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CAPÍTULO 17

Mis borcegos negros le daban un aspecto casual al look. Me gustaba y agradecí eternamente no tener que calzarme unos tacones altos, ya que con todos estos escombros no habría chance de mantenerme en pie.

Caminamos unas cinco cuadras bien largas hasta llegar al centro de la ciudad también conocido como Downtown.
La música ya empezaba a oírse y las luces de colores iban y venían en la pista de baile al aire libre.
Nunca antes había visto o imaginado una cosa así.
La pista parecía estar rodeada de grandes pedazos de escombro, acomodados estratégicamente para rodearla y delimitarla. Era un enorme círculo.
A un costado habían montado una tarima donde estaba el dj rodeado de una gran consola y con una enorme pantalla plana por detrás que cambiaba de color y rezaba "Clandestina mixta".

—Oh por Dios —sentenció Victoria quien había quedado boquiabierta.— ¡Este lugar está increíble!

Avanzamos hacia la entrada donde dos hombres armados y de negro nos detuvieron para inspeccionarnos.

Colin me dio un codazo, recordándome que debía cambiar el color de mis ojos para no llamar demasiado la atención.
Así mismo lo hice.

—Te sientan muy bien los ojos rosas —sonrió este mismo y me colocó delante de él para dejarme pasar primero.

El hombre de negro me miró con el ceño fruncido y rascó agresivamente su barba espesa.
Llamó mi atención notar que era un civil de ojos marrones al igual que su compañero.

—¿Vienen todos juntos? —Preguntó en general con una voz rasposa, típica de un fumador.

—Si, señor —respondió Colin.

—¿Están registrados en la lista del señor Uselay? —Inquirió nuevamente.

Mi cuerpo se heló ante la mención de aquel nombre.
¿Estaría el famoso Asier Uselay aquí mismo?

—Tenemos invitación de último momento del señor Uselay, bendito sea —interrumpió Victoria estirando las manos hacia el cielo.— No creo que nos encuentres allí pero si llamas a Asier de seguro confirmará nuestra asistencia.

Definitivamente no sabía cómo hacía esta chica para inventar tantas cosas y por sobre todo cómo lograba sonar tan convincente.

—Asier aún no ha llegado, pero no habrá problema de que se vayan adelantando —el gran hombre se apartó para dejarnos pasar a través de la larga alfombra roja que nos guiaba hacia el interior.

—¿Cómo hiciste eso? —Le pregunté a Victoria sin poder creer que aquel tipo se había creído su invento.— ¿Acaso tienes un poder oculto para decir mentiras?

Ella rió con sonoridad y entrelazó su brazo con el mío como si fuésemos de la realeza.

—No miento. Solo invento situaciones que podrían haber ocurrido en algún multiverso diferente al nuestro —bromeó—. Debes aprender, podría salvarte de muchas situaciones inesperadas.

—No, gracias. Con los ojos rosas puedo persuadirte, recuerda.

Mila tiró de mi brazo liberándome del agarre de la pelinegra y me guió hasta el interior de la fiesta.
El dj había puesto una canción que nunca había escuchado y era más que obvio que estaba en español. Hacía tantos años que no escuchaba música.

—Sofía habría entendido todo lo que dice esta canción —comenté, ya que fue la primera imagen que apareció en mi cabeza.

—Recuerdo que solía explicarnos la correcta escritura de su nombre —Mila sonrió melancólica—. Definitivamente merecería estar aquí con nosotras en esta pista de baile. Aquí las tres juntas bailando para ahogar las penas.

Mila agarró mi mano y me hizo dar un pequeño giro en el lugar. De no ser por su insistencia habría parecido un ancla allí clavada en el suelo terroso.
Ella tiraba de mi, de un lado para el otro, tratando de hacerme bailar. Después de un par de intentos conseguí seguirle el paso y no pude evitar reírme ante el ridículo que estaba haciendo.
Definitivamente no me interesó tener dos pies izquierdos al frente de tanta gente donde varios se me quedaban viendo. Quizá por mis extraños movimientos o probablemente por los codazos no intencionales que les daba. Nada iba a quitarme este momento inimaginable con mi mejor amiga.

Aarón se nos sumó. Traía la camisa desabrochada, enseñando su abdomen marcado. Estaba totalmente ebrio y bañado en sudor.
Al parecer había encontrado una botella de ron en alguna parte, puesto a que bebía de ella como si fuese un biberón.
El me agarró del mentón y me obligó a abrir la boca para darme un poco. No me negué y el líquido terminó por aterrizarme directo en la garganta.

Aquella quemazón solo me daban ganas de más. Era una especie de masoquismo diferente al que acostumbraba.

Matthew se sumó a nosotros bailando al ritmo de la canción que habían puesto. El directamente había perdido la camisa y traía una corbata roja alrededor del cuello.
Parecían dos universitarios alocados de fiesta. Era increíble pensar la realidad completamente diferente que nos tocaba vivir. No podíamos darnos el lujo de disfrutar estas cosas seguido, o disfrutar en general.
Ellos parecían tener sus formas de pasarla bien a pesar del contexto que estábamos viviendo, pero, ¿por qué a mí me costaba tanto hacerlo?
Ya parecía hacerlo a propósito, cómo si de verdad no mereciera ser feliz por momentos.

Mis pensamientos lograron amargarme sin poder evitarlo. Le dije a los chicos que ya volvía, que iría a tomar un poco de aire.
Salí del medio de la gran ronda y traté de avanzar en medio de la multitud que saltaba sin parar.
Logré atravesar un grupo de chicos, que no tenían intención de hacerme un lugar, a base de fuertes empujones y finalmente lo logré.

Me entró un enorme calor en el cuerpo cuando vi a Colin besándose con una rubia en un rincón. Tenía tomada a la civil por la cintura y no pretendía soltarla.
Logré desviar la mirada. Colin era como un hermano para mi y me generaba una sensación extraña verlo así.
¿Incomodidad? No estaba segura.

Me alejé un poquito pero me topé con otro rostro conocido a unos metros.
Allí estaba Victoria. Apoyada contra una columna de cemento alta. En una mano traía un cigarrillo encendido y con su mano libre quitaba los cabellos del rostro de aquella muchacha que me daba la espalda y conversaba con ella.

Dio una calada y de repente sus ojos grisaseos se desviaron hacia mí como si un radar le hubiera advertido mi presencia.
Los ojos de Victoria resaltaban en la noche. Eran gris tirando a verdoso. Parecía la mirada felina de un gato.
Se me pararon los pelos de la nuca y atiné a desaparecerme pero ya era tarde, gritó mi nombre para hacerse oír.

Sin ganas las alcancé y la muchacha que hablaba con ella se dedicó a analizarme de pies a cabeza sin disimular ni un poco.
Esta chica era una civil de ojos miel con largas pestañas. Debía de medir un metro sesenta aproximadamente puesto que me llegaba a la barbilla.
Era bonita. Traía su cabello negro corto y lacio a la altura de los hombros. Vestía un traje negro pegado al cuerpo. Parecía ser de cuero y le cubría todas sus extremidades. Los únicos rastros de piel se le veían en sus manos bronceadas y en su escote pronunciado que escapaba por la cremallera.

—Ey los ojitos aquí arriba, rosita —habló con una voz melodiosa a modo de broma.

—Gente con poderes —me excusó Victoria al ver que me quedaba callada—. Le cuesta controlar sus ojos.

Ambas rieron mientras que yo parecía una momia allí.

—Mejor me voy —atiné a decir y amagué con irme antes de que Victoria tirara de mi brazo.

—Te queda lindo el blanco —me elogió la otra muchacha—. Pareces un copo de nieve con lo pálida que estás.

Victoria me vio y se partió de la risa.— Suele tener más color pero me parece que la situación la dejó pálida.

—Soy Antonella, la que organiza estos eventos, un gusto —me tendió su mano y cuando se la acepté noté lo caliente que estaba la mía.

—Scar... —comencé a decir pero Victoria me dio un codazo disimulado en las costillas—. Scarlar, un gusto.

—Es la primera vez que escucho ese nombre —admitió con una sonrisa reluciente. Aquel labial negro que traía le hacía lucir los dientes blanquísimos—. Pero está lindo.

—Gracias.

—Estaba diciéndole Victoria que es la primera vez que los veo aquí.

Crucé mirada con la pelinegra de flequillo buscando ayuda. No sabía que debía de inventar ante esta situación.
No dijo palabra alguna.

—Es que siempre estuvimos viviendo al norte en nuestro pequeño grupo. Es la primera vez que nos alejamos tanto— inventé, intentando sonar convincente—. Estamos tratando de llegar al Templo de las Deidades a ver si pueden aceptarnos en su sociedad.

Antonella parecía haberse tragado por completo el cuento.

—Estamos cansados de ser los únicos en nuestra zona—. Intervino Victoria.

—Menos mal que salieron de allí. Al norte suelen estar las bases militares que quieren exterminarnos a todos —habló preocupada y acarició el hombro de Victoria en un gesto compasivo—. Por suerte aquí no hay peligro.

—Tan solo esperamos que Asier nos acepte en su comunidad —continuó la primera.

—De seguro lo hace. El suele ser mi miembro VIP y tiene un trato especial conmigo ya que tenemos varios convenios mutuos —expresó de manera misteriosa, advirtiendo con la mirada que no debíamos preguntar al respecto.

—¿Y el no vendrá hoy? —no pude evitar preguntar.

—Lo dudo —se lamentó—. De seguro su hermano Theo se nos une más tarde.

Theo... de seguro era aquel rubio de ojos rojos que vimos en la grabación de Luke. Aquel que vestía un traje blanco, igual al de Asier Uselay.

—¡Genial! —Canturreó Victoria y se excusó para retirarnos cuando otra chica pidió hablar con Antonella.

Tiró de mi hasta un rincón y sonrió. Nada bueno iba a salir de su boca, conocía esa mirada. Se le había ocurrido una idea.

—¡Es perfecto! —aplaudió como una niña—. Debemos idear un plan para conseguir acércanos a este tal Theo Uselay.

Hizo una pausa por unos segundos y luego agregó.— ¡Debes enamorarlo así obtenemos su confianza!

Sus palabras me descolocaron y la mueca en mi rostro se lo dio a entender.

—¿No se supone que usaríamos el plan de hacerme pasar por una diosa? Si bien recuerdo se te había ocurrido a ti—. Respondí ante su alocada ocurrencia.

—Eso también. Pero imagina que consigues ganarte el afecto de este chico. Recuerda, ten a tus amigos cerca y a tus enemigos aún más.

—No lo haré.

—Por favor, Scarl —lloriqueó—. Yo lo haría pero creo que el es del tipo que te gusta a ti. Digamos que a mi no me va el.

—Estás loca, Victoria.

—¿Y eso? ¿Acaso no te gustan los hombres? —habló confundida y se relamió los labios.

—Tengo novio. A ver si algún día lo recuerdas —le di una palmadita en el hombro y amagué nuevamente con irme pero por supuesto que me detuvo.

—A Mila no puedo pedirle porque es súper tímida con los chicos y a Jade menos, ya que ni siquiera vino. Katherine totalmente descartada, ella está con Luke.

—Katherine y yo somos las únicas que no estamos disponibles. Entiéndelo —hablé impaciente.

—Pero el tuyo no está aquí para prohibirte nada. Ares no está aquí, Scarlett —me agarró por los hombros, buscando hacerme entender.

Un pitido agudo se cruzó por mi oído y pude oír la sangre bombeándome con fuerza. La gente parecía esmerarse para hacerme enojar.

Le di una cachetada seca a Victoria, quien se agarró el rostro totalmente shockeada.

—No vuelvas a mencionar su nombre. Tu ni lo conoces. No sabes nada sobre él ni sobre nuestro vínculo afectivo —hice un enorme esfuerzo por expresarme sin que se me notara el creciente nudo en la garganta.

Salí de allí sin avisarle a nadie que me iba. No quería arruinarle la noche al resto, sobre todo sabiendo que mañana mismo nos tocaba regresar a la programación habitual.

La noche se había puesto bastante fresca, lo suficiente para causarme piel de gallina al caminar por las calles desoladas.

Definitivamente esta amargura que tenía dentro era por la situación actual de Ares y Victoria lo único que había hecho era recordármelo. Recordarme el por qué estoy en depresión hace más de tres años y del por qué nunca seré feliz hasta que él no estuviera bien.
Ya no me iba a gastar en seguir convenciéndome de lo contrario.

Era lo que me tocaba.

La bocina de un vehículo me obligó a alzar la cabeza y a apartarme velozmente del medio de la calle antes de que me arrollaran.
Era una larga limusina negra, bastante gastada pero en buen estado.
Esta se detuvo a mi lado y aquel famoso rostro se asomó por la ventana.

—¿Si sabes que la fiesta es hacia allá, bonita? —Me dijo Theo Uselay con una sonrisa.

—Lo sé, estoy yéndome de allí —respondí sin saber por qué lo hacía. No le debía explicaciones a este.

Estiré el cuello y noté que venia con más gente allí.
Traía su cabello rubio dorado peinado hacía atrás y vestía una camisa blanca impecable.
Asomó la mano y ahí pude ver que traía las uñas pintadas de negro y tatuajes en sus nudillos.

—Es una lástima, te habría sacado a bailar —dijo lamentándose.

—Pásenla bien en la fiesta, adiós —corté la conversación y emprendí la marcha.

—¡Te veré la próxima entonces! ¡Pasa buenas noches, bonita! —me gritó y su vehículo aceleró.

Capítulo nuevo fallitas🫶🏻 los amo chau, me voy a dormir

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