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Cap. 17- La primera batalla de una guerra

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Los gritos y aclamaciones de los espectadores inundaron el viejo coliseo geonosiano cuando la calesa con el prisionero salió a la arena. Anakin fue arrastrado a empujones hasta una de las columnas situadas en medio del recinto.

Obi-Wan, esposado en el pilar contiguo, observó la llegada de su padawan con una expresión a medio camino entre la resignación y la ironía.

―No sabía si habías recibido mi mensaje.

―Lo retransmití, tal como me lo pediste, maestro ―respondió Anakin, mientras un par de soldados geonosianos aseguraban sus cadenas en torno a la columna―. Después decidimos rescatarte.

―¿Decidimos? ―inquirió Obi-Wan, temiéndose lo peor.

―Seda y yo ―admitió Anakin entre dientes, esquivando la mirada del jedi.

―¡Por la fuerza, Anakin! ―Kenobi exhaló un suspiro hastiado―. ¿Dónde está ahora?

―Nos separaron al capturarnos ―contestó―. Creo que se la llevaron a una de las celdas inferiores.

―Perfecto, Anakin. Buen trabajó ―respondió Obi-Wan, irónico.

El chico rodó los ojos, pero no pudo decir nada más, pues en ese momento el Conde Dooku hizo acto de presencia en el palco principal del anfiteatro, acompañado del rey geonosiano, quien, en su primitivo lenguaje a base de gruñidos y chasquidos, anunció el inicio de las ejecuciones.

Las jaulas que rodeaban el recinto de arena comenzaron a levantarse, dejando a la vista una serie de bestias, a cada cual más temible: nexu (una especie de enorme cruce entre felino y roedor con dos pares de mandíbulas), acklay (horribles depredadores semejantes a arañas gigantes) e incluso un par de fornidos reek.

―Tengo un muy mal presentimiento ―murmuró Anakin, sin apartar los ojos de las mortales criaturas.

―Calma, concéntrate ―le indicó Obi-Wan, ya preparado para enfrentar a las bestias, que cada vez estaban más cerca.

―¿Y qué pasará con Seda? ―preguntó Anakin, alzando la voz para hacerse oír por encima del griterío de los espectadores.

―No podremos salvarla si estamos muertos ―respondió Kenobi, al tiempo que giraba sobre sí mismo, esquivando por los pelos las garras de un acklay y aprovechando la propia embestida de la criatura para romper su cadena.

Anakin no se quedó atrás, si algo se le daba bien era seguir su instinto para sobrevivir. Cuando uno de los enormes reek corrió hacia él, el padawan dio una voltereta en el aire, aterrizó encima de la bestia y, a toda velocidad, enrolló su cadena en torno al cuerno que le coronaba el hocico, para luego romperla con un movimiento seco.

Ahora, ambos jedi estaban libres, pero desarmados, en medio de un recinto cercado por millares de geonosianos, y rodeados de una decena de temibles bestias.

La lucha solo acababa de empezar.

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El fragor del espectáculo en la arena atravesaba los muros de las celdas y los hacía vibrar como si hubieran sido construidos en papel en lugar de piedra.

Desde su prisión en lo más profundo del viejo coliseo, Seda podía escuchar el clamor y abucheos de los geonosianos, los rugidos de las bestias y... ¿disparos?

Alzó la cabeza de golpe, extrañada. Un pelotón de droides de combate pasó de largo frente a su celda corriendo en dirección al exterior, pero un par de resplandores azulados se interpusieron en su camino. Seda solo alcanzó a oír unos pocos disparos antes de que el inconfundible estrépito del metal y los circuitos partidos por una espada láser pusiera fin al fugaz enfrentamiento.

―¿Aybara? ―Un muchacho se asomó entre los barrotes de la celda.

―¡Kai! ―Seda esbozó una expresión de auténtico júbilo.

―¡Sabía que eras tú! Te sentí en cuanto llegamos. ―El chico sonrió, al tiempo que rompía la cerradura con su sable de luz. Pasó al interior seguido de su maestra, Stass Allie.

―Milady, no se mueva, por favor ―pidió la jedi.

Seda obedeció, permitiendo que la maestra destruyese sus grilletes con la espada láser.

―Gracias. ―Se frotó las muñecas entumecidas―. ¿Y los demás?

―Están todos en la arena, vamos ―explicó Kailen. Luego echó a correr en la dirección mencionada, seguido por las dos mujeres―. Los separatistas han desplegado a todo su ejército, hay millares de droides.

Atravesaron un par de lóbregos corredores para terminar en uno de los palcos superiores. El estrépito de la batalla a sus pies y en las gradas que los rodeaban fue instantáneo. Seda analizó la situación con un rápido barrido visual. No había muchos jedi, tal vez unos cien o ciento cincuenta como mucho; la inferioridad numérica de los miembros de la República era evidente, de ochenta a uno aproximadamente; en el bando separatista no solo contaban con millones de droides, también disponían de cañones sónicos, tanques de asalto y una considerable flota de cazas estelares... Sin embargo, los jedi se las estaban arreglando para mantener la lucha bastante igualada por el momento.

―Toma, tengo entendido que sabes usarla. ―Stass Allie le ofreció a la joven una de sus espadas láser.

Seda la tomó con un gesto de agradecimiento.

―No me des las gracias. Hoy toda ayuda es poca ―respondió la maestra con un cabeceo. Acto seguido saltó a la arena, seguida de su padawan.

La chica tampoco quiso esperar, se lanzó al vacío y, en un aterrizaje perfecto, partió por la mitad dos droides de combate. Se puso en pie a toda velocidad, y continuó abriéndose paso entre los hojalata y los disparos láser. El tacto del arma entre los dedos la llenaba de una seguridad casi ilógica en medio del caos que la rodeaba; no obstante, esa batalla, en ese planeta arenoso, era lo más familiar que había experimentado en los últimos meses. Al fin y al cabo, así había sido su vida antes de que Anakin y Obi-Wan irrumpieran en ella.

Dio una voltereta en el aire para esquivar el ataque de un par de droides, rodó por el suelo y devolvió los disparos con el filo del sable. Aunque extrañaba el equilibrio de la electrovara, su arma favorita cuando era agente de Eclipse Blanco, debía reconocer que las espadas láser eran mucho más funcionales, y letales.

No llevaba ni un minuto en el ajetreo de la batalla cuando vio a Anakin correr hacia ella. El chico realizó un mortal a fin de esquivar varios ataques enemigos, antes de aterrizar a su espalda, para cubrirla.

―¿Estás bien? ―preguntó, sin dejar de desviar disparos con su sable láser―. ¿Te han hecho daño?

―Estoy bien ―respondió Seda―. Aunque no me he divertido tanto como vosotros ―añadió, lanzando una mirada de soslayo a la bestia que en ese instante caía bajo la espada de Obi-Wan.

―Entonces, ¿esta es la solución diplomática que te enseñó Padmé? ―inquirió el padawan, socarrón.

―No. ―Seda se agachó y descargó un certero tajo sobre las patas de un droide araña―. Son negociaciones agresivas ―agregó en el mismo tono burlón.

Anakin sonrió divertido al tiempo que usaba la fuerza para derribar a un pequeño grupo de droides.

Ambos continuaron luchando contra todo droide, geonosiano y separatista que salía al paso. No obstante, pese a sus esfuerzos y la innegable habilidad en combate de los jedi, la inferioridad numérica seguía siendo abrumadora, por lo que no transcurrió mucho tiempo hasta que los pocos supervivientes del bando republicano se vieron cercados en un círculo en medio de la arena.

Desde lo alto de uno de los palcos, el Conde Dooku ordenó un repentino alto al fuego.

―¡Maestro Windu!, vuestra entrega os honra. Algo digno de reconocimiento en los archivos de la Orden ―El líder separatista se dirigió al jedi de mayor rango entre los presentes―. Pero el combate ha terminado ―señaló, paseando la mirada por las decenas de cuerpos esparcidos por el recinto. Tenía razón, y lo sabía, los jedi no sobrevivirían mucho más a la acometida de su ejército.

Seda todavía tenía a Anakin a su lado (a lo largo de toda la contienda apenas se había separado de ella), Obi-Wan estaba a su espalda, aprovechando el breve respiro para tomar el pulso de un compañero caído; también localizó a Kai, quien, con una expresión destrozada y los dedos blancos en torno a la empuñadura de su sable, protegía el cuerpo sin vida de su maestra... Eran pocos los que quedaban en pie, menos de la mitad de los que habían llegado.

―Rendíos ―Dooku retomó la palabra―, y os perdonaremos la vida a todos.

Seda sintió los ojos del separatista clavados en su nuca.

―No nos convertiremos en rehenes para un intercambio, Dooku ―Mace Windu no dejó lugar a réplicas. No podía permitir que la mayor fuerza de defensa de la República se doblegase ante las exigencias de los separatistas.

―Entonces, lo lamento, viejo amigo.

Ante la orden del Conde, los droides retomaron la posición de combate, listos para dar inicio al fuego y terminar con la veintena de jedi supervivientes. No obstante, en ese instante, un fuerte zumbido procedente del cielo acaparó todas las miradas.

Cientos de naves de combate con el sello de la República se acercaron a toda velocidad al punto focal de la batalla. El mismísimo maestro Yoda comandaba una de ellas.

No tardaron en formar un perímetro alrededor de los supervivientes, permitiendo que estos subieran a bordo, al tiempo que decenas de soldados clon se apeaban de las mismas para continuar con la batalla.

En pocos minutos el conflicto se dividió en varios flancos; en el aire, en otros puntos de Geonosis, en la arena y en el desierto circundante. La llegada de los clones dirigidos por Yoda anuló la abismal diferencia numérica previa. Con fuerzas renovadas, los jedi se repartieron en distintos batallones clon y, pronto, la contienda comenzó a inclinarse a favor de la República.

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―¡Allí, mirad! ―Desde el puente de la pequeña nave que ocupaban, Obi-Wan señaló un speeder que trataba de huir de la batalla.

―¡Es Dooku, derríbelo! ―le ordenó Anakin al oficial clon que pilotaba su nave.

―No nos quedan misiles, señor.

―De acuerdo, sígalo ―decidió el padawan.

Seda entrecerró los ojos. Entre el humo de los cañones y la arena del desierto le resultaba complicado distinguir el pequeño speeder del separatista.

―Necesitaremos ayuda ―señaló. En esa nave solo iban ellos tres y una decena de soldados clon. Dooku era demasiado poderoso; además, no podían descartar que le aguardasen más refuerzos en donde quiera que se detuviese.

―No tenemos tiempo ―respondió Obi-Wan―. Anakin y yo nos encargaremos de él.

En ese momento, un par de naves enemigas los dispararon por detrás, provocando que la chica y otros cinco soldados se precipitasen al vacío desde el puente.

―¡Seda! ―Anakin corrió al borde, justo a tiempo de verla caer sobre una duna cercana y rodar varios metros, aparentemente inconsciente―. ¡Aterrice! ―Se apresuró a ordenar.

―No, Anakin. ―Obi-Wan disimuló una evidente mueca de preocupación―. No dejes que tus sentimientos interfieran en la misión, tenemos que acabar con Dooku. ¡Siga ese speeder! ―Se volvió hacia el piloto, anulando la orden de su padawan.

―¡Aterrice la nave! ―insistió el chico, ignorando a su maestro.

―¡Yo solo no puedo con Dooku! ―lo interrumpió Kenobi―. ¡Te necesito!, deteniéndolo podemos acabar ya con esta guerra. ¡Es nuestra misión!

―Me da igual, ¡aterrice la nave!

―¡Te expulsarán de la Orden, jamás serás un jedi!

―¡No puedo abandonarla!

―¡Por favor, entra en razón! Ella está bien ―insistió Kenobi, desesperado. Anakin era muy inteligente, gozaba de talento exagerado para la batalla y un poder increíble para su edad. Sin embargo, se dejaba llevar demasiado por sus emociones. Por supuesto que a él también le importaban sus soldados, y Seda, sobre todo... Pero no podía permitir que sus afectos obstaculizasen una causa mayor. Eran jedi y tenían una misión que cumplir. Ese era su deber―. Si de verdad quieres ayudarla, detengamos a Dooku. Él es la amenaza, para Seda, y para todos.

El chico guardó silencio un instante antes de asentir. Obi-Wan tenía razón.

La nave los dejó a ambos en un pequeño hangar camuflado en el interior de una montaña, donde Dooku acababa de apearse. El líder separatista se encontraba ya dentro, a punto de subir a su propia lanzadera para huir de Geonosis, sin embargo, se detuvo al sentir la llegada del padawan y su maestro.

―Pagarás por todos los jedi que has matado hoy, Dooku ―lo amenazó Anakin.

―Ataquemos juntos ―le indicó Obi-Wan a su aprendiz.

―¡No, yo ataco ya! ―El joven se lanzó contra el lord sith.

―¡No, Anakin, no! ―Kenobi no pudo detener a su padawan.

Dooku le lanzó una potente descarga de rayos, un extraño poder de los usuarios del lado oscuro de la fuerza. Anakin impactó contra la pared opuesta y cayó al suelo, seminconsciente. Kenobi se quedó solo frente al sith, que comenzó a caminar en círculos, manteniendo la distancia, pero preparado para atacar.

―Como ves, mis poderes son superiores a los vuestros ―señaló Dooku―. Bien, Obi-Wan, ríndete ―Sin dejar lugar a una posible respuesta, lanzó otra descarga. Pero esta vez su contrincante fue capaz de contenerla usando la hoja de su sable de luz.

―Yo creo que no ―Kenobi sonrió.

Dooku activó su espada láser, de filo rojizo como la sangre, y el duelo dio comienzo. Tras varios intercambios, choques y fintas, el lord sith logró herir de gravedad a su rival tanto en el brazo como en la pierna. Obi-Wan cayó al suelo, desarmado e indefenso, pero un filo azul se interpuso entre él y la espada bermeja de Dooku, justo a tiempo de evitar que esta lo atravesase en un lance letal.

Kenobi alzó el rostro; Anakin le devolvió una mirada decidida y, acto seguido, se enzarzó en un nuevo duelo con el líder separatista. Durante varios minutos el padawan demostró su talento y valía, manteniéndose a la altura del experimentado Conde Dooku, no obstante, el lord sith venció de nuevo, rebanándole el brazo derecho al joven.

Anakin sintió un dolor atroz al tiempo que la extremidad se desprendía de su cuerpo. De nuevo se vio precipitado hacia atrás, cayendo contra el cuerpo de su maltrecho maestro.

La llegada repentina de Yoda salvó la vida de los dos jedi. El maestro más veterano del Templo fue el tercero en batirse con el separatista, y el primero en no caer ante él. Sin embargo, cuando Dooku utilizó la fuerza para lanzar una enorme viga sobre los heridos Anakin y Obi-Wan, Yoda se vio obligado a emplear su propio poder para rescatarlos, ventaja que el lord sith aprovechó para subir a su nave escapar.

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La caída desde la nave apenas le había provocado una leve contusión. En cuanto fue capaz de ponerse en pie, Seda movilizó al escuadrón de clones más cercano para que la siguiera hasta el hangar donde Anakin y Obi-Wan se estarían batiendo contra Dooku. Sin embargo, llegaron demasiado tarde. La nave del Conde pasó volando sobre sus cabezas, a salvo de su artillería. De nada sirvieron los disparos desesperados de los soldados. La lanzadera era resistente y veloz; no tardó en abandonar la órbita de Geonosis y perderse en el hiperespacio.

Aun así, la joven lo escuchó una última vez; la voz del lord Sith, alta y clara en su mente, exhortándola a aferrarse a su propia oscuridad...

Sacudió la cabeza y corrió al interior de la plataforma. Yoda ya estaba ahí, al igual que Obi-Wan y su padawan.

―¡Ani! ―Seda contuvo una expresión de horror al percatarse del estado del chico. La espada láser enemiga le había rebanado el brazo derecho a la altura del codo―. Por la fuerza. ―Se mordió el labio, reprimiendo la pena y la rabia, y se apresuró a estrechar al padawan entre sus brazos.

Él le devolvió el abrazo.

―Lo siento mucho ―susurró Seda, todavía con la cabeza apoyada en el hombro del chico.

―Tranquila, estoy bien. ―Anakin le acarició la nuca con la mano sana. En su tono, ligeramente ahogado, se apreciaba el inconcebible dolor físico, pero también el alivio de verla a ella sana y salva―. Estamos bien ―añadió, sin dejar de abrazarla.



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Hello everyone ^_^

Tenía ganas de publicar este capítulo, cargadito de acción. Espero que os haya gustado, cualquier cosa que queráis comentar, esta pseudo escritora será feliz de leerla, en serio, amo leer vuestros comentarios, me animan un montón a seguir escribiendo :) que por cierto he visto que proliferan las fan del senobi jajaja

Ay, estoy muy feliz también porque esta historia ha quedado ganadora de la categoría fanfic de los MultiAwards, en serio, no sabéis qué ilusión me hizo, sobre todo porque algunas de las competidoras eran muuuy buenas (si os gusta The Walking Dead pasaros por Dark Paradise de Lucy_BF y veréis qué calidad). Y en fin, porque no somos muchos fans de Star Wars en wattpad, así que tampoco esperaba que esta historia le llamara la atención a los jueces xD. Así que gracias a todos por el apoyo ^_^

Muchos besitos y nos vemos en el siguiente. Me voy a pasar a los jueves para subir definitivamente, que los viernes tengo todo el día ocupado. Así que, hasta el jueves ;)

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