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CAPÍTULO 7

Me levanté más temprano de lo habitual para tener tiempo de tomar una larga ducha de agua caliente.

Me vestí con el conjunto deportivo de verano que me habían dejado en mi armario; un top gris liso y una calza de lycra del mismo color, corta por encima de las rodillas.

Me hice una cola de caballo bien alta y luego de higienizarme la boca salí de mi dormitorio mentalizada en cumplir con visita diaria.

Los pasillos estaban desiertos, debido a que los domingos el personal del lugar tiene permitido descansar hasta las 11:00 am en vez de despertarse junto con el amanecer a las 7:00 de la mañana.

Giré a la derecha y de pronto escuché una voz a mi lado que me saludó como si fuésemos amigas de toda la vida.

— Buenos días alumna estrella.— Alegó, Victoria, con una sonrisa radiante que me fastidió.

Odiaba que la gente me hablara en la mañana.

— Ya no soy tu alumna, ¿recuerdas?— Le dije sin gracia, intentando acelerar el paso para escaparme de ella.

— Hablando de ello.— Tiró de mi brazo para obligarme a frenar y corrió su flequillo negro de un soplido para poder mirarme directo.— Lamento haberte hecho pasar un mal momento durante la clase. Creo que te vi como a mi competencia más que como a un alumno regular y debo admitir que en cierto modo me intimidaste.

— Las disculpas no son necesarias.— Intenté reanudar la marcha pero ella me lo impidió.

— Solo quiero que te quede en claro que yo no quiero estar en tu contra. Es más, me encantaría aprender alguno de tus movimientos, Scarlett.

— Yo tampoco quiero estar un tu contra.— Cedí.— Y nunca te negaría una práctica doble pero ahora necesito ir a visitar a alguien.

— Te acompaño entonces.— Insistió ella y tiró de mí nuevamente para seguir caminando.

Supe que no tenía sentido negar su compañía. Victoria era muy insistente y de hecho su presencia no iba a molestarnos tanto.

"Solo espero que a Ares no le moleste."— Pensé.

Llegamos al cuarto que le correspondía y cerré la puerta a nuestras espaldas buscando un poco de privacidad.

Ares yacía sobre su camilla especial, tumbado con nuevas prendas de ropa y luciendo igual de bello que el primer día en el que lo conocí.
El tiempo parecía no pasar para él.
Llevaba el mismo corte de pelo, solo que esta vez todos sus mechones estaban en su lugar. Era una lástima porque de verdad me encantaba su cabello mañanero y revoltoso.

Me acerqué a él y le di un pequeño beso sobre el pómulo. Estaba cálido y su piel olía a crema perfumada, como si recién hubiese sido afeitado.

— ¿Quién es él?— Preguntó, Victoria, de manera inocente recordándome su presencia.

— El es Ares.— Me temblaron los labios y la voz me falló de repente.— Mi...

— Tu novio, ¿verdad?— Afirmó ella y se acercó para verlo con mayor claridad.

Esto no estaba bien.
No debí de haber dejado que entrara.
Estaba invadiendo la privacidad de Ares y compartir la sala con otra persona que no fuéramos nosotros dos me estaba empezando a poner nerviosa.

— Es muy lindo.— Me distrajo de mis pensamientos manteniendo un tono de voz suave para no molestar.

— Lo es.

— ¿Lo visitas a diario?

— Lo hice durante tres años.— Comencé sin apartar mis ojos de aquel bello rostro relajado.— Pero le fallé un día, y ahora con todo el tema de la misión, me temo que no lo veré por varios días.

Se hizo un silencio sepulcral en la habitación, en donde donde solo se escuchaba el latir de tres corazones. Dos al mismo ritmo y uno más relajado que los demás.

— Salgamos de aquí.— Le dije y sin esperar que me siguiera salí por la puerta y regresé a los pasillos.

Victoria no demoró en seguirme y a la par fuimos hasta la cafetería para pasar a recoger un desayuno liviano.
Agarramos dos jugos de manzana y un ramo de bananas, todo pensado para aprovechar un entrenamiento matutino productivo.

Salimos al no tan pequeño jardín trasero y bebí un trago de mi jugo antes de ponernos a armar los pisos de goma.

No demoramos más de de diez minutos y mientras devorábamos la primera banana comenzamos a entrar en calor.

— Tengo una idea.— Dio a conocer.— Podemos hacer un ping pong de preguntas y respuestas mientras estiramos. Yo empiezo.— No me dejó decidir y con una sonrisa pícara preguntó.— ¿Cómo fue la primera vez que conociste a Ares?

Reí por lo bajo, sabiendo de antemano que ella no esperaria la anormal anécdota que estaba a punto de contarle.

— Fue bastante extremo a decir la verdad. No a cualquiera le ocurre.— Le di una pequeña aclaración para poder continuar.— Nos conocimos durante el transcurso de una misión que habíamos ideado de repente, con Colin, para rescatarlo. Todo pareció sacado de una película de acción y no fue para nada lo que tenía en mente pero en cierto modo fue perfecto.— Sonreí sin poder evitarlo. Que bien que me hacía recordar los buenos momentos en vez de abrumarme con los malos.

— Suena muy romántico.— Dijo con sarcasmo sin buscar ofender.— Ahora tu. Pregunta lo que quieras saber de mi.

— ¿Cómo es que terminaste aquí?— Pregunté omitiendo la información que Autumn me había proporcionado con anterioridad.

Ella suspiró con pesadez y elongó su brazo derecho antes de comenzar.

— Escapé sin la ayuda de nadie y Autumn terminó por acogerme y darme una función dentro de la plataforma.— Hizo una pausa y su rostro pasó de felicidad a mostrar amargura en cuestión de segundos.— Yo solía trabajar para Killian Sigma. Era su guardia personal y de vez en cuando cumplía el papel de espía entre la sociedad para llevarle información. Mi labor allí era pura y exclusivamente impuesta por mi padre, quien fue su tutor responsable desde que él era pequeño. Hoy en día sigue trabajando para él pero yo no y nunca más lo haré. La oportunidad se me presentó y sin mirar atrás huí.

Estaba segura de que algo horrible debió de haberle ocurrido allí dentro como para querer escapar. Y no dudaba en que seguramente Killian tenía toda la culpa.

— ¿Cómo es él?— Hablé sin importarme qué ahora era su turno de consultarme algo.— Me serviría un poco de información antes de la misión.

Ella estiró su cuello y yo la imité.

— Físicamente esespantoso.— Comentó segura de lo que decía.— Una nariz enorme, las patas de gallo muy marcadas, la mandíbula chueca y una boca muy fina. Ya si hablamos de él como persona te diría que es un monstruo. Trata a las personas según lo que a él le convenga. Es súper antipático y despegado de la gente, salvo cuando toma de más y se pone violento. No le importa nada más que si mismo y desprecia a todo aquel ser viviente que no le sirva de manera eficaz.

Allí mismo se acabaron de perder las últimas esperanzas que me quedaban de que Killian fuera diferente a su padre, nuestro padre.
Pero no, con la descripción de Victoria no me costó imaginarme al mismísimo Arthur Sigma en su versión más jóven.

— ¿Conforme con la descripción? Soy un poco bruta con los adjetivos calificativos, siempre me quedo escasa.

— Era la descripción que me imaginaba.— Acordé totalmente desganada.

Capítulo nuevo actualizado directamente desde México gente! Estoy de vacaciones en la playa así que pido mil disculpas por la ausencia.

Voy a estar leyendo y respondiendo sus comentarios ❤️

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