Ver a Marc sentado de nuevo en el sofá era reconfortante, pero más lo era el pensar que esa noche habíamos dormido abrazados.

Con una sonrisa me dirigí a la cocina y me dispuse a preparar el desayuno mientras Marc se peleaba con sus calcetines, los cuales se habían colado bajo el sofá.

Esa noche me había costado dormir. No podía parar de darle vueltas a la aparición de mi hermana y, claro está, a todos los recuerdos de mi pasado.

En especial a los que tenía de mis padres.

Algo había cambiado cuando mi hermana cumplió los diez años y, por consiguiente, yo los seis. Hasta entonces yo había sido la "favorita", pero desde ese momento todo cambió. Y lo peor es que por mucho que busqué las razones, no las encontré.

Ya era tarde para preguntarles: se habían ido, habían desaparecido de mi vida.

* * *

Cuando Cloe se despertó aquella mañana bajó las escaleras y llegó al salón, donde sus padres y su hermana ya estaban desde hacía rato.

-¿Nos vamos? -preguntó al ver algunas maletas rodeándolos.

-La que se va -comenzó Mar-, soy yo.

-¿A dónde?

-A París, a pasar unos días con la abuela -aclaró su madre.

-¿Por qué ella y no yo? -preguntó Cloe.

Sus padres ni siquiera la miraron, se limitaron a abrazar a Mar y a darle ambos un beso en la cabeza al tiempo que un taxi aparcaba frente a la casa.

* * *

-Quiero buscar a mis padres -dije de pronto.

Marc levantó la cabeza y me miró con los ojos abiertos. No tardó ni medio minuto en levantarse del sofá y llegar hasta mí.

-¿Estás segura? -preguntó.

-No los veo desde que tenía doce años. Creo que ya es el momento de enfrentarme a mi pasado.

-¿Pero sabes dónde están o algo?

-No, pero los buscaré -dije encogiéndome de hombros.

-Estás loca -se rió Marc al tiempo que me ponía las manos en los hombros.

-¿Te vienes conmigo? -ofrecí.

-¿A buscar a tus padres? -repitió él bajando sus manos por mis brazos hasta llegar a mis manos.

-Bueno, solo si quieres, no tienes por qué dejarlo todo por mí.

-Sabes que siempre serás tú -dijo.

-No quiero obligarte a nada -contesté mientras acariciaba la palma de su mano con mis dedos.

-Contigo me iría al fin del mundo -continuó él mientras se acercaba un poco más a mí-. No me importa nada mientras estemos juntos.

-Hipotecarás tu vida por venirte conmigo -dije con la esperanza de no convencerlo. No quería perderlo, no tan pronto.

-Mi vida eres tú, pequeña -concluyó.

-FIN-

¿Qué os puedo decir?

Primero, gracias por haberle dado una oportunidad a esta novela, por haberos decidido a pasar tiempo aquí, por votar y comentar, por compartirla...

En especial quiero agradecerle todo su apoyo a   Esto no hubiera sido posible sin vosotras.

Espero que os haya gustado y haber podido cumplir con las expectativas.

Si ha sido así, espero que os animéis a compartirla.

Se os quiere muchísimo.

Con cariño, Diana H.