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🖤64🖤


Vania aterrizó del otro lado sobre las  puntas de sus pies, dejó que sus piernas se flexionaran para absorber el impacto hasta que su mano derecha adelantada hacia abajo toco el suelo y volvió a erguirse para salir corriendo todo lo rápido que sus piernas le permitieron.


Había aprendido a hacer Parkour luego de que su madre le hubiera comentado un día de pasada que su padre era bueno en eso. Habían estado viendo a unos chicos haciéndolo en Plaza Roja, Vania no recordaba que estaba haciendo allí, probablemente solo tomando un paseo, a su madre le gustaban los paseos y salir de compras, Vania siempre la acompañaba.


Se había acostumbrado a que su madre tuviera una ligera obsesión con eso de mantenerlo bajo su radar. Svetlana Voronin, era una madre sobreprotectora y dedicada a su único hijo.  Su madre lo llevaba de la mano por entonces como si temiera que en algún momento soltara acorrer y se alejara de ella. Vanian nunca habría hecho eso, pero tampoco se quejó, o manifestó alguna muestra de que le molestara ir de la mano de su madre.


Simplemente estaba acostumbrado a ello,  ni siquiera le sorprendió que aún le sujetara la mano cuando señaló al grupo de adolescente que se lucía dando volteretas y saltando. “Tu padre hacía 3 de esas vueltas seguidas”, le dijo señalando a uno de los chicos.


Vania tenía como 10 años por entonces y había insistido tanto  a su madre que Lana  lo había llevado a un gimnasio para que aprendiera, un gimnasio preparado, con instructor cualificado, donde había un equipo medico de emergencias a disposición y  donde todo era malditamente acolchado.


Nada tenía que ver con hacerlo en la vida real.


Vania observó sus palmas. Se veían rojas y raspadas.
Siguió corriendo hasta que consideró que estaba lo suficientemente lejos para que no lo detuvieran. Max había sonado lo suficientemente  alterado para que Vania por primera vez en su vida desobedeciera a su madre. Svetlana no solía negarle muchas cosas a su hijo, pero si lo hacía, Vania solía aceptar que era por una buena causa.


En esos momentos Vania pensaba que ir por Max era una buena causa.  Max le había dicho que lo necesitaba y que no podía llamar a nadie más,  necesitaba que “su príncipe lo rescatara" a Vania no le gustaba que lo llamara príncipe. Le había  quedado el mote luego de que el pequeño oyera a Eric llamándolo principito. Max no parecía entender que no era un buen mote,  que su padre se lo había dicho  casi como una burla refiriéndose a que era “demasiado mimado" pero a Max le encantó,  él  no podía ignorar la llamada de Max. Vamos.


El platinado  no era un erudito para el idioma pero habia entendido lo suficiente para que el pequeño le enviara su ubicación. La parte mala, era que la casa de su padre quedaba en uno de esos sitios donde solo había  manera  de entrar por tu propio coche. Vania tuvo que andar bastante hasta dar con un sitio residencial donde tomó un autobús al centro. Podía sentir su pulso acelerado por el nerviosismo, su corazón golpeaba en sus costillas, se había puesto una capucha para ocultar su llamativo cabello y había  fingido que oía música para no responder a nadie que se le cruzara. Cuando su teléfono marcó que estaba cerca del lugar del destino tocó el timbre para bajar. No fue sino dos paradas luego que el conductor por fin se decidió a hacerle caso. Vaina se hubiera quejado. Si solo supiera como hacerlo. Cuando por fin estuvo de nuevo en tierra firme volvió a Googlear la ubicación, no estaba demasiado lejos.


Bien, eso no había sido tan difícil. Vania siguió la flecha verde en su móvil hasta que terminó en un calle lateral de lo que parecía una escuela separada por un pequeño parque con viejos juegos oxidados y una cancha de béisbol deslucida.


Vania sacó su móvil y marcó.


—¿Príncipe? —La voz de maxi se oía temblorosa después de sorber por la nariz.


—Aquí. —Dijo sintiendo algo removerse en su estómago.  Vania no sabía explicarlo, había soportado al pequeño niño llorón los primeros días por orden de su padre. Luego de que lo descubrieran no le había quedado más remedio que obedecer. Vania era un niño obediente y Eric le había ordenado que fuera amable con el pequeño entrometido.


Al principio admitía que no le agradaba el otro niño, habia algo mal con él que no sabía explicar , del mismo modo en el que no sabía como habia pasado de soportarlo a escapar de casa para ir por él  porque su voz llorosa habia removido todo dentro de él

—¿Donde tu? Max.

—Debajo de las escaleras. —Dijo el niño, hablaba despacio para que el ruso lo entendiera, Vania habia mejorado su ingles con el niño. Entendía un par de frases cortas pero eso no quitaba que el idioma se le dificultara—Es-Escaleras.

《Escaleras》


Vania consiguió captar eso.


En momentos como ese detestaba no entender inglés. Miró a los alrededores hasta ver las gradas que daban al pequeño campo. Cuando llegó hasta allí encontró a Max echo un pequeño ovillo, abrazando sus rodillas y meciéndose ligeramente mientras lágrimas caían por su rostro. Su bonito rostro. Vania se acercó con cautela hasta que el chico lo reconoció y estiró su mano pequeña en dirección de Vania.


Su puño estaba manchado de algo carmesí, al darse cuenta de eso Vania olvidó por completo el recelo y se apresuró hasta el más  joven para revisarlo en busca de rasguños.


Nunca se sintió tan impotente con su lengua atada incapaz de hilvanar dos ideas. Vania estaba asustado, claro que lo estaba. Le asustaba que Max llorara y no poder entender lo que decía. No saber como decirle lo que el estaba sintiendo en ese momento.


—Max. —Max le dijo algo pero  Vania no podía entenderlo. El chico hablaba demasiado rápido entre sollozos entrecortados. Entonces hizo lo unico que se le ocurrió de momento—Aquí—Dijo abrazando al chico.


Max se refugió en el abrazo del chico mayor hundiendo su nariz en el cuello pálido del eslavo que no tardó en humedecerse por los mocos y lagrimas del más pequeño.


—¿Heridos tu? —Consiguió decir Vania intentando apartarlo para verlo pero  Max se lo impidió y negó.


¿ y que era entonces la sangre que manchaba sus mangas?


Vania no entendía  nada.


No entendía por que lloraba o por que verlo llorar revolvía su estómago y le daban ganas de llorar con el otro niño. Vania nunca había  tenido un amigo cercano como para saber si esa empatía de querer llorar por que el otro lo hacia era normal, su madre siempre había sido lo suficientemente paranoica para tenerlo encerrado en un cofre de cristal. Así  que ahí estaba sin saber que demonios  hacer consigo mismo o con el otro niño que a fuerza de invadir su espacio personal se había colado en su vida.


—Max. —volvió a llamarlo intentando captar su atención—¿Qué pasar?


Max volvió a llorar mas fuerte apretando el agarre en su cuello. El castaño era una cabeza más bajo que Vania, lo normal para sus nueve años, por lo que quedaba ligeramente  colgado del cuello del rubio que lo sujetaba por la cintura con preocupación hasta que el pequeño dejó de llorar.


—Max, que…?— Comenzó a preguntar cuando el pequeño ojiverde se apartó de él. La pregunta quedó atorada en su garganta cuando por fin vio la fuente de la sangre.


  Una cobaya, una cobaya había sido destripada.  Más  tarde Vania se enteraría de que esa cobaya era el señor  Gibbins, la mascota del aula de biología que Max había  quedado en alimentar esa tarde. Pero en ese momento no se preguntó de donde había sacado Max la cobaya. Solo sintió un ligero asco y observó al más  pequeño con preocupación. 
Max le habia contado muy a la aligera que le gustaba quemar hormigas y ver como se retorcían hasta morir. También había quemado un gato, uno que encontraron muerto frente a su casa, le habia contado como los órganos del cadáver felino habían estallado,  a Max le había gustado como se consumía por el fuego, el ruido de  la pequeña explosión en sus tripas, Max podía describir el sucesos con morboso detalle.  Vania pensó en su momento  que era una cosa un poco creepy, pero el gato ya estaba muerto y las hormigas…


¿Quién no habia quemado alguna vez una hormiga para verlas retorcerse en su agonía? Era una etapa,  todos pasaban por eso.


Vania tal vez debió preocuparse más por ello. Pero era un niño, e incluso en ese momento, lo que menos le importaba era como la cobaya había  terminado muerta cerca de Max. Años después se preguntaría si realmente no debió prestarle más atención a los detalles, pero lo cierto era que no importaba, porque no lo había hecho.


Y en ese momento lo único  que le importaba era que Max dejara de llorar, porque el pequeño, de todas las personas del mundo, había confiado en él para llamarlo.


—Aquí—Vania se apartó un poco y le hizo un gesto con las manos de que esperara. No podía  andar por ahí con un niño con las manos manchadas de  sangre, Max incluso se había  ensuciando un poco la cara al frotarse los  ojos,  dándole a su rostro un ligero aura espeluznante.


—Aquí—Repitió Vania hasta que consiguió un asentimiento de parte del otro niño.


Con cuidado cruzó la calle de vuelta hasta la pequeña tienda de comestibles a una cuadra de donde estaban, la habia visto al llegar.


La dependienta una muchacha joven y aburrida ni siquiera le lanzo una segunda mirada cuando puso un paquete de pañuelos y una botella sobre el mostrador. Vania intentaba lucir  seguro pero el ligero temblor en sus manos lo delataba. Con cuidado dejó el dinero sobre el mostrador, y señaló una paleta en una de las vitrinas, Vania no tenía idea de si era suficiente para su pequeño botín pero esperaba que sí. Habia tomado ese dinero  de uno de los budas de su padre. Por suerte para él la dependienta pareció considerarlo suficiente porque abrió la caja registradora para guardarlo y Vania no esperó al cambio.


Se apresuró de nuevo a donde había  dejado a Max. Cuando llegó el pequeño había  vuelto a sentarse en el suelo, con sus brazos abrazando sus rodillas. Ya no lloraba pero podía ver como los espasmos aun abandonaban su cuerpo fantasma de los sollozos anteriores.


Vania se acercó hasta él y lo llamó por su nombre. Max alzó sus ojos enrojecidos hacia Vania y el mayor no pudo evitar sentirse enfermo al ver ese rostro descompuesto por el  llanto.
Recordando la paleta que había comprado para él, la sacó de su bolsillo y la puso frente al menor. Los ojos de Maxi se iluminaron al verla y Vania supo que había elegido bien al llevarla. Max de un salto se puso de pie y lanzándose sobre Vania llenó sus mejillas de cortos besitos  en agradecimiento como si segundos atrás no hubiera estado llorando. Vania se dejó unos momentos disfrutando de verlo más animado y cuando Max se apartó para llevarse la paleta a la boca aprovechó de abrir la botella de agua que cargaba en la bolsa consigo. Humedeció un par de servilletas y  limpió los restos incriminatorios  de la piel de Max hasta que el rojo oxido desapareció por completo. Quitarla de sus uñas y las cutículas había sido la parte más difícil, no tenía idea de como había matado al cobayo, pero claramente Max había tenido mucho que ver en su muerte a pesar de que parecía no haber ningún objeto filoso cerca. Probablemente Max lo habia escondido antes de que el llegara.


Vania no preguntó y Max no se lo dijo.


—¿Q-Que haremos con el sr. Gibbins? No podemos dejarlo—Preguntó Max cuando Vania terminó con su trabajo de limpieza. Su labio inferior  tembló mientras lo preguntaba. Vania lo observó un segundo a los ojos, Max de verdad parecía preocupado por el destino final de la cobaya. miró a los lados,  no había demasiadas opciones.


—Tierra. —Dijo. Sí, enterrarlo parecía la mejor de ellas. Max asintió y Vania sacó la  navaja Suiza que siempre cargaba con él para ayudarse a hacer un poso.
Un par de minutos después el señor Gibbins descansaba en la tierra junto a todas las servilletas  manchadas de sangre.


—Te quiero mi príncipe. —le dijo Max tomando la mano de Vania mientras ambos niños contemplaban su obra. El mayor le devolvió el apretón.


Lo que Vania no sospechaba en ese momento era que aquel sería solo el primero de una larga lista de cadáveres  que enterraría para Max.

Jiji okey este es un cap... Como un cap especial, algo asi como una intro a su historia jajja por que si, lo decidí ellos tendrán historia. Espero les haya gustado. ¿Opiniones?

Que les parece mi bebecito Vania?

Y el pequeño Maxi?

Jiji

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