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CAPÍTULO 20

Cuatro chicos armados y vestidos con uniformes negros se aproximaron sin buenas intenciones a la vista.
Eran experimentos al igual que nosotras, como el resto de las personas en este lugar.

—Identifíquense —ordenó el primero de ojos celestes, quien no dejaba de fruncir el ceño.

—Mejor preséntense ustedes, ¿qué quieren? —Gruñó Victoria acercándose amenazante al primero.

La detuve por el hombro y la arrastré hacia atrás.
¿De dónde es que sacaba tanto coraje para plantarse de esa forma delante de un experimento armado?
Estos chicos podían matar en un minuto a una civil como ella.

—¿Y tú quién te crees para hablarme así, humana? —Preguntó retóricamente el mismo y levantó el puño, haciéndole una señal a sus compañeros.

En el acto estos apuntaron sus armas hacia nosotras y recargaron, listos para ejecutar la siguiente orden.

—No hay necesidad de ponerse violentos, tranquilos —advertí a ambos bandos—. Somos nuevas, solo queremos poder integrarnos a su sociedad.

—Ja —comentó sin gracia alguna el morocho de pelo largo que lideraba—. ¿Y se supone que quieres ganarte tu puesto aquí golpeando a los residentes? ¿Quién te ha enseñado esos modales?

Ni me gasté en contestarle.

—Tendrán que venir con nosotros —Continuó con el roll de seguridad que le tocaba cumplir.

—No —se negó Victoria—. No tenemos por qué seguir sus órdenes.

¿Alguna vez entendía que debía cerrar la boca?
Estábamos en tierras que no nos pertenecían como para tener el privilegio de negarnos a aceptar sus reglas.
Al parecer la pelinegra no lo comprendía o tenía un complejo de superioridad impresionante.

—Si iremos —agregué antes de que cualquier otra persona pudiera decir algo—. Andando.

Dos de ellos avanzaban al frente mientras que los otros dos nos escoltaban por detrás.
Estábamos caminando por el mismísimo centro de la ciudad, donde la gente se reunía para ver lo que estaba ocurriendo.
Cruzamos muchos edificios en perfecto estado, calles con cemento y jardines bien cuidados, nada que ver con la periferia.
Caminamos por arriba de la gran plaza principal, aquella que vimos en las grabaciones de Luke. La misma que estaba rodeada de diversas estatuas de animales blancas.
Debimos subir unas escaleras para llegar al edificio más grande, totalmente vidriado y con una hermosa puerta dorada e imponente.

—¿Cuánta gente se supone que vive aquí dentro? —Me susurró Mila quien no paraba de mirar la enorme construcción.

—Creo que me doy una idea de los pocos que viven aquí —Respondí antes de que un guardia me diera un empujoncito para ingresar.

Apenas entré observé el suelo, de mármol pulido rosado precioso, de esos dificilísimos de encontrar. Varias columnas blancas tipo romanas se alzaban formando un pequeño círculo en medio del lobby y un diván con una mesita de acomodaba allí.
A los costados, decorando el salón, habían varias plantas exóticas que nunca antes había visto.
Definitivamente habían sabido conservar el buen estado del edificio.

Subimos a un ascensor y marcaron el segundo piso.
Descendieron dos de los hombres y luego les seguimos por detrás, copiando exactamente sus movimientos.
Nos conducían por un corto pasillo que desembocaba a lo que parecía ser una sala de conferencias, o eso deduje de lo poco que pude ver a través de la puerta de cristal.

—No digan ni una palabra a menos que se los soliciten —nos ordenó el muchacho a cargo y de empujó las puertas vidriadas para cedernos el paso.

Me quedé helada al verlo allí, de pie con una sonrisa estampada en su rostro.
Asier insistió que ingresáramos con un ademán y se sentó sobre el bordecillo de aquella larga mesa de roble.

—¡Bienvenidas, chicas! —su voz se expandió por la sala y chocó contra mis oídos.— Pasen, no sean tímidas.

Me obligaron a tomar asiento, junto con Mila y Victoria.
Ninguna de las tres había emitido ni una palabra por el momento.

—Debo decir que me siento honrado de poder conocerte finalmente, Scarlett Mayer —hizo una pausa y me observó con confusión—. O debo decir, Scarlett Sigma.

No estaba siguiendo la conversación. Simplemente estaba analizando a Asier, intentando descifrar algo que nos diera ventaja.
Estaba exactamente igual a cómo lo recordaba de la filmación de Luke. Tenía su cabello ceniza rapado por los costados y despeinado en la parte superior. Vestido con el mismo traje blanco impecable de aquella vez, que combinaba con unos zapatos en el mismo tono.
Asier no aparentaba más de veinticinco años y sus pómulos marcados y rostro alargado solo lo hacían aparentar desnutrido, no mayor.
No parecía tener pestañas pero eso no era lo más impactante de su rostro, ya que aquellos ojos gris platinado se llevaban toda la atención.

—Dime cómo tú quieras, eso no me importa —me vi obligada a hablar cuando se generó un silencio sepulcral en la habitación.

—Que amable, quien iba a decir que La Falla podía resultar tan simpática —bromeó y solo sus cuatro escoltas se rieron con el.

Si tan solo supiera que de simpática no tenía ni un pelo.

Caminó por la sala con pasos lentos, agarrandose de las sillas como si no quisiera perder el equilibrio.
Asier era delgadísimo y alto. Sus piernas debían de tener el ancho de mi brazo bajo ese pantalón.

Se aproximó hacia mi, sin generar contacto visual en lo absoluto y me agarró por el mentón con delicadeza.

Mila se levantó con brusquedad a mi lado, pero le hice una seña para que se calmara.

Asier seguía sin mirarme, parecía estar mirando al techo mientras sujetaba mi cara entre sus manos heladas.

—Siento el poder que hay en ti, Scarlett —confesó y se dignó a mirarme, con unos ojos rojos que me hicieron estremecer.

Lo quité de un manotazo y retrocedí hacia atrás con silla y todo.

—¿Cómo es posible? —Pregunté espantada.

Hacía dos segundos sus ojos eran del color del mercurio.

—Eres una falla también —concluyó velozmente Mila, quien no dejaba de observar a Asier como si fuese un nuevo descubrimiento magnífico—. Solo que tú no tienes los ojos de Scarlett, pero de igual modo no eres como el resto.

—Eso depende de la perspectiva de cada uno, corazón— respondió el, apoyando la mano en el hombro de mi amiga—. Prefiero decir que soy diferente pero especial a mi manera.

Los ojos de Asier ya no eran color carmesí, se habían vuelto violetas al segundo que ejerció contacto con Mila.

—Cambias de color cada vez que tocas a alguien —observé sin poder creer que todavía había experimentos aún más extraños que yo.

—Si, y es fascinante —sonrió enseñándome sus pequeños dientes alineados—. Fui la primera prueba de Sigma, también llamado Experimento 001 o Piloto.

—Al parecer le saliste mal, ya veo por qué nunca se te ha mencionado —dijo Victoria con sorna.

—No fui el objetivo deseado pero al final me convertí en el más poderoso. Capaz de cambiar el color de mis ojos con tan solo tocar a otra persona, eso no se ve todos los días, nena.

Asier hablaba con soberbia, teniendo bien en claro lo grandioso que resultaba su poder.

—Tienes un concepto muy errado si crees que eres el más poderoso —lo contradijo Mila—. Scarlett tiene el control absoluto de todos los poderes en un mismo iris, sin necesidad de andar usando gente.

No era bueno que estuvieran agrandándome a mi o a mis habilidades. Lo que menos quería con esta gente eran problemas, y más aún teniendo a un cambiante como Asier.

—Oh, querida —soltó una carcajada y secó una lágrima invisible de lo gracioso que parecía resultarle el comentario—. Scarlett es una Diosa, nadie debería compararse con ella.

Se paseó nuevamente al frente mío y tomó mi mano, para luego observarme con unos ojos verdes que me hicieron estremecer.

—Te he estado esperando por muchos años, mi Diosa —me apretó y su mirada reveló un brillo de deseo que parecía intensificarse con el seguir de sus palabras—. Esta noche te presentaremos ante el resto de nuestros ciudadanos y mañana en la noche tendremos un brindis en la plaza pública para permitirle a los demás venerarte.

¿Venerarme? ¿En qué cabeza cabía semejante idiotez?

—Asier, no soy ninguna Diosa —me puse de pie y lo aparté a un lado.

—¡Claro que lo eres! Eres la prueba en carne y hueso del poder absoluto, Scarlett! He orado por mucho tiempo por la oportunidad de conocerte —Dijo con sentimiento.

Una cosa era que los civiles creyeran que los experimentos eran divinidades por el simple hecho de que tenían poderes y desinformación en el ambiente. Pero algo muy diferente y preocupante era que Asier y su gente tuvieran ese pensamiento y se creyeran más importantes que el resto.

—Por favor, te lo pido. Déjame mostrarte lo unidos que somos en esta comunidad. Solo quiero darte una bienvenida digna de alguien tan increíble como tu —agregó implorando que aceptara.

—Si, lo hará —respondió Victoria en mi lugar—. Pero con la condición de que me dejen quedarme el tiempo que sea necesario. Sé que a los humanos no los miran bien aquí dentro.

—¡Magnífico! No habrá problema de ello —Exclamó nuestro anfitrión y comenzó a darle órdenes a sus guardias—. Preparen todo muchachos. Nuestros invitados se alojarán en las habitaciones preferenciales de arriba.

Asier volteó hacia mí nuevamente y ejerció contacto con mi hombro. Sus ojos se volvieron amarillos al instante y con razón, porque yo no podía parar de pensar en Colin y los demás cuando mencionó invitados en plural.

—Ya sabías que estaba con mis amigos —observé y confirmé mi teoría al ver su sonrisa de obviedad.

—Mi hermanito los ha visto en la fiesta clandestina de la otra noche. Usualmente los nuevos experimentos se integran a nuestra comunidad al poco tiempo, por lo cual les hacemos un seguimiento para ayudarlos a mezclarse con su gente —hizo una pausa para intentar descifrar mis pensamientos—. Es como te digo, Scarlett, somos una comunidad y queremos que se sientan bienvenidos.

Dicho lo anterior, se despidió de nosotras y sus secuaces nos dieron libre andar por la ciudad, siempre y cuando no volviéramos a pelearnos con los demás miembros.

Ninguna habló hasta que pisamos la gran plaza central.

—Nos estamos metiendo en un gran lío —afirmó Mila mirando el piso con amargura—. Esta gente tiene algo raro entre manos.

—Aprovechen la oportunidad y agradezcan que somos bienvenidas y no el enemigo público número uno —refutó Victoria con firmeza.

—¿Tú no recuerdas aquella dedicatoria que le dejaron a Scarlett en la pared de aquel bar abandonado? —Le recordó la rubia—. Porque yo recuerdo bien clarito lo que decía la amenaza y quienes la firmaban.

—Deben haber sido unos fanáticos tratando de molestar. Esta noche nuestra Scarlett se convertirá en la persona más amada del planeta.

—Ya basta con todo esto, por favor —pedí acelerando la marcha—. Nos enfoquemos en encontrar a nuestro grupo y conversar nuestras opciones entre todos.

Escuché un bufido por parte de Victoria y me giré a mirarla ya cansada de su actitud.

—No sabes hacer uso de tus privilegios, eso es un hecho —sentenció de mala manera.

La agarré por la remera y la pegué a una de las estatuas blancas de animales. Mila no me detuvo.

—¿Y a ti qué carajos te pasa últimamente? —Inquirí entre dientes, siendo consciente de que la pelinegra no mostraba más que desafío de autoridad en su mirada—. Has estado diciendo comentarios hirientes y echándome en cara cosas de las cuales no he sido culpable y la verdad es que no tengo ganas de tolerarlo.

Victoria se mostraba firme pero no se movía. Solo me miraba con el ceño fruncido y los labios apretados, a punto de acotar algo.

Me di cuenta de la presión que estaba ejerciendo y la solté. No iba a dejar que me sacara de mis casillas por un simple comentario, yo ya no era así.

—Nada, simplemente me gustaría que te pongas los pantalones de una vez por todas así podemos terminar con esto cuánto antes —pronunció con la voz agitada. Su pecho subía y bajaba con velocidad—. Tienes que volver a ser la Scarlett que comandó la rebelión contra Sigma, necesitamos que regrese.

Victoria no tenía idea de nada. Ella nunca iba a poder hacerse ni la más mínima idea de lo que se vivió allí dentro. Nunca.

—Esa Scarlett nunca lideró sola como una dictadora. Siempre tuve el apoyo de mis amigos y fíjate que el resultado no fue el mejor —me corté antes de que mi voz lo hiciera. Entrar en mis zonas sensibles no era recomendable—. Mucha gente murió, y demasiados salieron heridos. Esta vez estoy intentando hacer lo posible por cambiar eso, así que por favor ponte de mi lado y deja de creer que soy una figura superior que va a resolver todos los males de este mundo.

Hice una pausa, al sentir como la sangre empezaba a hervirme.
Sentía bronca, enojo y unas enormes ganas de volver y encerrarme en mi cuarto dentro de la plataforma.

—Al final eres igual que todos ellos —señalé el gran edificio de Asier, con disgusto—. Crees e inventas cosas sobre mí que no son ni la mitad de ciertas. Pensé que ya habías podido conocerme mejor pero veo que no me ves como q una persona igual que tu.

Capítulo 20 ya subido bebés❤️ espero les haya gustado

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