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Desperté temprano en la mañana con la intención de poder estar cinco minutos más de lo establecido con Ares.
Me vestí rápidamente y lavé mis dientes para luego poder acomodar mi cabello.
Me calcé las zapatillas y atiné a agarrar mi anillo antes de salir.

Hoy le contaría el plan de recuperación que llevaríamos a cabo y compartiría lo feliz que me hacía saber que mis ojos de colores volverían.
A él le encantaban.

Comencé a caminar a paso veloz, esperando a que nadie me viera, de lo contrario me regañarían.
Crucé el pasillo principal y al voltear a la izquierda, queriendo entrar al sector médico, me encontré con Autumn quien me esperaba de brazos cruzados.

Frené en seco y lancé una mirada a la puerta detrás de él.

"— La puta madre"— Pensé.

— ¿Sabes? Venir todos los días a visitarlo no es algo bueno para tu salud mental.— Dijo él.— Es una costumbre que solo te entristecerá con el pasar de los días.

— En realidad ver despierto a Ares es lo único que me hace querer vivir día a día, ¿lo sabías?.— Respondí tajante.

Él se quitó del camino y alzó las manos en señal de redención.

Avancé dudosa y abrí la puerta pero antes de que la cerrara, Autumn me habló.

— La prueba para la recuperación de tus ojos es ahora, Scarlett. Necesito que vengas conmigo.

Lo miré con ojos cansados pensando en por qué no podía ser en otro horario.

— Si los quieres tendrá que ser ahora.— Insistió.— Tu decides Scarlett, o te pierdes un solo día de visita o te pierdes la única oportunidad de recuperar tus ojos. Tienes hasta que consiga llegar al ascensor para elegir.

Dicho lo anterior dio media vuelta y comenzó a caminar por el pasillo principal.

Mordí mi labio inferior indecisa. No quería perder mi horario de visita con Ares, pero tampoco quería perder la oportunidad de recuperar mis ojos.
Alcé la cabeza y vi su calmado rostro en busca de una respuesta. A Ares le gustaría volverme a ver con ojos fugaces, según él me volvían original y lo original le encantaba.

— Autumn.— Lo detuve antes de que las puertas del asesor se cerraran.— Iré contigo.

Él sonrió, contento por mi elección y se apartó a un lugar para que pudiera acompañarlo.

— Así será la cosa.— Comenzó.— He conseguido traer a un brillante doctor de la sede que tenemos en Nueva York para que consiga repetir el suero que Sigma utilizó contigo para quitárte tus poderes.

— ¿Y de qué les sirve repetir el suero que quita poderes si lo que nosotros queremos es recuperarlos?

— Si conseguimos repetir la sustancia es posible que el Doctor Capetown sea capaz de analizar sus componentes y revertir su función, para así devolverte tus poderes. Pero para ello te necesitamos a ti porque hasta dónde sabemos eres la única capaz de portar los ojos fugaces.

— Ustedes sabían que Sigma se inyectó la jeringa que extrajo de mi cuello y así obtuvo los poderes, ¿verdad? De ser así, cualquiera con su sangre sería capaz de portar los ojos, tanto él como Killian y yo.

— En realidad lo que te permite a ti portar aquellos ojos es el ADN defectuoso por parte de tu madre. El efecto en Sigma sólo sería temporal porque los poderes fueron extraídos directamente de su fuente original, es decir, de ti, su portadora. Muy distinto habría sido si Arthur se hubiera sometido al tratamiento como así lo hicieron los demás experimentos. Habría conseguido ojos de un solo color con un solo poder pero nunca los fugaces. Es por ello que dudo que Killian también pueda portarlos, ya que ustedes comparten la sangre Sigma, no la de Grace que es la de tu madre.

Cada día conseguía asombrarme más. Si era cierto que había veces en las que no era capaz de almacenar cierta información pero no me cansaba de ver los avances que se producían dentro de este lugar.

Entramos a un cuarto grande a decir verdad, con las paredes blancas, grandes luces apuntando en dirección a una camilla y todas las ventanas del lugar cubiertas. Un grupo de gente, de seguro científicos y médicos, se aproximaron al lado de la camilla apenas nos vieron ingresar.
Un hombre de cabello ondulado, largo y canoso se volteó a vernos y nos dedicó una gran sonrisa.
Aparentaba ser simpático con su altura no más del metro setenta, su leve sobrepeso y su dentadura postiza reluciente.

— Scarlett.— Comenzó Autumn.— Este es el Doctor Capetown, recién llegado de la sede Épsilon Psi de Nueva York.

— ¡Un gusto señorita Mayer!— Se dirigió hacia mi el Doctor.— Estoy muy feliz de poder conocerla finalmente. Me han hablado mucho de ti y de tus increíbles ojos. En Nueva York eres prácticamente una celebridad, ¡una heroína!

— También es un gusto conocerlo Doctor Capetown.— Le devolví la sonrisa.— Gracias por tomarse el tiempo de venir.

— ¡Puedes llamarme Leopoldo! No es necesario el apellido. Yo más que complacido por venir a ayudarte en tu causa. Vengo estudiando los experimentos de Sigma desde hace años y sin duda tu te destacas como su mayor logro a pesar de que él no pudiera notarlo... Bueno, ¡basta! Necesito controlar mi fanatismo o nunca terminaremos con el procedimiento.

Reí ante su último comentario y me recosté en la camilla tal cual me lo indicó él.
Si al principio sentía un poquito de nervios estos se me habían ido luego de conocer a este señor que parecía quitarle el peso a la situación.

Leopoldo Capetown se reunió con su equipo y comenzaron a preparar el lugar. El Doctor se sentó junto a mi camilla y comenzó a armar una jeringa bastante grande para mi gusto.
Le indicó a una enfermera que me canalizara y me dejé asistir a regañadientes.

Si no le dejaba poner una intravenosa, ¿cómo iba a dejar que Leopoldo me inyectara semejante aguja?
El pareció percatarse del terror de mi cara y rió con una risa grave.

— Estuve leyendo tu expediente y sé que tienes belonefobia, Scarlett. No te preocupes, solo será un pinchazo rápido.

Asentí no muy convencida e intenté relajarme.
Cerré los ojos para dar una fuerte inspiración y los abrí repentinamente al sentir una mano sobre mi hombro.

— Estarás bien, Scarlett.— Intentó consolarme Autumn con una sonrisa sincera que nunca antes había visto en su rostro.— Te prometo que estás en buenas manos.

Se alejó para no estorbar y se quedó de brazos cruzados en una esquina del lugar sin quitarme sus ojos de encima.

Leopoldo me pidió que respirara profundamente. Así mismo lo hice.
Apenas solté el aire, él introdujo la aguja en mi cuello con una impresionante precisión.
Largué un pequeño grito ante el susto e intenté no moverme a pesar de las ganas que tenía de zafarme.

Retiró la aguja con delicadeza y me observó durante unos segundos antes de preguntar si de verdad me había dolido.

Negué con la cabeza sin dejar de apretar los párpados.

— ¿Ha funcionado?— Preguntó Autumn a medida que se acercaba.— ¿Sientes algo, Scarlett?

De momento no sentía nada hasta que de pronto una fuerte punzada en mi cabeza comenzó a surgir.
Se expandió hacia varios sectores de mi rostro y me obligó a sentarme súbitamente.

— ¡Sosténganla para no que no se toque el rostro!— Gritó el Doctor y de inmediato me sostuvo por el brazo derecho.

Autumn atrapó mis dos piernas y un enfermero capturó mi brazo faltante. Me recostaron nuevamente pero yo no podía parar de temblar.

Comencé a sentir un fuerte ardor en los ojos que me daban ganas de arrancármelos, como si se me hubiese metido jugo de limón. Menos mal que me sostenían, de no ser así podría haber arruinado el tratamiento.

El dolor duró casi cinco minutos y con cada segundo que pasaba era peor y más insoportable se volvía. Finalmente paró y poco a poco me fueron liberando.

Una enfermera me acercó un espejó para que viera el resultado y simplemente me había dejado pasmada.

— ¡Scarlett la Falla Mayer ha regresado!— Comentó Leopoldo Capetown emocionado.— ¡Sálvese quien pueda!

Y así fue... la Scarlett Mayer verdadera había regresado y estaba dispuesta a aprovechar al máximo lo que había recuperado.

Tanto tiempo sin actualizar! Sé que me pidieron maratón pero estaba ansiosa de que leyeran el cap!
Espero que les haya gustado y espero que tengan ganas de dejarme un comentario con su opinión.
¿Les está gustando el libro?¿Tienen intriga de lo que puede pasar ahora que Scarlett is back? 😎😎