8:00 am según el reloj del muro.
Abrí los ojos como pude, ya que el cansancio que aún cargaba, se mezclaba con el maquillaje que no me había quitado y me irritaba la vista.
—Pareces un mapache, amiga —me dijo Mila, sin poder contener la risa.
Al parecer alguien se había levantado enérgica y de buen humor, aún con su pijama puesto.
—Ahora voy a lavarme todas las penas, tranquila —me puse de pie con ganas de seguir pegada a la cama. Fueron pocas las veces que dormí sobre un colchón tan cómodo.
Agarré una de las batas blancas que colgaba en el armario y crucé el pasillo, dispuesta a darme un buen baño caliente.
—Buen día, estrellita —Me saludó Victoria, quien se recogía el cabello en dos colas altas—. Veo que tuviste una buena noche, o eso supongo al ver tu cara en esta bella mañana.
Reconocía el sarcasmo a pesar de estar adormilada aún.
—De hecho si fue una buena noche —respondí ágilmente mientras agarraba una toalla para el pelo—. Me hicieron un recorrido personalizado por todo el lugar.
—Ya veo —chasqueó la lengua y retomó la atención sobre su peinado—. Espero que no haya sido demasiado personalizado.
¿Qué estaba insinuando esta chica?
—Si serás mal pensada —bufé y aclaré mi garganta para desarrollar mejor mi respuesta—. Theo resultó ser un excelente chico y se mostró muy amable a la hora de mostrarme la ciudad.
—Me hubieras comentado la actividad nocturna que tenían en mente —dijo con molestia al hablar—. Anoche fue de lo más aburrido, luego de que te fueras.
Ya podía imaginarme la escena de lo ocurrido en mi cabeza.
Aarón, Luke y Matthew probablemente en medio de una borrachera mientras se desarrollaba la noche.
Mila cansada y Katherine aburrida al lado de Victoria mientras soltaban veneno un rato.
Jade y Caleb, de seguro serios y desconfiados, como siempre, tratando de recopilar la mayor cantidad de información posible sobre lo que oían en la sala.
Colin debió ser el único que mantuvo entretenido a Asier toda la velada.
—No te has perdido de nada, la verdad —agregó y me dio espacio para que ocupara el baño—. Sobre la mesa nos han dejado la ropa para hoy. Cuando estés llega al comedor de anoche que estarán sirviendo el desayuno.
Terminó de dar las indicaciones y desapareció hacia su habitación para vestirse.
—¿Y Katherine? —consulté con Mila, ya que no veía a la rubia por ningún lado.
—Durmió con Luke toda la noche —bufó mientras cepillaba su cabello—. Últimamente están inseparables y no iba a discutir con una chica de ojos rojos en estado de ebriedad a tales horas de a noche.
Sabia decisión la de mi amiga.
No pude evitar reírme ante su último comentario.
Me alegraba que por lo menos, Katherine, estuviera aprovechando al máximo su relación.
Luego de que escapáramos del Laboratorio Delta Sigma, supe que estaban teniendo problemas de por medio. Luke había entrado en estado de shock, producto de todo lo acontecido, y durante ese periodo pareció haber perdido aquella chispa que tanto lo caracterizaba.
No bromeaba, no socializaba y mucho menos mostraba afecto a su novia, quien nunca se le separó ni un solo segundo.
Pero claro, todo esto me lo contaron, ya que nunca tuve la decencia de asomar la cabeza por la puerta de mi cuarto para ir a ver si mi amigo necesitaba algo.
Sin embargo, me alcanzaba con saber que se habían tenido el uno al otro para apoyarse.
Contaban con esa suerte de la cual no muchos podíamos presumir.
—¿Ya has visto nuestra ropa? —Preguntó y logró sacarme de mi trance.
Negué con la cabeza e insistí en que iría a bañarme para luego vestirme.
Abrí la ducha y el vapor del baño invadió mis pulmones.
Bajé la mirada y vi como las gotas de agua caían de diferentes colores por los restos de maquillaje que quedaban.
Me gustaba aprovechar las duchas. Ya había aprendido con la experiencia que cuando uno debe salir a completar una misión, es muy poca la cercanía que tiene con el agua caliente.
Esa era una de las peores partes, la falta de higiene y la falta de una buena cama para dormir.
—Y todavía falta muchísimo —susurré para mi misma y descargué la frente contra los azulejos negros de la pared.
Si, faltaba mucho.
Ya no sabía cuánto tiempo más tendría que pasar para poder vivir una vida dentro de lo que la gente llamaba normal, si tan sólo siguiera siendo una opción viable.
No añoraba repetir mi vida pasada. Nunca extrañé la escuela, la gente de mi pasado o siquiera el hecho de vivir en aquella casa. Pero si deseaba dejar de sentir que le debía algo a alguien.
Quería dejar de ser la última esperanza para lograr la paz entre civiles y experimentos.
Porque por dentro no tenía idea de lo que estaba haciendo.
Lo único que tenía en claro, por el momento, era que debía meterme en aquellos túneles con un apoyo extra, para poder descubrir de quién era aquella mano ensangrentada.
No podía dejarlo ir. Algo en mi interior me estaba pidiendo que siguiera aquel rastro para dar con su procedencia.
Descubrirlo iba a ser lo único que me confirmaría si está gente era de fiar o no.
Una persona que esconde pasadizos oscuros bajo tierra debería ser la primera bandera roja para la desconfianza.
Sequé mi cabello velozmente y salí envuelta en un toallón para agarrar la ropa que nos habían dejado.
Ya no quedaba ninguna de las chicas en el cuarto, así que aproveché de la soledad y me metí en el comedor para agarrar la caja de cartón que tenía mi nombre escrito por fuera.
La tiré sobre la cama y la abrí.
Dentro había un vestido liso y blanco. Estaba hecho de una tela bastante gruesa, la cual le otorgaba un aspecto rígido y con forma de cilindro.
No pensaba vestirlo.
Una cosa era lucirse por una noche y otra muy distinta era tener que llevarlo durante el día.
Mi esencia no podía tolerar estar toda bañada, producida y vestida diferente al resto.
Terminé por agarrar mi pantalón camuflado y la musculosa negra que vestí en un principio.
Mis borcegos sólo combinaban con este vestuario y a partir de ahora resultaba obligatorio tenerlos puestos para estar cómoda al momento de actuar. Nunca se sabía el momento en el que se pudiera producir un ataque y había que estar preparada.
Bajé del ascensor y allí me recibió Colin, quien había bajado por las escaleras.
A él le habían dado una camisa blanca a combinar con unos pantalones de vestir azul noche.
Le sentaba a la perfección y le otorgaba una elegancia notoria, pero no se lo veía muy cómodo.
—No sabía que era opcional usar este vestuario —bufó al ver mi ropa—. No acostumbro a vestir camisas. Siento los brazos limitados.
—En caso de que sea necesario te la arrancas como hacen en las películas —reí ante su cara de desconformidad—. Yo opto por seguir mis reglas de etiqueta.
—Tu la tienes fácil. Eres La Falla, nadie puede darte órdenes —golpeó mi hombro, haciendo un gesto de asombro fingido.
—Detesto que me llamen así —confesé y empujé una de las puertas del comedor.
—Quién diría que hoy en día tiene una buena connotación tu apodo —observó y fuimos a sentarnos—. Antes te creían un defecto y ahora eras una Diosa. Increíble realmente.
Sonreí por cortesía para acabar de una vez con la conversación.
No me daba buena espina el término Diosa. Por más que fuera a modo de halago, no parecía correcto.
Me llamó la atención que fuéramos los únicos dos atentados en la mesa.
O se habían saltado el desayuno, o nosotros estábamos atrasados con el horario de la comida.
Justo cuando estaba por comentar al respecto, aparecieron Jade y Caleb por la puerta.
Ambos vestían el mismo uniforme que yo.
—Genial, más gente con ropa normal —dijo Colin, mirándose con disgusto la camisa.
—No pensaba ponerme otro vestido —de excusó mi hermana y recogió su cabello color caramelo en una cola alta. Tan solo le quedaban unas mechas apenas rosadas de las que solía tener. Que madura que se veía.
—Veo que las hermanas tienen conexión telepática —acotó Caleb, con una sonrisa de orgullo al ver mi atuendo.
—La comodidad ante todo — sonreí y le ofrecí asiento a mi lado.
Nos sentamos los cuatro, en una de las puntas, y comenzamos a devorar el desayuno que nos habían servido en frente.
Eran dos tostadas de pan blanco, con huevo revuelto y vegetales cocidos. Para beber un vaso de jugo de naranja y otro con agua.
No me cabía duda de que todos estos bienes provenían del huerto y de la granja que ellos tenían.
—¿A dónde te has metido anoche? —Me preguntó Jade, sin poder evitar su roll de hermana mayor—. Te has desaparecido con aquel rubiecito de cara bonita.
Colin se tensó de repente al escuchar que mencionaban a otro hombre qué pasó tiempo a solas conmigo.
Era de esperarse, ya que era sabido que yo estaba con su hermano.
—Si —afirmé y busqué explayarme con una respuesta que aclarara cualquier malentendido—. Theo me llevó a conocer el lugar. De hecho solo he aceptado para beneficiarnos y recaudar información.
Mis palabras surtieron efecto sobre el mayor de los Hard. Este acomodó su postura y se dedicó a escuchar el resto del relato.
—¿Y ha sido útil? —insistió Caleb, a la espera de una respuesta positiva.
—Si, de hecho debo contarles algo que me ha dejado preocupada —admití y le di un buen trago a mi vaso de jugo.
Comencé desde el principio. Contando detalladamente todo lo sucedido aquella noche.
Por supuesto necesité omitir uno que otro detalle fuera de lugar y poco relevante.
Llegué a la parte de los túneles y en el acto centraron su atención por completo en mis palabras.
—Definitivamente debemos meternos y averiguar de quién es esa mano —concluyó Caleb, manteniendo el ceño fruncido.
—Iremos esta noche —dije con confianza.
—Pero esta noche tenemos tu evento de presentación —habló Jade—. No podrás estar en dos lugares a la vez.
—Tendremos tiempo para echar un vistazo —repuse y le di un mordisco a mi tostada—. La ceremonia se retrasará por la falta de vino. De seguro han arrancado temprano a producir el lote nuevo. Aprovecharán hasta el último minuto para dejarlo fermentar, por lo cual todo iniciará más tarde.
No podía estar errada con lo que había expuesto.
Theo había dicho que sin vino no habría evento, y que resultaba vital para llevarlo a cabo.
—Iré a hablar sobre ello con Asier —se ofreció Caleb, para así terminar de confirmar mi teoría.
Desayunamos debatiendo posibles estrategias y decidimos que lo ideal sería que Colin y yo fuéramos los únicos en meternos a los túneles para no llamar la atención.
El mayor de los Hard aprovechó para ir a vestirse con nuestro característico uniforme, puesto a que se sentía ridículo de camisa.
Los otros dos avisaron que estarían con Asier, hablando sobre asuntos serios, así que me abandonaron.
Tomé el último trago de agua que me quedaba y salí del edificio a recorrer el lugar por mi cuenta.
A la luz del día todo se veía más bonito.
La plaza principal tenía el césped húmedo y recién podado. Los animales blancos de mármol parecían haber sido pulidos y los senderos de cemento estaban impecables.
Era sorprendente lo bien que habían podido salir adelante esta gente, sin molestar a nadie.
Las calles de tierra estaban sin un solo hueco, las veredas asfaltadas eran todas simétricas y las viviendas construidas y distribuidas a lo largo de las mismas estaban en excelente estado.
Los jardines traseros y delanteros habían tenido mantenimiento y los árboles estaban perfectamente podados.
Llamó mi atención escuchar una bocina, perteneciente a una moto que avanzaba en mi dirección.
Luego vi varias más idénticas y también varios monopatines eléctricos, que usaban como medio de transporte.
¿Acaso los únicos habilitados para tener autos eran los hermanos Uselay?
Varias personas me saludaron al pasar. Y me resultó tan auténtica su simpatía que no me contuve en devolver el saludo con una sonrisa.
¿Por qué sería que Autumn estaba tan empecinado en llevar esta gente a su base? ¿Qué vida normal podría ofrecerles si ya no parecía quedar rastro de aquello en este país?
Todos estos experimentos vivían en un mundo tan lindo y utópico. Con abastecimiento propio e instalaciones que podrían garantizar su supervivencia por muchos años más.
No resultaban ser agresivos, ni mucho menos el tipo de experimento que aterran a los civiles.
Nada de lo que Autumn nos había dicho pintaba con esta gente, aunque igualmente me quedaban dudas respecto a los Uselay.
Era un tema delicado, que había que ir tanteando a mano propia. Nada de órdenes superiores.
Llegué a los viñedos y allí estaba.
Todo el campo cosechado y Theo mirando sonriente el asombroso trabajo que habían llevado a cabo.
Si tiene algún error durante la redacción me disculpo porque son las 00:49 y se me cierran los ojos jaja.
Mañana lo releo y me aseguro de que todo esté bien.
Pasa que este capítulo lo borré y escribí varias veces porque no me conformaba.
Me está costando bastante ponerme en el lugar de la Scarlett que vemos en este segundo libro pero mi amor a ella me inspira (a veces).
Espero les haya gustado y los amo❤️
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