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Plan sorpresa

Xotzal seguía parado en los escombros de aquella torre viendo hacia el mar, sumido en sus pensamientos, solo se podía escuchar el sonido de las olas chocando contras las rocas incesantes, Eris lo veía preocupada, no se había movido del lugar desde hacía ya muchas horas, ella se acercó y se paró a su lado para hacerle saber que ella estaba allí, él ni siquiera volteo a verla, estaba serio mirando la luna reflejada en el mar.

—Shima salió a buscar la pista del devorador, en cuanto sepa algo dijo que te avisaría—. Eris intento animarlo, pero ni siquiera esa información lo hizo apartar la mirada, solo asintió sin hacer ningún ruido, con la voz temblorosa Eris volvió a hablar. —¿Estás bien? — Xotzal de nuevo asintió en silencio —¿Seguro? — de nuevo silencio.

Eris se angustio de verlo tan afectado por aquella misión, sabía que lo que realmente le había afectado era no haber podido salvar a su compañero. Eris quiso tomar su mano, pero él se cruzó de brazos evitando que ella pudiese hacerlo, sin voltear a verla le dio una orden que hizo que se le desgarrara el corazón.

—Eris en cuanto Shima tenga la información saldremos a cazar al devorador para entregarlo a los cazadores y terminar la misión—. Xotzal sonaba serio lo que hizo que Eris se preocupara más. No podía dejar que él siguiera, estaba afectado y trataba de disimularlo, pero ella no dejaría que guardara esos sentimientos o le harían daño.

—No tienes que presionarte a terminar la misión Xotzal acabas de perder un compañero, entiendo que te sientas mal, luego buscaremos al devorador, no puedes seguir en esa condición, déjame ayudarte.

—Si quieres ayudarme entonces vamos a cazar al devorador cuando te lo diga.

Sin que ella pudiese decir una palabra él se giró para marcharse. Ella sentía un dolor profundo en el pecho, tomó un poco de aire y se paró frente a él. La mirada seria que tenía no era propia de él, había perdido toda la alergia y dulzura que siempre mostraba, Eris sabía que se debía a lo ocurrido, así que tenía que salvarlo de ese dolor.

—Xotzal por favor, no estas bien, el dolor te está afectando, solo quiero que pienses las cosas con más calma. Aquí estoy para ti. No tienes que cargar con ese dolor tu solo, yo puedo ayudarte. No has dejado que te revisen y estoy segura que estas herido. Estoy preocupada...

—Eris basta, en cuanto llegue Shima iremos por el devorador. Esos sentimentalismos solo afectan la misión—. Más que las palabras fue el tono lo que destrozó el corazón de Eris, lo sentía tan distante, tan diferente, tenía que recuperarlo.

—No puedo dejarte ir así. Yo... —Eris tragó con fuerza, su mente batalla por pronunciar las palabras que se repetían en sus pensamientos. Tomó aire con fuerza y apretó los puños, con la esperanza en sus ojos pronunció las palabras más difíciles. —Tengo sentimientos por ti. —Xotzal se quedó en silencio viendo fijamente a Eris dándole la oportunidad de terminar. —me duele verte de esa forma, no quiero que te hagan daño, te has vuelto muy importante para mí y quiero apoyarte, deja salir tu dolor, pensemos mejor la misión. Confía en mi...

—No sigas. —Xotzal la interrumpió con un tono frio muy extraño en él. —Aún estas a tiempo de silenciar esos sentimientos. Destrúyelos, porque lo que esperas que pase entre nosotros, no puede ser.

—¿Por qué? —Xotzal no contestó y pasó a un lado de Eris, ella intentó tomar su mano, pero como siempre él la apartó y ella sintió que le clavaban una daga fría en el corazón. —Yo sé que los exterminadores no pueden enamorarse—, sin voltearse Xotzal se detuvo para escucharla, ella observaba su propia mano mientras las lágrimas empezaban a salir — pero a ella la dejas tomar tu mano. Confías en una persona que te golpea, pero no en quien trata de ayudarte. ¿Por qué no puedes hacer el mínimo esfuerzo por corresponder lo que siento?

—Eris, por favor. No me presiones de nuevo a hablar de cosas que no me gustan.

Xotzal se marchó sin escuchar a Eris que se quedó en el mismo punto viendo su mano, dejando que las lágrimas salieran. El dolor en su pecho se hacía cada vez más insoportable, un pitido en sus oídos empezaba a hacer que le doliera la cabeza. De repente salió de su ensimismamiento al sentir que la abrazaban. Al darse cuenta vio a Mizuni aferrándose a ella con fuerza y acariciando su cabello.

—Mizuni... ¿Por qué tiene que rechazarme de esta forma? Yo solo quiero cuidarlo, que me corresponda y tener una vida feliz a su lado.

—Eris, a veces las cosas no pueden ser como queremos, y tenemos que aceptar...

—¡No! Yo no quiero aceptarlo—. Eris se cubrió la cara y empezó a llorar ruidosamente, Mizui le acariciaba la espalda tratando de calmarla, sin apartarse de ella para que supiera que tenía una amiga a su lado.

—Amiga, él no vale la pena. No llores por él. Estoy segura que otro hombre estará dispuesto a corresponder tu amor.

—Pero yo lo quiero a él Mizuni, yo lo amo.

Mizuni se quedó con Eris acariciando su espalda y empezó a tararear una canción a su lado. Eris escuchó el sonido producido por su amiga y sintió calma en su interior, saber que la tenía a su lado le daba la fuerza que le faltaba en ese momento. En cuanto Eris estuvo más calmada, ambas fueron al lugar donde tenían al Itzal. Eris le había prometido a Mizuni terminar la misión y pensar todo con claridad. Al llegar Mizuni se molestó al ver a Xotzal hablando con el Itzal.

—Oye, no puedes sacarle información a nuestro objetivo —Mizuni se aproximó con paso raudo, en cuanto estuvo cerca Xotzal guardó en su bolsillo lo que el objetivo le había entregado, Mizuni indignada levantó la voz —¿Qué te dio? Pones en peligro la misión, no puedes tener información de su identidad.

Eris se apartó un poco hacia la salida, no quería involucrarse en ese momento en una pelea entre su mejor amiga y la persona que amaba. Xotzal seguía frio y distante e ignoró los pedidos de Mizuni. Ella indignada se arrojó contra él para quitarle lo que le habían dado, y en un acto reflejo él le agarró la mano con fuerza haciendo que ella se quejara del dolor. Eris volteó preocupada, quería intervenir, pero no sabía cómo hacerlo. Para su suerte a su lado pasó Shima que se acercó hasta donde ellos estaban.

—¿Qué sucede aquí?

Xotzal soltó a Mizuni y ella se fue a cubrir detrás de Shima acariciando su mano y viéndolo con recelo.

—¿Conseguiste lo que te pedí? —Shima soltó un suspiro y asintió, Mizuni se sorprendió y lo vio con incredulidad, ¿de verdad no le iba a decir nada? Shima sacó un mapa y se lo entregó a Xotzal.

—Allí tienes marcado lo que me pediste, si sales ahora puedes encontrarlo. Solo dime una cosa, ¿de verdad piensas terminar la misión?

—¿Qué crees que hubiese dicho Kin? —Xotzal no esperó respuesta y se dirigió a la salida, se detuvo cerca de Eris y la vio fijamente, ella bajó la mirada, no quería encontrarse con esos ojos verdes llenos de frialdad, quería que le devolvieran la mirada dulce que siempre tenía. —Ayuda a los cazadores a proteger al objetivo, nos vemos en el templo. Y es una orden Eris, no querrás desobedecer.

Xotzal se marchó veloz, dejando a Eris con la mirada clavada en el suelo. Mizuni se acercó a Shima que ayudaba al Itzal a ponerse de pie, y lo zarandeó por uno de los hombros indignada por no haberle dicho nada a Xotzal.

—¿Qué te sucede Shima? Le sacó información a nuestro objetivo, me atacó y tu no le dices nada, ¿tanto miedo le tienes? — Shima se volteo hacia Mizuni con una mirada tranquila.

—Tu eres una idiota por querer atacar a un exterminador, jamás bajan la guardia. Y claro que le tengo miedo, ¿crees que yo podría si quiera pensar en hacerle daño? Antes de que pueda levantar mi puño ya me ha roto los dedos, la mano y hasta el brazo. Además, Xotzal conoce las reglas, si quiere pedir información quien se arriesga al castigo es él, no yo. —Mizuni dejó salir un gran suspiro cargado de frustración —Vamos debemos avanzar mientras aún es de noche—. Mizuni se volteó hacia Eris que solo asintió y los siguió para culminar su misión y así distraer su mente.


Los cuatro estuvieron caminando por el bosque en silencio, Mizuni veía preocupada a Eris que iba cabizbaja, no quería preguntarle nada porque sabía que no era el momento para hacerlo. Ella solo la acompañó mientras caminaban por si debía sostener los sentimientos de su amiga con el corazón destrozado. Distraída por su amiga Mizuni tropezó con la espalda de Shima.

—¿Qué sucede Shima? — Mizuni se sujetaba la cara, se había lastimado la nariz al haber chocado con él, Shima veía fijamente un punto en alerta y muy asustado.

—Hay que correr, ¿Eris no lo sentiste? —Apenas Shima terminó la frase una guadaña se abrió paso entre ellos y se clavó en un árbol, Eris levantó la vista sin entender que estaba pasando. Una voz un tanto burlona se hizo presente en el ambiente.

—No puedo creer que tuviese que venir yo mismo por el premio, como dicen, si quieres algo bien hecho debes hacerlo tú mismo— un hombre alto y corpulento se acercaba con paso lento. A pesar de su piel morena las cicatrices de su cabeza calva eran muy notorias. Shima veía de reojo al Itzal intentando protegerlo. Eris por su parte quedó paralizada de miedo al ver los ojos rojos que la observaban fijamente. —Veo que cuentan con una exterminadora, muéstrame que puedes hacer — Eris seguía paralizada, los ojos de ese sujeto le recordaban su carrera por mantenerse con vida.

—Mizuni saca al Itzal de aquí —Shima intentaba tomar el control de la situación al ver a Eris congelada.

Mizuni tomó la mano del Itzal para huir en cuanto su enemigo bajase la guardia, este se acercó haciendo que Shima se pusiera en posición de ataque. Al ver a Eris dibujó una sonrisa en su rostro y se estiró un poco despreocupado de tenerla tan cerca.

—Hagamos un trato, entrégame la piedra que tiene el rey y los dejare ir, no tienen una exterminadora en condiciones de luchar—. El hombre agarró el rostro de Eris que de inmediato al sentir el calor de su mano reaccionó apartándose y agarrando una de las dagas que llevaba consigo. Al ver sus manos temblorosas el hombre se carcajeo y se limpió una lágrima que se le escapaba de la risa. Mizuni aprovechó para correr por el bosque jalando al Itzal con ella.

—Yo recuerdo esos ojos rojos, tú me empujaste por el acantilado—. El hombre paso a un lado de ella que se apartó de un saltó cubriendo a Shima que agradecía que Eris saliera de su ensimismamiento e hiciera uso de su entrenamiento ya que él no estaba en condiciones de mantener una pelea contra cualquier enemigo, esa era la razón por la que habían solicitado apoyo de los exterminadores.

—Yo no te lance por el acantilado cuando huiste del laboratorio—. Eris sintió que el corazón le iba a explotar de lo fuerte que le latía, ese hombre sabía de su pasado y ella tenía que sacarle las respuestas. Él sacó sin problema su arma del árbol donde se había clavado y se volteo hacia Eris con una sonrisa llena de burla. —lo hizo él.

Eris no entendía sus palabras, pero no tardó en descubrir a que se refería, un fuerte golpe en el estómago le sacó todo el aire haciendo que soltara la daga que llevaba en la mano y se doblara. Al hacerlo pudo ver unos largos cabellos negros cayendo desordenadamente entre los pliegues de un traje negro vestido por un joven más inexpresivo que Yukami, pero con la piel tan pálida como él. Al doblarse sus miradas se cruzaron, los ojos morados del joven le causaban a Eris un terror inexplicable más que el que le había causado ningún otro.

—¿Te gusta mi juguete? —el hombre agarró con fuerza la cara del joven —es increíble lo que una persona sin conciencia puede hacer, se convierte en un arma de destrucción que no se inmuta ante el dolor—. La sonrisa llena de malicia en el hombre aterró a Shima que no sabía cómo ayudar a Eris que tosía tratando de recuperar el aliento. —Encárgate de ellos, iré por la piedra.

Shima levantó la mano para evitar que siguieran al Itzal y a Mizuni, pero sin darse cuenta el joven le agarró la mano, el sonido de sus huesos crujiendo bajo la fuerza de su agarre y el grito de dolor de Shima hizo que Eris se volteara para ver que estaba ocurriendo. Al ver a Shima en peligro se levantó tomando la daga del piso. Aunque no había recuperado el aliento por completo debía hacer algo al respecto.

Eris se acercó con intención de atacar, el joven sin voltear la agarró del brazo que sujetaba la daga y la obligó a apuñalar el abdomen de Shima. Eris sintió el calor de la sangre de Shima corriendo por su mano, intentó soltarse, pero la fuerza con la que la sujetaban se lo impedía/. Sin hacer esfuerzo fue arrojada contra uno de los troncos golpeando su espalda. Con la vista borrosa se fijó en Shima que se arrodillaba sosteniendo su abdomen tratando de usar su energía para contener la sangre. El joven lo pateó lejos de donde estaba y este rodó por el piso dejando un rastro de sangre antes de caer desmayado. Eris se vio la mano llena de sangre y su respiración se le cortó, ella había lastimado a Shima, la sensación de la daga atravesando su carne le daba dolor de cabeza.

De nuevo un pitido se hizo presente en sus oídos, esta vez era ensordecedor, la sensación de la sangre en su mano le secó la lengua, ella trataba de tomar aire ya que sentía que no les llegaba a los pulmones. Al levantar la vista notó que el joven se acercaba hasta ella, esos ojos morados la intimidaban, la llenaban de terror y por alguna razón sentía que era el origen de sus pesadillas.

Un grito ensordecedor resonó por todo el bosque. Eris volteó en la dirección por la que se había ido Mizuni y pensó en lo peor, tenía que dejar todo ese tormento aparte, tenía que ayudar a su amiga. Calmarse y silenciar el ruido de su cabeza era más difícil de lo que esperaba, no tuvo tiempo de reaccionar cuando el joven se agachó a su altura, esos ojos la helaban al punto de no poder defenderse cuando lo vio levantar la mano. Un fuerte golpe en su cabeza fue lo último que sintió antes de quedar absorta en su mente que se desconectaba de su cuerpo.


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