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Despojos

Pronto Eris descubrió que a los exterminadores de campo no solían llamarlos muy seguido a misiones, más bien se dedicaban a entrenar y a las actividades de limpieza que a otra cosa. Jyuti los entrenaban por las tardes y gracias a eso ella no solo había mejorado, sino que se había enterado que Jyuti era un daimon de fuego, muy temperamental. Ninguno cuestionaba sus decisiones o peticiones y ella no iba a ser la primera en hacerlo. Era muy hábil con su elemento y una de sus metas era superar al líder de los exterminadores, aunque ese era un camino largo y difícil de transitar.

Por lo que había descubierto Jyuti había intentado superar a su maestro incontables veces, consiguiendo siempre el mismo resultado: la derrota. A pesar de sus extraordinarias habilidades, su rapidez y puntería, su maestro, Kenji lo superaba por mucho. Eris entendió entonces la razón del miedo que sintió al encontrarlo en la salida de la biblioteca.

Yukami por su parte era el mejor discípulo de Jyuti, cuando ya Eris estaba agotada por todo el entrenamiento Yukami seguía tan tranquilo como si de un paseo en el parque se tratara. Su elemento era el agua, lo que ahora dejaba en evidencia que quien había levantado el té derramado había sido él. Sus ataques eran más rápidos y maleables, era un deleite verlo entrenar, pero no tanto como ver a Xotzal.

Eris disfrutaba sus momentos de descanso y aprovechaba de ver a su compañero entrenar. Al ser de tierra se especializaba en defensa y ataques a distancia, no por ello era malo en ataque cuerpo a cuerpo. Desde que había empezado a entrenar con ellos no había logrado tocarlos ni una sola vez. Ellos hacían ver sus encuentros tan sencillos que solo el ojo experto notaba la dificultad, ya que solo Jyuti señalaba los errores que había cometido cada uno.

Los entrenamientos eran agotadores y las actividades de limpieza rutinarias, lo que era una fortuna para ella ya que terminaba tan agotada que las noches con pesadillas eran cada vez menos, sin embargo, aún no aprendía a mantenerse alerta incluso al dormir lo que le había traído problemas con su maestro que la regañaba por su avance tan lento, desanimándola cada vez que podía.

Como todas las mañanas Eris corría para intentar no ser la última en sentarse a la mesa a comer, su extrañeza empezó cuando notó que Jyuti y Yukami estaban ausentes en la mesa, solo Xotzal tomaba su comida en silencio, al sentir que ella se aproximaba levantó la vista y su dulce sonrisa desvaneció la duda que había nacido en sus pensamientos.

Al no tener un tema del que hablar y luchando por que los nervios no mostraran el temblor en sus manos Eris se quedó en silencio también tomando el desayuno, sentía una emoción al poder compartir a solas ese momento con Xotzal, quería preguntarle mil cosas sobre él, ya que siempre parecía que escondía algo detrás de esa sonrisa, pero las palabras se formulaban en su mente y no salían por su boca.

Ya casi había terminado su comida y había recolectado el suficiente valor para hacer cualquiera de las preguntas que ansiaba por exteriorizar y conocer mejor a su acompañante, pero fue interrumpida por la presencia de Yukami y su maestro en el comedor, con un solo intercambio de miradas Xotzal se levantó dejando los platos en la mesa, algo que él jamás haría.

—Vamos Eris —la voz calmada, pero autoritaria de Yukami hizó que ella se pusiera de pie de inmediato, dudando si debía dejar el plato en la mesa en presencia de su maestro se aproximó a sus compañeros que salieron con paso veloz sin darle importancia a ese detalle.

Sin bajar la velocidad ellos llegaron hasta el patio y se detuvieron frente a un arco vació, el mismo que había usado ella para llegar desde la academia con su maestro y que se había cerrado a su espalda. Sin darle tiempo de hacer cualquier pregunta Yukami extendió la mano y el portal se activó mostrando esta vez un lugar muy diferente a la academia, eso significaba que eso no era una puerta de solo dos lados, sino que servía como conexión con otros portales.

Al cruzar por el portal el cambio de temperatura afectó un poco a Eris que sintió un escalofrió recorrer todo su cuerpo, el lugar la hacía sentir diferente, como si le hubiesen quitado una carga de los hombros. Yukami y Xotzal sacaron de sus bolsillos unos guantes rojos y empezaron a colocárselo, al ver la cara de desconcierto de Eris, Xotzal se acercó a ella.

—¿Primera vez en el mundo secular desde que eres daimon? —ella asintió algo avergonzada de que se hubiese dado cuenta — aquí no se siente tanto la energía como en el Tivela, así que te sentirás más ligera, también te recomiendo ponerte los guantes, no querrás tener las manos llenas de sangre.

¿Sangre? Eso la descolocó, sacó tímidamente los guantes de su bolsillo y los vio con preocupación, quería preguntarle la razón a Xotzal, pero este se había alejado con Yukami que le señalaba un lugar, Eris se acercó a ellos para escuchar de que hablaban con tanta seriedad.

—¿Cuántos hay en total Xotzal?

—Uno.

Xotzal señalaba en la misma dirección que Yukami antes lo había hecho. Las dudas se acumulaban en su mente, junto con el temor de tener que matar a alguien, si tenía suerte sus compañeros se ocuparían de todo y ella se libraría, por ahora, de esa responsabilidad. Al pensar en la posibilidad de tener que hacerlo ella sus manos empezaron a temblar, la cabeza empezó a dolerle y las náuseas se apoderaron de ella, tapó su boca para evitar vomitar si sus náuseas continuaban.

—Exterminaremos un despojo —Eris sintió la mano de Xotzal sobre su hombro, al girarse y ver su mirada llena de preocupación el corazón se le aceleró. —Puedo reconocer tu reacción, piensas que iremos por un objetivo y la posibilidad de matar a alguien te aterra.

—¿También te paso? —Xotzal asintió con una sonrisa tranquilizadora.

—Estoy segura que personas como Yukami o el líder de los exterminadores no pasaron por algo como esto. — Eris apretó con fuerza sus manos contra el pecho para calmar el temblor

—A todos los exterminadores le ha pasado. Incluso ellos. Saber que la vida de alguien está en tus manos no es algo que debas tomar a la ligera. — Eris dejo salir un suspiro —Hoy puedes estar tranquila, a pesar de que arrebataremos la vida de un ser vivo, es solo un despojo, no tiene alma.

—¿Despojo?

—Lo lamento, suelo olvidar que tienes amnesia. Son las criaturas que nacieron de la ira de su divinidad Sato antes de irse al Etaliv. —La cara de desconcierto de Eris era cada vez más evidente.

—Tendrás que explicarle después. —Ambos se detuvieron al escuchar a Yukami que veía fijamente al poblado que tenían frente a ellos — ya llegamos.

El pueblo estaba completamente destruido. No era muy grande y las calles de tierra no habían sido usadas recientemente, las casas de madera estaban algo derrumbadas con los tablones superpuestos entre ellos, varias de las casas incluso tenían obtruida la entrada, había marcas de garras y de sangre por todo el lugar, tanto en paredes como en los techos que parecían habían sido arrancados de golpe, el olor a putrefacción era insoportable y no parecía que hubiese alguien con vida, solo se podía escuchar el sonido del viento pasando a través de los agujeros que las tablas formaban de forma irregular. A Eris se le revolvió el estómago al ver el lugar.

—Este es el principal pueblo transitorio de comercio entre Kaeka y Mifr, si no exterminamos al despojo su economía se verá afectada y empezaran las guerras nuevamente. — Eris fijó la vista en Yukami por el tono tan serio que usaba. —No bajes la guardia Eris, si le das la oportunidad al despojo te arrancara la carne sin piedad mientras aún te encuentras con vida.

El corazón de Eris se aceleró al imaginar su piel desgarrada. Los tres se quedaron en silencio al escuchar un ruido por lo bajo en una de las casas más próximas a ellos. Xotzal asintió haciendo que Yukami se colocara en guardia y sacara de uno de sus bolsillos una de las dagas que tenían. El sonido se hacía cada vez más alto. Un escalofrió recorrió el cuerpo de Eris al reconocer el sonido de los huesos crujiendo al ser rotos bajo una gran presión. Su respiración se aceleró de inmediato, por alguna razón ese sonido la alteraba.

Yukami y Xotzal parecían tener una conversación silenciosa en su intercambio de miradas que Eris no podía comprender. Xotzal subió al tejado de la casa de un salto. Eris se asomó en la casa para saber a qué se estaba enfrentando y de inmediato se arrepintió de hacerlo. Una criatura sin pelaje y con piel grisácea, boca achatada con grandes colmillos puntiagudos que sobresalían de su boca curvándose hacia sus ausentes ojos, estaba llena de sangre manchando el poco pelo que le nacía alrededor de la misma. Sus grandes patas tenían garras tan grandes como la cabeza de Eris con la que estaba desgarrando el cuerpo de uno de los habitantes ya irreconocible. Detrás de él se movía lentamente una especie de cola que tenía un hueso afilado en la punta con la que estaba removiendo el interior de otra persona. Sus orejas puntiagudas se giraron en dirección a Eris.

Eris se apartó cubriendo su boca para no vomitar por lo que había visto, su corazón se aceleró cuando un trozo de carne rodó fuera de la casa, lo que significaba que esa cosa se había puesto de pie. Eris podía escuchar la respiración del despojo en su nuca, el dolor de cabeza la golpeo nuevamente, por alguna razón escuchaba gritos en su cabeza, lo que hizo que su respiración se volviera errática. El despojo salió lentamente de la casa oliendo el ambiente buscándolos. El cuerpo de Eris no se movía a pesar de tenerlo a un lado, sabía que la podía oler y ella no se sentía capaz de atacarlo. El despojo giró la cabeza en dirección a ella abriendo sus fauces tan grandes que podría arrancarle la cabeza de un mordisco, en un pestañear el despojo dejo de moverse y su cabeza cayó al piso con un sonido seco.

—Objetivo exterminado. — Xotzal se bajó del lomo de la criatura con una daga cubierta de sangre en las manos. Eris quedó absorta al ver la frialdad y rapidez con la que Xotzal había hecho su ataque.

—Esto es extraño— Yukami se agacho a un lado de la cabeza del despojo —era aún muy joven, sus dientes no estaban del todo desarrollados por eso le costaba triturar los huesos —Yukami se puso de pie analizando el cuerpo de la bestia. Xotzal termino de limpiar la daga, la guardo y se acercó a Eris que seguía en estado de Shock.

—¿Estas bien?

Eris no podía responder, la imagen del despojo sin cabeza empezaba a generarle en la cabeza una sucesión de imágenes sin sentido donde podía ver sangre y escuchar muchos gritos. Se cubría los oídos con fuerza en un vano intento de silenciarlos, pero al no lograrlo las lágrimas comenzaron a correr como dos cascadas interminables.

—Avisare a los limpiadores para que se encarguen del cuerpo. Volvamos.

Xotzal asintió y al ver que Eris seguía llorando la cargó en brazos. El contacto con el calor corporal de Xotzal causo en Eris un efecto relajante, ella cerró sus ojos y su corazón se tranquilizó, los gritos y las imágenes se detuvieron de golpe. En un acto reflejo pasó sus brazos por el cuello de Xotzal para tenerlo más cerca de ella.

—¿Estas mejor? Sé que impresiona mucho la primera vez que te toca presenciar algo así.

Sin poder decir ni una sola palabra Eris asintió disfrutando del calor que sentía y de la paz que le producía su presencia. Un ligero olor a té invadió sus fosas nasales y al abrir los ojos se percató que provenía del cabello de Xotzal. Él iba en silencio al paso de Yukami de regreso al portal y ella agradeció que no notara el enrojecimiento que estaba ocurriendo en su rostro. Gracias al vaivén que producían sus pasos Eris se sumió en un sueño profundo.

Al abrir los ojos Eris se preocupó y se sentó de inmediato, al escudriñar con la vista el lugar, notó que estaba en la habitación del templo acostada en su cama. Ella se vio las manos y sonrió al recordar el contacto con su compañero avergonzándose un poco por su atrevimiento al abrazarlo, pero feliz de no haber sido rechazada. Su ensoñación fue interrumpida cuando Yukami pasó a su lado dejando una bandeja con alimentos en la mesa de noche.

—¿Cómo te sientes? —la preocupación en su tono de voz extrañó a Eris que lo consideraba un hueso duro de roer.

—Mejor. Gracias por no dejarme abandonada.

—Ver un despojo y una exterminación por primera vez no es algo agradable. Come. Tomare mi turno en el baño, le pedí a Xotzal que resolviera las dudas que tengas.

Sin darle tiempo a Eris de responder Yukami salió de la habitación y la dejo sola con sus pensamientos. Ella agarró la bandeja y comenzó a comer en silencio. El sonido de la puerta la hizo levantar la cabeza y al ver a Xotzal sonriéndole desde la misma su corazón empezó a acelerarse nuevamente y provocó que se ahogara con la comida. Él se sentó en la cama de al lado y ella pudo notar el agua parcialmente seca en su cabello y la humedad que este le producía en el cuello. Sus manos empezaron a temblar de nervios, por lo que bajó la mirada antes de que él notara su enrojecimiento.

—Se te ve mejor semblante. Imagine que el despojo te había impresionado. —Eris abrió la boca para contarle de los gritos y las imágenes, pero desecho la idea al pensar que tendría que contarle todo lo de su investigación y esa idea no le gustaba.

—Nunca había visto una cosa así. Me preocupa todos los que tendrán que verla hasta que su cuerpo se descomponga.

—Yukami le aviso a los limpiadores, ellos se encargan de que esas escenas sangrientas no puedan ser vistas por inocentes, no tienes que preocuparte. Además, el despojo no tiene alma, lo que hace que por alguna razón su cuerpo no se descomponga.

—¿Como saben que no tiene alma? Esta vivo. —Xotzal levantó la cabeza pensando la mejor respuesta para darle, lo que le dio a Eris la oportunidad de imaginar fugazmente lo que se sentiría darle un beso en el cuello.

—Los despojos nacieron de la ira de su divinidad Sato antes de marcharse al Etaliv, están hechos de carne, energía y mucha ira. Por años los daimones más antiguos intentaron salvar sus almas, pero pronto los jueces se dieron cuenta que no tenían, por eso no se descomponían. —Xotzal se rascó la cabeza con una sonrisa algo forzada. —la verdad es que no se mucho del tecnicismo, no es algo que pueda explicarte bien, quizás el maestro te dé una respuesta más convincente, o puedo investigar un poco para darte la respuesta que deseas. Lo lamento.

Eris le restó importancia, verlo esforzarse por ayudarla la enternecía. Ella le devolvió la sonrisa y lo tranquilizó con un gesto con la mano para que no se preocupara más.

—No te angusties, mejor dime ¿Cómo Yukami llamó a los limpiadores? Pensé que solo los maestros podían comunicarse con otros daimones.

—Todos pueden hacerlo desde el mundo secular. Tienes que entrenar esa habilidad después de todo. Estando en el Tivela es más complicado quedando solo para los jueces, los líderes, maestros y algunos daimones con grandes habilidades. Así nos comunicamos sin perder tanto tiempo.

—Entiendo. — Eris terminó la comida y puso el plato en la bandeja de regreso. —Gracias por cargarme cuando más lo necesité. —Xotzal se extrañó un poco y luego le sonrió — El maestro me dijo cuando llegué. que si un compañero se volvía un lastre debías abandonarlo, te agradezco que no lo hicieras.

—No le des muchas vueltas a ese asunto.

—¿Es verdad que las relaciones están prohibidas en los daimones? —. El silencio que acompaño esa pregunta preocupo a Eris —¿No podemos tener amigos? ¿ni siquiera a nuestros compañeros?

—La vida de un exterminador es difícil Eris. —La tristeza oculta en el tono de voz de Xotzal le arrugó el corazón a Eris.

—Es decir, ¿no puedo tener ningún tipo de unión con nadie? —El silencio de nuevo hizo que ella bajara la vista al piso, no podía creer que no la dejaran crear un vínculo con alguien especial para ella. —¿Cómo hacen los exterminadores que se enamoran?

Xotzal se levantó de la cama evitando la mirada de Eris, agarró la bandeja y agradeció que Yukami entrara a la habitación en ese preciso instante. Su semblante había cambiado de golpe a uno más triste. Sin responder la pregunta de Eris salió de la habitación. Al pasar por el lado de Yukami este lo vio extrañado y luego volteo a ver a Eris.

Sindecirle nada se dirigió a su cama y se alisto para dormir. A pesar de esperarlopor un largo rato Xotzal no volvió a la cama hasta bien entrada la noche. ¿Quélo había alterado tanto? ¿ella había dicho algo que lo hizo molestar? Laspreguntas empezaban a formularse en la mente de Eris que se volteo hacia lapared para poder llorar en silencio preocupada de haberlo ofendido con suspreguntas.


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