Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 7: "El precio del poder"

Reissende sentía la oscuridad, latente y peligrosa, como una sombra que amenazaba con tragárselo entero. Pero no tenía miedo. Había venido preparado para esto, sabiendo que la confrontación era inevitable.

-Sabes, muchacho -dijo Bredraguer, con voz calmada casi antinatural- los Arv siempre han sido tan... predecibles. Su orgullo es lo que los lleva a la ruina, una y otra vez. ¿Es que no lo vez?- Esbozó una sonrisa torcida, cargada de malicia contenida.

Reissende apretó los dientes, desenvainando su espada con un movimiento rápido, reflejando las pocas luces de la sala a través del frío acero.
No se iba a permitir ceder ante los juegos mentales de Bredraguer. Sabía lo que estaba en juego y no tenía tiempo para caer en provocaciones.

-La Xenotima -repitió Reissende, su voz era firme-. Dámela o te la quitaré.

Bredraguer soltó una carcajada baja, retumbante, como si hubiera estado esperando esas palabras.

-¿Y qué harías con ese poder, Reissende?-preguntó en tono curioso, casi burlón-.¿Crees que controlarlo te hará diferente a mí? La roca no responde a la voluntad del débil. Ni siquiera te conoces a ti mismo por completo, ¿cómo crees que vas a reaccionar cuando te muestre eso que existe dentro de ti pero que no quieres ver?

Antes de que Reissende pudiera replicar palabra siquiera, el aire en la sala cambió. Algo no se sentía normal; el aire comenzó a arremolinarse a su alrededor, levantando el polvo del suelo. Al mismo tiempo, Bredraguer levantaba una mano. En esta yacía una esfera de poder palpitante, casi como si toda la energía de su cuerpo estuviese concentrada en ella. Era visible, palpable, tangible, y Reissende sabía con toda certeza que de ese ataque no podía escapar: debía pensar rápido.

-El poder de la Xenotima no es lo que crees -la voz de Bredraguer era más baja ahora, pero seguía cargada de amenaza-. No vas a soportar lo que viene, no tienes idea. Como yo no puedo hacer uso de ella, ella no tiene poder sobre mí. Lo que ves es lo que soy. Pero tú, en cambio, dices ser diferente a los demás, pero ambos sabemos que eso es una falacia. Somos más parecidos de lo que crees, y si aún así te niegas a verlo, te lo voy a demostrar.

Reissende no vaciló. Con un paso firme, se lanzó hacia adelante, con su espada en alto. El acero pareció cortar el aire, directo hacia el anciano. Pero en un parpadeo, la figura de Bredraguer se desvaneció, dejando tras de sí solo una sombra borrosa. Reissende frenó su golpe a tiempo, girando sobre sus talones para buscar a su oponente, que ahora se materializaba detrás de él.

-Eres demasiado lento -murmuró Bredraguer, al tiempo que lanzaba un golpe de energía directo hacia Reissende.

Reissende apenas pudo seguir el ritmo de la batalla cuando ya le habían golpeado el brazo. El frío de toda esa energía recorrió su parte izquierda; apenas logró percibir algo. Se entumeció, pero no le importó. Reissende no podía permitirse sentir dolor. No ahora. Su espada había desviado algo del impacto, pero el golpe que recibió lo hizo retroceder un par de pasos.

Bredraguer avanzaba con calma, sus movimientos eran bien calculados. Era evidente que había peleado muchas batallas, y que ninguna había sido sencilla. Reissende lo sabía, y eso solo lo impulsaba a no dar tregua. Con un enorme esfuerzo, arremetió de nuevo, esta vez más rápido, buscando cualquier
abertura.

Chocaron, su espada contra la energía que desprendía Bredraguer, en un estruendo que sacudió las paredes de la sala. Reissende sentía la presión creciente sobre su arma,pero no cedió terreno. La mirada desafiante de Bredraguer encontró la suya, y por un breve momento, algo pasó entre ellos, un reconocimiento mutuo de sus fuerzas y convicciones. Ambos estaban casi al mismo nivel de poder en batalla, era indiscutible.

-No eres tan diferente a mí- gruñó Bredraguer, forzando la energía hacia Reissende-. En el fondo, tú también tienes dudas. Tú también te preguntas si vale la pena seguir protegiendo un legado que solo te llevará a la muerte. Ni si quiera sabes que es real y que es una fantasía. Lo que buscas te terminará por destruir muchacho, ¡despierta!

Reissende apretó los dientes, empujando con todas sus fuerzas.

-—No soy como tú —escupió con furia, cada palabra iba cargada de veneno—. Nunca lo seré.

Su cuerpo avanzó un paso firme, con cada fibra de su ser rechazando la presencia de Bredraguer. Sus ojos brillaban con una determinación helada, pero en el fondo, latía un desprecio profundo que era imposible de ocultar.

—Jamás arremetería contra aquello que me encomendaron proteger, ni me atrevería a rebajarme a tu nivel. —Sus palabras ahora eran lentas, cada una perforando el aire como dagas —. Mucho menos, contra los más vulnerables.

Bredraguer, por un instante, pareció ligeramente sorprendido, manteniendo una ceja arqueada. Sus ojos oscuros, llenos de desprecio propio, evaluaban a Reissende con una mirada burlona.

—Jamás usaría mi poder para hacer sucumbir a otros ante mis caprichos —continuó Reissende, dando otro paso hacia adelante, encorvando levemente el cuerpo como un depredador ante su presa. El asco que sentía hacia su oponente era palpable—. Y definitivamente, no me dejaría corromper por la sombra.

La sonrisa de Bredraguer se ensanchó, pero algo en su expresión se tensó; no soportaba la incomodidad de ser confrontado por la verdad irrefutable. La distancia que se marcaba entre ambos era más que un abismo de ideales, y eso solo hacía que la tensión llenara la sala y la volviera casi sofocante.

—Entre tú y yo hay una diferencia muy clara —continuó Reissende, manteniendo su voz baja pero letal—: yo busco proteger, y a ti solo te interesa destruir. Como si el mundo no estuviera ya lo suficientemente enfermo por su propia oscuridad.

Reissende dio un último paso, manteniendo su mirada fija en la de Bredraguer. En ese instante, no había miedo ni duda, solo un abrumador desprecio por lo que representaba el anciano. Bredraguer, aunque sonreía, no pudo evitar sentir el peso de esas palabras, y por un breve segundo, su arrogancia se tambaleó.

Con un grito de desafío, Reissende giró sobre su propio eje, liberando su espada de la presión, arrojando a Bredraguer hacia atrás. Aprovechó el
momento de debilidad del anciano y se lanzó hacia él. Con la espada brillando a lo alto en un arco descendente, esta vez, alcanzó su objetivo, cortando el manto de sombras que rodeabaa Bredraguer. El anciano soltó un rugido de dolor, retrocediendo mientras la sangre oscura goteaba por su costado. Pero en lugar de caer, sonrió,era una maldita sonrisa ensangrentada y torcida.

-Muy bien, muchacho -susurró, apenas audible-. Pero la batalla solo acaba de comenzar.

Reissende se preparó para el siguiente ataque, pero algo dentro de él le decía que este no sería un simple enfrentamiento físico. Esto se trataba de voluntades, ahí radicaba la verdadera fuerza, y no iba a ceder así de fácil. Había llegado hasta este punto para conseguir una sola cosa y no se iba a ir sin ella, costase lo que costase. Ante el poder de ambos la sala se retorcía, Reissende apenas podía respirar bajo el peso denso que los aplastaba. Pero si algo no permitió era que su desesperación lo alcanzara.

Sus ojos no se separaron de los de Bredraguer, quien a pesar de estar mal herido, seguía desprendiendo un aura amenazante. Sentía como el poder que había estado acumulando durante tantos años se le estaba escapando al igual que su vitalidad, pero a pesar de estar de rodillas jadeando, la misma sonrisa retorcida seguía apareciendo en su rostro.

-¿Crees... que has ganado?- dijo entre jadeos manteniendo el tono de burla - La Xenotima no es un premio, es... una maldición. Y ahora... te ha elegido a ti.

Reissende avanzó portando su espada en alto. Su deber le gritaba que acabara ya de una vez con el viejo. Que esa era la manera de detener el caos que quería esparcir. Sin embargo, si lo vencía significaría que Bredraguer tenía razón con él, y no lo quería permitir. Sentía una lucha interna, un torbellino de emociones contradictorias entre su deber y la razón. Si lo vencía, terminaría sellando un destino similar al de él.

-No quiero tu maldito poder. Solo necesito acabar con esto- gruñó mirándolo fijamente

-Oh muchacho... -dijo Bredraguer escupiendo sangre - Esto no va a terminar, a penas... está comenzando.

Con sus últimos esfuerzos Bredraguer levantó su mano hacia la Xenotima que tenía colgada en el pecho. Está flotaba en medio de la sala liberando luz y energía. La roca parecía palpitar al ritmo de sus latidos, casi como si estuviese viva, esperando ser reclamada. Mientras esto ocurría Bredraguer se lanzó hacia Reissende con un cuchillo en mano en un gesto desesperado, y este, sin ninguna otra opción levantó su espada atravesándolo por el pecho. El cuerpo de Bredraguer cayó inerte sobre el suelo, desvaneciéndose sin vida.

Pero en lugar de alivio Reissende se sentía extraño. La Xenotima que había permanecido suspendida había comenzado ahora a temblar fuertemente quebrando todo a su paso. Reissende intentó retroceder, pero era tarde. La Xenotima lo alcanzó y un dolor agudo comenzó a invadirlo por completo. Intentó resistirse, pero la fuerza que emanaba de la Xenotima lo arrastraba inexorablemente. Cayó de rodillas retorciéndose mientras era consumido.

En ese momento algo en su mente se quebró. Como un muro invisible que separaba todo. Imágenes de Bredraguer, de Yygdrasil, de los Arv, las masacres, los gritos, todo se arremolinaba en su conciencia. Reissende luchaba con todo su ser por recuperar el control. No permitiría que lo convirtiera en lo que Bredraguer había sido.

- ¡No! - gritó, pero sabía que algo muy dentro de él había cambiado. Todo se disipó y finalmente la Xenotima dejó de brillar.

Reissende se desplomó en el suelo exhausto, su pecho subía y bajaba con dificultad mientras intentaba incorporarse. A su alrededor lo que quedaba de la sala estaba en total silencio, Logró levantarse lentamente, tambaleándose. Ante él se encontraba la Xenotima como una vieja joya rota. Pero Reissende no podía dejar de observarla, sabía que ya no era algo separado de él. Sentía su poder latente y acechante, tal como Bredraguer predijo. Lo había elegido.

Se llevó la mano al pecho sintiendo un impulso oscuro dentro de sí mismo. No sentía miedo como antes, ahora era algo diferente, más profundo. Su misión no había terminado, quizás había vencido a Bredraguer, pero ahora llevaba una carga dentro de sí que no podía ignorar.

-Esto no puede ser...- murmuró con la mirada llena de desolación. Por más que intentara resistirse sabía que el precio de la victoria había sido demasiado caro.

Con una última mirada al cuerpo de Bredraguer, Reissende se dirigió a la salida de aquella sala. Cada paso que daba lo alejaba de la batalla pero lo acercaba más a la incertidumbre, no era el mismo hombre que había llegado allí. Tenía el conocimiento, y el poder, pero también algo oscuro que en algún momento tendría que enfrentar.

Mientras cruzaba el umbral, una verdad inquietante se hacía más clara: el verdadero desafío no había comenzado. Llegaría el día en que no solo tendría que enfrentar solo a sus enemigos, si no a si mismo.

Y esa batalla, quizás, sería la más difícil de todas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro