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Primera Luz


Kayle observó el libro por varios segundos. Al abrirlo y ver la primera página, en la cual había un dibujo personificado de un demonio, le vinieron malos recuerdos. Decidió que iba a leerlo en su casa con más calma. Esperó pacientemente el tiempo recomendado por Peny para salir de allí, no porque confiara en él, todo lo contrario, pero no había otra opción; no quería arriesgarse. Con el paso de las horas, se le sumó otra incertidumbre, ya que había faltado a clases y entendía que, en su situación, lo que menos debía hacer era llamar la atención.

Al salir de allí, no encontró compañía; la casa estaba totalmente abandonada. Por sus alrededores, tampoco había gente. Esto lo comprobó al mirar por una de las ventanas del frente de la casa. Un detalle no menor resonó en su cabeza: su bicicleta. Ese era un elemento que podría ser utilizado para que sospecharan de él, tal vez sin ningún motivo, pero las circunstancias en que se encontraba lo llevaron a estos pensamientos, que poco a poco fueron cambiando, tranquilizándose a sí mismo y recordando que debía preocuparse de su hermana Sary, a quien no debía abandonar.

Salió rápidamente de la casa y, por los alrededores, no había gente, ni tampoco estaba su bicicleta. Se preguntaba quién podría estar buscando a ese sujeto misterioso, Peny. Claramente, se le vino una sola idea a la cabeza: la policía. Entonces pensó en ir a visitarlos, ya que solía hacerlo junto a su amigo Fran, en quien comenzaba a ver un posible aliado en esta situación e, inclusive, por qué no, tal vez contarle toda la verdad a su amigo.

Se demoró más de lo normal en el camino a casa; el trayecto a pie lo cansó más de lo que pensaba, ya que acostumbraba a la bicicleta y sus pies parecían haberse acostumbrado a ese estilo de movilización. Al llegar a casa, se excusó con Sary del porqué había llegado antes del horario de sus clases, inventando una mala excusa respecto a que simplemente lo liberaron antes porque sí. Le preparó comida a su hermana, quien siempre le comentaba que el arroz que le hacía su hermano era su preferido, pero él siempre insistía en que no fuera caprichosa y debía comer de todos los alimentos, no solo los que más le gustaran. Pero ahora el hermano parecía más dócil, casi como buscando la propia aprobación de su hermana. Con una actitud incluso un poco forzada, comenzó a prepararle la comida favorita de Sary. Como nunca antes había preparado grandes cantidades, informó a su hermana que podría comer cuanto quisiera y que tendría incluso para muchos días este platillo que era su favorito.

Cuando Sary comenzó a comer sin detenerse, Kayle corrió hacia su habitación para abrir el libro. Sintiendo que allí podría encontrar respuestas, se aventuró a leer, sin importar qué recuerdos se pudiesen liberar en su mente; parecía decidido a leerlo. Luego de saltarse unas primeras páginas solo con dibujos de figuras demoníacas, se le presentó el primer capítulo de este misterioso libro.

"En este capítulo vamos a explicar a totalidad la naturaleza de los demonios y cómo estos pueden influir en el mundo de los humanos. Primero necesitamos entender cómo funciona la propia mente humana para poder diferenciar esos pensamientos que no surgen desde nuestra perspectiva, para poder diferenciar los pensamientos de los susurros. Susurros desde el más allá, representados por manifestaciones malignas con una naturaleza malévola. Eso es lo que todos conocen y es la verdad que la sociedad puede aceptar. El cómo poder llegar a aceptar que realmente existen susurros cuya influencia es positiva depende de los humanos demostrarlo. Así como también entender que la malignidad no es un elemento asociado a los demonios; la malignidad está incluso más presente en la humanidad misma. Qué triste sería pensar que se podría llegar a confiar más en un demonio que en un ser humano, pero hay casos en que esa es la realidad. Así como los demonios pueden manifestarse malignamente en humanos bondadosos, hay demonios buscando entregar positividad a las personas, pero si no había ya antes amor, empatía o algún sentimiento de esa índole en esas personas, es más difícil poder llegar a un resultado que permita a estas posesiones ayudar a los humanos. Ahí radica una gran diferencia entre humanos y demonios: los demonios no esconden su naturaleza, ya sea buena o mala, pero los humanos sí tienen esa capacidad; a medida que más lo entiendas, más te va a perturbar..."

Estas palabras, de ser ciertas, podrían indicar un gran giro en la sociedad, respecto a cómo los humanos se enfrentan a esos demonios que buscan el mal, y no solo a esos demonios, sino también a aquellos humanos que no desean el bien. En la mente de Kayle, parecían llegar pensamientos uno tras otro, pero el muchacho comenzó a desconfiar de sí mismo, ni siquiera cuestionando si sus propios pensamientos eran o no susurros demoníacos, sino pensando en lo equivocado que podría estar ya de por sí, cuestionando enseñanzas básicas que recibió en la escuela, discursos de odio irracionales contra los demonios, e inclusive dándole otra perspectiva a la situación familiar con Sary.

Los ojos se le iluminaron a Kayle; corrió hacia Sary para tomarla de ambos hombros y mirarla fijamente, como buscando las palabras exactas para hacerle entender a su hermana que estaba logrando una nueva visión de la vida, y por ende, también de ella. La abrazó fuertemente para gozar de unos minutos de silencio en los que pasaron ambos abrazados, siendo alumbrados solo por una pequeña luz que venía desde la cocina. Sintiendo que las palabras sobraban, sonrió y se largó, a lo que Sary le sonrió de vuelta como si supiera todo lo que su hermano pensaba. Sin antes esconder el libro en su habitación, se dirigió a la comisaría.

En el camino, pensativo y calculando cada palabra que debiese decir, anticipándose incluso a los acontecimientos venideros, Kayle llegó a la comisaría y vio a su amigo Fran hablando con su padre. Antes de que pudieran iniciar la conversación, Kayle interrumpió, afirmando que venía porque había sufrido el robo de su bicicleta, lo que le hizo perder el día; tal fue el suceso que no le permitió ir a la escuela. Estas palabras lograron cambiar el ambiente, ya que tanto Fran como su padre le miraban con sospecha. Su bicicleta había sido encontrada en un lugar junto a un hombre que se buscaba por estar poseído y por robar a la misma policía. Fran invitó a Kayle a una demostración por parte de la policía y ambos fueron testigos de un suceso que perturbaría a cualquiera.

Ingresaron a los pisos más bajos de la comisaría, aquellos que estaban restringidos, pero por alguna razón los jóvenes eran invitados. En una sociedad donde el odio hacia los demonios es tan abierto, esta invitación era para fortalecer esos vínculos negativos. Se estaba torturando a un sujeto que llevaba un brazalete detector de demonios, con la luz verde, lo que sorprendió a Fran, quien era su primera vez en este tipo de suceso. Kayle, sin embargo, estaba sorprendido por otra situación: el sujeto al que estaban torturando era Peny. Mientras le explicaban a los jóvenes que, mediante torturas, se había demostrado que era posible sacar los demonios desde dentro de las almas, lo que en muchos casos terminaba con la vida de las personas, pero también de los demonios (o eso creían), el padre de Fran interrumpió el suceso. Tomó a Kayle por la espalda e informó que un evento de extrema violencia se estaba llevando a cabo en la ciudad. Se hablaba de una niña poseída que estaba matando a inocentes, todo esto en la zona donde el joven vivía, este se temía lo peor.

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