Las consecuencias
Tesile abrió los ojos con pesadez, el cuerpo le dolía y su energía recuperándose le daba nauseas. Centró la vista y se dio cuenta que estaba de regreso en la academia, de inmediato se sentó buscando dentro de su ropa el cristal de Xotzal, se tranquilizó al encontrarlo colgando de su cuello y lo revisó con premura, lo que vio la calmo y la preocupo, el cristal seguía intacto, señal de que Xotzal estaba vivo y que el maestro Taro lo había encontrado, pero estaba vació y por alguna razón no se recuperaba, lo que significaba que Xotzal no estaba bien. Ella se aferró al cristal rogando a los dioses por la seguridad de Xotzal. Un ruido a su lado la sacó de sus pensamientos.
—Haiyuu ¿a dónde vas? — A pesar de tener el cuerpo vendado y las heridas del rostro aun presentes Haiyuu se estaba colocando un uniforme limpio y preparando las cosas que usaban cuando iban a una misión. Al no obtener respuesta ella se levantó de la cama y lo agarró del brazo para detenerlo. Al cruzar sus miradas Haiyuu le sonrió.
—Qué bueno que despertaste Tes, debes descansar, usaste por mucho tiempo la energía de otro daimon y el efecto de la inyección ya pasó.
Tesile conocía perfectamente esa forma de contestar de Haiyuu, había pasado gran parte de su vida a su lado y ya conocía sus mañas. Estaba tratando de cambiar el tema porque la respuesta que ella quería no iba a ser de su agrado. Ella frunció el ceño y le agarró la mano evitando que guardara su pequeño bolso de viaje en su bolsillo.
—¿A dónde vas? —Haiyuu trató levemente de soltarse de Tesile, pero ella se aferró con fuerza a su mano. Él dejo salir un suspiro y esquivó su mirada, allí estaba, Haiyuu siempre hacia lo mismo cuando estaba acorralado. —Estas herido todavía Haiyuu. —Conociendo su respuesta habitual para restarle importancia a su estado de salud, Tesile evitó que hablara jalándolo de la mano para acercarlo y con la otra tocó su abdomen en el punto donde sabía que Eris lo había atravesado. Al hacerlo Haiyuu se soltó de ella y se dobló un poco sosteniéndose pronunciado un leve "Auch"
—¿Había necesidad de lastimarme?
—Habla. —viéndose acorralado por su amiga Haiyuu suspiró y decidió contarle, al borrar su característica sonrisa, Tesile pudo confirmar que lo que le iba a decir no le iba a gustar.
—Voy a salir a una misión, debo buscar algo sumamente importante, es una carrera contra el tiempo, por lo que debo salir de inmediato. —Tesile se quedó helada por un momento, veía lo condición de su amigo, sabía que debía estar sintiendo un dolor tremendo por todo su cuerpo y aun así parecía decidido a ir.
—No estás en condiciones de ir a ningún lado Haiyuu, ¿Quién te dio la misión? ¿el maestro Gevura?
—Fui yo. —interrumpió Taro con una calma propia de él. Tesile se giró para verlo en una esquina de la habitación, ella no había notado su presencia ni lo había visto cuando despertó, si la habitación no tenía ventanas ¿por dónde había entrado? Tesile apartó sus dudas de su mente y le hizo una reverencia a Taro. —Con todo respeto maestro, Haiyuu no está en condiciones de ir a otra misión, estoy segura que el maestro Takeshi como líder de los rastreadores puede asignar a otra persona para tal tarea.
—Debo admitir que admiró tu devoción por tu amigo y la valentía para decirme esas cosas, sin embargo, yo no lo obligue, él se ofreció.
Tesile se giró hacía Haiyuu que esquivó su mirada y termino de arreglar sus cosas para salir, al pasar por un lado de Tesile ella le agarró el brazo y lo detuvo. Le acarició la cara tocando con cuidado el golpe que tenía sobre el ojo.
—Haiyuu... ¿no puede ir otro rastreador? — Haiyuu volteó hacía Taro, este asintió y Haiyuu abrazó a Tesile con fuerza.
—Nadie que no esté relacionado con lo ocurrido en Kato puede ir, yo mismo me ofrecí porque sé la condición en la que estas. —él le acarició la espalda y tragó con fuerza modulando su voz para que no se le quebrara —Voy por un brebaje curativo que los maestros esperan que funcione para contrarrestar los efectos de lo que le pusieron a Xotzal antes de que lo encontráramos, debo ir Tes—él la abrazo con más fuerza preocupando a Tesile. — Xotzal está muriendo.
Esas palabras dejaron a Tesile congelada, una lágrima recorrió su mejilla, entendía porque Haiyuu esquivaba tanto su mirada, nadie mejor que él conocía los sentimientos de Tesile por Xotzal. Él siempre había estado para ella en los momentos de felicidad y de tristeza, animándola y apoyándola en todo momento. Haiyuu era su confidente y sabía que ella seguía enamorada de Xotzal, aunque él hubiese intentado exterminarla sin escrúpulos. Haiyuu soltó a Tesile le agarró el mentón y le dio un beso en la frente.
—Volveré pronto con el brebaje, te lo prometo. —él le limpió la lágrima y ella lo abrazó.
—Te voy a estar esperando, vuelve sano y salvo por favor.
—Te lo prometo.
Haiyuu se separó de Tesile le hizo una reverencia a Taro y se marchó a toda prisa. Tesile se quedó en silencio sumida en sus pensamientos, rogando no perder ese día a las dos personas que más quería en el mundo. La sensación de una mano sobre su hombro la sacó de sus pensamientos, al levantar la vista se limpió rápidamente la cara al ver a Taro frente a ella.
—Lo lamento maestro. —Ella se esforzaba para que su voz no se quebrara. Taro se cruzó de brazos.
—Ya entiendo porque te atraparon a ti para llegar a él, lo amas. —Tesile sintió como el corazón se le aceleraba, hizo una reverencia y respondió sin levantar la cara.
—Asumiré el castigo por desobedecer las reglas, los daimones no deben enamorarse. Por favor no involucre a Xotzal en esto, ya bastante mal la está pasando. —Taro se quedó en silencio por un momento, Tesile no quería levantar la cabeza, estaba en muchos problemas y aunque Taro cubría su rostro con una máscara ella podía sentir que la observaba fijamente.
—Haiyuu, Yukami, Xotzal y tu son muy cercanos entre ustedes. Admiro como se cuidan y protegen mutuamente. —Tesile apretó las manos para que Taro no pudiese notar que le temblaban. — te digo una cosa Tesile, el amor es extraño, es un sentimiento que ni siquiera los dioses han podido descifrar. Te hace cruzar tus propios límites, te lleva a hacer cosas que jamás pensamos, pero con la misma intensidad puede romperte de una forma tan fuerte que ni el dolor físico es superado por el dolor que sientes. En lo personal me parece absurda la ley que impusieron, vivir una eternidad sin sentir amor es imposible. —Taro puso un dedo sobre el mentón de Tesile y la hizo levantar el rostro, ella luchaba por no dejar salir las lágrimas ni mostrar que su cuerpo entero le estaba temblando por la presencia de su maestro. —¿Quieres verlo?
—Conozco las reglas maestro, solo los compañeros y maestros pueden visitar a un daimon herido. —la voz de Tesile se quebró y ella se quedó en silencio.
—Esa no fue la pregunta, repito, ¿quieres verlo? —Tesile asintió levemente, Taro le pusó la mano en el hombro y le pidió que lo siguiera.
Tesile estaba nerviosa, conocía las reglas y lo estrictos que eran para cumplirlas, sin embargo, el maestro Taro era conocido por ser un maestro muy antiguo y muy fuerte, nunca lo habían visto en la enfermería y no se ocupaba de los limpiadores como líder porque él mismo le cedió el lugar a Wataru. Todos los demás lo respetaban y admiraban por muchas razones, pero los más jóvenes lo hacían porque era quien más flexibilizaba las normas para ellos salvándolos de castigos que le parecían injustos.
Tesile siguió en silencio a Taro por los pasillos de la academia en dirección al ala de los limpiadores, aunque le parecía extraño no ir a la enfermería podía imaginar porque lo hacían. Xotzal era el heredero del reino de Kato, una información que seguro tenían solo los maestros. Su situación no era algo que debían saber los demás. Ella le restó importancia, solo quería verlo.
Taro la llevó hasta una habitación que estaba designada para los limpiadores cuando estaban heridos. En cuanto Tesile entró sintió que nada la iba a preparar para lo que estaba viendo. Su respiración se detuvo de golpe y la sangre se le heló. Taro cerró la puerta tras de sí y se apartó dejando que ella asimilara lo que estaba viendo. Todo el esfuerzo que había hecho por contener las lágrimas se esfumó. Sus piernas empezaron a temblar y le costó caminar.
Allí en aquella habitación había solo dos camas, ambas ocupadas, en una se encontraba Yukami, parecía dormido y sin ninguna herida en su cuerpo, sin embargo, verlo allí no tranquilizaba a Tesile. En la otra cama estaba Xotzal, ella se acercó lentamente hasta detenerse a su lado. Estaba pálido y sus labios estaban quebradizos, ella dudo un poco y con la mano temblorosa tocó su rostro. La sensación de su piel fría le dio un vuelco en el estómago.
Tesile detallo el estado de salud de Xotzal, ya tenía vendadas las muñecas, pero el resto de cuerpo se veía maltratado, tenía varios hematomas y moratones por los golpes recibidos acompañados de arañazos un poco superficiales. Escondidas entre la palidez de su piel y los golpes había cicatrices que ya estaban camufladas por el tiempo. Tesile no podía imaginarse todo lo que su amigo había pasado para llegar a ese estado. Al fijarse en la marca que tenía en el brazo recordó su misión en el nido de despojos, la forma en la que no le importaba perder un brazo si podía cumplir la misión. Recordó la imagen de Xotzal colgado en las mazmorras y la quemadura que tenía en la espalda, ella le agarró la mano con fuerza y se recostó de la cama a llorar.
Pensaba en todos los momentos que se lo había encontrado y como la recibía con una sonrisa en su rostro, quizás se estaba muriendo por dentro, pero jamás se lo mostró, ¿en qué momento la confianza entre ambos se había fracturado tanto para no notar como su amigo gritaba en silencio? La culpa la invadió, se reprochó una y otra vez no haberse detenido a pensar en cómo la estaba pasando él, y en no pensar la razón de sus decisiones. Tesile se quedó en silencio a su lado, llenando la cama de lágrimas mientras se sentía incapaz de hacer algo por ayudarlo.
—Dime una cosa Tesile, ¿sabías de esto? —ella apenas levantó un poco su cabeza sacándola de entre sus brazos y observó a Taro con los ojos inundados de lágrimas —¿Xotzal te había comentado de su linaje o de su maldición? —Tesile se incorporó y se limpió las lágrimas negando levemente.
—Nunca me lo dijo, cuando le pregunté porque tomaba tanto té solo me comentó que tenía una condición médica y que por eso consumía demasiada energía, no le di tantas vueltas porque hay daimones así. — Taro se quedó en silencio, a pesar de tener la cara cubierta Tesile podía sentir su mirada sobre ella. —¿Piensa que yo fui quien lo entregó? —Taro le dio la espalda rebuscando entre los cajones de una cómoda.
—No. — su respuesta fue tan directa y sin pensarlo que era imposible no creerle.
Taro consiguió unas bolsas de té dentro de las gavetas y continuo con su búsqueda mientras Tesile observaba cada uno de sus movimientos. Taro era sin duda uno de los daimones más misteriosos que se podían encontrar en la academia. Todos los respetaban, pero nunca se le veía muy cercano a otros y casi nadie tenía algo que decir de él. Cuando terminó su búsqueda se acercó a una mesa con un pequeño juego de té dispuesto a preparar un poco. Como todo daimon experimentado el agua y el fuego no representaron un problema.
—¿Quieres tomar un poco de té conmigo? Necesitas recuperar energía, ven bríndame un poco de tu compañía y quizás una amena charla.
Tesile lo dudó un poco, pero tenía razón. Ella se sentó en una de las sillas y bajó la mirada, le parecía muy antinatural estar sentada a la mesa tomando té con un maestro de su calaña. Ambos se mantuvieron en silencio mientras el fuego calentaba el agua. Para no sentir la mirada de Taro sobre ella, Tesile giró la cabeza y buscó un tema de conversación para romper el silencio tan incomodo fijando su vista en las camas de sus amigos, en ese punto se dio cuenta que había algo que no le habían contado.
—Maestro, ¿Qué le sucedió a Yukami?
—Es clasificado.
Como era de esperarse, el solo hecho de estar en esa habitación complicaba las cosas, y por lo que Tesile podía deducir ninguna de sus dudas serian contestadas porque las respuestas contendrían información clasificada. En cuanto el agua hirvió, Taro se ocupó delicadamente de armar todo colocando las bolsas de té para infusionar.
—La maldición del reino de Kato es por lo menos el suceso más extraño que como daimones hemos tenido que vivir. —Tesile levantó un poco la vista hacia su maestro que había colocado su codo sobre la mesa y reposaba su cabeza en su mano. — Desde que Kato Takara ofendió a su divinidad, toda su línea sucesora ha tenido que pasar por —, Taro se detuvo buscando la palabra correcta —dificultades.
—¿A qué se refiere? —Tesile tenía miedo de preguntar y que le negaran la respuesta, pero no iba a desaprovechar la oportunidad, después de todo fue Taro quien inicio el tema.
—¿Cómo quitar la maldición? Es la principal duda que esta familia ha tenido desde ese fatídico día. —Taro hablaba con calma, buscando las palabras adecuadas. — Muchos de ellos se acercaron a los daimones en busca de ayuda, de una solución y nos permitieron hacer los análisis sobre su sangre. Lo que hemos descubierto hasta ahora no es nada alentador. —Al escuchar la conclusión Tesile se agarró las rodillas con fuerza y vio de reojo a Xotzal. — en la búsqueda de una solución hicimos muchos sacrificios, justificados por querer hacer un bien mayor, después de todo la maldición afectaba a todos, y no me refiero a solo la familia Takara.
—No entiendo maestro, la maldición solo está sobre su familia.
—Pero está atada a la reliquia. —interrumpió Taro. —Dime una cosa, ¿Qué sucede si un reino se queda sin monarca que alimente a la reliquia?
Tesile se quedó en silencio pensando, levanto un poco la vista y se dio cuenta que su maestro no le iba a dar la respuesta. Ella cerró los ojos recordando todo lo que había estudiado en su entrenamiento en la academia y con voz temblorosa le respondió.
—El reino entra en desgracia. Sus tierras son azotadas por sequias, hambruna y enfermedad.
—Durante mucho tiempo pensamos que las reliquias eran solo objetos que fungían como canalizadores de energía para alimentar al reino, sin embargo, gracias a la familia Takara descubrimos algo diferente. —Taro dejó salir un suspiro, se recostó del respaldar de la silla y se cruzó de brazos. —Las reliquias funcionan para los reinos como los cristales para los daimones, se podría decir que están vivas y conectadas entre todas ellas. Así que si una muere.
—Lo hacen todas. —Taro asintió y el corazón de Tesile se aceleró.
—Por esta razón debíamos ayudar a la familia Takara, después de todo calmar la ira de los dioses no es sencillo. —Taro se quedó pensando un poco nuevamente, colocó su dedo en la parte superior de la máscara donde estaba su frente. —La primera solución que pensamos fue acabar con el monarca de turno, colocar uno nuevo y que el ciclo de la reliquia se restaure como el de los demás reinos, sin embargo, descubrimos que esta familia no puede morir. Ese fue el primer sacrificio —Tesile se extrañó.
—¿Inmortalidad? Maestro incluso para un daimon eso es imposible.
—La energía de su divinidad no solo mantiene activa la maldición, sino que no permite que mueran, claro esto no los exenta del dolor. Desistimos de la idea porque el dolor no puede ser aguantado por una persona por mucho tiempo, al hacerlo es llevada a la locura.
Taro se quedó en silencio al comprobar que el té ya estaba listo, con toda la calma sirvió las dos tazas y empujó una hacia Tesile dejando la de él enfriar un poco, por un momento a ella le dio curiosidad saber cómo haría para alimentarse si no mostraba su cara. Ella agarró la taza entre sus manos, sopló un poco y sorbió sintiendo en su cuerpo el calor del té arroparla por completo brindándole un poco de tranquilidad. Taro continuo con su plática con el mismo tono de calma.
—Si no podemos evitar que mueran entonces evitaríamos que se reproduzcan, eso mantendría a la misma persona en el poder con una inmortalidad muy precaria. Ese fue el segundo sacrificio. —Tesile levanto la vista mientras tomaba el té. —Una reina se ofreció, argumentaba que para una mujer era más sencillo contener el deseo y descubrimos entonces que no podían contenerse.
—¿Cómo? —Tesile casi se ahoga al escuchar a Taro.
—Aunque castres al monarca de turno, sus órganos se recuperan por obra de la energía de su divinidad, sin embargo, esto solo ocurre con el aparato reproductor, suponemos que su divinidad Sato no dejo nada al aire, se iba a asegurar que no huyeran de esta maldición. — Taro pasó la mano sobre el té dejando salir una pequeña ráfaga de aire para enfriarlo —Esta reina que te comenté, decidió vivir su vida en el celibato y la castidad, no pudo aguantar por mucho tiempo. — Taro apartó un poco su mascara para sorber de la taza dejando ver unos labios un poco pálidos.
—¿Qué le sucedió? —Tesile no apartaba su vista del rostro de Taro tratando de descifrar como se vería debajo de aquella mascara.
—El deseo fue tan grande que incluso pareció desarrollar una gran fuerza. Realmente su sentido de supervivencia queda inhabilitado, porque al pasar la oleada de deseo sus músculos se desgarran. —Conocer esa información incomodó un poco a Tesile al imaginarse lo que ocurría. —Hasta no reproducirse no se iba a detener por lo que debió ceder a su deseo y pasar su inmortalidad a su heredero.
—¿Pierden la inmortalidad al tener hijos? —Taro asintió.
—Nosotros desistimos de hacer más sacrificios. Hasta que Xotzal llegó a la academia.
Tesile no podía asimilar todo lo que Taro le estaba contando, pensaba en su amigo y en todo lo que su familia había tenido que pasar, en el futuro que le esperaba y al imaginarlo sintió un nudo en la garganta, una lágrima rodó por su mejilla y ella la limpio con prisa, le apenaba que su maestro la viera llorar cuando los entrenaban para contener sus sentimientos. Taro seguía tomando su té con calma dejando que ella pudiese expresar sus sentimientos. Al terminar con la taza la colocó en la mesa y continúo hablando.
—Xotzal ha sido, por decirlo de alguna forma, el caso más exitoso hasta ahora. No sabemos en qué condiciones sus padres lo dejaron con la familia que lo encontramos, pero en cuanto llegaron los limpiadores con el niño supimos de quien se trataba, su energía lo delataba. —Taro volvió a servir más té en su taza y empezó a jugar con el vapor. —Tomamos una decisión arriesgada, entrenarlo como daimon y enseñarlo a convivir con la energía de su divinidad.
—¿Eso es posible? —la voz de Tesile sonaba quebradiza y rasgada, trataba de mantener la conversación fluida, pero cada cosa que Taro le decía le calaba más en el alma.
—Dime una cosa Tesile ¿te has sentido mareada desde que te despertaste?
—Si, un poco, pero había perdido toda mi energía es normal que me sienta así. —La mirada de Taro sobre ella la puso en duda, no veía sus ojos, pero sabía que buscaba una respuesta diferente. Ella se quedó pensando un poco, colocó su mano en su cristal y se dio cuenta de un detalle. —Es porque use la energía de otro daimon.
—Exacto. Lo mismo ocurre con él, está sumamente agotado por tener que mantener la maldición bajo control, por eso lo vez consumiendo tanto té y alimentos. —Tesile volteó a ver a Xotzal y la tristeza la invadió nuevamente. —Debo decir que Xotzal es excepcional, puede mantener su energía, su reserva y la maldición bajo control mientras realiza las actividades como daimon. —Tesile no pudo contener la tristeza y apenada lloró cubriendo su rostro, quería detenerse, pero no podía hacerlo.
—¿Por qué me cuenta todo esto maestro? Ya sé que fui injusta con él, que me excedí y por mi culpa le hicieron mucho daño, no tiene que recordármelo. —Taro se acomodó un poco sobre la mesa, se acercó a ella y le agarró las manos apartándolas de su cara para que pudiese llorar tranquila.
—Tener esta información te va a permitir entender sus decisiones. —Taro le bajó las manos para que agarrara la taza de té. —Tienes que mantenerte llena de energía Tesile, el inhibidor que le colocaron lo lleva al límite, pero el veneno que le colocó Eris, por primera vez desde que estudiamos su sangre, lentamente lo está matando.
Escuchar esas palabras terminó de romper a Tesile, su llanto se volvió ruidoso, sus lágrimas y sus quejidos parecían provenir de su propia alma, como daimon entendía que en cualquier momento podía perder a un amigo, pero nunca se preparó para verlo agonizar de dolor. Taro le soltó las manos y le hizo cariño en la cara, dejando que las lágrimas corrieran por sus mejillas.
—No todo está perdido, pequeña. — Taro le acarició la cabeza y su tono de voz se volvió más familiar, como el que usan los padres al tratar de calmar a un niño pequeño, y así era exactamente como ella se sentía, como una niña desprotegida y triste que no tenía en quien refugiarse. —Lo que lo mantiene con vida, es la energía que su cristal está tomando de ti. —ella levantó la vista un poco, tratando de mantener la calma. —Tu eres su ancla de vida en este momento.
Tesile observó a Taro con los ojos bien abiertos, ¿le estaba mintiendo para hacerla sentir bien? ¿Qué razón tendría para hacerlo? Ella tomó la taza de té, de un solo sorbo lo consumió por completo y levanto la taza hacia su maestro pidiendo más, si lo que él decía era cierto, entonces no soltaría a su amigo, haría todo para mantenerlo con vida.
En silencio Tesile tomó la taza nueva, respiro profundo y se limpió las lágrimas que le quedaban, necesitaba aclarar sus ideas. Se levantó tomando más aire dentro de sus pulmones y se acercó a la cama de Xotzal, le tomó la mano y le depositó un beso en ella. No iba a perderlo, algo tenía que hacer. Estando más calmada se giró hacia su maestro que bebía de su taza plácidamente.
—Maestro dijo que el veneno que Eris le puso es lo que lo está matando. Yo la vi transformarse. Nos atacó a Haiyuu y a mí. Puede que esto sea clasificado, pero respóndame una cosa, ¿Eris es un devorador? —Taro colocó la taza en la mesa y asintió. —Entonces hay algo que quiero pedirle.
—¿De qué se trata?
—Quiero hablar con Eris.
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