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XXI-Casi Aventureros.


El yana chilló luego del golpe y Aiden viró con ímpetu y la pierna alzada, comprendiendo el patrón de ataque de la manada, envió lejos al atacante, pero este se incorporó rápidamente. Así que se lanzó a atacar al que ya estaba aturdido, propinándole un puntapié en las costillas.

De nuevo fue atacado por otra de las bestias, la cual cazó al vuelo e intentó estampar al piso. El yana se sacudió evitando que consiga así su cometido, dejándole un arañazo que cruzaba su pecho.

—¡Aaaaggh!

El grito de Iris llegó a sus oídos y viró a verla. Tenía varias heridas y cortes por todo el cuerpo, el sudor recorría su frente así como la sangre descendía de su brazo derecho. La espada había caído lejos de ella, y se encontraba lanzando vedavales para alejar a los yanas de ella.

Aiden estaba casi en las mismas, sólo que él podria recuperarse de sus heridas con tiempo, y estaba seguro que Iris no. Así fue que decidió embestir al yana que le cortaba el camino hacia Iris, éste lo esquivó, y otro de ellos se lanzó desde un lateral a morder su cuello. Consiguió esquivarlo, pero dos yanas del grupo de Iris se concentraron en él. "Bien, mírenme a mí".

—¿¡Tienes algún hechizo fuerte que nos pueda sacar de ésto!? —gritó mientras sus nudillos impactaban con el rostro de otro yana.

—¡Lo tengo, pero necesito tiempo!

"Genial". Pensó con sarcasmo. Distraer a una manada de ocho yanas no era algo que hiciera seguido, pero... ya qué.

Imbuyó la piedra con el escaso dyn de agua que pudo dominar, y la lanzó con todas sus fuerzas a uno de los yanas que cercaban a Iris. Falló, pero la atención se centró nuevamente en él.

Aprovechando el tiempo que tenía, Aiden juntó ambas manos en horizontal, dejando un pequeño hueco entre ellas, y activó el primer hechizo de su scripta. La espada que estaba bajo la sombra de una de las bestias desapareció, y apareció en la sombra que formó entre sus manos. Poco había blandido las espadas de práctica en la Academia, pero las clases básicas a las que necesariamente tuvo que asistir, serían suficientes. O mejor dicho, debían ser suficientes.

La espada estaba manchada en sangre, y el olor metálico de la misma impregnaba sus fosas nasales.

Se lanzó hacia Iris para protegerla, y blandió la espada propiciando un corte superficial en uno de ellos. Estaba bien afilada, y su peso inferior a las espadas de práctica que utilizó, hacían que la espada encajase perfecto en su mano izquierda.

Cortó con agilidad acercándose a Iris, y una vez estuvo cerca de ella, tocó su espalda mientras activaba nuevamente el primer hechizo de su Scripta, buscando transportarlos a la sombra de cualquier árbol al menos a cincuenta metros. La sangre los delataría y volverían a ser cazados, pero al menos tendrían tiempo de respuesta.

Pero no funcionó. Sintió un temblor que expulsó su mano de la espalda de la chica, y lo dejó aturdido. "¿Qué ocurre?". Dijo mientras lo intentaba otra vez. Mismo resultado.

—¡Deja de manosearme y haz algo!

Sin tiempo para pensar, giró nuevamente blandiendo la espada. No cortó a ninguno, pero sirvió para hacerlos retroceder un poco. No podía transportarlos, y eran demasiados como para mantenerlos a raya solo con una espada. A pesar de sus instrucciones básicas, sin poder dominar correctamente su dyn de agua, era casi un simple civil armado.

Cambio rápidamente el curso de acción, y sin temor a represalias, ni pensar en la jerarquía, ordenó:

—¡Ése que viene, empújalo hacia mi!

—¿¡Estás loco!?

—¡Hazlo ya!

Iris no volvió a preguntar, cuando el yana atacó, dominó viento y lo empujó hacia el costado en el que Aiden esperaba con la espada lista. Así como cuando daba un puñetazo, empujó con todo su cuerpo para maximizar la fuerza, y el filo de la espada se incrustó hasta la mitad del abdomen del yana.

"Esta espada es increíble". Atinó a pensar.

Eso si, en lo que le costaba retirarla de entre sus huesos, Iris fue tumbada por uno de ellos. Aiden vio como lo sujetaba por el cuello a duras penas, mientras el yana lanzaba dentelladas rabiosas a centímetros de su rostro.

Apresuró sus piernas una vez retiró la espada, y fue directo con una estocada, a clavarla en el cráneo del que amenazaba a Iris. Ella se levantó, con el rostro repleto de sangre y los ojos cargados en shock.

—¡Reacciona! —gritó Aiden mientras repelía nuevamente— ¡Si acabamos con uno más aún tenemos posibilidades!

Iris salió de su conmoción y lanzó lejos a otro de ellos con un vendaval. La bestia chocó contra uno de los árboles, y Aiden aprovechó para rematarlo.

Con el número reducido, era el momento de pasar a la siguiente fase del plan.

"Voy a arrepentirme de esto". Se dijo a sí mismo antes de gritarle a la princesa

—¡Prepara el hechizo mientras yo los detengo!

Aiden se arrodilló de espaldas a Iris, posando su mano a unos centímetros de la hierba. Con el primer hechizo de su Scripta, atrajo nuevamente la roca que había lanzado antes. La espada de doble filo ligera en su mano hábil, y la roca en su mano derecha. Reuniendo dyn a duras penas, sintiendo el crujir de su núcleo, imbuyó ambas en una fina capa de agua. Sabía que aquella negruzca magia estaba latente en alguna parte de su cuerpo, pero la inutilidad de su núcleo no le permitía evocarla.

Entendió instantáneamente una de las razones por las cuales los Scripta's eran tan codiciados. Eran hechizos perfeccionados, adquiridos de manera inmediata, y cuyo gasto de dyn era casi nulo. Comparado con los demás hechizos que uno aprendería. Eso sí, los estragos en el núcleo de dyn que provoca absorberlos, son bastante severos. Aun sabiendo todo esto, tenía miedo de pasar al segundo hechizo de su scripta. Quedaría totalmente expuesto de no poder lograrlo, y eso le generaba un temor incontrolable. Alargar la batalla sería muy dañino para Iris.

Con la cabeza martillando, una gota salada de sudor aterrizó en su labio. Los yanas se habían vuelto mucho más cautelosos una vez que su número se redujo. "Tienen cierto tipo de inteligencia, aunque la decisión no sea la correcta". Pensó Aiden.

Una vez más, tocó la espalda de Iris mientras apuntaba cuidadosamente con su espada. "Espero no volver a fallar". Rogó por el acceso a aquellas letras doradas que le indicaban que hacer, y se saltó el primer párrafo de las mismas. "Lo que necesito ahora, es ésto". Pensó mientras accedía al hechizo.

Drenando casi por completo su energía, una cúpula de sombras se extendió desde los árboles, desde las rocas, desde ellos y desde los yanas mismos. La amalgama de sombras comenzó a cubrirlos en diez metros a la redonda, reduciendo por completo la visión de todos. Aiden pidió a Urahvé que Iris aprovechara al máximo el tiempo que él podía sostener dicha cúpula de camuflaje, ya que sabía que no sería mucho tiempo el que podría aguantar.

Sintió detrás la afluencia del dyn, y como éste se arremolinaba y comprimía, obedeciendo a la princesa. Pero no era todo lo que percibía, ya que con su extraño sonar de sombras, notaba a los yanas cada vez más cerca, guiándose por el olor a hierro de sus sangres y el sonido entrecortado de sus respiraciones.

Recibió un zarpazo en el pecho, y a pesar de moverse, sintió un fuerte tirón en el pie. Gritó de dolor, cuando sintió los colmillos de una de las criaturas llegar hasta la mitad de su tobillo. El grito alertó a las demás, y Aiden blandia desesperado su espada buscando alejarlos de él, sin éxito alguno. Escuchó algunos aullidos cuando sus alocados espadazos hirieron a otra bestia, pero su suerte no duró mucho: Una de las criaturas había incrustado parcialmente los incisivos en su muñeca izquierda, a lo cual tuvo que dejar caer el arma.

Cuando pensó en dejarse caer al piso en posición fetal, la voz de Iris resultó ser un cántico de euforia en sus oídos.

—¡Está listo! —gritó.

Aiden deshizo la nube de oscuridad, y los rayos del sol que entraban por entre las copas de los árboles lo hicieron apretar los ojos con fuerza.

—¡Muévete Fletcher!

"Puedo hacerlo, puedo hacerlo". Se dijo a sí mismo. De sus ojos chorreaban lágrimas de dolor, y su rostro se encontraba contraído de igual manera por el mismo. "Puedo hacerlo, puedo hacerlo"

Un grito gutural abandonó su garganta, descargando así su furia. Sujetó bajo su brazo la cabeza de un yana que lo embistió de frente, y tambaleó hasta caer sentado. Su espalda chocando con el mismo roble en el que había aterrizado. Cruzó miradas con Iris, antes de que la jauría entera se lanzara sobre él.

—¡AHORA! —Gritó Aiden una vez todos los yanas se encontraban mordisqueando su cuerpo.


Para bien o para mal, Iris no dudó, y descargó su hechizo al lugar donde estaban los yanas congregados.

—Mutate Ventus: ¡Colmillos de Guiverno!

Los yanas giraron en dirección a la princesa al sentir el torreón de viento que despedía cada uno de las puntiagudas condensaciones de viento rotatorias, pero era muy tarde para ellos. El hechizo envió formaciones como estalactitas girantes, taladros de aire a una velocidad exorbitante.

Iris vio como uno solo de los colmillos empaló a dos yanas juntos, los demás quedaron troceados por la mitad, sin movilidad debido a la pérdida de más de uno de sus miembros, y otros presentaban una ausencia inquietante en donde deberían estar sus cabezas. El espectaculo grotesco alrededor del roble consistía es una amalgama de huesos astillados, sangre esparcida y cadáveres que lentamente iban deshaciéndose desde fuera hacia adentro.

—¡Aiden! —corrió acercándose hacia el gran árbol sangriento. La bilis subió por su esófago ante el desagradable olor.

Por más que buscó, no hubo rastro alguno del sobrino del director.

Una brusco golpe detrás de ella la alertó de sobremanera, y gritó del susto mientras dominaba dyn. Pero el ruido no era nada por lo que alertarse, si no que fue producido por Aiden, quien se sentaba recostando la espalda en el tronco de un abeto, dejando un reguero de sangre por donde se había deslizado hasta caer. Dejó salir un largo suspiro, y se limpió los ojos con la mano que menos sangre tenía impregnada.

Iris se acercó temerosa a paso lento. Demasiadas dudas tenía en su cabeza sobre el chico como para acomodarlas en un orden lógico. Ella misma había visto como sus muñecas habían sido destruidas cuando fue arrancado de la celda por Rianjk, y ahora, debido a la escasa ropa del joven, podia ver como las heridas lenta pero continuamente se cerraban y cicatrizaban. Sumado a eso los, los hechizos de transporte instantáneo... y más inquietante aún, aquella oscura e implacable oscuridad que había utilizado para cubrirlos mientras ella preparaba el hechizo.

—¿Quién eres en realidad, Aiden Fletcher? —preguntó.

Aquella inhumana regeneración que ocurría frente a sus ojos no tenía explicación razonable ni conjetura lógica que pudiera armar. Las sombras si tenían una forma de explicarse, pero era algo casi imposible. Las historias cuentan que sólo los Al-tinhoa tenían ese poder.

—Esa pregunta hace que mi cabeza explote —dijo sonriendo cabizbajo.

—Ésto es en serio niño —habló demandante.

Por mucho que escuchó y leyó del regreso y la venganza de los Al-tinhoa, el joven resignado frente a él no parecía ser un enemigo.

—Absorbí un Scripta que contenía demasiada información, la cual aún no consigo entender del todo, pero creo tener las mismas suposiciones que su majestad probablemente haya sacado.

—¿Eres un Al-tinhoa? ¿Vienes del continente de Malen para vengarte de todas las razas que los echaron del continente?

—Quizás no tengamos las mismas suposiciones —respondió con una sonrisa cansada— todo apunta a que mi padre y el tío Angus son descendientes de los Al-tinhoa, mestizos. Por lo tanto, yo también lo soy —aclaró al final.

Iris se crispó ante la confesión.

—¿Qué plan tienen contra nosotros?

—Ahora sólo me gustaría recoger los núcleos de estos yanas, cambiarlos por algo de dinero en un Gremio de Aventureros y comprar algo de ropa.

Iris notó un leve rubor en su rostro, y avergonzada apartó la mirada de su cuerpo. "Claro, lleva semidesnudo desde hace rato".

—El bosque de Sertán no es muy grande, y lo atravesamos casi en su totalidad con el Vrinto, por lo que deberíamos llegar al poblado que está en las afueras del mismo si seguimos caminando unas horas —indicó.

Pero el rostro de Aiden había cambiado drásticamente cuando ella mencionó al Vrinto. Y es que pensándolo bien, su repentina desaparición dejaba mucho que pensar.

—Si recupero un poco de dyn, creo poder percibir a las bestias del bosque lo suficiente como para evitarlas —respondió Aiden.

—¿Cómo podrías percibirlos si no son bestias que manipulan dyn? —preguntó desconcertada.

—¿Hay dyn en todos lados no? También en las sombras que proyectan... creo que eso es lo que puedo percibir.

Iris asintió. El chico parecía haber pasado por mucho, por lo que no se molestó en discutir nada con él. No podía confiar plenamente en él, no luego de todo lo que ocurrió, por lo que se sentó a una distancia prudente. Mientras el chico descansaba para llenar su núcleo, decidió salir por completo de sus dudas.

—Esos magos tan fuertes... ¿eran Al-tinhoa?

—Muy probablemente lo sean —respondió—. Llamaban al tío traidor, y decían que el no debería estar protegiendo a los humanos, si no ayudándolos a ellos a destruirlos.

—No puedo creer que estén aquí —dijo ella chasqueando la lengua.

—Es extraño, demasiado extraño —suspiró Aiden, llevaba rato pensativo.

—¿Qué cosa?

—Lo tenían todo planeado —dijo sujetando su cabeza con ambas manos—. Sabían que Angus no estaría en la ciudad, quizás ellos mismos crearon la oportunidad.

—Es imposible que unos insurgentes, por más orgnaizados que estén monten una guerra en la frontera antes, es estúpido pensarlo —su voz vino cargada de superioridad y experiencia.

Aiden negó con la cabeza.

—Los rebeldes estaban aliados con los Al-tinhoa —dijo comenzando su explicación— ¿Por qué razón buscarían tomar un reino y nada más?

—Están buscando reanudar la guerra —entendió ella al poco tiempo. Se sintió tan tonta por no haberse dado cuenta antes —. Hacer caer Verum, o hacerlo parecer inestable, además de las constantes pullas de Petram, haría que todos quieran aprovecharse nuevamente.

—Quieren que nos destruyamos unos a otros, que les dejemos fácil la entrada al continente.

—Eso si daría sentido a que los estuvieran ayudando. Lo que aún no comprendo es... ¿En qué ayuda que yo escape como una cobarde?

—Él habló de una nueva generación compatible para combatirlos a ellos. Creo que se refiere a los scripta's legendarios —respondió.

—¿El que tu conseguiste absorber es uno de ellos? —preguntó levantándose de un salto.

—Está lleno de información que no logro identificar, pero creo que sí. Tío Angus sabía lo que contenía, y la idea de que me haya hecho huir sólo puede significar que quiere que haga algo —dijo el.

Iris no prestó mucha atención. Quedó embobada con la idea de que un adolescente mucho menor que ella haya podido absorber un scripta de ese calibre. "Uno del calibre que yo tengo aquí". Pensó tocando con suavidad su bolsillo trasero, sintiendo allí el papel liso y la ondulación del pergamino. "Una nueva generación compatible". Pensó entusiasmada. Debía ser así, no había de otra.

Inmediatamente sacó el pergamino de su bolsillo y lo extendió frente a ella. Un idioma incomprensible para ella.

—¿Qué es eso? —preguntó el chico.

—¿No habías visto ya un scripta legendario? —inquirió ella.

—Sí, bueno, el mío era algo diferente —respondió él—. Pero espera, no lo hagas ahora.

—Sí, voy a hacerlo —Iris se encogió de hombros sin importarle lo que decía el chico.

—Espera, es en serio. Tu núcleo quedará completamente atrofiado, si ocurre algún incidente podríamos no salir vivos del bosque —replicó el joven.

"Por Urahvé que cansino". Pensó Iris.

—¿Eres el mayor experto en esto ahora? —dijo rodando los ojos.

Vio que buscaba protestar nuevamente, pero ella volteó dispuesto a ignorarlo, y se concentró en el scripta. Agradeció que Aiden no hablara más, y en el silencio se concentró en las letras del pergamino. Buscando hacer... ¿qué tenía que hacer?

Cuando volteó, el chico estaba viéndola, con un ligero tic en la esquina derecha de sus labios. "Se está aguantando la risa".

—Aplica tu dyn sobre él, consejito de un experto.

—Voy a asegurarme de que seas castigado por tratarme como a cualquier niña amiga tuya —respondió Iris.

El chico no importaba ahora. Tenía en sus manos el scripta que utilizó su madre, el que utilizó al combatir cientos de soldados y magos para proteger al reino.

Cuidadosamente, aplicó su dyn en el pergamino. Sintió la energía fluir desde su núcleo hasta la punta de sus dedos, e impregnarse en él. Siguió así por casi un minuto, y ya la situación no cambió, aplicó más fuerza en ello. Un tirón de energía, como si se tratara de un músculo más. Sentía que por más que empujara sería suficiente, y aun así se esforzó con todo lo su su dyn podía dar, hasta quedarse sin una gota del mismo.

—No funciona.

—No es tan fácil —habló el con un tono pasivo—. Hagamos otra cosa ahora, préstame la espada.

—Voló por allí —dijo señalando con la cabeza— ¿Para qué la quieres?

—Nunca había... extirpado el núcleo a un ser vivo, pero puedo aprender ahora, supongo —dijo mientras sondeaba con la mirada en busca del metal.


Aiden encontró la espada a varios metros donde la había dejado caer y se acercó directamente donde más cadáveres yacían, al roble. El primer cadáver que abordó, carecía de la parte trasera del cuerpo. El olor putrefacto hacía que su garganta se cerrase, pero como no tenía nada con lo que cubrirse, se agachó igualmente frente al mimo.

Era la primera vez desde que su cuerpo había comenzado a regenerarse en aquella celda, y sus sentidos aumentaron literalmente el doble de su capacidad, que renegaba de dicha habilidad. Es decir, ver mejor y oír mejor eran una ventaja innegable... pero desearía no poder "oler mejor" en esta situación.

Sacudió la cabeza y se centró nuevamente en el yana muerto. Podía ver las costillas blanquecinas, además de las tripas que se desbordaba por la abertura del canino. Con mucho asco, sujetó una de las costillas y la movió para dar vuelta al cadáver. Ésta se rompió en su mano, seguido a eso comenzó a desintegrarse a gran velocidad.

—Agradece a la diosa Quetlali por haber creado así a las bestias —habló Iris a lo lejos— su rápida descomposición ayuda a recolectar los núcleos sin tantas complicaciones.

Aiden no respondió, la única razón era para evitar abrir su boca y respirar más de aquel fétido olor. Se dio cuenta que si abria la boca, sus papilas gustativas captaban ligeros rastros del olor que se colarían por su tráquea más tarde.

Atendiendo a las palabras de Iris, clavó la espada en el suelo, para con ambas manos tirar con fuerza. Al hacerlo, algunas se desprendieron y rompieron, facilitando la descomposición.

Allí fue que dejó al descubierto una piedra similar a un diamante. El cristal romboédrico era de color púrpura oscuro, con afiladas puntas desiguales. La fuente de dyn de las bestias, la fuente de dinero de los aventureros. Cambiarlos todos en una sede del Gremio podría darles dinero suficiente para un poco de ropa y hospedaje para una noche.

Siguió así hasta recolectar diez núcleos con éxito, y descubriendo una forma lo suficientemente eficaz para hacerlo. Ésta consistía en aumentar la velocidad de descomposición de las bestias. Una vez ubicado el núcleo, que estaba cerca del corazón, separaba las patas delanteras junto con la cabeza, y la parte trasera del lomo junto las traseras. Dejando así separada cada parte del cuerpo, éstos se descomponían con más velocidad, evitando así que tenga que pringarse las manos de sangre para recoger el núcleo. Cabía destacar que que escuchó todo el rato las arcadas de Iris mientras el se convertía en un carnicero.

La descomposición de las bestias era extraña, hacía que el negocio de las runas funcionase, ya que para trabajar con pieles, huesos, dientes o cualquier otro elemento animal, eran necesarias las runas de Conservación, para evitar así su desintegro. Era una de las razones por las cuales los precios de ciertos artículos tenían precios tan elevados.

Aiden encomendó a Iris los núcleos, y una vez sintió su propio núcleo de dyn más cargado, emprendió el camino atendiendo a las criaturas agresivas que podrían encontrarse.

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