CAPÍTULO 29
El vapor de la ducha era lo único que me ayudaba a respirar con profundidad y no terminar ahogada en un mar de angustia.
Mi cabeza no paraba de reproducir todo lo que se había dicho esta tarde, cuando tuve el reencuentro con mi hermano.
Lo peor de todo era que tenía muchas ganas de compartirle al resto lo que habíamos descubierto, pero algo en mi interior me pedía a gritos que mantuviera la boca cerrada.
Sentía que estaba en un momento muy delicado y personal de mi vida, donde no podía andar ventilándole a los cuatro vientos, cada cosa que me pasaba.
Killian era un tema muy delicado. No sabía cómo podía impactar, saber de su existencia, en otras personas. Sobre todo en mis amigos, quienes sufrieron a mi lado todo el maltrato que Sigma nos ejerció en aquel laboratorio.
Salí de la ducha envuelta en una toalla y casi se me cae la misma ante el susto de encontrarme a una persona esperándome detrás de la puerta.
—¿¡Qué carajos estás haciendo aquí!? —Chillé, sin gracia, al toparme con la presencia de Theo Uselay.
El se veía muy tranquilo, allí cargado contra la pared, vistiendo su impecable conjunto blanco para el evento de esta noche.
Hice un paso atrás cuando este atinó a acercarse.
—Te están esperando todos abajo —habló con tranquilidad, mientras se arreglaba su cabello dorado en el espejo.
—¡Pues que esperen! —Respondí sin poder creer el descaro que tuvo al entrar en mi cuarto—. No sé quién te dio el permiso de ingresar. Podría haber estado cambiándome y tu aquí como si nada.
Lo empujé molesta y cerré la puerta de la habitación que compartía con Mila.
—Me han enviado a buscarte —se excusó, comunicándose desde el otro lado de la madera—. Tenemos que presentarte.
Lo ignoré y me puse el vestido, antes de que se le ocurriera irrumpir, donde no debía, nuevamente.
Me sentaba perfecto.
No cabían dudas de que con esta prenda, me vería obligada a ser el centro de atención.
La tela blanca con caída y aquellos detalles dorados bordados sobre la misma, eran espectaculares.
Me calcé mis borcegos negros, ignorando aquellos tacones que me habían dado.
Al fin y al cabo, el vestido largo los cubría, y sabía lo movida que sería la noche, por lo cual opté por la comodidad.
Abrí la puerta y el cuerpo de Theo se vino hacia adelante, ante lo inesperado de mi accionar.
Parecía haber estado apoyado de espalda sobre la misma.
—Casi me matas —gruñó a medida que se reincorporaba.
Verlo allí parado, hablando como si nadie supiera lo que se traía entre manos, me estaba empezando a molestar.
Me daba comezón en la nuca, presenciar lo tranquilo que se veía. Allí, vestido con su ropita blanca de la realeza, los zapatos lustrados para la ocasión y su cabello rebelde con una trenza cosida al lado me generaba una violencia interna que intentaba reprimir.
Traía aquel collar de perlas de la otra noche y varios anillos completándole el look. Solo que sus manos no traían la mejor estética. Aquellos nudillos llenos de moretones y cortes no podían ser tapados ni con el mejor maquillaje.
Theo debió de darse cuenta de la mirada fulminante que le estaba destinando, puesto a que sus ojos me analizaban expectantes, intentando descubrir lo que maquinaba mi mente.
Avance con agilidad y apoyé mi antebrazo sobre su garganta, arrinconándolo contra la pared.
—¡Hey, hey! —se sobresaltó y alzó sus manos rendido.
Sabía que no intentaría nada.
—¿Tú quién te has creído que eres? —Lo cuestioné, mirándolo sin vacilar, directo a los ojos—. ¿Tu piensas que puedes hacerle a la gente lo que te dé la gana?
—Si es por haber entrado a tu cuarto sin haber avisado, me disculpo —se excusó con una sonrisa socarrona—. Solo quería escoltarte al evento de esta noche.
Era evidente que Theo no tenía ni la menor idea de lo que le estaba hablando.
—Levanta las manos —le exigí, señalándolas con el mentón.
—¿Con qué así te gusta jugar? —Inquirió con una voz seductora que erizó los pelos del cuerpo—. ¿Me atarás las manos o qué?
—¿Cómo te has hecho eso? —Señalé las heridas que traía—. Las heridas en tus nudillos y que ni se te ocurra mentirme o me daré cuenta.
Era más que consciente de que mis ojos verdes estaban esperando a que Theo abriera la boca.
—Peleando con un chico —respondió, aún pensando que estaba jugando con él.
—¿Puede que ese chico haya sido mi hermano?
Lo dije, fuerte, claro y sin dubitar un segundo.
Estaba harta de tener que pretender que todo estaba bien con esta gente. Lo peor, era querer auto convencerme de que no suponían un mal para nadie.
Claramente me equivoqué.
—¿Tu hermano? —Preguntó confundido, ya sin una gota de gracia al hablar.
Sentía su deseo de alejarse de mi. Lo estaba incomodando el interrogatorio a escasos centímetros de su rostro.
—Killian Sigma —señalé, ejerciendo más presión sobre su cuello.
El cuerpo de Theo quedó inmóvil al escucharme pronunciar aquel nombre.
Pude notar la dificultad que tuvo al tragar.
—No sé de lo que me estás hablando —Fingió hacerse el desentendido e intentó zafarse de mi agarre.
Solté su cuello pero lo agarré fuertemente de la camisa y los estampé otra vez contra la pared.
—Te vi esta tarde en los túneles —Inicié—. ¿Tu de verdad creíste que no volvería para averiguar qué había más delante? Grave error subestimarme.
No sabía dónde meterse y ni que historia inventar para salvarse.
Había sido descubierto y no me cabía duda de que nunca pensó que este momento llegaría a pasar.
—Si, es verdad que Killian está en los túneles —habló rendido—. Pero no pienses que lo hemos maltratado ni nada. Solo queríamos su ayuda para encontrarte a ti. El no nos interesa.
—Ya me tienen —dije con obviedad—. ¿Qué esperan para liberarlo?
—Esta noche lo íbamos a liberar. Asier iba a dar un discurso público sobre él y a obligarlo a pedir públicamente una disculpa por todo lo que su familia ha hecho.
Por todo lo que su familia ha hecho...
¿Acaso a esta gente se le olvidaba quién había sido el primer eslabón en toda esta cadena de desastres?
¿Tanto les costaba entender que Killian también era una víctima y experimentó de Arthur Sigma?
—¿Y por qué creen que es correcto culparlo a él de todo, mientras que a mí me alaban? —Dije, aún sin poder creer lo que acababa de oír.
—Créeme que yo te entiendo —se sinceró el rubio y me suplicó con la mirada para que lo soltara.
Lo dejé ir, ya que si seguía así, terminaría por destrozarle la ropa.
—Yo soy una persona pensante, que se da cuenta de lo estúpido que suena pedir disculpas por algo de lo que no has sido culpable —explicó mientras se sobaba el cuello—. Pero es así como lo quiere Asier, Scarlett. Yo no puedo hacer nada al respecto.
Por lo visto, Theo era el verdadero perrito faldero de Asier, cumpliendo con todas sus órdenes.
Y yo que llegué a pensar que ambos dirigían de manera conjunta.
—Claro que puedes hacer algo —lo contradije y me senté en la cama cabizbaja—. Dile que ya me tiene a mi. Yo puedo pedir disculpas públicamente para no poner en peligro a Killian. Al final, somos la misma sangre y ambos sabemos que nadie atentaría a ponerme un dedo encima a mi.
Que fuerte había sido escucharme a mí misma decir aquello.
Básicamente estaba haciendo público mi reconocimiento de Killian como mi hermano.
—No, no puedo —se lamento y atinó a marcharse—. Lo único que puedo hacer es prometer que nadie le hará daño. Lo protegeré en todo momento, por ti.
(...)
El paisaje que habían montado para el evento era verdaderamente hermoso, incluso más de lo que me gustaría admitir.
La noche estrellada le daba un aspecto tenue a la plaza. Parecía un teatro al aire libre, con aquel escenario ovalado y las gradas desplegadas a su alrededor. Más bien, lo relacionaba más con un cine, puesto a que aquella gran pantalla plana en el centro del lugar terminaba de completar la estética.
La gente comenzaba a agruparse y a colocarse en su respectivo sitio.
Había música de violines sonando de fondo y se intensificaban más y más con cada paso que daba, aproximándome a la parte trasera donde estaba el telón.
Pensé que iba a encontrar a mis amigos allí, pero solo me topé con Asier, quien me dedicó una sonrisa de bienvenida.
Estaba elegante, como siempre. Vestía una camisa rojo sangre y un chaleco gris oscuro que combinaba con el pantalón.
Traía su cabello oscuro recogido en una cola de caballo y sus ojos grises parecían estar maquillados con un poco de delineador negro.
Cualquier persona podría confundirlo con el verdadero Drácula, sólo le faltaban los colmillos.
—¡Que preciosa te ves! —Exclamó a modo de halago.
Caminó a mi alrededor, para poder analizar cada detalle en mi persona y luego sonrió con satisfacción al notar todo correcto y en su lugar.
Ya había notado lo obsesionado que era Asier, con todo el tema del orden y la organización. Solo bastaba con verle su atuendo y oír su correcta forma de hablar para tener un indicio de que buscaba la perfección en todo.
Totalmente opuesto a lo que era su hermano, Theo y era por ello mismo la razón de que el mayor fuera el líder de las Deidades.
—Muchas gracias —respondí por cortesía con un intento de sonrisa dentada—. Espero haberme maquillado bien.
—Claro, estás estupenda —insistió y me tendió su brazo para que lo tomara.— ¿Estás lista?
¿Lista?
Nunca estaba lista para nada, mucho menos si aquello tenía que ver con mentirle a la gente de la entidad poderosa que era.
Aún así, sabía que no tenía opción, pero mi cuerpo no podía moverse.
No estaba segura de si se debía a los nervios del momento o a la inseguridad que sentía al entrar en contacto con Asier.
Aquella única vez que apoyó su mano sobre mi hombro, me provocó una sensación extraña y sentí que si continuaba un segundo más tocándolo, éste terminaría por absorber todos mis poderes.
Era un razonamiento bastante estúpido pero no conseguía quitar aquella sensación de mi cabeza.
Me distraje al oír una voz estridente, que se dirigía hacia el público.
—Damas y caballeros, sean bienvenidos a este gran evento —anunció con entusiasmo para luego verse opacado por gritos de ánimo y vítores—. Imagino que ustedes están tan emocionados, como yo, de poder conocer finalmente a nuestra querida Scarlett Mayer.
Los aplausos provenían de todos lados. Esta gente de verdad tenía deseos de conocerme.
—Sin más preámbulos, les presento a La Falla —Agregó y el público explotó de la alegría—. ¡Ven aquí, Scarlett Mayer!
El telón se abrió a la mitad y en el acto me vi enceguecida por un brillante foto que apuntaba en mi dirección.
No fui consciente de las sonrisas del público hasta que pude acostumbrarme a la luminosidad.
Eran demasiados como para ser contados y aún seguí sin poder deducir, cómo iba a hacer para convencer a tanta gente de ser algo que en realidad no era.
Me costó tragar saliva pero mi sonrisa y saludo, alzando la mano, parecieron ser auténticos.
Había empezado con el pie derecho y ahora tocaba la parte más difícil. Aún así, ya era consciente de que podía hacer cualquier cosa que me planteara.
El nivel de confianza en mí misma ya era superior y todas mis experiencias pasadas me lo confirmaron.
No había nada que no pudiera hacer.
Amores miossss, no desesperen que el capítulo 30 ya está en marcha❤️
Se viene un momento potente en lo que es la novela. Muchas cositas están por pasar.
Mientras tanto vayan a seguirme en mi Instagram @abrilfanara así tienen la chance de conocerme mejor y no tengan vergüenza en escribirme si lo desean🥰
Capítulo dedicado a @camilomendooz 🫶🏻
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