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Cambios

Pocas cosas habían cambiado en Sunagakure, bueno, la ciudad había sido reconstruida después del ataque y, también, tuvieron que solucionar el tema de pérdidas de shinobis asesinados por los Akatsukis.

Sin embargo, obviando esos pequeños puntos, todo seguía exactamente igual. Seguía siendo una villa poderosa, donde sus habitantes solían ser personas toscas y curtidas, además de despiadadas; cuando naces en un lugar tan inhóspito como el desierto tu carácter se ve afectado. O al menos eso pensaba Shishio, mientras esperaba a su nuevo compañero en una de las torres de vigilancia, iba con su máscara, de un demonio azul, puesta.

Bueno, realmente sí que habían cambiado varías cosas más, una de ellas es que lo habían nombrado capitán del escuadrón ANBU, sus padres habían estado tan orgullosos de él; y bueno, el ninja de ojos jade tampoco se quejaba. Además, uno de sus nuevos cometidos era tener en supervisión a los nuevos miembros que entraban en esta élite. Y ahí es donde residía la segunda novedad en su vida...

—Perdona el retraso Shishio-san —Le saludó una voz alegremente. Una voz que le era muy familiar. El ANBU suspiró con pesadez, daba igual cuantas veces se lo remarcará... siempre lo llamaba por su nombre. Al girarse vio que tampoco llevaba su máscara, respiró profundamente para no perder los nervios ante el despiste de su joven amiga. Exactamente igual que el día que se entero que Gaara-sama había decidido introducirla en el escuadrón.

—Cuantas veces debo decirte que no me llames por mi nombre cuando estemos de patrulla. Además, Aoi, te he repetido miles de veces que siempre debes llevar la cara tapada —Dejó caer su mano sobre la cabeza de la joven de ojos pardos, esta enrojeció y se puso corriendo su mascará de color amarillenta.

—Lo siento, no volverá a suceder —Shishio suspiró y le revolvió el pelo.

«Sí que volverá» Pensó resignado. Para volver a poner su vista al frente, hoy era el día en que el clan Kaimatachi vendría a hacer negociosos en Suna, debían estar pendientes como las tres veces anterior. Las relaciones comerciales comenzaron al poco tiempo del rescate de Aisha, y esta era la cuarta vez, ya que solían venir cada dos semanas o tres semanas.

—¿Crees que vendrá esta vez? —preguntó la joven de cabellos castaños. Shishio se encogió de hombros. Ninguna de las veces anteriores había asistido, y por ese mismo motivo Gaara les pedía que fueran ellos lo que vigilaran, habían pasado ya tres meses y el Kage dio la orden de avisarle nada más que la viéramos.

—Nosotros debemos estar pendientes y cumplir nuestras órdenes. —La kunoichi suspiró cruzándose de brazos. Y el ANBU de cabellos azabache la miró. Todavía recuerda el día que Aoi descubrió que era ANBU, estuvo una semana sin hablarle, es más, prácticamente lo ignoraba. Le costó dos sesiones de entrenamiento y una cena que le perdonara. Una pequeña sonrisa se le dibujo en los labios. Seguía siendo la misma, aunque pareciera más adulta.

—Oye Shi... digo Capitán. ¿Vamos después a cenar algo? —cuestionó Aoi algo nerviosa, enlazando sus manos para calmarse un poco o para que no se le notará.

—Debo realizar el informe de hoy para el Kazekage, no sé si podre —comentó pensativo. La kunoichi se sintió defraudada y algo enfadada.

—Pero para tus otras "amigas" si que tienes tiempo —murmuró con molestia, haciendo un berrinche.

—Ao... Suchīmu*, no es el momento, estamos de misión. —Le recordó Shishio con autoridad por el comentario de su compañera, ella lo ignoró. «Ya empezamos» Pensó con pesadumbre—. Además, ya no hay otra. —La joven se giro sobre sus talones sorprendida, ella le había visto saliendo con otra chica, incluso la beso, todavía deseaba golpearlo por ello—. Ella quiso que yo dejara de ser tu amigo, y yo le deje muy claro que eso no podía ser, así que... —No pudo continuar ya que Aoi le abrazó, con fuerza, a lo mejor demasiada fuerza.

—Suchῑmu, me aplastas —le comentó con esfuerzo. La kunoichi se separó y se disculpo—. Bueno, ya empieza a amanecer, así que, compórtate como un ANBU

—¡Sí! —Aoi se puso recta y se centro en su cometido. Aunque realmente solo pudiera pensar en lo feliz que era de estar al lado de su amigo.

Mientras que los primeros rayos de sol nacían de las dunas dejando ver cómo, casi una treintena de personas surgían de estas.

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Por otra parte, para Kankurō no había cambiado demasiado su dinámica, él seguía lidiando con su joven aprendiz que seguía haciéndole mejoras a su marioneta. Últimamente apenas quería salir de ahí, y eso le frustraba, se le asigno un nuevo equipo, ya que sus compañeros habían alcanzado el nivel de chūnin y él no valoraba esa oportunidad.

—¿Shinkiro, no deberías estar entrenando con tu nuevo equipo? —preguntó con resignación el mayor. El ninja de ojos verdes pino ni siquiera le miró, siguió con su labor.

—Sí y lo siento, pero debo terminar a Gekido, estoy trabajando en una nueva arma. —Kankurō suspiró. Había tenido que negociar con su hermano que entrara en un nuevo equipo.

—Puedes hacer eso en tus ratos libres. Si sigues sin ir con tu equipo, no te dejaré mi taller más —Shinkiro se quedó un rato en silencio con la vista perdida en su marioneta. Kankurō pensaba en que había sido muy duro con él, mas no podía dejar que se aislará.

—¡Terminé! —comentó con alegría el joven de cabellos negros. Y entonces fijo su vista en el mayor —Kankurō-danna, ¿me podría repetir lo último que me dijo?, lo siento pero no le preste atención —preguntó con arrepentimiento, que era el sentimiento que más le caracterizaba. El mayor se llevó una mano a la cara, la verdad es que le sacaban de quicio lo críos.

¡Que vayas a entrenar con tu equipo! —Le ordenó. Shinkiro de un saltó guardo sus cosas y se marcho. No le motivaba en demasía tener un nuevo equipo, y el problema no era Satoru, con quién compartía su misma afición, sino Irei que era bastante estricta.

—Shinkiro, al fin apareces. El sensei se fue a buscarte —Le reñía la kunoichi, de ojos y cabello negros.

—Lo lamento mucho Irei, pero estaba trabajando en...

—¿Has hecho alguna mejora a tus marionetas? —Le preguntó interrumpiéndole, un joven de ojos color miel y pelo castaño. El ninja asintió con humildad.

—¡Qué bien!, Yo también he trabajado en algo nuevo, —comentó sacando sus marionetas—. Vamos a entrenar...

—¡No, Satoru! Vamos a esperar a Ryu- sensei.

—Pero, Ire-chan. Yo quiero ver la nueva técnica de Shinki... —Le suplicaba el ninja.

—No, siempre hacéis lo mismo —sentenció la kunoichi molesta. Siempre le tocaba aguantar las conversaciones de marionetas que le aburrirán. Ojala volviera su antigua compañera de equipo, extrañaba tener a otra chica en este.

—Lo siento Satoru, pero si quieres luego te enseño las mejoras que hice. —El ninja de ojos miel asintió y le sonrió con picardía. Ellos dos se pusieron a comentar sobre herramientas y piezas de sus armas, a la vez que Irei deseaba que su maestro no tardase demasiado en aparecer.

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Sin embargo, la vida de Gaara parecía no haber cambiado ni un ápice, aunque ya no fuera el portador del Shukaku. El seguía siendo el Kazekage, se tomaba su trabajo con mucha responsabilidad y esmero, además de que ahora toda la aldea lo respetaba; es más, incluso tenía chicas que lo atosigaban, algo que le incomodaba. Él no estaba acostumbrado a recibir tanta atención y deseaba que volviera a ser así.

Además, hacía poco que había recibido noticias su amigo Naruto, el cual había estado buscando a Sasuke y al parecer mantuvieron una pelea al el querer que regresará a Konoha. Gaara veía esa misión como imposible, el Uchiha ya había decido su destino, mas Naruto jamás se daría por vencido; y el Kage sabía que nadie más que él podría lograr que regresará. Sabía de sobra que el Uzumaki no se abatía con facilidad, y menos aun que se rindiera. Y eso era lo que más le gustaba de su amigo, que siempre sabía cómo sobre ponerse.

No obstante, él ahora mismo se encontraba en una tesitura parecida. Es verdad, que en su caso sabía que su amiga estaba bien, no obstante, hacia meses que no tenía noticias de ella. Había intentado mantener el contacto en varias ocasiones a través de un halcón, o entregando escritos a los de su clan, sin embargo, nunca obtenía respuesta, y eso le frustraba.

A veces pensaba que ella ya no quería saber más sobre él, mas desechaba esa idea, Aisha le perdonó, y se lo dijo, debía haber otro motivo. Hoy volvían a entrar en la aldea. La verdad es que recuperar el comercio con el clan había sido un gran desahogo para su villa. Ya que Suna se enriquecía de los productos que traían los Kaimatachi, al igual que a nivel económico habían mejorado los beneficios, puesto que ellos se reabastecían en la villa.

El ninja de orbes aguamarina cerró los parpados para analizar toda la situación. Kankurō y Temari le solían preguntar si estaba bien o que no se deprimiera que había más chicas. Sin embargo, él no podía evitar extrañarla, y eso que durante toda su estancia en Suna su único objetivo era asesinarlo. Pero ella había sido su primera amiga, y el volver a recuperarla le había provocado sentimientos confusos. Lo único que tenía claro es que era una persona importante para él.

Varios golpes en la puerta le sacaron de su divagación, y sintió como el corazón le daba un vuelco. ¿Sería ella?, la desilusión de ver entrar a Ittetsu le hizo volver a la realidad. Él era un ninja cabello castaño y ojos negros, además llevaba su protector como un pañuelo azul.

—Kazekage-sama, aquí tiene el informe de la misión realizada. —Entregándole el documento, Gaara lo ojeo unos instantes.

—Gracias Ittetsu, buen trabajo —Le agradeció sin que su voz variara el tono. Él joven sonrió satisfecho, puesto que admiraba en demasía al Kage.

—Ah, casi se me olvidaba. —Comenzó a buscar algo entre sus bolsillo—. Una persona del Clan Kaimatachi me dio esto para usted. Me lo entregó esta mañana, siento la molestia. —Le dejo un pequeño sobre en la mesa y se marchó.

Gaara miró el mensaje y lo abrió sin esperar un segundo. No entendía porque estaba tan ansioso. Sacó la nota y tragando saliva la desdobló.

«Te esperó a las 3 p.m., dónde me hiciste la promesa»

La carta no decía nada más, sin embargo el Kage de cabellos rojizos sabía que era de su amiga. Lo que no entendía es ¿por qué no había venido ella misma a entregarla?

No obstante, lo más importante es que quedaban menos de diez minutos para que fuera la hora estimada. Debía darse prisa, se quitó su túnica y salía del despacho procurando que nadie le viera, sobre todo sus hermanos, o le harían un interrogatorio.

Sabía perfectamente dónde era el lugar, ya que se encontraba en una zona rocosa cercano al parque donde solía jugar. Para su mala suerte, la calle estaba atestada de personas, tanto de la villa como del clan de su amiga. Lo único que se le ocurrió fue avanzar por los tejados con rapidez. No podía llegar tarde.

Cuando se presentó en el lugar, buscó a su amiga con preocupación, pero sin suerte para encontrarla. Al parecer ya se había marchado. Una ola de sentimientos se apoderaron de él, de los cuales había algunos que no podía descifrarlos, los que si conocían era la decepción y la molestia. Juraba que iba a darle a Ittetsu una misión de rango de D, para que la próxima vez entregase las notas más puntuales.

—¡Gaara! —Escuchó su nombre y se giró para ver a su amiga allí, vestida como cuando era pequeña, con una túnica color arena y un pañuelo, de un marrón más oscuro. Llevaba la cara tapada, provocando que se solo se vieran sus ojos violetas—. Pensé que ya no vendrías. —Le explicó acercándose a él, Gaara se sonrojo un poco.

—Recibí tu nota tarde.

—Comprendo. Bueno estas aquí —Señaló la joven, quitándose el velo, no sin antes observar si había alguien cerca, dejando a la vista su rostro junto con su cicatriz—. No me puedo quedar mucho rato, seguramente Shandi me estará buscando, pero ¿qué tal todo? —Le preguntó con una gran sonrisa en los labios. Gaara apenas podía articular palabras, estaba demasiado sorprendido de verla allí. Ella se sentó apoyando su espalda en una de las enormes piedras y el Kage le imitó.

—Bien —Consiguió decir al fin—. ¿Por qué te busca Shandi? —Le cuestionó algo desconcertado. La chica se rasco un poco la cabeza y le miró con vergüenza.

—Pues... porque me escape. —Gaara frunció el ceño—. Pero solo fue durante unas pocas de horas. No me dejaban hablar con vosotros si venía a Suna. Así que... me escape. —El Kage no podía creer lo que acaba de oír. Ahora entendía porque sus notas no habían tenido respuesta—. Bueno realmente, —balbuceo con nerviosismo—, a quien no me permiten ver es a ti. —Gaara se quedó en silencio.

—Comprendo.

—Yo ya les dije que no eras como antes, pero Âkil no se fía. Y ahora me tratan como si fuera un niña indefensa —comentó bastante molesta—. Así que me escape. —Gaara negó con la cabeza, con una pequeña sonrisa en los labios—. ¡Ah, te traje un regalo! —exclamó entregándole una pequeña cajita. El Kage se sorprendió—. Aunque no debería dártelos, ya que me debes una invitación a gyonzas —murmuró. El shinobi lo abrió viendo los dulces que alguna vez su amiga le había traído.

—Gracias, pero no tenías que hacerlo.

—No pasa nada, traje para todos, aunque las tuyas son las que mejor quedaron. Todavía tengo que darles las suyas a Chiyo-sama, aunque me da algo de miedo, porque me vaya a regañar —comentó alegremente. La expresión de Gaara cambió, ella no lo sabía. Trago con fuerza, mientras la kunoichi seguía hablando sobre su anciana maestra.

—Aisha, Chiyo-sama. —Hizo una breve pausa, para elegir las palabras correctas—. Falleció hace meses. —Ella rió ante la noticia.

—Chiyo-sama te ha dicho que me gastes esa broma. Siempre está igual.

—No es una broma. —La sonrisa se borró del rostro de la joven de cabellos blanquecino, y no era capaz de articular ninguna frase.

—Pero... no... —murmuraba con horror. Algunas lágrimas rodaron por sus mejillas. El Kage de Suna no sabía cómo reaccionar o que decir, lo único que alcanzó a hacer fue agarrarle una de las manos. Aisha le miró, con los ojos llorosos y apagados.

—¿Cómo murió? —preguntó con un hilo de voz. Gaara tragó saliva, no se le daban bien gestionar esas situaciones.

—Ella, dio su vida para... revivirme. —La Kaimatachi se mordió el labio para controlar sus emociones, agachando la mirada. No le gustaba que la vieran llorar. La joven no tenía ni idea de que el ninja de ojos turquesas hubiera fallecido. Le temblaba todo el cuerpo, para contener el llanto.

—Ai... ¿te encuentras bien? —Le sujeto por el hombre con su otra mano. Estaba preocupado por ella. La joven asintió con la cabeza gacha, mientras se culpaba por todo.

—Lo siento —murmuró con desazón, aguantando sus emociones. Al final, Gaara no supo cómo,  pero la abrazó; aunque más bien la agarró y apretó contra su pecho, como si de robot se tratará. La joven comenzó a llorar.

Al menos continuaron así unos instantes más, sin decir nada. No fue hasta que Aisha se calmó, que reparó en la posición en la que se encontraban. Por una parte, se sentía cómoda y reconfortada, mas comenzó a sentirse algo avergonzada, por todo lo sucedido, y con la necesidad de separarse.

Gaara al notar como su amiga se reincorporaba aflojó su abrazó, para encontrarse cara a cara con ella. Sus ojos se conectaron, provocando que los dos se ruborizaran, quedando sus rostros a pocos centímetros.

—Ejem, ejem. Al fin te encuentro. —La voz de Shandi sonaba bastante enojada. En ese momento, los dos jóvenes se separaron con rapidez, para encontrarse a la Aka con los brazos cruzados y una mirada de pocos amigos—. Sabes que cuando Âkil se entere, vas a estar castigada, ¿verdad?

—Pero...

Entonces la joven le interrumpió hablando en otro idioma, uno desconocido para Gaara, aunque por el tono de la conversación se denotaba su enfado. Aisha le respondió en el mismo idioma, parecía que pretendía explicar la situación, o al menos así lo interpretaba el shinobi. Aunque sus intentos no conseguían que la mujer de ojos rojos relajará su tono o su postura.

—Ihs calminar * —pronunció con autoridad, dándose la vuelta. Aisha suspiró con pesadez, entonces dirigió su vista hacia el pelirrojo.

—Debo marcharme ya. —Le comentó, Gaara sintió tristeza el ver como su amiga volvía a marcharse. La joven le entregó otra de las cajas de dulces—. Ya que Chiyo-sama dio su vida para salvarte, lo mejor será que te quedes tú con esto también —concluyó. Entonces, Shandi volvió a llamarla.

—Iaj ciu* —respondió levantándose y sacudiéndose—. Hasta la próxima. —Se despidió del Kage, quién se entristeció al verla partir de nuevo. Sin saber cuándo volvería, y más sabiendo que se lo tenían prohibido.

Continuará...

Holis!!!!!!!!!!!, qué tal estáis? como ya dije, aquí subo la segunda temporada de mi fic. Bueno espero que os haya gustado como hemos comenzado. Y como siempre espero vuestras críticas, opiniones o tomatazos, todo vale.

Pero que decir, que comienzo este libro con muchísima ilusión. Un beso a todos.

Glosario:

Suchīmu : Significa vapor, y es el nombre con el que se le denomina a Aoi cuando es ANBU.

Ihs Calminar: Nos vamos

Iaj Ciu: Ya voy.

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