Capítulo 1

Enero del 2014. Bern, Suiza.

En una de las casas más elegantes de la antigua ciudad, una joven de 23 años jugaba con su perro Labrador corriendo en el jardín y atrapando una pelota. Becky, como la llamaban cariñosamente los empleados de la casa, había recibido educación particular y su mejor compañía era su Nana, una dulce mujer de edad avanzada cuyo nombre era Margrit Müller. La Sra. Müller había cuidado a Becky desde sus primeros años de vida, frecuentemente cubriendo las prolongadas ausencias de María Stark.

Había dejado de ser una niña y se había recuperado de un accidente que le provocó una amnesia de casi 4 años. Su cabello castaño dorado y largo hasta la espalda baja nunca fue descuidado por su nana. Sus ojos color miel parecían resplandecer con la luz del sol y su piel blanca cubría su pequeño cuerpo bien desarrollado.

Esa mañana fue diferente, Nana estaba muy seria y evitaba las miradas de Becky cuando ésta le pidió trenzar su cabello. Urs, el mayordomo, había salido muy temprano sin decir a dónde iba.

—¿Nana? ¿Cuándo me vas a decir qué es lo que les pasa a todos hoy? —preguntó Becky mientras veía a la Sra. Müller cortar un montón de zanahorias en la cocina rústica.

—¿De qué hablas, niña? Siempre has sido demasiado imaginativa —contestó Nana con una sonrisa, pero sin levantar la mirada.

Esa tarde comieron juntas y podaron algunas plantas del jardín. Fue casi al anochecer que llegó Urs, que traía consigo una pequeña maleta color negro. Se acercó a las dos mujeres y miró fijamente a la Sra. Müller.

—Es hora... —fue lo único que dijo antes de continuar su camino hacia adentro de la casa.

—Ven conmigo, Becky —le dijo la Sra. Müller al verla curiosa de lo que el mayordomo acababa de decir.

Ambas entraron a la casa y se encontraron con Urs en la sala, quien había cerrado todos los accesos a esa habitación para que nadie más pudiera oírlo. Becky y su nana se sentaron en el sillón más grande y Urs las acompañó en el sofá, mostrándole la maleta a Becky.

—¿Qué es eso, Urs?

—Señorita Stark, ¿recuerda el nombre de sus padres? —le preguntó cuidadosamente el mayordomo, tratando de no insultarla con la pregunta.

—Claro, Howard y María. ¿Por qué? —contestó ella mirándolo a los ojos sin poder descifrar el resto de la conversación.

—Lo que voy a decirle es algo complicado, quiero que me escuche con mucha atención —le dijo Urs mientras la Sra. Müller la tomaba de las manos.

—¿Decirme qué? Basta, me están asustando.

—Usted no es hija única, tiene un hermano mayor en California. Su nombre es Anthony y es necesario que se reúna con él lo antes posible, tiene que...

—Espera, espera, espera... ¿qué es lo que me estás diciendo? ¿Es una broma? —Becky interrumpió al hombre mirándolo con incredulidad.

—Becky, escucha lo que tiene que decirte —le dijo la Sra. Müller apretando las manos de la muchacha.

—Usted ha estado aquí en Suiza por indicaciones de su padre que buscaba protegerla de ojos poco amigables, ni siquiera su hermano sabe de usted. Debe viajar a Estados Unidos a buscarlo, él tendrá que continuar la protección que su padre quería —habló despacio Urs, tratando de que cada palabra fuera comprendida bien por Becky.

—¿Por qué hasta ahora? —preguntó tratando de continuar la conversación.

—Habría sido antes, pero tu accidente atrasó las cosas, Becky. Ya no somos tan jóvenes como antes y no podríamos permitir exponerte. Además... —la dulce voz de la Sra. Müller fue interrumpida por el carraspeo de la garganta del mayordomo, que intentaba cubrir algunos detalles.

—¿Además qué? ¿Urs? Creo que si voy a enterarme de las cosas y me van a enviar a no sé dónde, al menos podrían darme la información completa —Becky ya no estaba de humor, pero sobre todo, no lograba comprender.

—Hace unos días hubo una explosión en Zúrich y creemos que fue provocada por las personas de las que quería alejarte el Sr. Stark, no podemos esperar a que sea una falsa alarma —contestó su nana con ojos preocupados.

—¿Qué personas? ¿Quiénes son?

—Por eso necesita reunirse con su hermano, entregarle esta maleta y hacer todo lo que él diga. Anthony Stark es una persona complicada y tardará en ganarse su confianza, pero debe irse pronto. Su vuelo sale mañana por la mañana.

—¿Mañana? Pero... —Becky comenzaría a protestar, pero la Sra. Müller no la dejó terminar.

—Becky, debes ir. No permitas que todo este esfuerzo haya sido en vano, sobre todo el de tus padres. Si ellos estuvieran aquí, las cosas habrían sido muy diferentes. Tony es especial, un genio de la tecnología, ya te enterarás el porqué.

—Los voy a extrañar, nana; estoy segura que no tardaré en regresar aquí —les dijo Becky a ambos y tratando de ser fuerte y no llorar.

—Y nosotros estaremos esperándote, pequeña.

Dos días después. Malibú, California.

Era un agradable día soleado, la ciudad con el ajetreo habitual y el aeropuerto en plena hora pico. Becky recogió su equipaje y se encaminó hacia la salida para pedir un taxi. Le entregó al chofer la dirección de la casa en Malibú Point y el hombre rio por lo bajo, pero sin decir nada comenzó a conducir.

Cuarenta minutos después, el conductor le indicó que habían llegado a la dirección solicitada.

—Aquí no hay nada, es sólo un acantilado —le contestó Becky confundida.

—Claro que sí, preciosa, la casa de Iron Man quedó completamente destruida después del ataque que sufrió el año pasado. Como turista deberías saberlo, por eso querías venir, ¿o no? —le contestó el hombre algo exasperado.

—¿Iron Man?

—¡Sí! Iron Man es el multimillonario Tony Stark, ahora vive en Nueva York en su enorme torre en el centro de Manhattan, ¿de qué planeta eres? Todo el mundo conoce a Iron Man. —El hombre la miró sintiendo la pregunta de Becky casi como un insulto.

—Lléveme al hotel más cercano al aeropuerto, por favor —le pidió ella al conductor, sabiendo que no estaría mucho más tiempo en California como lo había pensado.

Cuando se instaló en un cómodo hotel a sólo dos cuadras del aeropuerto, Becky caminó hacia un centro comercial para comprar una laptop, bajo el presentimiento que tendría mucho que investigar sobre su hermano y a lo que se dedicaba. Urs le había entregado una tarjeta bancaria con la cual le aseguraba podría comprar cualquier cosa que quisiera, pues su padre le había dejado una pequeña fortuna, aunque no le especificó cuánto.

De vuelta a su habitación, instaló su laptop y escribió en Google: "Iron Man", encontrando miles de resultados sobre el traje revolucionario que Tony Stark había creado. Encontró fotografías, videos y archivos que leyó hasta muy entrada la noche. Vio fotografías de Tony, era muy parecido a su padre. Cerca de las tres de la mañana decidió irse a dormir, su avión hacia Nueva York saldría a las 11:30 am del siguiente día.

Nueva York. 7:30 pm.

La misma travesía comenzaba para Becky: salir del enorme aeropuerto, tomar un taxi y encaminarse a la próxima dirección para encontrarse, con suerte, con Tony. De nuevo, el conductor del taxi mostró una risa burlona cuando escuchó a dónde se dirigía. Esta vez, Becky decidió quedarse callada.

Cuando el taxi la dejó frente al enorme edificio, los guardias que custodiaban las enormes puertas de cristal le recomendaron volver temprano al siguiente día, pues los empleados habían comenzado a retirarse. Sin más opciones, Becky se hospedó en el hotel más cercano. Al avanzar por las congestionadas calles de la ciudad, vio que había murales mostrando la figura de Iron Man junto con otras más que ella nunca antes había escuchado. Nombres como Capitán América, Thor, Black Widow, Hawkeye y Hulk se volvían cada vez más familiares para ella a medida que seguía caminando.

Al entrar en su habitación, se dio un baño y se acostó a dormir. No había marcha atrás y se sentía nerviosa por lo que sucedería al día siguiente. Sólo esperaba que no fuera tan complicado explicarle a su hermano que no estaba solo, explicarle el peligro del que le hablaron en Suiza y que finalmente comprendieran los dos porqué tantos secretos guardados por más de 20 años.
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Espero las nuevas imágenes les gusten, besos!