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Los ermitaños de la montaña Este

Haiyuu y Artemis caminaron por un largo trecho montaña arriba buscando a los ermitaños, se podían escuchar los pasos de Artemis al pisar las ramas y hojas secas que había en el piso, el bosque empezaba a tener pinos y otros arboles distintos, al fondo se podía escuchar el sonido de las aves cantar sobre las ramas que le daban sombra. Artemis le iba contando a Haiyuu qué debido a su participación en varios conflictos en la realeza, los daimones habían recluido a los ermitaños a la montaña este, pero ellos solían bajar para vender sus brebajes a los aldeanos cercanos, lo que causaba la molestia en el reino que envió a los daimones a mantenerlos bajo control, a los ermitaños en consecuencia no les gustaba ver daimones en sus terrenos ya que cuando eran descubiertos les confiscaban sus brebajes.

—Te va a costar un poco convencer a los ermitaños de que te ayuden, son algo testarudos, sobre todo con los daimones, no suelen escuchar sus peticiones.

—Tranquila yo puedo ser muy persuasivo cuando quiero— ella sonrió.

Ambos llegaron a una casa hecha de piedra en la parte más alta de la montaña, estaba rodeada de distintos tipos de plantas que a Haiyuu le pareció era un huerto medicinal, en el patio central había una mesa de trabajo y un cobertizo en el fondo, el cobertizo estaba hecho también de piedra y la puerta de madera con un gran candado de hierro, las casas alrededor se veían vacías, Artemis no le dio importancia y se aproximó a la casa central.

—¡Momo! ¡Oye, viejo Momo! — Artemis gritó lo más fuerte que pudo hasta que un señor mayor salió usando un bastón, su cabello era blanco canoso al igual que sus cejas pobladas, vestía solo una túnica amarilla decolorada por el tiempo, sus ojos negros parecían cansados, las bolsas debajo de sus ojos mostraban los daños de la edad.

—¿Quién está gritando tanto? Estamos en un ritual sagrado— dijo golpeando con fuerza el bastón contra el piso, él se quedó en silencio de repente y resopló al ver a Artemis— ¿Qué haces aquí? Claramente dijimos que no queremos daimones en lo alto de la montaña, no hemos vuelto a bajar muchachita molesta— Haiyuu dio un paso al frente.

—Señor, vengo porque necesitamos su ayuda— el señor vio fijamente a Haiyuu de arriba abajo y soltó una risa burlona al ver su estado.

—Largo de aquí niño, en tu academia pueden curarte esas heridas, dejen de molestar. —el hombre les dio la espalda, dispuesto a volver, pero Haiyuu le cerró el paso.

—La ayuda no es para mí, yo solo soy el mensajero— él saco el pergamino y se lo mostró, Momo abrió los ojos con sorpresa, se acercó cojeando un poco y lo tomó de mala gana leyendo cada una de las palabras cuidadosamente.

—Sabik solo sabe molestarme— Momo enrolló de nuevo el pergamino —mira niño, si puedo hacer la cura que me estás pidiendo, pero viéndolo como lo veo es solo una pedida de tiempo— Haiyuu frunció el ceño molesto.

—¿A qué se refiere?

—Eso no lo va a sanar, solo quitará el efecto del bloqueador, según como yo lo veo tienes dos opciones: la primera, le llevas el brebaje, alargas su vida y su sufrimiento unos cuantos años más, o la segunda: lo dejas morir de una vez, evitándole dolor y sufrimiento futuro—. Haiyuu frunció más el ceño y apretó el puño, Artemis al verlo dio un paso atrás en alerta —Si fueses inteligente tomarías la segunda opción.

Momo lo apartó con un empujón, Haiyuu tomó aire para calmarse, lo agarró de la manga haciendo que se volteara, en cuanto lo hizo, lo tomó de la túnica sin darle tiempo a hablar y lo levantó molesto, Momo soltó el bastón que cayó al piso haciendo eco y le agarró las manos a Haiyuu un poco asustado. Artemis hizo un ademán de querer detenerlo, pero al sentir la energía de Haiyuu se detuvo. Con voz molesta le hablo a Momo acercándolo a su rostro.

—Según como yo lo veo tú tienes dos opciones: la primera en donde yo te cocino de adentro hacia afuera de una manera tan lenta que rogaras a los dioses que te salven, y en el momento que te salga el cristal lo tomaré, lo romperé y lo usaré para abrirte las entrañas que estarán tan cocidas que ni los despojos querrán comerte—. las manos de Haiyuu empezaron a calentarse dejando ver el fuego en sus nudillos, Momo se asustó al ver la mirada de Haiyuu e incluso Artemis dio otro paso hacia atrás — o la segunda donde tu preparas ese brebaje y me iré sin problema; si fueses inteligente tomarías la segunda opción— Momo asintió rápidamente moviendo los pies en el aire para que Haiyuu lo soltara, con voz temblorosa le respondió.

—Dame media hora y te lo daré.

—Sabía que eras inteligente— Haiyuu sonrió cínicamente y lo soltó, Momo cayó sentado en el piso, agarró su bastón, se levantó sacudiendo su ropa y salió corriendo al cobertizo por unos ingredientes, Haiyuu se fue a un árbol cercano junto a Artemis para vigilar a Momo sin interrumpir, se recostó del árbol y se sentó con una expresión de dolor. Él se dio cuenta que Artemis lo veía fijamente mientras se sentaba a su lado.

—Así que eres muy persuasivo— Haiyuu le sonrió. —Tus métodos son un poco...— Artemis se quedó pensativa.

—¿Hostiles?

—Diferentes— concluyó. Artemis se tapó la boca para que no se escuchara su carcajada — me alegra que el viejo Momo decidiera ayudarte, puedo notar que es urgente la solicitud.

—Lo es, y también me alegra tener su ayuda— Artemis se quedó en silencio viendo a Momo trabajar, Haiyuu se le quedó viendo a ella de reojo un momento —oye, de verdad te agradezco la ayuda de la última vez, si no nos hubieses escondido, Tes y yo no hubiésemos sobrevivido el tiempo suficiente para escuchar como declinaban la acusación. —Haiyuu le acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja. —Fue muy arriesgado de tu parte ir contra las reglas por mí.

Artemis se sonrojó y esquivó la mirada fijándose nuevamente en Momo, colocó las manos en las rodillas y tragó, Haiyuu se dio cuenta que ella estaba nerviosa y desistió de la idea de presionarla a hablar. Artemis volteó a verlo cuando lo escuchó quejarse de dolor al moverse.

—Realmente te duele mucho. —Haiyuu asintió tratando de forzar una sonrisa mientras se sostenía el abdomen.

—Yo estoy entrenado para encontrar cosas no para las peleas. —Artemis sonrió.

—Ojalá pudiese hacer algo para que te sintieras mejor.

—Necesito dormir un rato, ¿puedes vigilar que no se tarde más de la media hora solicitada?

Ella asintió, y lo observó detenidamente, tomó aire, carraspeó para evitar tartamudear, se acomodó y le palmeo sus piernas. Haiyuu la vio sin entender que quería.

—Puedes acostarte aquí, no es lo más cómodo, pero es mejor que un árbol. —Con una sonrisa tierna Haiyuu asintió, se acomodó y con un quejido se acostó sobre las piernas de Artemis. Cerró los ojos para descansar mientras ella lo veía de reojo son las mejillas sonrojadas.

Artemis vigilaba que Momo cumpliera su palabra y que no se detuviera para que tuviese hecho el brebaje a tiempo. De vez en cuando le echaba una ojeada a Haiyuu que hacía frecuentemente expresiones de dolor. Ella le vio la herida del ojo y aguanto las ganas de tocarlo, no quería hacerle daño. Haiyuu abrió los ojos cuando ella lo observaba y dejó salir un suspiro.

—No puedo dormir, el cuerpo me duele demasiado.

—Lamento no ser más cómoda.

—No es tu culpa. — Haiyuu se colocó la mano en la frente y Artemis se fijó en el brazalete de plata que tenía, estaba decorado con un topacio azul y parecía muy delicado, Haiyuu se dio cuenta que lo observaba y lo acomodó para que lo viera mejor,

—¿Te gusta? —Artemis se sonrojo de vergüenza al verse descubierta. — Es femenino, pero porque me lo dio una mujer muy importante en mi vida.

—Imagino que te lo regalo tu amiga. —Artemis volteó la vista hacia Momo para evitar los ojos azules de Haiyuu.

—Pertenecía a mi mamá, se lo regalo mi papá el día de mi nacimiento. —Artemis se sintió avergonzada por su comentario anterior y se quedó en silencio. —¿No conservas algo de tus padres? —ella negó.

—Todo se perdió en el incendio según lo que dijeron los limpiadores, y si algo hubiese sobrevivido los saqueadores hicieron de las suyas, solo tengo el recuerdo de los años a su lado.

Haiyuu se quedó en silencio, sabia lo doloroso que era para un daimon hablar de su pasado. Él mismo evitaba hablar del tema ya que representaba una vida a la que no iban a poder volver. El calor de un hogar al que no iban a poder regresar jamás. Artemis lo vio de reojo con el corazón acelerado porque a pesar de estar despierto, Haiyuu seguía sobre sus piernas.

—¿Y ya le dijiste a tu amiga lo que sientes por ella? —Artemis no quería verlo a los ojos por lo que solo fijaba su vista en Momo para no parecer descortés. Haiyuu se extrañó por la pregunta, suspiró y se rio, haciendo que Artemis volteara a verlo.

—Supongo que a los guardianes no se les escapa ningún detalle. —Haiyuu se sentó quejándose de nuevo del dolor. —No le he dicho nada y no se lo diré, ella ama a otro hombre y no voy a forzarla a sentir algo que no siente. —Haiyuu le sonrió con tristeza a Artemis —. Además, no importa lo que yo haga, yo nunca voy a superarlo a él.

—No tienes que superarlo a él, eres especial y único a tu manera, estoy segura que encontraras a una persona por la que va a valer la pena todos tus esfuerzos, que te va a valorar por lo que eres y que te tendrá en sus pensamientos día y noche. Eres un chicho lindo y amable y si ella no puede verlo entonces tu amor debe ir a una persona que lo merezca. —Haiyuu la veía con una ceja levantada al escucharla hablar con tanta alegría y emoción.

—Gracias Artemis.

Ella le iba a responder, pero Haiyuu se puso de pie viendo fijamente a donde trabajaba Momo, ella volteó y se dio cuenta que este se acercaba con rapidez a pesar del bastón en su mano. Torpemente se arregló túnica que se veía sucia y algo mojada y le entregó a Haiyuu un envase.

—Aquí tienes niño, esto le servirá, Sabik sabrá como usarlo. —Haiyuu agarró con cuidado el envase y lo guardó en uno de sus bolsillos.

—Gracias, eres muy amable. —Momo refunfuño. —No me olvides viejo.

—Eso será imposible. Dile a Sabik que no me moleste. —Haiyuu le hizo una reverencia a la que Momo le restó importancia.

—Le haré llegar su mensaje a su santidad Sabik. —Momo le hizo una seña para despedirse y se alejó de regreso a la casa de piedra, Haiyuu se volteó hacia Artemis. —Gracias a ti también, lamento haberte molestado hoy, debo irme rápido. —Ella asintió y apresuró el paso junto a Haiyuu para descender la montaña.

—No sabía que conocías a uno de los jueces, cada día me sorprendes más, el trabajo de los rastreadores es emocionante.

—No lo conozco, el maestro Taro fue quien habló con él y me asigno la misión. — Haiyuu hablaba tratando de no perder el aliento por las prisas con las que ambos bajaban cuidando de no tropezar. — Nuestro trabajo no es tan interesante como para conocer a un juez, pero si es más divertido que el de los guardianes, debe ser aburrido estar todo el día vigilando a las personas como hacen con ellos.

—No es tan aburrido, a veces vemos a los rastreadores llegar golpeados. — él se hizo el ofendido y ella solo se carcajeo un poco sacándole una sonrisa a Haiyuu.

Artemis y Haiyuu bajaron la montaña hasta llegar de regreso al templo. En la cabaña los esperaba Hera sentada en el pórtico con el gato negro en las piernas mientras lo acariciaba, al llegar frente a ella Haiyuu le hizo una reverencia queriendo decir gracias, ella inclinó un poco la cabeza, se levantó y entró a la cabaña, Artemis cruzó sus dedos y empezó a jugar con ellos sin ver a Haiyuu a la cara

—Bueno, suerte, ve rápidamente a terminar tu misión urgente— Artemis le hizo una reverencia —Te vere en otro momento.

—Espero que no tenga que estar golpeado en ese momento. Gracias de nuevo Artemis, lo compensare, lo prometo.

—No te preocupes, no es nada— Ella sonrió tratando de esconder su tristeza, Él se marchó, pero antes de alejarse se devolvió, le agarró la mano a Artemis, se quitó el brazalete de su mamá y se lo puso a ella que lo veía confundida.

—Cuídalo por mí, encontraré un recuerdo de tus padres y te lo traeré, cuando lo haga me la devolverás, además así me comprometo a verte de nuevo, esta vez no vendré herido.

—No tienes que hacer eso, te lo dije todo se perdió, y puedes venir cuando necesites ayuda, aquí estamos para ayudarte.

—Lo encontraré, te lo prometo — él le dio un abrazo fuerte y ella se sonrojó, él la soltó y se marchó rápidamente mientras ella veía con una sonrisa el brazalete que tenía en su mano.

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