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Volver a nacer

Eris corría a toda velocidad a través de un bosque que se hacía cada vez más denso y complicado de transitar, las ramas secas crujían bajo sus pisadas sin cobijo más que la propia piel de sus pies, lo que hacía cada vez más profundas las heridas en sus plantas, pero no le importaba, en su mente había algo más relevante: debía huir. La chica volteaba cada tanto para asegurarse que nadie la seguía, sin embargo, cada vez que lo hacía una figura cubierta por una espesa capa negra se acercaba más y más; por la adrenalina que estaba sintiendo no podía asegurar si realmente alguien deseaba atraparla o quizás era su imaginación jugándole una mala pasada. Ante el miedo y el instinto de supervivencia saltó fuera del camino, adentrándose en lo más profundo, a la vez que tropezaba con un desnivel del suelo poco visible.

Eris, a punto de enfrentarse a una terrible caída desde lo alto de un peligroso risco, intentó girarse para evitar la tragedia, más el borde estaba tan resbaloso que solo consiguió rasguñar su mano con las punzantes rocas. Casi de inmediato, el pánico se apoderó de ella, si no se movía la iban a atrapar, pero su cuerpo pesaba tanto que ni sus piernas ni sus manos respondían. Con el corazón acelerado, alcanzó a ver dos figuras asomadas por el borde, sus miradas estaban fijas en su cuerpo inmóvil; sintió la necesidad de guardar en su mente los rostros de las personas que la perseguían, pero no podía enfocar la vista, todo estaba muy borroso a su alrededor, sin embargo, aunque un pitido se abría paso en su oído, amortiguando todo sonido exterior, alcanzó a escuchar una voz ronca.

—Déjala, no podrá sobrevivir a esta caída, permitamos que Merak se ocupe—. Para su calma, las figuras se marcharon, dando entrada al aire en sus pulmones y produciendo, a su vez, un dolor inmenso que recorrió cada centímetro de su cuerpo, una sensación de líquido caliente bajo su cuerpo le dio a entender que la sangre de sus venas se escapaba lentamente mezclándose con la tierra debajo de ella.

Eris abrió los ojos sin saber en dónde estaba ni cuánto tiempo había transcurrido. Sus parpados ya no eran tan pesados, algo desorientada intentó levantarse y ver a su alrededor; extrañamente se llenó de paz al ver el lugar donde estaba, la habitación estaba pintada de color crema con una sola luz en el centro que iluminaba todo a su alrededor, aunque no era tan complicado, ya que no era un cuarto tan espacioso, además, no había ventanas ni nada colgando de la pared, sino que una única puerta de madera la separaba del resto del lugar. Ella trató de sentarse, pero sintió en su brazo un pinchazo, al girarse se dio cuenta que tenía puesta una vía, al seguir el tubo con la mirada encontró un envase de un líquido transparente colgando de un gancho en el techo. Antes de poder quitárselo la puerta principal se abrió y entró por ella lo que Eris asumió que era un médico, por su vestimenta de color blanco. Tenía un traje completo, guantes y un tapaboca que cubría la mitad de su rostro, él al darse cuenta que ella tenía los ojos abiertos salió del cuarto como si se hubiese espantado. Ella confundida solo se sentó en la cama tratando de organizar sus ideas.

—No recuerdo que sucedió—se dijo a sí misma.

Se tocó la cabeza y sintió un fuerte dolor en la nuca, se percató que traía vendajes en la cabeza y que solo llevaba puesto una bata azul claro. Mientras ella se observaba, otra persona entró por la puerta, otro médico según la deducción de Eris, igualmente, por su vestimenta, la joven médica se acercó y le sonrió o eso es lo que parecía ya que su boca estaba tapada por el tapaboca.

—Me alegra que despertarás—dijo la joven médica con una voz dulce, ella se dio cuenta que Eris estaba confundida, así que retiro su tapaboca dejando ver una fina sonrisa en unos labios rosados y delicados, unos hermosos ojos azules llenos de tranquilidad veían fijamente a Eris

—Me llamo Kana, soy médico no te preocupes— ella extendió su mano y tomó la de Eris tratando de transmitirle tranquilidad para no confundirla más —fuiste encontrada hace unas horas en el bosque por los daimones de limpieza en un estado muy delicado— aclaró e hizo una pausa buscando las palabras adecuadas —tus heridas ya fueron tratadas y no encontramos ningún tipo de complicación—. Aunque Eris podía escuchar lo que le estaban diciendo no entendía a que se estaba refiriendo, las palabras retumbaban en su cabeza y le causaban un ligero dolor, aún confundida y con un tono de voz bajo repitió las palabras que más la habían desconcertado.

—¿Daimon de limpieza? — preguntó Eris aún más confundida, Kana solo asintió mientras Eris veía alrededor —Debe haber un error— ella se sujetó la cabeza con una de sus manos, el dolor solo aumentaba con cada palabra que decía —¿Por qué estaría yo con los daimones? — Eris fijó su vista en Kana, una pequeña piedra colgada de su cuello le llamó la atención desconcertándola aún más, a pesar de su diminuto tamaño Eris sentía una fuerza saliendo de ella que no le permitía apartar la vista, por un momento sintió la necesidad de tomarlo entre sus manos, pero Kana la sacó de sus pensamientos al acariciar su mano.

—Sé que estás confundida, trataré de ayudarte lo más que pueda, quiero que te sientas bien— Eris vio su mano y luego el rostro sonriente de Kana, aunque sus tranquilizantes ojos azules no mostraban señales de agresión Eris sentía la necesidad de huir, como si de un animal se tratase. Su instinto de supervivencia le exigía correr ante el peligro, ella se sentó lentamente sin quitar la vista de Kana al sentir que se podía levantar empujó con todas sus fuerzas a Kana haciéndola caer al piso. La vía que Eris tenía en la mano no la detuvo y terminó por romperse cuando ella salió por la puerta cerrándola detrás de ella para que Kana no la siguiera.

Eris caminaba rápido, no quería llamar la atención de las demás personas en el pasillo que estaban completamente sumidas en sus labores, al punto de no notar que ella miraba a todas partes nerviosa. Eris buscaba la salida, no quería seguir en ese lugar por más tiempo, pero el desconocimiento del lugar jugaba en su contra, temía abrir alguna puerta que solo terminara por llevarla a un callejón sin salida por lo que descarto esa idea de inmediato.

Al girar en una esquina pudo ver una gran puerta de vidrio. Supuso que allí estaba la salida y caminó hacia ella sin dejar de voltear a cada instante para asegurarse que Kana no la seguía. A pesar de su paso apresurado y lo acalorada de la situación Eris sentía un frio extraño recorriéndola por todo el cuerpo, ella se abrazó a sí misma y cruzó la puerta de vidrio con la esperanza de salir de allí.

Eris extendió sus manos para evitar chocar contra una baranda de madera ¿Quién colocaba un hospital en un lugar así? Ella se asomó y pudo ver en la parte superior una cúpula de vidrio a unos cinco pisos por encima de ella por la que entraba la luz, con la mirada localizo las escaleras y de inmediato desistió de subir ya que allí no encontraría la salida, al asomarse hacia abajo no vio el fondo quitando esa posibilidad de su mente.

El corazón se le aceleró, no tenía mucho tiempo para tomar una decisión, al voltear a la puerta por la que había salido se dio cuenta que Kana la buscaba y caminaba hacia ella con paso decidido, de nuevo la sensación de supervivencia la hizo mover sus pies hacia el primer pasillo que divisó, no importaba a donde llegara solo quería huir de Kana y de ese lugar.

Ella camino con desespero por el pasillo que, para su fortuna, se encontraba vacío, buscaba una puerta o una ventana que la llevara a la libertad mientras el dolor en su cabeza se intensificaba con cada uno de sus pasos y se le dificultaba más respirar. En un momento visualizó una puerta abierta, se sujetó del marco para recuperar el aliento y se asomó con cuidado para ver el interior. Una mirada de esperanza se le hizo presente al ver una ventana en la habitación.

Con rapidez se acercó a la ventana y el vidrio se empaño con su aliento, retrocedió un poco confundida, se fijó en que su aliento se veía con facilidad por las bajas temperaturas, quizás estaba nevando afuera y por eso sentía tanto frio, limpio el vidrio para asomarse y le dio un vuelco en el estómago al ver que afuera estaba completamente soleado. Incluso las flores del jardín se movían en armonía con el viento, el miedo se apodero de cada fibra de su ser y empezó a buscar con que romper la ventana para escapar, pero al no ver nada útil en la habitación se arrojó contra la misma, sin embargo, esta no se rompió, Eris lo repitió varias veces cada vez con más fuerza sin lograr que la ventana cediera, por el contrario, solo le causo dolor en el brazo.

Eris vio la puerta con el miedo de ser encontrada, revisó toda la habitación nuevamente y al ver que efectivamente no había nada útil, desistió y decidió salir a buscar otra salida, al dar un paso en dirección a la puerta cayó al piso con la respiración entrecortada, se colocó una mano en la cabeza para mitigar el dolor y se dio cuenta que tenía la cabeza muy fría, ella se asustó y se tocó todo el cuerpo comprobando que cada vez estaba más fría, por un momento pensó en acostarse en el piso a descansar, pero sabía que si lo hacía Kana la iba a encontrar.

Unos pasos en el pasillo alertaron a Eris, dándole el impulso que le hacía falta, se levantó y salió corriendo de allí, la visión se le hacía cada vez más borrosa, se sujetaba de las paredes para no caer al piso, hasta que sintió que tropezaba con alguien en una de las esquinas, con el miedo de haber sido encontrada por Kana ella se apartó de inmediato perdiendo el equilibro, antes de caer al piso sintió como la sujetaban del brazo y de la cadera, al fijar la vista se encontró con unos hermosos ojos verde jade que la veían llenos de preocupación.

Ella sintió una presión repentina en su pecho y un calor inexplicable en su rostro mientras detallaba al joven que la había ayudado. Era considerablemente más alto que ella, su cabello marrón atado en una cola de caballo caía perfectamente por sus anchos hombros perdiéndose en su traje rojo obscuro, ella no podía sentir el calor de sus manos y se fijó que este llevaba puesto unos guantes del mismo color del traje, la respiración de Eris se aceleró al posar su vista en la pequeña piedra marrón que se asomaba delicadamente por su cuello identificándolo como un daimon, con una voz serena y amable este le hablo.

—¿Estás bien? — Ella solo lo veía estupefacta olvidando que estaba huyendo, el joven solo repitió la misma pregunta para asegurarse que ella lo estaba escuchando —¿Estás bien? — Ella se percató que estaba ruborizada por el calor que sentía en sus mejillas que aumentaba con cada segundo que pasaba, trató de asentir, pero sintió de nuevo que perdía las fuerzas y que sus ojos se cerraban, sin poder evitarlo, ante la inminente perdida de energía ella cayo inconsciente.

Al abrir los ojos nuevamente, Eris, reconoció la habitación donde había despertado hace poco y de donde había huido de Kana, trató de recordar que había pasado y en su mente solo estaban aquellos ojos verdes que la miraban fijamente, se sentó de inmediato y se fijó que Kana estaba a su lado con los brazos cruzados viéndola sin apartar la mirada, la sonrisa se le había borrado de la cara.

—Debo reconocer que de todos los que han huido tú eres la más rápida y más problemática— reconoció Kana, se había quitado el gorro que cubría su cabeza y dejaba ver una larga cabellera morada clara, en sus manos tenía una jeringa vacía, Eris la vio preocupada y se sentó al instante con el miedo recorriéndole toda la espalda.

—¿Qué me hiciste? — Eris se tocó el brazo en un vano intento de evitar que el líquido se propagara por su cuerpo.

—Tranquila es para los mareos, perdiste mucha sangre por eso te desmayaste, tienes una herida muy delicada en tu cabeza, no deberías estar corriendo, sé que te impresiona estar con un daimon, pero debes cuidar tu salud, puedo sanar las heridas, pero no hago milagros— Eris siguió palmeando su brazo hasta encontrarse con la vía que tenía puesta en la mano, esta vez tenía la muñeca recubierta con lo que parecía un brazalete de acero, ella trató de quitarla y escuchó como Kana suspiraba ruidosamente —No podrás hacerlo, tuve que tomar medidas contigo.

Después de comprobar que efectivamente no podría retirarla Eris se resignó y evitó la mirada de Kana, trataba de recordar cómo había regresado a esa habitación y sintió un escalofrió recorrerle por todo su cuerpo al recordar al chico que había evitado que se golpeara contra el piso, en un intento de cambiar el tema se giró un poco hacia Kana, al recordar aquellos ojos verdes sintió como se le aceleraba el corazón.

—Había una persona conmigo, un chico que me encontré en el pasillo— Kana dirigió su mirada hacia ella esperando más información —con unos hermosos ojos verdes, vestía traje rojo— Eris hacia un esfuerzo por recordar la apariencia del joven que la había impresionado, sin embargo, solo sus ojos era lo que había quedado grabado en su mente.

—Así que tenía traje rojo— Kana se quedó en silencio por un momento, Eris solo la veía esperando información, Kana relajó los brazos y con una voz más seca dijo tajante —lo lamento nadie así ha venido por aquí— Kana notó la decepción en el rostro de Eris que se esforzaba por recordar más detalles del chico.

Kana se acercó y reviso la herida de la cabeza de Eris en silencio, el aura dulce y amable se había esfumado y ahora parecía más seria que antes, Eris comprendido que al huir la había hecho enojar, la sensación de peligro extrañamente había pasado y ahora no sentía la necesidad de correr, ella intentó buscarle conversación a Kana que solo estaba en silencio ajustándole los vendajes que tenía en la cabeza, Eris tragó con miedo de preguntar, pero se armó de valor para formular su pregunta.

—¿Qué hace un daimon médico aquí? No es normal que salgan del Tivela — Kana solo se carcajeo un poco por lo bajo, Eris sintió vergüenza al escucharla porque quizás había preguntado algo muy obvio. El aura de tranquilidad de Kana había regresado con aquella carcajada, por lo que Eris se sintió más tranquila, pero sin dejar de estar alerta a sus movimientos.

—Es normal, porque tú estás en el Tivela, es donde los daimones debemos estar— Kana terminó con su revisión, sacó una libreta y empezó a anotar cosas allí que Eris no pudo ver, igual no le importaba porque estaba concentrada tratando de entender que hacia ella en el Tivela si allí solo podían ir los daimones y ningún habitante del mundo secular tenía permitido poner un pie en él, al ver la cara de desconcierto de Eris, Kana se sentó en la cama y le señalo el pecho a Eris que seguía sin entender —revisa— Eris metió la mano dentro de la bata y por primera vez se dio cuenta que de su cuello colgaba una piedra blanca en una cadena, al ver aquella piedrecilla el corazón de Eris se aceleró y el dolor en su cabeza regresó.

—¿De dónde salió esto? — Kana sonrió y le tomó la mano para calmarla.

—Esas respuestas vienen para después te lo prometo, por ahora tenemos cosas más importantes de las que hablar— Kana se acomodó para anotar en la libreta que tenía en la mano —dime ¿Cuál es tu nombre? Y ¿Qué recuerdas de antes de despertar aquí? — Eris se quedó en silencio, no quería responder a ninguna pregunta, tenía la sensación de que algo estaba fuera de lugar, ella volteo el rostro y cruzó los dedos apretando sus manos con fuerza, Kana suspiró resignada y se levantó de la cama.

—Puedes tomarte todo el tiempo que quieras en responder, igual de aquí no te podrás ir hasta que contestes algunas preguntas, te recomiendo que no vuelvas a huir, los que te encontraron estuvieron a punto de dejarte a tu suerte y si huyes les darás más razones para deshacerse de ti, sé que quizás no quieras hablar conmigo, pero será peor con los que vendrán si no les doy las respuestas a sus preguntas—. Eris lo pensó por un momento, su mente era un revoltijo de recuerdos y pensamientos, en ese momento no sabía identificar la realidad de los sueños, por lo que decidió confiar momentáneamente en Kana.

—Eris, mi nombre es Eris— Kana anotó en su libreta y se quedó viendo a Eris esperando más respuestas, Eris resopló algo molesta por esforzarse tanto y no obtener resultados —no puedo ayudarles a responder nada porque no recuerdo nada, solo sé que me perseguían, por eso salí corriendo cuando desperté, pensé que me habían atrapado.

—¿Sabes quién o qué te perseguía? — Ella solo negó con la cabeza sosteniéndosela porque le había vuelto a doler —¿Había alguien más contigo? — ella cerró los ojos por un instante y con voz calmada le respondió a Kana.

—No lo recuerdo, pero creo que no— Kana solo siguió anotando en su libreta, esperó que Eris le diera más información, pero al ver que esta solo se miraba las manos con tristeza guardó la libreta.

—Es todo lo que necesito saber, por ahora descansa— Eris levantó la mirada hacia Kana y le agarró la manga del uniforme.

—Están en un error, yo no soy un daimon, sé que tengo un cristal, pero esto no es mío— Kana volvió a suspirar y apartó delicadamente la mano de Eris que se sujetaba con fuerza a la manga de su uniforme.

—Todo eso te lo explicarán luego— Eris la veía casi rogando con la mirada, necesitaba algo para aclarar sus pensamientos, todo estaba siendo demasiado confuso para ella —supongo que estoy en el deber de calmarte un poco—. Kana se quedó en silencio buscando delicadamente las palabras que usaría para no confundir más a Eris —los cristales de energía aparecen cuando estas entre el borde de la vida y la muerte, los pensamientos de angustia y desesperación que tienes en ese momento permiten materializar la energía y darle forma, llamando por ayuda a sus semejantes, es decir, a otros daimones, estos cristales son una parte de tu alma, por lo que no hay un error si tienes uno contigo, eres un daimon.

—¿Pensamientos de angustia y desesperación? — Eris sujetó el cristal que colgaba de su cuello y lo vio fijamente.

—Lo que sucede contigo, y es el hecho de porque quieren respuestas, es que estos cristales normalmente solo se forman en niños de hasta ocho años, y son muy raros los casos en los que se da en los adultos, pero, además, fuiste encontrada en un lugar—, Kana se quedó en silencio buscando la palabra correcta —problemático.

—¿Eso que significa? — Eris apretó con fuerza el cristal llena de terror e incertidumbre.

—Otro daimon vendrá a hablar contigo, cuéntale todo lo que recuerdes con sinceridad, él ayudara a determinar qué ocurrirá contigo— Eris quería hacer más preguntas, pero Kana levantó la mano para evitar que hablara. —es todo lo que te puedo decir, descansa, lo necesitas— Eris bajo la mirada con un nudo en la garganta y asintió levemente, Kana se dirigió a la puerta, antes de cerrarla carraspeo un poco y fijó su mirada en Eris.

—¿Qué sucede?

—El chico del que me comentaste, es un daimon también—. por alguna razón esas palabras emocionaron a Eris haciendo que su corazón latiera con fuerza, Kana cerró la puerta, Eris se recostó y sujetó con fuerza el cristal, pero esta vez con una sonrisa en su rostro y las mejillas coloradas.

—Significaque podré volver a verte.


Gracias por leer este primer capitulo, espero que lo disfrutras tanto como yo lo hice al crearlo, esta es la segunda versión de esta maravillosa historia por lo que me gustaría tu opinion.

¿Qué te ha parecido todo?

¿Hay algo que no quedo claro? 

Entiendo es el primer capitulo y aún hay mucho por contar así que no dudes en dejarme tus dudas, comentarios o revisiones, incluso tus teorias, las estare esperando con mucho gusto.


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