Resistencia en Hogwars
Hans se habia quedado en la habitación muy confundido.
¿Que fue lo que habia pasado?
Por instinto llevó la mano a sus labios. Elsa nunca lo habia besado de esa manera, por lo general, sus besos eran dulces y delicados y esto fue tan diferente y apasionado que lo descolocó. Estaba tan sumergido en sus pensamientos que no escuchó que George entró a la habitación.
-Oye, Hans -George lo llamó-Dumbledore esta esperándote.
Weasley al ver que el chico no reaccionaba, se acercó moviendo sus manos enfrente de el intentando llamar su atención.
-¡Tierra llamando a Hansy!
Hans no tardó en reaccionar, moviendo su cabeza hacia ambos lados, sintiendo una opresión en sus pantalones, bajó la mirada, sonrojándose.
"Perfecto, lo que faltaba, tuve una jodida erección "pensó, sonrojándose aún más.
George al darse cuanta soltó una fuerte carcajada.
-¡Demonios, Hansy! ¿Que diablos estabas haciendo para tener tremenda erección? Resultaste ser un chico bastante sucio -Weasley se burló.-Creí que no podías llegar más lejos después de casi besar a un hombre, pero esto-señaló la entrepierna de su amigo-ya es otro nivel.
El pelirrojo se sonrojó y sudo frío, llevó sus manos a su entrepierna, cubriéndose-¡Cállate, Weasley! no es nada de lo que estas imaginando -se defendió bastante avergonzado.
George volvió a reír dando pequeñas palmaditas en su hombro -Como sea Hansy, deberías ducharte, si sales con esa cosa entre tus piernas asustaras a todos... tal vez a Elsa no le moleste pero a los demás si, ¡imagina que les piques un ojo!
Hans se sentía humillado, ya se vengaría de Elsa en otro momento. A regañadientes entró a la ducha mientras George salía de la habitación, riendo.
Caminó por uno de los pasillos que conectaban las escaleras con el salón principal, donde se encontraba la Orden del Fénix.
-¡Malditos Traidores a la Sangre, deberían morir impuros asquerosos! -El retrato de Walburga Black soltaba maldiciones - Mueran los Weasley, malditos traidores a la Sangre.
George se detuvo cerca del retrato, se cruzó de brazos, sonriendo ampliamente - ¿Habla de Traidores a la Sangre y Sangre sucias? Cuando en los Black también tienen Mestizos... Si, debería dejarla en el sótano junto a los otros puristas locos ... Por cierto, escuché que la próxima Señora Black será una Nacida de Muglees, eso significa mas niños mestizos en la familia Black.
-¡Maldito Weasley! Sobre mi cadáver permitiré que la nueva señora Black sea una sangre sucia -Gritaba el retrato.
-Ya estas muerta, querida. Gracias a Merlín, pero despreocúpate cuando la boda se lleve a cabo vendré por ti para que estés en primera fila.
-¡Asqueroso Traidor a la sangre, vete al infierno !
Weasley se dio la vuelta para bajar las escaleras burlándose, escuchaba los insultos del retrato-Travesura realizada - la habia hecho rabiar.
.....
Hans se encontraba en la ducha. Maldita fuera su suerte, habia recurrido a su mano para poder quitarse las ganas. Se sentía un pervertido, imaginaba a Elsa en la ducha con el, queria perderse en esos pechos, besar cada centímetro se su piel.
Gimió mientras se corría y echó la cabeza hacia atrás, recargándose en la pared.
-Maldita sea, princesa, me vas a matar.
Hans murmuró el nombre de Elsa hasta que por fin estuvo satisfecho.
¡Joder, la deseaba como un loco!
-Definitivamente, soy un cerdo -Se dijo a si mismo.
Luego de unos minutos, Hans terminó de ducharse, se colocó la ropa y bajo al salón.
Dumbledore les explicó que para poder derrotar a Voldemort debían encontrar los horrocrux, cada uno representaba un fragmento de su alma, al principio los elegidos no estaban de acuerdo pero luego de una larga discusión llegaron a un acuerdo, sus amigos los acompañarían, saldrían al día siguiente.
-¿Estás de acuerdo que Hermione, Draco y Ron vayan con Astoria y conmigo? -le cuestionó.
-Estoy de acuerdo, entonces Elsa, George y Milli irán conmigo, destruiremos esas cosas y nos veremos después.
-Entonces ya esta dicho, mañana por la tarde saldremos en busca de los fragmentos del alma de ese asesino.
Hans desvió la mirada hacia su novia y ella miró hacia otro lado, con un leve rubor en sus mejillas.
Luego de eso, Hans intentó hablar con Elsa pero la platinada se negó, excusándose, le dijo que iría con Astoria, dejando al chico mas confundido que antes. En definitiva nunca entendería a las mujeres.
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En Hogwarts, las cosas se pusieron peor, los Carrow ordenaron que los Gryffindor solo comieran una vez al día y que fueran castigados por cualquier cosa. Neville y Seamus se encontraban recostados en su habitación, ambos tenían hambre.
-Seamus, ¿estás dormido?
El dormitorio de los alumnos de Gryffindor de séptimo año ya no es lo que era. De las cinco camas con dosel que están colocadas formando un círculo, tan sólo dos permanecen ocupadas. Dean Thomas tuvo que huir de los mortífagos para evitar que lo encerraran en Azkaban. Ron Weasley supuestamente está enfermo en su casa, aislado del mundo exterior. Harry Potter y Hans Westergaard han desaparecido y son considerados los enemigos públicos número uno del mundo mágico.
Seamus Finnigan, está tumbado boca arriba, con una pelota de goma en las manos. La tira hacia arriba una y otra vez y no es capaz de conciliar el sueño. Cuando escucha la voz de Neville, aparta el dosel y lo ve sentado en su cama, en pijama y con el pelo revuelto.
-Sigo despierto.
Dormir se le antoja, pero es imposible después de su primera clase de Defensa Contra las Artes Oscuras con el profesor Carrow. Aún tiene los gritos de Mandy Brocklehurst metidos en la cabeza. Lo peor de todo es tener la certeza de que la situación solo puede ir a peor.
-Tenemos que hacer algo. No podemos seguir aquí sin hacer nada. Harry y Hans han desaparecido.
La voz de Neville es pura seguridad. Seamus se incorpora y le mira con atención.
-¿Algo como qué?
-Lo que sea necesario. No podemos dejar que se salgan con la suya. Por Dean , Colin , Hermione, por todos nuestros amigos que han tenido que escapar para no terminar en Azkaban. Tenemos que convertir su estancia en Hogwarts en un infierno.
Ese Neville Longbottom es muy distinto al Neville Longbottom que entró en Hogwarts a los once años. No queda demasiado del niño apocado y tímido que un día fue. Seamus pone los pies en el suelo, se levanta y se acerca a él, ansioso por escucharle.
-He hablado con Nott, Parkinson, Ginny y con Luna. Están de acuerdo conmigo en que debemos seguir reuniendo más estudiantes al Ejército de Dumbledore. Es lo que Harry y Hans hubieran hecho.
-¡Eh! -Seamus alza las manos y sonríe-. No hace falta que menciones a Harry y Hans para convencerme. El plan suena genial... pero no podemos confiar en cualquiera y menos con la brigada inquisitorial de Umbridge, tenemos que tener cuidado
Neville le devuelve la sonrisa.
-¿No te parece que es una locura? Me refiero a que si nos descubren probablemente seremos torturados, pero que mas da un poco mas de emoción a nuestras vidas.
-Pues claro que lo es -Seamus da un salto y se acomoda junto a Neville, pasándole un brazo sobre los hombros-. Pero somos jóvenes. Si no hacemos locuras ahora, ¿cuándo las haremos?
Neville asiente y le muestra algo que tiene en la mano. Las monedas del Ejército de Dumbledore .
-¿Conservas la tuya? -le pregunta a Seamus.
-Sí... Hermione y Elsa las hechizaron, quien diría que una Slytherin nos salvaría el trasero.
-Genial. Las vamos a utilizar para continuar las reuniones con el antiguo grupo y admitiremos a todo aquel que quiera pelear contra Snape y los Carrow. Seguiremos usando la Sala de Menesteres.
-Podéis contar conmigo para lo que haga falta, Neville. Por cierto ¿como esta Theodore Nott? creo que esta vez se les pasó la mano a esos desgraciados.
-Vale, gracias, esta mejor. Elsa nos dejó pasiones para curar algunas heridas, estará bien por la mañana . Y ahora, ¿puedes volver a tu cama?
Hay cosas de Neville Longbottom que nunca cambiarán. Aún le incomoda que invadan su espacio personal. Antes de dormirse, Seamus va hasta su baúl y busca la antigua moneda del ED. Está caliente, viva, lista para luchar contra el mal una vez más.
Al día siguiente, Amycus Carrow observa a sus alumnos con atención. Camina frente a ellos, olisqueando el aire como si pudiera oler su miedo. Se detiene frente a Leanne Jones y sonríe cuando la ve agachar la mirada. Pasa de largo. Ese día le apetece tratar con alguien un poco más rebelde, poner a prueba los límites de algún niño idiota.
Theodore Nott mira al frente y no le baja la mirada cuando se detiene frente a él. Amycus se acuerda de su padre, uno de los Mortifagos mas fieles a su Causa. Nott Padre era arrogante, quien habia sido castigado por su señor. Se acerca un poco más, hasta que el espacio que los separa es inexistente. El muchacho es alto y sus ojos quedan a la misma altura.
-Vaya, tenemos un afortunado: Theodore Nott, el Traidor a la sangre, dígame joven Nott, ¿ha practicado la maldición cruciatus?
-No.
Theodore Nott sentía un profundo desprecio por el hombre. Sabía lo que venia y estaba preparado, no lo vería suplicar, no le daría ese gusto
-Llámeme profesor Carrow cuando se dirija a mí.
-No.
Amycus sonríe. Neville Longbottom, ese Gryffindor que está a la derecha de Nott , retiene el aire en los pulmones, consciente de lo que está por venir.
Amycus da tres pasos atrás y señala al suelo con un dedo.
-Venga aquí, señor Nott.
Le obedece. Camina con la espalda recta y se para justo donde le ha indicado. No deja de mirarle ni un solo segundo.
-La maldición cruciatus forma parte del programa escolar. Es necesario realizarla correctamente para aprobar el curso. ¿Acaso no desea graduarse, señor Nott?
-Francamente, su programa escolar es un asco.
Se escuchan unos susurros de sorpresa. Seamus Finnigan bufa y un par de chicos ponen los ojos en blanco. Gregory Goyle se mueve, ansioso porque sabe que el profesor pronunciara su nombre.
¡Diablos, Ginny lo odiara mas de lo que lo hace!
Amycus le mira de reojo. Goyle es un buen alumno, aunque un poco corto de miras. Sin duda, es un buen candidato para darle su merecido a Nott.
-La insolencia no le llevará a ningún lado, señor Nott -Amycus vuelve a contemplar a sus alumnos, en busca del segundo candidato del día.
Ginny Weasley se mantiene con un semblante frio y es Gryffindor. Amycus supone que su relación con Nott será bastante estrecha. Le hace un gesto con la mano y habla con claridad.
-Señorita Weasley , ¿ha practicado usted la maldición cruciatus?
Ella niega con la cabeza. Todo su cuerpo se pone en tensión y los ojos le brillan. Pero no demuestra miedo.
-Venga aquí, señorita Weasley .
Ella obedece. Se coloca junto a Theodore y a Amycus no le pasa desapercibida la mirada amistosa que él le dedica.
-¿Existe en esta clase algún estudiante de Gryffindor y Slytherin que no sea unos incapaces?
Nadie dice nada. Amycus sigue paseándose frente a los chicos, regodeándose en las reacciones que provoca.
-¿Alguno de ustedes ha practicado? ¿Que dice usted señor Goyle? Limpiará el nombre de los Slytherin que fue manchado por Nott.
Gregory Goyle da un paso al frente. Alza la cabeza y pone la espalda muy recta, sudaba frio, se rehusaba a mirar a Ginny.
¡joder lo que tanto se temía!- tragó grueso-maldita fuera su suerte.
-No he estado practicando, profesor Carrow.-intentó mentir -Creo que debería elegir a alguien mas.
Amycus alza los brazos y habla con alivio.
-¡Tonterías, Goyle, te he visto practicar la maldición así que! ¿Podría hacer una demostración?
-insisto, profesor no soy el más adecuado.
- Tonterías ... Serás tu quien lo haga, ven aquí .
Gregory Goyle camina con decisión hasta ubicarse frente a los dos alumnos de Slytherin y Gryffindor. Los mira a ambos y a Amycus le parece que es un asno obligado a elegir entre dos montones de comida.
-Aplique el hechizo sobre la señorita Weasley. De ese modo, el señor Nott aprenderá a realizarlo correctamente y podrá practicarlo a continuación.
Goyle sintió su mundo detenerse, no se creía capaz de hacerlo. Esa pelirroja le importaba mas de lo que hubiera querido, levantó su varita, apuntando.
-Goyle -lo llamó Theodore -Usa conmigo el Cruciatus deja fuera de esto a Ginny después de todo, fui yo quien los desafió.
-¡Maldita sea, Goyle! Hazlo o serás el torturado.
El Slytherin quiso gritar que estaba dispuesto a soportar el castigo por la pelirroja pero Ginny lo llamó en voz baja, solo ambos podían escucharse.
-Solo hazlo Goyle... No quiero que te torture porque te ...qui.... Te quiero.
Ginny solloza y niega con la cabeza mientras mira a Goyle. Quien puede ver la verdad en sus ojos y se sintió la peor escoria.
-¡Crucio!
La maldición resulta ser bastante efectiva. Ginny se retuerce en el suelo y grita. Amycus se da cuenta de que su hermana da un paso al frente, pero alguien la agarra por la muñeca y la detiene. Cuando pasan diez segundos, el profesor sabe que es conveniente detener la tortura y, sin embargo, no dice nada. Quiere comprobar hasta dónde es capaz de llegar ese muchacho.
Goyle se detiene a los veinte segundos. Ginny llora y gimotea en el suelo.
-Su ejecución es perfecta, señor Goyle. No obstante, debe aprender a controlar los tiempos. Si, por ejemplo, desea obtener alguna clase de información, lo conveniente es que las tandas de cruciatus sean breves y estén espaciadas en el tiempo. De lo contrario, podría sumir en la locura a sus víctimas. El señor Longbottom sabe eso bastante bien, ¿no es cierto?
Neville aprieta los puños y da un paso al frente como si fuera un perro de presa. El profesor Carrow le apunta con la varita, sonriente. No le amenaza con palabras. Neville entiende que, si intenta algo en su contra, no saldrá de una pieza de esa aula.
-¿Ha comprendido la lección, señor Nott?
No responde. Amycus no le da importancia.
Theo queria moler a golpes a Goyle, estaba furioso, tanto el como Neville se acercaron a la pelirroja para ayudarla, la chica estaba semi inconsciente.
-Maldito infeliz -Nott lo tomó de la camisa estampándolo contra la pared -¿Cómo pudiste hacer algo tan cobarde?
Goyle no dijo nada, al torturar a Weasley el también habia sido torturado, su mirada se centró en Ginny, queria abrazarla decirle que también la quería, pero ya era tarde, muy tarde.
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Hermione Granger estaba sentada en la Biblioteca que se encontraba en Grimmauld Place, sumergida en un libro. Era la última noche que permanecerían allí, pues lograron convencer a sus amigos de permitir que los acompañaran, tenía mucho trabajo que hacer. Había perdido la noción del tiempo, y cuando finalmente levantó la vista, vio que el reloj marcaba las 12 de la noche.
Ella se levantó de su asiento y empezó a recoger sus cosas para ir a dormir . Cuando se disponía a salir, le taparon el paso. Era Draco Malfoy, el chico sonreía.
Hermione estaba a punto de salir, pero algo la detuvo. Algo en la forma en que Malfoy la miraba, estaban solos, todos dormían. Y aunque ella y Malfoy habían sido enemigos durante su primer año el rubio se habia ganado su corazón.
Rodó los ojos, suspirando: -¿Que pasa contigo Malfoy, no deberías dormir?
Malfoy la miró con sorpresa. -No tengo sueño Granger y tu. ¿Y tú?
Hermione asintió. -Tengo un poco de sueño, me siento nerviosa, no sé que nos espera mañana, será muy peligroso.
Malfoy la miró por un momento, como si estuviera tratando de averiguar lo que ella pensaba. Luego suspiró y se apoyó en su silla. -Tranquila, Granger todo estará bien .
Hermione asintió -No solo es eso Draco, me refiero, a que tengo miedo por mis padres, no quiero que nada les pase, tengo miedo que los mortifagos vayan por mis padres -La castaña bajó la mirada, suspirando -He estado pensando en hacerles Obliviate.
Malfoy la miró, sorprendido de que ella pensara en algo así, la sujetó y frunciendo el ceño, habló -Demonios, Granger ¿Te has vuelto loca?¿Piensas lanzarle a tus padres un Obliviate? ¿Puedes vivir sabiendo que ellos te olvidaran?
-Lo hago para protegerlos, Draco-Respondió la castaña, soltándose - Prefiero que ellos olviden todo sobre mi. Sabes mejor que nadie que para llegar a Hans y a Harry los mortifagos irán por nuestra familia, prefiero saber que estan lejos pero vivos.
Malfoy la miró, desconcertado- No puedo entenderte, Granger, no puedo entenderte.
Hermione no estaba muy segura de borrarle la memoria a sus padres, era un hechizo muy peligroso si no lo usaba correctamente, podía causar un daño permanente a sus padres pero intentaba convencerse que era lo mejor .
Durante las horas siguientes, Malfoy y Hermione se hicieron compañía. El rubio la mantenía abrazada y por ratos besaba su cabello, acercando sus cuerpos, era reconfortante el calor que la castaña le hacia sentir.
Finalmente, ambos decidieron dejar la biblioteca, Malfoy se detuvo frente a Hermione. -Granger piensa bien en lo que piensas hacer, sabes que siempre voy a apoyarte -el rubio se inclinó para rozar sus labios y susurró - Te Amo Granger, no lo dudes nunca.
Hermione sonrió. -Lo sé, Draco, me duele alejarme de mis padres pero es lo mejor - La castaña cerró los ojos al sentir los labios de su novio -También te amo, Draco, mas de lo que te imaginas.
Malfoy la miró durante unos momentos más antes de darse cuenta de que necesitaba irse. -Buenas noches, Granger- dijo, y se alejó.
Hermione lo miró mientras se alejaba. Suspiró con una suave sonrisa en su rostro, a pesar de los malos entendidos, su amor por el rubio continuaba igual, nada habia cambiado.
En los días siguientes, Hermione encontró a Malfoy en su mente con más frecuencia de lo que le gustaría admitir. ¿Qué significaba esa conexión que había sentido con él en la biblioteca?
Al siguiente, mientras caminaba por los terrenos de la mansión, se topó con Malfoy. Ambos estaban esperando a que Dumbledore fuera por ellos. Él estaba solo, mirando hacia el lago. Hermione se acercó a Malfoy y se quedó de pie junto a él en silencio por un momento. Finalmente, él se volvió hacia ella y dijo:
-¿Qué estás haciendo aquí, Granger?
-Estoy dando un paseo antes que Dumbledore venga por nosotros-, respondió ella. -¿Y tú?
-También estoy dando un paseo ¿Donde están Harry y Hans?- dijo Malfoy con una sonrisa irónica.
-No los he visto... supongo que deben estar preparándose, no sé cuanto tiempo estaremos solos.
-Granger, pase lo que pase quédate a mi lado, te protegeré con mi vida .
Hermione sonrió y se quedó allí con él, disfrutando de la brisa fresca y el sonido del agua en el lago.Después de unos momentos, Malfoy volvió a hablar.
-Granger, sobre lo que pasó en la Biblioteca la otra noche...
Hermione se sintió tensa al oír su nombre, pero decidió darle una oportunidad.
-¿Qué pasa con ello?
Malfoy suspiró.
-No puedo dejar de pensar en ello. Me sentí tan... conectado contigo. No sé cómo explicarlo lo unico que se es que me siento bien a tu lado.
Hermione asintió. -Yo también sentí eso. Fue extraño, ¿verdad? Me refiero, que ayer nos unimos mas, Draco en verdad me sentí unida a ti.
Malfoy sonrió.
-Sí, muy extraño. Pero también me hizo darme cuenta de algo.
-¿Qué cosa?- preguntó Hermione, intrigada.
Malfoy se acercó un poco más a ella y le tomó su mano-. Me he comportado mal contigo en el pasado, y lo siento, fuiste paciente conmigo cuando no merecía nada de ti pero déjame decirte que quiero pasar el resto de mi vida contigo.
Hermione se sintió sorprendida y conmovida. Nunca había esperado que Malfoy fuera capaz de disculparse con ella, además, le estaba casi proponiendo matrimonio.
-Pero eso no es todo- continuó Malfoy. -También me di cuenta de que... Algo que va más allá de nuestra enemistad pasada.
Hermione lo miró con incredulidad. ¿Estaba Malfoy sugiriendo que se casaran? Eso parecía completamente imposible.
Pero luego él se inclinó hacia ella y la besó suavemente en los labios. Hermione se sorprendió al principio, pero luego respondió al beso, sintiendo una extraña sensación de calidez y felicidad.
Después de separarse, Malfoy la miró a los ojos. -¿Qué dices, Granger? ¿Quieres casarte conmigo? No tengo un anillo pero prometo darte uno cuando la guerra termine.
Hermione se quedó sin palabras por un momento. Era difícil de creer que Malfoy estuviera siendo sincero, pero había algo en su mirada y en su voz que la convencía.
Finalmente, ella sonrió.
-Sí, Malfoy. Quiero ser tu esposa, no importa el anillo, me casaré contigo.
A partir de ese momento, Hermione y Malfoy se comprometieron a que a pesar de las dificultades y el que dirán de los padres se Draco y de la sociedad mágica en general, se mantendrían juntos.
Con el tiempo, aprenderían a confiar el uno en el otro y a superar sus prejuicios y diferencias. Aprenderían a amarse el uno al otro de verdad.
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La oscura mansión de sus suegros le dio la bienvenida, el bastardo de su hijo era un miserable, le habia quitado su fortuna y recordaba lo que su padre le dijo tiempo atrás: "la Herencia de la familia Black siempre se le dará a los Hijos por sobre las Hijas.Estupida tradición, debió quitarla cuando pudo, pero nunca pensó que le afectaría.
Miraba la mansión de su marido, ventanas negras, paredes negras, puertas pesadas, sin jardín. Todo tan elegante, allí todo gritaba poder, dominación, linaje. Todas las cosas que Bellatrix amaba, y era por ello que estaba ahí, queria ver a su señor, le ofrecieron su casa como cuartel general. El regresaría el poder a los sangre pura, sería quien borraría toda mancha que hubieran podido producir los sangre sucia en la historia del mundo mágico. Los malditos muggles que no servían para absolutamente nada, quienes se asustaban con un poco de poder, quienes se atrevían a enviar a sus sucios niños a integrarse al mundo mágico. Cuánto los odiaba, deseaba deshacerse de esa mugrosa plaga cuanto antes. Dominarlos, torturarlos, encerrarlos, matarlos a todos; esos eran sus mas grandes sueños y ambiciones. Las pesadas puertas se abrieron dándole paso a su interior, pronto lo vería de nuevo, pronto estaría con el a quien decían que era el mago mas poderoso del mundo, a quien haría los sueños de Bellatrix realidad, y ella a cambio de eso le daría absolutamente todo lo que él pidiera, incluso mataría al infeliz traidor de su hijo, todo por el.
Entró al oscuro hall siendo atendida rápidamente, un sin fin de postres, galletas y té, dejados seguramente por los muchos elfos domésticos que en esa casa trabajaban, esperaban ansiosos a que ella los degustara. Pero ella les dirigió tan solo una mirada y los ignoró, odiaba tanto los sabores dulces, odiaba todas esas tonterías que hacían los estúpidos elfos. Sus suegros la saludaron con la frialdad acostumbrada y ella les devolvió igualmente el saludo, ellos no le interesaban en lo absoluto, no había ido hasta ese lugar por ellos, ella había ido por alguien mucho mas importante y grandioso, de seguro Rodolphus estaba con alguna de sus amantes, eso a ella le daba lo mismo, su matrimonio fue arreglado, jamás hubo ni habrá amor, solo un contrato entre dos familias sangre pura.
Era extraño notar como sus manos sudaban, como su respiración se agitaba y como su cuerpo temblaba. Estaba emocionada, lo extrañaba; amaba todo sobre el, su poder, su ambición, y su codicia, que solo podía emocionarse al pensar en volver a estar con su señor. En los próximos minutos lo vería, en tan solo unos segundos interminables que no terminaban de avanzar, lo vería al fin. Se sentaba, cruzaba sus piernas, las descruzaba, se levantaba, caminaba de un lado a otro, se detenía a observar los objetos en la habitación, cambiaba su peso de un pie al otro, y con sus dedos marcaba un ritmo lento y pausado fingiendo una tranquilidad que sencillamente no poseía, pero al ver el reloj habían pasado solo pocos segundos. Bellatrix se comenzaba a desesperar enormemente, quería verlo cuanto antes, quería sentir su cuerpo unida a el.
-Nunca te había visto tan nerviosa, Bella -se burló su marido entrando a la habitación, acomodando su camisa -, ni siquiera en el día de nuestra boda estuviste así aunque de que me extraña es bien sabido por todos de tu aventura con nuestro señor -Rodolphus se sentó a un lado de ella -aunque no hiciste un buen trabajo, trajiste al mundo a un asqueroso traidor.
-¿Había algo por lo que estar nerviosa ese día? -replicó Bellatrix dirigiéndole una mirada cargada de odio y una sonrisa socarrona, cuanto odiaba a aquel hombre. No, la verdad es que odiarlo sería sentir algo, pero ella no sentía absolutamente nada por Rodolphus; ni odio, ni rabia, ni amor, ni dolor. Solamente una gran pila de nada-. Era un día común lleno de personas comunes -la mujer se levantó para tomar una copa de vino - Deberías medir tus patéticas palabras. Hans es un asqueroso traidor pero es el hijo de nuestro señor, es un mejor mago del que tu jamás serás.
- Vaya, querida Bella, ¿defiendes al traidor de tu hijo? ¿Qué es lo que hace a este día tan diferente que te causa ansiedad? -inquirió Rodolphus ignorando la punzada en su corazón, él sabia que su esposa no sentía nada por él, aun así no podía evitar sentirse como se sentía. Rodolphus nunca había visto a Bellatrix actuar de tal manera, parecía una niña tonta esperando el día de navidad, una adolescente estúpida esperando que pasara el chico que le gusta.
-Veré de nuevo a mi Señor. Estuve fuera de Londres por varios meses -los ojos de Bellatrix brillaron con una emoción que el hombre no supo discernir, nunca la había visto de esa manera, nunca había podido ver en su esposa ni la mas mínima sombra de emoción y ahora, verla así era totalmente desconcertante. Y el extraño pensamiento de que debía proteger lo que fuera que causara emoción en ella invadió su mente.
El ambiente se tornó extrañamente frío y cargado de oscuridad, Bellatrix y su esposo voltearon hacia la dirección de tal sensación. Un hombre con el rostro totalmente desfigurado entró en el recinto, su andar era majestuoso, como si él fuera el dueño del mundo. Bellatrix sintió su corazón latir como loco, no le importaba su apariencia, estaba maravillada. Se podía ver a simple vista que ese hombre había roto los extremos de la magia, que había ido mucho más allá de lo que los cobardes no se atreverían a hacer jamás, su rostro solo era una prueba mas de lo grandioso que era aquel hombre. Sus labios se curvaron en una sonrisa siniestra y sincera, su corazón se aceleró al pensar en todas las cosa que harían en su habitación. Sin poder evitarlo hizo una reverencia ante él, su esposo le dirigió una mirada, al igual que el señor oscuro, quien sonrió gustoso por su forma de actuar.
-Bella, querida, un gusto verte de nuevo -fue todo el saludo de Lord Voldemort hacia sus invitados.
-Mi lord -respondió Bellatrix aun inclinada-, es todo un honor para mí estar de nuevo con usted.
-Levántate -ordenó Voldemort a la chica- ¿Lograron reclutar a mas simpatizantes de nuestra causa?
-Claro mi señor... los hombres lobo estarán con nosotros -respondió la chica con total seguridad- debemos limpiar.
- ¿Limpiar? -se burló su esposo-, ¿Acaso eres un elfo, Bella?- Mi Lord, logramos capturar al sobrino de la suegra de Harry Potter.
-Limpiar el mundo de los sucios muggles y los sangre sucia -replicó Bella con rencor, decidió ignorar a su marido y continuó hablando con Voldemort-. Quiero tener el poder suficiente para borrar a toda esa escoria, cuando logre eso seré inmensamente feliz-Los ojos de la mujer brillaron - lo llevamos a la Mansión Malfoy, la orden tiene escondidos a Harry Potter y al Traidor de nuestro Hijo, ese pequeño bastardo es un asqueroso cobarde, junto a Potter, tienen miedo de enfrentarnos.
-Me gusta como piensas, pequeña Bella -dijo Voldemort con una sonrisa que terminó de deformar sus facciones, a lo cual Rodolphus puso cara de asco-. En cambio tú... Tu ambición es considerable, pero tu cerebro por otro lado... En cambio ella... Puedo ver inteligencia, poder y fidelidad sobre nuestro pequeño -usó la palabra pequeño con sarcasmo -No te preocupes lo obligaremos a que salga de su escondite y me enfrente, pienso seguir asesinando Muglees hasta que esos desgraciados decidan enfrentarme, debo ser yo quien los asesine. Mataré a Harry Potter y a Hans Westergaard.
-Mi señor, se que así será, esos niños son dos pequeños gusanos comparados con usted, no le costará nada de trabajo asesinarlos -dijo Bella con una sonrisa.
-Pero primero debo encontrar las reliquias de la muerte -replicó Voldemort, - solo así tendré el poder absoluto -Voldemort se acercó y le susurró a la mujer -Bella, querida, te espero en mi habitación.
-Si, mi Lord -respondió Bellatrix automáticamente, sin atreverse a preguntar cómo él sabía lo que ella estaba pensando. Él definitivamente era un mago maravilloso, con un poder extraordinario.
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Faltaba pocas horas para irse. Hans estaba nervioso y más aún porque Elsa lo evitaba, cuando queria hablar con ella, la chica fingía que tenia algo mas que hacer. Al terminar de hacer ejercicio, se dirigió a su habitación, no llevaba camisa y al ver a Elsa, harto de la situación, la tomó del brazo, evitando que se fuera.
Una gota de sudor resbala por la nívea piel del rostro de Elsa y se pierde en el camino de su cuello, no es por las altas temperaturas o una fiebre repentina. No, claro que no.
Sin embargo, la sola visión de aquel pelirrojo logra erizarle la piel y poner sus nervios de punta al grado de causarle sudor helado. Helado por fuera, como el hielo que expulsa por sus manos pero por dentro hirviendo como un volcán en erupción. Su pecho descubierto deja ver la piel morena perlada de sudor que brilla ante la exposición al sol, sus ojos que portan una concentración que cautiva mientras sus fornidos brazos la sujetan por la cintura.
Sabe que está mal, siempre lo lleva en mente y aun así se atreve, lo deseaba. Mas no se puede negar los pensamientos que asaltan sus noches, pensamientos que evitan noches de un sueño tranquilo junto a su novio y que le hacen sentir traicionera.
Traición, esa pequeña pero muy significativa palabra es lo que le hace perder la cabeza en cada pensamiento que le dedica a su novio.
─Su majestad, parece que alguien esta de mal humor─ Hans le sonríe de una manera burlesca y la saluda con una mano, Elsa en cambio arruga el entrecejo sin devolver el saludo mostrándose más hostil de lo que hubiese planeado.
─Y parece que alguien está perdiendo el tiempo ¿No deberías estar preparándote para salir por la Tarde? Deja de perder el jodido tiempo, Westergaard ─ intentó apartarse, no queria estar cerca en esos momentos, tenia miedo de besarlo nuevamente.─ ¿Me permites pasar, Westergaard?
-Vaya, copo de nieve, regresamos a llamarnos por nuestro apellidos-el pelirrojo le levantó la mirada acercándola a su cuerpo-¿Ya no me amas, Elsa?
─ Claro que te amo, Hans-respondió aún sin mirarle.
Sin tapujos, sin reparos lo dijo. En su interior una corriente eléctrica atravesó su cuerpo entero que amenazo con provocarle un paro cardíaco y casi deseó congelarse a sí misma. Hans quedó boquiabierto, no sabía si era el producto de su bizarra imaginación o era el mismo calor que le afectaba haciéndole pasar una hermosa alucinación.
─Repíteme eso... Por favor─ Suplicó esta vez apretando a la futura Reina entre sus ásperas manos y oprimiendo con delicadeza sus antebrazos. Dedicándole una de las miradas mas lastimeras en su haber.
─ ¿Qué te amo?─ Sonrió con gloria y su mirada comenzó a iluminarse─ Te amo.
─ ¿Entonces porque debemos discutir por todo, Elsa?─ Preguntó, sonando un tanto molesto, no esperaba escuchar una declaración de amor por parte de la mujer que lo rechazó escasos dos años atrás cuando su relación parecía tener luz verde y ella era libre para amar a su antojo.─ Perdió la razón, su majestad.
Recalcó su titulo, como si de alguna forma eso la hiciera sentir lejos y casi despreciada.
─No te comprendo, hace dos segundos suplicas que replicara mi declaración e inclusive vi el deseo en tus ojos y ahora...─ Se soltó del agarre con brusquedad y le lanzaba llamaradas por la mirada─ No soporto que quieras dejarme a un lado Hans, se supone que soy tu novia pero me alejas, no querías que fuera contigo a la misión que Dumbledore les encomendó.
─ Solo quiero protegerte, Elsa-Replicó, suspirando, la joven princesa acababa de comenzar una discusión de la cual no se zafaría tan fácilmente─ Yo daría la vida por ti, te amo tanto como puedo y simplemente te ibas a comprometer con un imbécil ¿Elsa, sabes lo mucho que me lastimaste?
─ ¡Es mi deber como futura reina pero al final no lo hice porque te amo, idiota!
─No todo es el deber, Elsa, como el amor que nos tenemos ─ Poco a poco sentía esa decadencia emocional que ocurría cada vez que se tocaba el tema. Una parte de Hans deseaba poseer a la mujer que tenia al frente, gritar el enorme amor que le guardaba y que no le importaba en lo más mínimo que Voldemort estuviera detrás de su cabeza pero la otra parte deseaba desquitarse por el sufrimiento y agonía que le causo el verla intentar comprometerse con otro, con ese vestido blanco resaltando su figura y una sonrisa casi perfecta destellando en su rustro.
Y por desgracia la parte de hacerla sufrir ganaba en su interior y no parecía querer dar tregua. No hasta que los fríos y finos labios se posaron sobre los suyos haciendo un delicado contacto que resulto casi glorioso. Elsa rodeó su cuello, acercando mas su cuerpo al de ella.
─Esto es incorrecto─ Hans esta vez siendo la voz de la razón rompió el beso dejando a una desconcertada y frustrada Elsa─ debemos concentrarnos en nuestra misión ya tendremos tiempo para esto .─ Con lo último mencionado esperaba romper un poco la tensión entre ellos. Mas no dio el mínimo resultado, al momento en que Elsa se abalanzó nuevamente a sus labios, esta vez con más determinación y moviéndolos poco a poco. El la apartó nuevamente.
─Elsa, si continuamos besándonos no sé si podre....─ No terminó la frase cuando Elsa lo besó y la lengua de la reina se abrió paso entre sus labios y exploró los rincones de su cavidad bucal. Hans en ese punto había comenzado a bajar la resistencia, el hecho de sentir sus suaves movimientos dentro de sí danzando y moviéndose con maestría. Era casi una fantasía erótica.
─Solo calla y bésame─ Pidió Elsa, en un corto lapso de tiempo que toma para respirar.
-¡Deshonra para la casa black!- gritaban algunos retratos-¡Sangres sucias, traidores a la sangre!
Pero nada de eso les importaba a los jóvenes.
-Esto es inconcebible, no tienen vergüenza...
Sin más que decir el joven príncipe se dedicó a acatar órdenes por parte de la rubia que en un torpe movimiento lo había empujado y ambos terminaron en el suelo.
No les importó que sus amigos pudieran verlos o que los retratos siguieran insultándolos. Simplemente el debía callar y besarla.
Elsa se inclinó una vez más y le besó de nuevo, con una pasión que ella nunca pensó sentir, se estremeció al sentir el brazo de Hans deslizándose desde su hombro hacia su cintura, dándole un suave apretón, presionándola contra su cuerpo, mientras su lengua se arrastraba por su labio inferior.
Sus respiraciones aumentaban al igual que el ritmo cardíaco.
Sin romper el beso, Elsa que se encontraba encima de Hans, acarició sus fuertes brazos, después acarició su pecho y Hans dejó escapar un gemido.
Sus lenguas bailaban una contra la otra con pasión y ella sintió algo duro contra uno de sus muslos y eso no hizo más que excitarla, tuvo la sensación de mirar o tocar pero se contuvo, aún no era el momento. Hans por su parte no pudo resistirse y llevó una mano al pecho izquierdo de Elsa, sintiendo la dureza de su pezón a través de la ropa, lo acarició con suavidad y ella gimió su nombre. Supo en ese instante que ese sonido era el cielo.
Cuando finalmente se alejaron en busca de aire, ambos jadeaban pesadamente. Elsa sentía sus labios húmedos y se sonrojó al darse cuenta que ese no era el único sitio donde estaba húmeda.
Hans de un movimiento quedó encima de Elsa, besándola nuevamente pero esta vez con más urgencia y ella le correspondía con el mismo ímpetu, Elsa deslizó sus manos desde su cabello hasta sus pectorales, sintiendo su respiración más errática, y una extraña sensación en su zona intima.
Elsa se sentía mareada y al parecer habia llegado el momento de entregarse a su amado, cuando de repente:
-¿Qué rayos están haciendo?
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