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Susurros Desde La Escuela



Es un día normal en la escuela para Kayle. Está junto a sus compañeros riendo como siempre, aunque esa vez parece no ser el mejor momento. Su maestra no ha estado pasando por su mejor momento últimamente, y al parecer, sus alumnos no lo tienen del todo claro. Suelen reírse sobre todo de su clase en particular. Mientras la maestra intentaba enseñar a sus alumnos a usar una nueva herramienta que permitía detectar cuando un demonio te poseía y sobre qué pensamientos estaba influyendo, una herramienta que llegó a este mundo para revolucionar la lucha contra los demonios, fue en esta clase donde Kayle reía sin parar, sobre todo por comentarios de sus compañeros haciéndose pasar por demonios y queriendo asustar a los demás compañeros e incluso a la misma maestra.

—¡Basta! ¡Ya estoy harta de esta falta de respeto! No puedo soportarlo más —dijo la maestra, con voz temblorosa y tratando de mantener la calma.

—¿Qué vas a hacer, maestra? ¿Invocar a un demonio para que nos asuste? —preguntó un Alumno, con tono burlón.

—No se trata de eso, pero parece que no entienden lo importante que es estudiar las energías demoníacas. En mi vida, nadie me quiso, y pensé que quizás aquí encontraría apoyo... —hizo una pausa, tomando aire—. He encontrado una pequeña luz de esperanza en este tema.

—¿Y esa luz es un demonio? Vamos, maestra, ¡los demonios son solo criaturas malas! No vale la pena entenderlos —comentó otro Alumno , con escepticismo.

—No, ¡no son solo criaturas malas! Depende de nosotros encontrar algo positivo en ellos. ¿Qué pasaría si un día tuvieran que enfrentarse a uno? ¿No les gustaría saber cómo manejar esa situación? —respondió la maestra, con seriedad.

—¿Y qué hay de esos pensamientos malignos que nos susurran? ¿Vamos a hacerles un favor? —preguntó una Alumna, con desdén.

—Precisamente. La herramienta que les enseñé es para ayudarles a reconocer esos susurros. No se trata de hacerles un favor, sino de protegerse y comprender que no todos los demonios son lo que parecen —explicó la maestra, mirando a los alumnos con seriedad.

—Tal vez deberíamos escucharla, chicos. Si hay algo que aprender de esto, podría ser importante —intervino Kayle, con tono sarcástico.

—¡Pero es solo un demonio! ¡No hay nada bueno en ellos! —exclamó el Alumno que primeramente había interrumpido.

—Justo ahí está el problema. Si no están dispuestos a aprender, seguirán siendo víctimas de esos pensamientos negativos. Por favor, piensen en lo que les estoy diciendo —dijo la maestra, mirando a Kayle, agradecida por su apoyo.

—No sé... suena un poco raro —dudó el mismo Alumno anterior, con incertidumbre.

—Les pido que lo consideren. Un poco de empatía puede cambiar su perspectiva. Tal vez, solo tal vez, los demonios tienen algo que enseñarnos —suspiró la maestra, pero con esperanza.

En ese momento, la profesora se dio cuenta de lo que provocó. Muchos alumnos la estaban grabando con sus celulares, y esas fueron sus últimas palabras como maestra. La expulsaron por intentar hablar bien de los demonios a sus alumnos. Más tarde se supo que la maestra había sido poseída, y se especuló que tal vez por eso estaba intentando dejar bien a los demonios.

El joven Kayle recordó este momento con sus amigos por bastante tiempo, como la maestra que se volvió loca producto de una posesión demoníaca, y que debió ser un demonio bastante débil y por eso solo se dedicó a usar palabras para intentar dejar bien a los demonios. Había muchos otros casos de posesiones que terminaban con decenas de muertos, lo que provocaba un silencio incómodo entre los jóvenes.

Pronto Kayle, cambia totalmente su expresión. Luego de pasar a comprar comida, llega a casa. Ve una foto en la entrada, en donde se le ve a él con su familia, y se le viene un recuerdo a la mente:


"Era hace unos años ya. Kayle era solo un niño y se encontraba de vacaciones con su familia. Junto a su padre estaban planeando hacerle una sorpresa a su madre, que no estaba pasando por su mejor momento. Tenía una depresión que la mantuvo encerrada en casa durante mucho tiempo, incluso sin ver la luz del sol. Ella insistía en no ver la luz del sol. Todo esto llevó a que se planeara un viaje al campo, donde la familia esperaba que la madre de Kayle pudiera encontrar un momento de calma y le ayudara a sentirse mejor. Engañaron a la madre, ya que ella insistía en no querer salir sin siquiera develar el motivo. Entonces, la durmieron con pastillas y se la llevaron al campo. Kayle estaba dentro de la cabaña ordenando las cosas, viendo a lo lejos cómo el padre intentaba despertar a la madre para darle la sorpresa, pero ella no despertaba, todo esto durante el día y con un sol intenso. El padre decidió cargarla a un hombro y llevarla hacia la cabaña, pero a mitad de camino ella despertó. La madre comenzó a gritar desesperadamente, diciendo con todas sus fuerzas: '¡No debieron sacarme, no debió darme la luz!' En esos momentos, la madre cambió radicalmente. Se veía como si fuera otra persona por dentro, reía a carcajadas murmurando a Kayle y a su hermana, buscándolos. En ese momento, ella vio a la hermana de Kayle, su hija, y al acercarse a ella, el padre se interpuso. La madre sonrió y dijo que todo estaba bien, que ya estaba curada, le pidió al padre que la abrazara. El padre, feliz, lo hizo, pensando que ya estaba recuperando a su esposa, pero no fue el caso. En el momento en que el padre se dio vuelta y cruzó miradas con Kayle, este pensó que hacía muchos años que no veía a su padre tan emocionado. Estaba realmente feliz por haber recuperado a su esposa, pero esto duraría poco. La esposa tomó una piedra del suelo y la asestó contra la cabeza del padre. Luego, se dirigió con claras intenciones hostiles hacia la hermana de Kayle. En ese momento, el padre se levantó y con sus últimas fuerzas abrazó a su esposa, diciendo que ella ya estaba curada, que por qué hacía todo eso, suplicando se detuviese. Fue entonces cuando el padre entendió que su esposa estaba endemoniada. Se tornó una lucha entre el padre y la esposa. Lamentablemente, ambos quedaron malheridos. La esposa pereció primero. Kayle se acercó a su padre moribundo, quien le dijo: 'Nunca debimos sacarla. Ella quiso protegernos hasta el final.' Kayle, abrumado por lo que había presenciado, vio a lo lejos a su hermana y se dirigió a ella para contenerla e intentar alejarla de allí, pero atestiguó cómo una sombra salió del cuerpo de su madre y entró en el cuerpo de su hermana. Kayle entendía lo que había sucedido; sus abuelos le habían contado historias al respecto. El demonio ahora estaba dentro de su hermana, pero se percató de que ella se encontraba bajo un pequeño arbusto y que no le daba la luz. Esperó a que se hiciese de noche y la llevó a casa. Al llegar, Kayle le comentó: 'Nunca verás la luz del día. Yo te voy a proteger.'"


Luego de recordar esto, Kayle entra corriendo a la última habitación de su casa. Había mucho desorden. Él no recordaba que antes hubiese estado todo así; su hermana no solía desordenar tanto. Entonces se preocupa, ya que su hermana no está por ninguna parte, y siente una presencia detrás de él. Entre las sombras surge una cara roja con tres cuernos y una túnica oscura que le ayudaba a ocultarse en la oscuridad. el joven se apresura y decide enfrentarlo, pero al momento de acercarse, se da cuenta de que era su hermana, quien se había puesto una máscara que encontró entre las cosas de sus padres. Ella quiso jugarle una broma a su hermano, cosa que a él no le gustó para nada, pero entendió que ella hacía mucho no salía de allí. Por ende, la consiente y se ríen juntos al respecto, comiendo lo que Kayle trajo, que no era mucho más que un par de frutas y un trozo de pan. En ese momento, recordó a su maestra, muy molesto. La recordaba con enojo. No entendía cómo alguien podía defender a los demonios, que habían matado a sus padres y que no dejaban vivir libremente a su hermana. Pero la hermana le recriminaba que no estuviese tan serio mientras ella estuviera. Él le hace caso y siguen riendo.

Por dentro, Kayle venía pensando hace tiempo en estudiar las energías demoníacas. Presentía que si lo hacía, podría encontrar la salvación para su hermana. Él solo podía salvarla, ya que veía en su día a día lo que hacían con la gente endemoniada: se la llevaban lejos y nunca volvían. Esperanzado por querer saber más, Kayle y un amigo planean entrar esa noche a la casa de su exmaestra. intentaba buscar pistas que le ayudasen a entender mejor a los demonios.

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