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El reino maldito

Eris, Yukami y Xotzal habían pasado una larga semana entre entrenamientos el doble de duros que les propiciaba Jyuti y los cuidados para cerrar por completo sus heridas, aunque los daimones médicos tenían medicinas para reconstituir el cuerpo rápidamente las cicatrices y los dolores musculares eran otra cosa. Eris sentía que ya no podía abrir los ojos de tanto cansancio, por lo que se acostó cómodamente en la cama para descansar, pero su sueño fue interrumpido por la niña nuevamente.

Esta vez la tenía sentada en una silla y rodeada por algunas serpientes que apretaban su cuerpo con tanta fuerza que podía sentir dolor a pesar de saber que era un sueño. Ella intentaba liberarse, pero no tenía la fuerza para hacerlo, la niña se acercó y quedo a unos centímetros de su cara. Con una mirada maliciosa hizo una seña de cortarle el cuello que hizo que Eris se asustará y cerrara los ojos, al recordar el morado de los ojos de su atacante y la risa del hombre que la acompañaba cerró el puño con fuerza y levantó la mirada hacia la niña.

—No voy a dejar que sigas torturándome.

Eris se liberó de las serpientes y se puso de pie para enfrentar a su torturadora, la diferencia de tamaño era enorme, la niña apenas le llegaba al estómago. Ella se puso en posición de ataque y al ver el descontento en la cara de esta, Eris se despertó de golpe.

Estaba sudada, casi bañada por completo, la luz de la luna se colaba por la ventana hasta la cama de Xotzal, que dormía plácidamente. La luz blanca que esta producía hacía que el cabello castaño se le viera más claro, Eris se quedó admirándolo en silencio escuchando nada más que su propia respiración.

Desde su posición ella podía ver el cuello de su compañero y se imaginaba que expresión pondría él si ella le diera un beso allí, solo su imaginación bastó para acelerar su corazón y calentar sus mejillas mientras ella detallaba cada centímetro del rostro de Xotzal que apenas estaba iluminado por la luz de la luna. Recorrió con la mirada sus labios mientras humectaba los propios imaginando el sabor que tendrían.

Ella se sentó en el borde de la cama pasándose la mano por el cabello para apartarlo de su rostro, al hacerlo se fijó en las manos de Xotzal y al detallarlas podía notar algunas cicatrices ya casi borradas por el tiempo. Eris se levantó y se le quedo viendo mientras su corazón se volvía a acelerar descontroladamente. Deseaba acostarse a su lado, poder abrazarlo y acurrucarse en sus brazos, que él sintiera su presencia y la pegara a su cuerpo. Ella se fijó en sus labios, anhelaba un beso, poder saborear su lengua y llenarse con el sabor de su cuerpo.

Eris se acercó a su cama y estiro la mano para tocar su rostro, quería pasar la mano por sus labios, al intentar hacerlo sintió que le agarraban la muñeca con fuerza, a pesar de seguir dormido Xotzal no permitía que ella se acercará y eso le dolía. Él abrió los ojos y se volteo hacia ella. Sin soltarla se sentó en la cama, ella esperaba que estuviese adormilado, pero la mirada seria que tenía le dejaba ver que quizás estaba molesto, algo que le confirmó su tono de voz amenazante.

—¿Qué sucede?

Eris nerviosa y apresurada por inventar una excusa que pudiese cubrir la vergüenza de haber sido descubierta empezó a llorar. Tiró de su mano para soltarse y se sorprendió cuando pudo hacerlo. Corrió lo más rápido que pudo y se refugió en el baño. Sentada en el suelo sin saber que hacer se abrazó a sí misma. Al escuchar que tocaban la puerta se levantó casi de un salto y abrió el agua de la ducha lo que hizo que dejaran de tocar. Ella esperó unos segundos y tras no escuchar ruido se recostó de la pared. Xotzal la había seguido y por ahora estaba a salvo de sus preguntas.

Ella entró a la ducha para enfriar sus pensamientos y crear una excusa convincente de la aproximación a su cama. El agua fría era relajante por lo que cerró los ojos y dejó que esta le recorriera el cuerpo. Al estar sumida en sus pensamientos, la imagen de Xotzal saliendo del baño con el cabello húmedo le llegó de repente. Ella abrió los ojos viendo alrededor nerviosa. No importaba cuan fría estuviese el agua, el calor de sus mejillas no se calmaba.

El deseo no disminuía, quería ver que escondía debajo de su uniforme, poder tomar un baño con él y volverse uno mismo mientras lo hacían. El agua caía con fuerza sobre sus hombros y su cabeza, ella sentía que las gotas que recorrían su cuerpo y bajaban por su espalda eran los dedos curiosos del hombre que tanto amaba. Avergonzada y en la soledad de la ducha Eris se atrevió a imitar con sus manos los movimientos que deseaba que él hiciera.

Cerró los ojos y dejo que sus más profundos deseos se apoderaran de ella, el calor que empezaba a sentir no cedía con el frio del agua. La combinación de sus dedos y las gotas recorriendo sus pechos, espalda y piernas eran la sensación más gloriosa que ella había sentido. En su mente repetía una y otra vez ese tono autoritario que Xotzal usaba con ella cuando estaba molesto y aumentó la fuerza con la que sus dedos complacían el más primitivo de sus deseos.

Al sentir la presión entre sus piernas dejó salir un pequeño gemido y ese sonido bastó para imaginar la voz amable de su amado haciendo los ruidos que ella hacía. Pensar en él debajo de ella, sonrojado y sumiso le gustaba, imaginar sus amables ojos verdes rodeados por el rojo de sus mejillas la excitaba. Imaginaba como le pedía que continuará y tomará el control mientras ella besaba su pecho y probaba el sabor de su sudor. En su mente podía escuchar el sonido de sus gemidos en un armonioso coro de deseo y pasión.

Ella levantó su mano y observó los fluidos que habían quedado en ella sonriendo complacida por lo que acababa de hacer. Xotzal provocaba esas reacciones en ella y de alguna forma lograría que él le diera una oportunidad, no importaba cuantas veces él rechazará su cercanía, ella lograría mostrarle todo lo que era capaz de hacer por él. Eris usó el fluido para escribir el nombre de Xotzal sobre su pecho y repetir la faena pensando en su amado bajo su dominación.

En cuanto la ducha de placer terminó, Eris salió del baño con la mente más despejada y se dirigió a la sala para tomar un poco de té que la ayudara a recuperar la energía que había usado para complacer sus fantasías. Tenía una sonrisa imborrable de su rostro, a pesar de que solo fue su imaginación podía sentir ese encuentro como real. Ella salió de sus fantasías al escuchar la voz de su amado cerca de ella.

—¿Todo bien? —Eris lo vio acercarse y su corazón se aceleró, ella cruzó las piernas y le sonrió asintiendo.

—Lamento haber interrumpido tu sueño, creo que ver a mis atacantes me dio pesadillas peores que las que había tenido hasta ahora, solo quería compañía, pero el baño ya me calmó.

—Entiendo. —Xotzal se sentó en el mueble diagonal a Eris mientras ella lo observaba. —Estos últimos enemigos nos dejaron sorprendidos a todos, nunca pensé que los devoradores pudiesen crear despojos ni que existiera una persona como el chico de ojos morados. ¿Cómo podía mantenerse en pie después de todas las heridas que Yukami le hizo?

Xotzal se quedó sumido en sus pensamientos un momento por lo que Eris aprovechó para poder admirarlo, al recordar lo ocurrido en la ducha se sonrojó y se levantó de inmediato buscando otra taza de té. Sabía que eso era lo único que Xotzal no le iba a rechazar.

—A mí no me sorprende. —Xotzal volteó a verla con curiosidad —En la academia vi como hacían experimentos extraños.

—¿A qué te refieres? —Eris le sirvió el té, pero Xotzal estaba más concentrado en su conversación, ella asintió, tomó un sorbo de té y colocó la taza en la mesa disfrutando, que por primera vez Xotzal tenía real interés en escucharla.

—Vi con mis propios ojos un lugar en la parte profunda de la biblioteca, donde parece que hacían cosas extrañas y que experimentaban con las personas.

Eris esperaba más curiosidad por su parte, por lo que solo le daba algunas gotas del cuento, gozaba verlo tan curioso observándola, pero contrario al efecto deseado Xotzal se relajó y soltó una carcajada que, aunque molestó a Eris porque sentía que se burlaba, le aceleró el corazón al verlo reír de forma tan abierta con ella,

—Entonces también bajaste a ese lugar. —Ahora la curiosa era ella, lo que le disgustaba porque estaba empezando a disfrutar tener el control. —Todos en la academia hemos ido alguna vez y hemos caído en las trampas del maestro Yoshimi, él crea esas cosas para atrapar a los curiosos. Yo también caí en una junto con Tes. —Xotzal borró la sonrisa de su rostro al mencionar el nombre de su amiga de forma tan cariñosa, el cambió su posición en el mueble, Eris podía notar su incomodidad y a ella tampoco le gustaba la idea de escuchar cuentos de la rastreadora.

—Yo no creo que fuese una trampa, esa bestia nos estaba persiguiendo y no nos pudo encontrar cuando nos escondimos allí. —Xotzal forzó un poco una sonrisa.

—Estoy seguro que solo cayeron en su juego.

Eris se molestó y se levantó para seguir discutiendo, pero Xotzal se puso de pie de inmediato y ella dio un paso atrás, temerosa, no sabía porque se había levantado, pero la respuesta llegaría pronto. Jyuti entró a la sala y le hizo señas a Xotzal que hizo una reverencia.

—Salgan de inmediato Xotzal, no hay tiempo que perder.

Él asintió y se giró hacia Eris que tragó con fuerza cuando Jyuti le pasó, por un lado, Yukami iba bajando por la escaleras y Eris se sorprendió de como ellos siempre estaban listos para salir. Ella esperó que Jyuti se encerrara en su habitación para correr por sus cosas que había dejado en el baño, por un momento pensó que Xotzal iría también, pero estaba tan listo como Yukami para emprender su salida.

Yukami la reprendió con la mirada por no tener todo listo al momento, ella solo lo ignoró, no iba a dejar que le arruinaran la noche con un regaño absurdo. Xotzal estaba serio y se estaba colocando los guantes, Yukami hizo lo mismo y ambos observaron a Eris que por presión sacó los de ella. Yukami como siempre usaba un tono fuerte para reprenderla.

—Es una señal de auxilio. No perdamos tiempo.

El poblado al que llegaron parecía recién destruido y abandonado, el olor a quemado invadió la nariz de Eris que se la cubrió de inmediato, aún quedaban algunas tablas de madera que se consumían por los restos de fuego. Las pocas casas que seguían de pie tenían las ventanas rotas. El piso de tierra mostraba el desesperado intento de los habitantes por salir de allí, Eris pensó que algún despojo los había hecho huir y en el proceso se había causado un incendio.

—Los despojos destruyen todo a su paso.

—Esto no fueron los despojos. —Xotzal la interrumpió de inmediato mientras colocaba las manos en el piso y cerraba los ojos. —Esto es obra de la guerra.

Eris se sorprendió y al fijarse bien en los escombros pudo notar algunos cuerpos atrapados, rocas llenas de sangre y restos de armas destruidas. Sintió que le agarraban el corazón con fuerza al ver debajo de una roca unos pies más pequeños que los de un adulto. Xotzal se levantó y asintió, su mirada estaba perdida, Eris quera saber el motivo de su tristeza, pero Yukami la detuvo, negó con la cabeza y habló él con un tonó más sereno.

—¿Pudiste encontrar algo?

Xotzal asintió y con un movimiento de su mano la tierra cerca de ellos se movió como si una serpiente enorme se arrastrara por debajo y se detuvo en unos arbustos, la tierra sacó a cuatro personas y las despropio de sus armas que cayeron al piso con un ruido metálico. Los cuatro hombres se esforzaban por liberarse. Yukami se acercó a ellos

—¿Dónde lo tienen? —los hombres no entendían a que se estaba refiriendo y Eris tampoco entendía lo sucedido. —Uno de los nuestros envió una señal de auxilio de aquí, puedo sentir su energía, si no me dicen donde esta, lo encontrare yo mismo.

Yukami sacó una de sus dagas y los hombres se quedaron quietos y en silencio, reconocían el color de su uniforme y entendían que los exterminadores no iban a negociar con ellos. Uno de ellos alzó la voz para ser escuchado y salvar a sus compañeros.

—Nosotros salvamos hace poco a un daimon, llevaba uniforme verde, ¿es a quien buscan?

Xotzal se acercó a ellos y los soltó haciendo que los hombres se quejaran de dolor por lo apretado que estaban. Al ver la mirada de Yukami y Xotzal ellos bajaron la vista y empezaron a temblar. El hombre que había hablado se levantó y les hizo señas para que lo siguieran. Eris veía todo desde la distancia, no quería detener la misión de sus compañeros, pero consideraba que su forma de obtener información era muy precaria.

Eris intentó calmar un poco las cosas, alcanzó al primero de los hombres que al verla cerca de él se aferró a su arma en busca de protección. Al ver que ni Yukami ni Xotzal le reclamaban sus acciones empezó una pequeña plática con el hombre, al ver que estaba más calmado pudo preguntar por la situación de la guerra. Por lo que le había dicho el reino se llamaba Kato y era uno de los reinos en peor condición en el mundo ya que no contaba con la ayuda de su rey o reina.

El hombre le explicó que la fertilidad de las tierras y la prosperidad de cada reino estaba dada por las reliquias del mismo y que cada rey o reina alimentaba la reliquia que funcionaba como los cristales para los daimones. Sin embargo, el reino de Kato estaba sumido en la obscuridad por la desaparición del heredero de la reina, quien había fallecido sin presentar a su bebé por lo que nadie podía ir a buscarlo ya que no estaban del todo claro si era niña o niño y la única información de la que disponían era su edad estimada. Según ellos debía tener alrededor de veinte años, fecha que conocían porque en ese instante había muerto la reina e iniciado las desgracias del reino. Debido a su ausencia el reino vivía en constantes guerras civiles en busca de los pocos recursos que lograban obtener.

La única ciudad que se mantenía solida era la ciudad principal, donde se encontraba el castillo, sin embargo, en ese momento se encontraban en la lucha por defenderlo de un grupo de forasteros que deseaban apoderarse del reino. Eris tenía verdadero interés en la situación, pero sus compañeros no parecían querer saber nada. Ellos caminaban en silencio y muy alertas, podía notarlo en sus músculos tensos y en las armas que portaban a la vista de sus atacantes.

Al llegar al campamento donde se estaban asentando los caballeros de Kato, como se hacían llamar, fueron recibidos por los compañeros de los caballeros que levantaron sus armas contra ellos, Eris al ver que Yukami y Xotzal iban a reaccionar de forma agresiva se adelantó y les comentó a los hombres la razón por la que estaban allí. La mirada molesta de Yukami le hizo entender que no debió revelar esa información, pero funcionó para calmar a sus atacantes que bajaron las armas y les permitieron el paso hasta una de las tiendas.

Ellos entraron y no permitieron el paso de los caballeros, que se mantuvieron en los alrededores, iban a defender a su reino por sobre todas las cosas, pero eran lo suficientemente inteligentes para no entrar en un combate contra un daimon. En cuanto se acercaron a la camilla que estaba dentro Eris sintió que se le heló la sangre y entendió la actitud de sus compañeros.

Allí estaba Haiyuu, sin la camisa de su uniforme dejando ver algunos vendajes cubiertos de sangre, tenía un hematoma en el pómulo derecho y rastros de una herida que había dejado de sangrar. El ojo izquierdo estaba hinchado y casi cubierto por un moretón. El resto de su cuerpo no estaba en mejor condición y podían notarlo por los tintes marrón que tenía su pantalón a causa de la sangre seca y los agujeros que daban la idea que había sido atravesado en una pierna. Al sentir la energía de sus compañeros abrió los ojos y forzó una sonrisa.

—Yukami, viniste.

Él se sentó con cuidado, la expresión de dolor hizo que a Eris sintiera un vació en el estómago, no podía abrir bien el ojo, pero eso no evitó que los viera con una felicidad disimulada. Yukami se acercó y se cruzó de brazos sin pronunciar ni una sola palabra mientras Haiyuu le explicaba.

—Fue una trampa, estábamos en una misión y nos atacaron de repente. Eran más rápidos que nosotros y tenían con ellos a un ser que no sentía dolor. Yukami te jurp que lo quemé vivo y aun así continúo atacándome—. Haiyuu se sostuvo el hombro y bajó la mirada con decepción, Yukami entrecerró los ojos analizando las palabras de Haiyuu. Xotzal cerró los ojos un momento, Haiyuu al darse cuenta agarró la cama con fuerza. —Es inútil que la busques, ellos se llevaron a Tes.


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