo Rebecca Stark —una de las recepcionistas abruptamente dejó de reírse y la otra murmuró algo como: "sí, claro".
—¿Cuál dijo que era su asunto, señorita...Stark? —preguntó la que intentaba mantener mayor compostura.
—No te lo dije, es personal. En serio, no importa si quieres pensar que estoy loca; sólo necesito que me ayudes a ver a Tony Stark lo más pronto posible. No me iré de aquí hasta que eso suceda. Necesito entregarle esto —le dijo Becky con toda la calma que fue capaz de reunir y levantó la maleta negra para mostrársela.
—Llamaré a seguridad —dijo la señorita "Cinismo" con un aire de espanto en su rostro.
—Fabuloso, probablemente eso ayude a verlo más rápido... —contestó Becky exasperada y se sentó en uno de los sillones de elegante color perla.
Cinco minutos después, un hombre vestido con traje color negro llegó a la recepción. Tendría aproximadamente 30 años, era un poco más alto que Becky y fornido. Se reportó directamente con ambas recepcionistas regalándoles una sonrisa coqueta. Ellas respondieron de igual forma. Después miró a Becky y se recargó en la barra de la recepción para coquetearle ahora a ella.
—¿Cuál es el problema, señoritas?
—La señorita está aquí para ver al Señor Stark sin una cita programada, dice que es un asunto personal urgente —dijo una de ellas tratando de aparentar seriedad. El hombre desvaneció su sonrisa y comenzó a mirar a Becky de forma sospechosa.
—Lo siento pero mi jefe no atiende asuntos ni personales ni urgentes, señorita... —el hombre hizo una pausa preguntando su nombre.
—Stark. Me llamo Rebecca Stark. —Becky estaba comenzando a pensar que tal vez no había sido buena idea ser tan honesta.
—Happy, también me dio ese nombre y por eso te llamé —le dijo la recepcionista al hombre que ahora se veía incluso nervioso.
—¿Happy? ¿Tu nombre es Happy? —le preguntó Becky sin poder ocultar su diversión.
—Eso no es de su incumbencia, señorita Lo-Que-Sea...
—Mira, ya he esperado demasiado. Tomé cuatro aviones para llegar hasta aquí, tengo un asunto familiar urgente qué tratar con el señor Stark. Por favor, ayúdame a hablar con él —le pidió ella con los restos de tolerancia que había podido recuperar.
—El señor Stark no atiende asuntos familiares porque no tiene familia...
—¡Sí la tiene! Mi padre me envió... —Becky se detuvo, tal vez había llegado demasiado lejos.
—¿Y su padre es...?
—Howard Stark. —La cara de ambas recepcionistas era imposible de describir, pero la del hombre sólo reflejó lo alarmado que estaba de haber escuchado eso.
—Vendrá conmigo, señorita; sus mentiras no pueden ser discutidas aquí. —Happy la tomó del brazo y la llevó apresuradamente hacia el elevador.
En ningún momento la soltó, le quitó la maleta color negro y le pidió a dos guardias que se la llevaran para inspeccionarla. Llegaron al piso 43, a Becky le asustó tanta altura. El piso 43 se caracterizó, principalmente, por tener el color blanco como color base, con sutiles tonos grises para contrastar. Happy continuó llevándola del brazo hasta llegar a una sala con una mesa de cristal enorme al centro y le ofreció sentarse en una de las lujosas sillas blancas que la rodeaban. Luego se sentó frente a ella.
—Repasemos su información, señorita, ¿quién dijo que era su padre? —preguntó Happy con cara de pocos amigos.
—Howard Stark. Mira, en serio sé que suena poco creíble pero Anthony es mi hermano...
—Mi jefe no tiene hermanos —la interrumpió Happy.
—Dijeron que mi padre había precisado que me encontrara con mi hermano para... —Becky volvió a intentar a hablar, pero seguía siendo interrumpida por el jefe de seguridad de la torre.
—El señor Stark no tiene padres...
—¡Yo tampoco! Murieron cuando yo tenía cinco años. En serio, sólo estoy buscando hablar con él; tampoco sabía que él existía —Becky sonaba cansada pero a la vez sincera, Happy se levantó y se encaminó hacia la puerta.
—Espere aquí, por favor.
Becky desabrochó su abrigo para sentarse más cómodamente, algo le decía que tal vez estaría ahí un bien tiempo. Miró con detenimiento la inmaculada sala: tenía algunas esculturas grises y plateadas a juego con el estilo moderno de todo el edificio, tenía enormes ventanales y unas puertas de cristal que daban a una pequeña terraza. Las puertas estaban abiertas. Happy volvió quince minutos después.
—La señorita Potts le atenderá enseguida —le dijo muy serio. Un instante después, entró a la sala una mujer joven y vestida impecablemente con ropas en color blanco. Era rubia y de expresivos ojos azules, la saludó gentilmente y se sentó frente a ella.
—Hola, soy Virginia Potts, Gerente General de Industrias Stark. Me informaron que deseas ver al señor Stark, pero de momento él no se encuentra disponible. ¿Hay algo que pueda hacer por ti? —le dijo amablemente la mujer a Becky, quien supo que tendría que contestarle de igual forma.
—Hace menos de una semana fui informada de que Tony es mi hermano, por eso necesito hablar con él y entregarle un paquete que le dejó mi padre —Becky sabía que Potts estaba escondiendo a Tony, pero debía tratar de aprovechar la amabilidad con que ella la había recibido.
—¡Oh! En ese caso yo puedo hacer eso porque a él no le gusta que le entreguen nada —contestó tratando de parecer aliviada.
—No, no comprendes...
—Disculpa, ¿tu nombre es? —preguntó Potts.
—Rebecca Stark...
Happy interrumpió la conversación preguntándole a la señorita Potts si quería que llamara a más seguridad, pero ella dijo que llamara a S.H.I.E.L.D. Genial, ahora llamarán a algún departamento privado de la policía, pensó Becky al no conocer de lo que estaban hablando.
—¿Y qué es lo que contiene el paquete? —le preguntó de nuevo Potts mientras Happy estaba al teléfono en la sala de al lado.
—No lo sé, al parecer información para él y para mí —contestó Becky más desesperada que antes.
El teléfono celular de Virginia Potts comenzó a sonar, ella contestó sin mirar la pantalla y segundos después llevó una de sus manos a la frente en señal de exasperación.
—Estoy bien...llamé a S.H.I.E.L.D. porque necesito hacerles una pregunta...no, nadie me está amenazando...por favor, no vengas... —Ella sonaba impaciente.
Becky recargó su codo en la mesa para descansar su cara sobre su mano, tenía la ligera sospecha de saber quién llamaba.
—¡Tony, no bajes! Estoy bien...no te necesito para... —se escuchó como la persona al otro lado del teléfono terminaba la llamada. Potts arrojó el teléfono a la mesa y miró a Happy.
—Viene para acá, ¿verdad? —le preguntó Happy adivinando su pensamiento, ella simplemente asintió y después miró a Becky con preocupación.
Por las puertas abiertas que daban al balcón comenzó a escucharse un extraño sonido, parecía que un avión cruzaba el cielo. En ese instante, un objeto rojo y dorado se aproximó a una fuerte velocidad y entró por las puertas haciendo volar los papeles que estaban alrededor. Tony Stark con su armadura de Iron Man irrumpió en la sala.
—¿Estás bien? —le preguntó a Potts a través del traje, ella le respondió rodando los ojos en desaprobación. Después, él volteó a ver a Rebecca y se quedó inmóvil. Ella parecía muy nerviosa y se había levantado de su silla.
Tony se levantó parte de la máscara para mostrar su rostro, sus ojos estaban muy abiertos aparentando sorpresa. Becky vio en él muchos rasgos de su padre y se le hizo un nudo en la garganta, pero sabía que sería imprudente comenzar a llorar.
—¿Y tú eres...? —preguntó Tony a Becky aparentando indiferencia.
—Me llamo Rebecca Stark, soy tu hermana —le contestó despacio tratando de calmarse.
—No, no lo eres —le contestó firmemente Tony.
—Señor, el director Fury de S.H.I.E.L.D. ha aterrizado en su helicóptero en la Torre Stark y lo espera en el mirador —se escuchó una voz a través del traje de Iron Man.
—Estaré ahí en cinco minutos, Jarvis. ¿Happy? Conduce a esta chica a la salida —Tony parecía indiferente a la noticia que acababa de escuchar.
—¿Qué? —exclamó Becky.
—Mira, si lo que buscabas era dinero o fama, toda esta obra de teatro era completamente innecesaria...
Interrumpiendo a Tony, dos hombres vestidos con trajes negros entraron en la sala. Ambos caminaron hacia Becky y esposaron sus manos al frente mientras ella comenzaba a forcejear inútilmente con ellos.
—Señor Stark, el director Fury necesita verlo y quiere interrogarla a ella en este momento —dijo uno de ellos mientras el otro salía de la habitación con Becky.
Se dirigieron al último nivel del enorme edificio de 93 pisos. El mirador de la Torre Stark era el actual hogar y centro de operaciones de Tony. Becky, aunque estaba esposada, era tratada con respeto por lo que al poco tiempo dejó de forcejear. Centró sus pensamientos en todo lo que estaba sucediendo, tratando de averiguar y comprender qué rumbo podrían tomar las cosas.
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Hola, muchas gracias por leerme y/o REleerme.
Me encantaría saber lo que opinan sobre las nuevas imágenes dejando un comentario.
Saluditos.
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