Recuerdos de una promesa
Hace 16 años.
El sol apenas había empezado a salir y sus tenues rayos de luz empezaban a ganarle la batalla al frio nocturno que se estaba desplazando, aunque solo estaba asomando unos cuantos rayos por el horizonte la actividad en la academia ya había empezado, los maestros y daimones salían a sus misiones por aquellos portales que se activaban y desactivaban innumerables veces, los más jóvenes iban al comedor, donde se podía escuchar el bullicio de todas las voces de aquellos que se disponían a tomar el desayuno antes de iniciar sus actividades diarias. Como todas las mañanas Yukami tomaba el desayuno solo en una mesa, en silencio y de forma muy ordenada, cada alimento se mantenía en su espacio designado y como si de una máquina se tratara lo iba tomando en partes iguales, dejando en una esquina de su plato el vaso donde estaba tomando el jugo matutino al que le daba pequeños sorbos cada cierta cantidad de cucharadas, se encontraba sumido en sus pensamientos haciendo todo de forma automática, hasta que fue interrumpido por un golpe en la mesa producido por una bandeja de comida cayendo en la misma, al levantar la vista pudo ver a Kin algo despeinada sentada frente a él, al verla aún con cara de sueño solo le sonrió y continuó comiendo ignorando el aspecto que ella tenía en la mañana.
—Buenos días Yumi, ¿tomando el desayuno solo como siempre? — La forma tan familiar como ella había decido llamarlo le daba curiosidad a él que siempre se mostraba reacio a mantener una cercanía a las demás personas.
—Te estaba esperando — Yukami tomó un sorbo de su vaso y continúo comiendo sin quitar la vista de su plato, desayunar con Kin se había vuelto una costumbre que empezaba a disfrutar.
—No te creo, ya llevas la mitad de la comida.
—Porque tenía hambre, te estabas tardando y de igual forma me quedaré aquí en la mesa a hacerte compañía — Kin solo le dedicó una sonrisa y comenzó a tomar el desayuno.
Mientras ambos terminaban su comida otra joven algo mayor que ellos se sentó en la misma mesa, llevaba su cabello amarillo pálido atado en una cola de caballo muy bien peinada sin dejar salir ni un solo cabello, tenía los ojos azul claro y como ellos, llevaba un uniforme gris muy bien cuidado y limpio, ella se sentó al lado de Kin y tomó su desayuno de forma ordenada, cortando delicadamente cada una de las frutas que tenía en su plato igual que lo hacía Yukami. Kin la veía fijamente, esa prolijidad con la que tomaban su comida le daba terror, los entrenaban de esa forma y tenía miedo de convertirse en una especie de autómata.
—Buenos días niños—. Su voz suave y amable reconfortaba a todo aquel que la escuchaba, Kin solo le dedico una sonrisa al tener la boca llena.
—Hola Andra —Yukami le respondió de forma amable sin quitar la vista de su plato ordenando los cubiertos al terminar de ingerir todos los alimentos.
— ¿Van a la biblioteca a terminar su tarea de clase teórica? Es muy raro verlos despiertos tan temprano innecesariamente, sobre todo a ti Kin—. ellos la vieron algo extrañados —¿No les dijeron? La maestra Mitsuki fue llamada a misión anoche y aún no ha regresado, por lo que no hay clases práctica ni teórica esta mañana, hasta que ella no regrese no se van a reanudar los entrenamientos.
Kin tragó rápidamente ahogándose al hacerlo, tomó un sorbo grande de su bebida y golpeó la mesa con el vaso, esta vez ninguno se sorprendió por su acción, ya estaban acostumbrados a ese tipo de reacciones provenientes de ella. su voz denotaba la indignación por la información.
—¿Es decir que me pude haber quedado durmiendo un poco más? —Andra solo asintió por lo que Kin rezongó un poco y continúo comiendo mientras Yukami sonreía al verla algo frustrada.
—Bueno Kin, así te acostumbras, cuando te gradúes no tendrás tiempo para dormir hasta tarde, deberás cumplir los tiempos y exigencias de tú maestro, ya sea que te conviertas en daimon de campo o académico— Andra le sonrió tratando de amenizar la situación, aunque en ese punto ya no había nada que hacer.
—Si lo sé, pero eso no quita que pude dormir un poco más, ¿sabes lo que me costó levantarme de la cama? — Kin siguió comiendo todo de mala gana, Yukami solo se cruzó de brazos, le sonrió y fijó su vista en Andra que comía delicadamente.
—¿Y tú qué harás Andra? — preguntó Yukami curioso de saber el motivo de que se hubiese levantado tan tempano conociendo la información que les había compartido.
—Iré a la biblioteca a terminar mis tareas ¿Por qué?
Yukami negó con la cabeza restándole importancia a su pregunta, sabía perfectamente que Andra no dejaba tareas sin concluir y últimamente estaba pasando mucho tiempo en la biblioteca, lo que le hacía pensar que había otra razón de peso que no les quería contar. Andra al ver la mirada curiosa de Yukami dibujó media sonrisa.
—¿Qué les parece si les doy una actividad para hacer cuando terminen sus tareas? —Sus palabras no lograban captar la atención de ninguno y al ver que Yukami iba a pronunciar unas palabras lo interrumpió antes de ser interrogada por sus constantes visitas a la biblioteca. —Entonces no les interesa saber del jardín secreto de su divinidad, en donde entrenaba cuando estaba aún en el Tivela. Algunos maestros aún lo usan para mejorar sus habilidades y lo tienen muy bien oculto. —al ver que ahora había logrado captar su atención Andra sonrió para sus adentros.
Kin había dejado de comer mientras que Yukami veía con atención a Andra, su objetivo había sido logrado, no quería que ellos supieran la verdad de sus visitas constantes a la biblioteca. Le apenaba que cualquier persona lo supiera y haría lo imposible por mantenerlo en secreto. Sabía que una pequeña mentira los mantendría ocupados un rato, después de todos ambos estaban llenos de curiosidad.
Andra les había contado con detalle lo que conocía de la supuesta leyenda, ella era muy buena con los niños y sabia inventar historias para despertar su curiosidad. Sus idas constantes a la biblioteca alimentaban su imaginación con todos los libros que había leído para pasar tiempo allí. Conocía a Yukami desde que él había llegado recién nacido a la academia y lo trataba como a un hermano menor. Él la respetaba a ella no solo por ser su superior en edad y entrenamiento sino por ser la única que compartía tiempo con él antes de la llegada de Kin y Haiyuu a la academia.
Gracias a los cuentos de Andra, Kin convenció a Yukami de tener una pequeña aventura en la academia. Yukami, un niño que seguía las normas al pie de la letra solo era capaz de doblarlas un poco por tres personas, Andra, a quien consideraba su hermana mayor, Haiyuu su mejor amigo, y Kin quien no solo era su mejor amiga sino compañera de elemento y entrenamiento. Kin conocía la forma de convencerlo, porque a pesar de su aparente frialdad y lejanía con las personas, Yukami tenía un corazón noble.
Habían ocupado toda la tarde en la búsqueda del jardín legendario del que Andra les había hablado, ya Kin estaba decepcionada y Yukami agotado de correr de un pasillo a otro buscando algo que en ese punto le parecía mentira. Ambos se detuvieron en el patio observando la fuente, Kin se había acostado sobre el banco viendo las nubes, apoyando su cabeza en las piernas de Yukami que acariciaba su cabello con delicadeza, hasta que algunos se le quedaron enredados entre los dedos.
—¿Crees que Andra nos mintió? —Kin sonaba decepcionada y agotada, Yukami se limitó a continuar con su tarea de peinarla, le parecía relajante hacerlo y ella solía decirle que le gustaba que lo hiciera, ya que le recordaba las tardes con su mamá. Mientras se relajaban en el patio la presencia de otro niño sacó a Kin de su aletargo. Con su alegría característica se recostó del borde y le sonrió.
—¿Agotada? Supongo que tuvieron mucho entrenamiento—. Kin se sentó para hacerle espacio a su nuevo acompañante y negó con la cabeza.
—La maestra Mitsuki no estuvo presente hoy por una misión. Yukami y yo hemos pasado toda la mañana buscando algo que Andra nos contó en el desayuno, pero no hemos tenido éxito. ¿vienes de entrenar Haiyuu?
Él solo asintió y dejó caer su cuerpo en el banco, parecía agotado, algo normal cuando los entrenamientos terminaban. Haiyuu era un daimon de fuego que había llegado unos meses antes que Kin a la academia. No había querido hablar de su pasado y se mostraba como alguien muy alegre para la situación que había vivido, lo único que ellos sabían de él era que temía a las aguas profundas, pero cada vez que le preguntaban la razón esquivaba el tema rápidamente, por respeto no lo presionaban a hablar.
Las charlas entre ellos eran muy comunes, aunque no eran del mismo elemento y no entrenaban juntos solían verse por los pasillos. Compartían la misma edad y los tres tenían comportamientos muy diferentes, propios de las cosas que cada uno había tenido que vivir. Yukami por lo general era el más callado, participando muy poco, pero no era algo que le molestara a ninguno de los dos, ya estaban acostumbrados a su forma de ser.
Mientras compartían con Haiyuu la leyenda que Andra les había contado, Kin se levantó de un salto, una idea se había cruzado por su mente. Un lugar que no habían revisado hasta ese momento. Al voltearse y verlos con una amplia sonrisa Yukami y Haiyuu intercambiaron miradas, conocían esa expresión, estaba a punto de pedirles algo.
Kin los jaló de la mano y en el trayecto les contó de su idea, el único lugar que no habían revisado eran los límites de la academia, lugar que ellos siendo solo estudiantes no debían visitar. No había duda, si era un lugar de entrenamiento debía estar donde solo los maestros pudieran llegar. La academia de daimones era un lugar muy extenso dentro del Tivela y en el que los daimones tenían todas las comodidades que pudiesen necesitar, sin embargo, había lugares que solo algunos daimones tenían permitido el ingreso y era debido a la presencia de grandes cantidades de energía que podía resultar perjudicial para los más jóvenes. Por esa razón los jueces habían rodeado los espacios comunes de la academia con un denso bosque y marcado el límite con un rio que rodeaba por completo la academia.
Yukami dudaba de romper las reglas y entrar en el bosque, aunque otras veces lo habían hecho con su maestra Mitsuki para entrenar y sabía que era un lugar que estaba dentro de lo permitido. Al cruzar el bosque de los linderos de la academia y estar frente al rio que marcaba el límite Yukami y Haiyuu lo dudaron. Ambos intercambiaban miradas de preocupación que Kin ignoró por completo. El rio estaba tranquilo, su corriente era constante y aun así al ver el agua Haiyuu tragó con fuerza. Yukami le puso la mano en el hombro y lo sacó de sus pensamientos.
—¿Estas bien?
Haiyuu solo asintió, tomo aire y siendo guiado por Kin cruzó el rio cerrando los ojos con fuerza. Kin parecía emocionada por lo que podrían encontrar y los jalaba con fuerza para que apresuraran el paso. Al terminar de cruzar vieron el bosque que se mostraba intimidante frente a ellos, la luz parecía no atravesarlo dejando que la obscuridad se apoderara del lugar. Ellos caminaron en línea recta para no perderse y empezaron a sentir una presión en el pecho debido a la energía que emanaba el lugar. Entre tanta obscuridad pudieron visualizar el final del bosque que estaba marcado por la luz del sol.
Al llegar encontraron unas ruinas de piedra que estaban destruidas por el tiempo y atrapadas entre algunas ramas que parecían querer tragarse el lugar lentamente. Una sensación de terror los invadió. La energía que sentían era mucho más fuerte y les hacía respirar rápidamente debido a la falta de aire.
—Creo que es mejor que nos vayamos.
Yukami fijó la mirada en las ruinas y vio que alguien o algo se estaba moviendo dentro. Intentó agudizar la mirada, pero desde donde estaba no podía ver con claridad. Avanzó con duda controlando el miedo que estaba sintiendo. Se frenó de repente al ver unos ojos morados que lo observaban fijamente. Esos ojos eran hipnóticos y sentía una extraña afinidad hacia ellos. El niño dueño de aquellos ojos misteriosos estaba quieto, casi en alerta de los movimientos de ellos. Yukami quiso seguir avanzando, pero Haiyuu lo agarró del brazo y lo detuvo.
—Debemos irnos.
Yukami lo dudó, quería saber quién era ese niño y porque estaba allí, sin embargo, al girarse este ya no estaba. Los tres escucharon un rugido muy fuerte que hizo temblar todo el lugar haciendo que algunas rocas cayeran al piso. Una sensación de muerte inminente se apodero de ellos. Un sentimiento que Haiyuu y Kin conocían perfectamente lo que los motivo a jalar a Yukami con fuerza para salir de allí. A pesar de querer quedarse Yukami se dejó guiar por sus amigos que corrían a toda velocidad. Detrás de ellos escucharon como los árboles eran destrozados, algo los estaba persiguiendo. La academia era un lugar muy seguro y los despojos no podían llegar al Tivela, sin embargo, sentían que uno lo estaba persiguiendo.
Ellos sentían que el bosque era eterno y que no lograban encontrar la salida. Yukami podía notar que sus amigos tenían las manos sudadas y daban grandes zancadas para sacarlo de allí. Después de lo que les pareció una eternidad llegaron al rio y se frenaron de golpe evitando caer a sus aguas que ahora corrían con fuerza. El rio había crecido y podían notar que de descuidarse los arrastraría sin compasión. Haiyuu retrocedió viendo fijamente el agua, volteo a ver si aún los seguían y empezó a hiperventilarse.
—Vamos a morir aquí.
Al escuchar las palabras de Haiyuu, Kin empezó a llorar y aferrarse con fuerza a la mano de Yukami. Se agarró la cabeza y jalo su cabello en un acto de querer mantener la cordura y saber que seguía con vida, pero no quitaba la vista del piso. Yukami lo entendió todo, ambos estaban atrapados en su mente reviviendo la mala experiencia que los había convertido en daimones y solo quedaba él para sacarlos a salvo de allí. No tenía mucho tiempo, si era un despojo lo que los estaba siguiendo tenía que actuar rápido. Solo unos segundos le bastaron para ver a su alrededor, a sus amigos y analizar la situación. Lo mejor era calmar primero a Kin.
—Kini, escúchame, estoy aquí contigo —ella soltó su cabello y volteo a verlo con los ojos completamente húmedos —somos daimones de agua, podemos con esto, te voy a ayudar y vamos a cruzar de forma segura. —ella apretó la mano de Yukami para que dejara de temblarle la de ella —no te voy a soltar, lo prometo. —ella asintió y respiró profundamente.
Al tener a Kin más calmada Yukami centró su atención en Haiyuu que seguía perdido en sus pensamientos sin dejar de ver el agua, las manos le temblaban incontroladamente, así que Haiyuu se la agarró para darle seguridad, distinto que con Kin eso no lo sacó de sus pensamientos. Soltó por un momento a Kin y le agarró la cara para que lo viera a los ojos, siendo que ahora si había logrado un cambio pues lo miraba casi rogando por ayuda.
—Los voy a sacar de aquí, confía en mí.
Presa del pánico Haiyuu asintió levemente, Yukami agarró las manos de sus amigos, agarró aire y empezó a cruzar el rio primero. El agua trataba de arrastrarlo y él usaba su energía para mantenerla tranquila a su alrededor y el de sus amigos, Kin lo ayudaba, pero sabía que ella no tenía tanto control como él, así que debía concentrarse ya que la seguridad de ellos estaba en sus manos. Un ruido fuerte sacó a Kin de concentración, un árbol cercano había sido derrumbado y caía al agua destrozándose al instante y arrastrando los restos hacia ellos. Nerviosa soltó la mano de Yukami, que al perder su apoyo no pudo controlar el agua que empezó a arrastrarlos rio abajo.
Desde donde estaba no podía agarrar la mano de Kin que fue arrastrada por el agua, ni podía soltar a Haiyuu que estaba lleno de pánico por el agua a su alrededor. Tenía que tomar una decisión, soltar a Haiyuu e ir por Kin o ayudar a Haiyuu a cruzar y buscar a Kin rio abajo. Ambas opciones comprometían a uno de sus amigos, no quería tener que escoger a uno sobre el otro. Los dos necesitaban protección. Yukami cerró los ojos y se volteó hacía Haiyuu.
—Mantendre el agua a tu alrededor tranquila mientras voy por Kin, no te muevas —al sentir que Yukami lo soltaba Haiyuu se asustó e intento evitarlo. —¡Haiyuu no te muevas! — sin embargo, su advertencia había llegado tarde, al salir de la poca tranquilidad que le había proporcionado Yukami, Haiyuu fue arrastrado por el agua. Yukami quiso tomar la mano de sus amigos, sin embargo, no pudo.
Al igual que ellos, fue arrastrado, y en medio de su lucha por no quedar bajo el agua buscaba la forma de salvar a sus amigos. Los escombros del árbol cruzaban con fuerza a su lado alcanzando a Haiyuu y Kin. Ella levantó la mano para que Yukami la sostuviera, aunque la distancia era muy grande entre los dos. Yukami se esforzaba por nadar hacía ella, Haiyuu luchaba por mantenerse a flote, su desesperación no le permitía ubicarse bien. Al acercarse a tomar la mano de Kin, Yukami vio de reojo como una de las ramas cruzaba con fuerza y golpeaba a Haiyuu. El rastro de sangre en el agua lo altero al ver a su amigo en esa situación gracias a sus decisiones, su corazón se aceleró pensando lo peor.
—¡Yukami, ayúdame! —la voz de Kin lo sacó de sus pensamientos, estiró la mano y el agua la arrastró lejos de él. Empezó a nadar buscando agarrarla mientras mantenía en su mente la imagen del rastro de sangre de Haiyuu. Sin poder alcanzar la mano de Kin sintió un golpe fuerte en la nuca y lo último que vio fue el agua cubriéndolo por completo.
Yukami despertó sobresaltado y se sentó de inmediato buscando a Kin y Haiyuu, una punzada en su cabeza lo hizo desconcentrarse y al tocarse sintió los vendajes que tenía. El ruido de un libro cerrándose con fuerza lo hizo voltear y ver a una daimon de uniforme morado a su lado. Sus ojos negros tenían una mirada severa, los labios apretados y la tensión notoria en sus hombros hicieron que Yukami se encogiera, sabía que estaba en grandes problemas, ya que Kyo, la líder de los ayudantes, estaba allí. Ella lo había criado desde que había llegado a la academia, a pesar de ser severa siempre mostraba con él un lado maternal, uno que en ese momento no estaba presente, tenía el puño cerrado y lo observaba llena de ira, su respiración agitada movía levemente algunos mechones sueltos de su largo cabello negro, y a pesar de lo morena de su tez él podía notar el enrojecimiento de la rabia acumulada.
Él bajó la mirada, conocía el carácter de Kyo y en muy contadas ocasiones había sido él el causante de su ira, normalmente presenciaba como ella castigaba a alguno de los niños que rompían constantemente las reglas. Ella era la encargada de formarlos fuera de su elemento, enseñarle la vida como daimon, las reglas y los moldeaba como figuras de barro dando forma a adultos respetuosos de las reglas y obedientes. Yukami intentó en vano disculparse, ya que al abrir la boca para hablar sintió la mano de Kyo en su mejilla, ella lo cacheteo con tanta fuerza que lo dejo viendo al lado contrario mientras su mejilla se enrojecía rápidamente.
—¡¿En que estabas pensando?! —Yukami desistió de hablar y de verla los ojos, con replicar no conseguiría nada. —Jamás pensé que tu serias capaz de semejante idiotez, eres un irresponsable, estoy muy decepcionada de ti—. Kyo subía cada vez más el tono de su voz, nadie se atrevía a meterse cuando ella reprendía a sus "pequeños hijos" como ella los llamaba cuando estaba de buen humor. —Mírame cuando te hablo, si tuviste el valor para romper las reglas y poner en peligro a dos compañeros, debes tener el valor para enfrentar las consecuencias—. Kyo agarró la cara de Yukami con tanta fuerza que dejo las uñas marcadas en sus mejillas, —no te atrevas a llorar Yukami, con lo que hiciste no tienes derecho a hacerlo.
Yukami levantó lentamente la mirada hasta encontrarse con los ojos llenos de ira de Kyo, su cuerpo temblaba descontroladamente, a pesar de sus esfuerzos una lágrima corrió por su mejilla y al tocar la mano de Kyo ella lo empujó con tanta fuerza que lo hizo caer de la cama. Sin darle tiempo a levantarse ella lo agarró de un brazo y lo jalo. Él hizo un esfuerzo por ponerse de pie y caminar, aunque se la hacía complicado ya que sus pasos eran más cortos que los de Kyo que solo avanzaba con pasos fuertes sin importarle la comodidad de los pasos de Yukami, arrastrándolo prácticamente. Ella lo llevó a través del pasillo de la enfermería, Yukami podía sentir las miradas de los médicos y los demás pacientes sobre él, aunque sabía que también habían pasado por esa situación en algún momento, evitaba cruzar la mirada con ellos, estaba avergonzado. La humillación era un recurso que muchos maestros usaban en la educación de los daimones.
Kyo lo llevó hasta una de las zonas de la enfermería donde Yukami pudo ver a Kin y Haiyuu recostados de una pared con la mirada fija en el piso. Kin solo tenía vendajes en el brazo, los de Haiyuu no se veían desde donde estaba, pero Yukami se tranquilizó de saber que estaban a salvo. Kyo lo empujó contra la pared haciendo que perdiera el equilibrio y se golpeara contra el piso. De inmediato Yukami se levantó y se pegó de la pared junto con sus amigos, ninguno levantó la vista, Yukami se percató que ambos intentaban esconder el temblor de las piernas.
—Levanten las manos.
El tono de voz que seguía usando Kyo los mantenía asustados a los tres. Nadie iba a ayudarlos, Kyo solo los estaba castigando por lo que habían hecho. Con un temblor incontrolable los tres levantaron las manos con las palmas hacia arriba. Kyo los observaba llena de ira y con un movimiento de su mano una ráfaga de aire golpeo sus palmas dejando una marca roja que les empezó a picar de inmediato.
—Bajen las manos, excepto tu Yukami, y sin llorar. —Haiyuu y Kin lo vieron de reojo. Él mantuvo las manos arriba y tras dos golpes más que le hicieron sangrar las palmas, Kyo le permitió bajar las manos. —Se van a quedar allí hasta que sus maestros vengan por ustedes.
Dicho lo último Kyo se marchó molesta, Yukami hacia un esfuerzo por no dejar salir las lágrimas, pero al sentir a Kin recostada de su hombro al igual que Haiyuu no pudo contenerse más y en silencio dejo de retenerlas. Ninguno pronunció alguna palabra, los tres entendían lo que había pasado, comprendían como se sentían los otros y con una complicidad silenciosa hicieron un juramento interno que desde ese día jamás se atrevieron a romper.
Kin sentía el dolor de las lágrimas de Yukami, evitaba verle las manos, comprendía que había sido su culpa y él había pagado por sus errores, no quería decirle nada, porque nada iba a sanar la herida que tenía dentro. Ella había visto la gasa que le habían puesto a Haiyuu en la nuca para cubrir el golpe, lo había visto luchar, y perder, contra su mayor miedo por su culpa, acariciando el brazo de Yukami se juró que jamás permitiría que sus sentimientos y deseos se pusieran por encima de la seguridad de sus amigos.
Haiyuu por su parte observaba fijamente las manos de Yukami y se reprendía sin contemplación en su mente. Él había causado ese castigo, había desobedecido a Yukami y los había puesto a todos en peligro por dejarse llevar por el miedo. Permitió que sus experiencias pasadas lo sobrepasaran y lo congelaran y jamás iba a dejar que eso se repitiera, no iba a permitir que el miedo lo detuviera de nuevo.
Yukami era quien más había sido afectado con el regaño, no por el dolor físico, sino la carga mental que tenía, por sus decisiones sus amigos habían estado en peligro y no había sido capaz de protegerlos, su fuerza y su dedicación no bastaban. Casi perdía a dos personas importantes para él por desobedecer las normas, y había hecho enojar a la que consideraba su madre y eso era algo que jamás se iba a perdonar, sin comentarlo en ningún momento a sus amigos les juró protegerlos de todo daño, aunque eso implicara sacrificar su seguridad y su salud, no quería sentir de nuevo la angustia y la desesperación de perderlos.
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