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CAPÍTULO 57

De la comida se hizo cargo Eric. No porque no confiara en Jesse para cocinar sino porque... de acuerdo, Jesse le había dado café con borra y tortitas quemadas la última vez que había intentado incursionar en la cocina. No quería que los niños murieran. Bien podía llamar a pedir comida y que se la llevaran, pero había algo en eso de ponerse a cocinar que Eric querían experimentar, no iba a admitirlo, pero tener a Max ayudándolo a preparar shashlik secretamente era algo así como una fantasía que nunca había podido cumplir, ni como niño, ni como padre.

Vamos, siempre había ambicionado la escena de la familia feliz preparando la cena tras una guerra de harina.

Así que ahí estaba a sus 29 años jugando a la casita y por primera vez en su vida la mansión McGraw le resultó un poco más hogareña.

Jesse había ido a darse una ducha y Vania había ido poco después detrás de él. Lo que lo había dejado solo con el pequeño que tarareaba alegremente una canción infantil mientras balanceaba sus pies desde lo alto de una banqueta junto a la isla central de mármol.

Había dicho que ayudaría al "hombre malo" a preparar la comida para el príncipe. De hecho el que había tenido la idea de preparar comida Rusa había sido el pequeño.

—Hombre malo.—Max extendió la brocheta para que Eric la pusiera en la bandeja que iría al horno.

—¿Por qué me llamas asi?—Preguntó sin juicio en su voz. No era más que una simple curiosidad. Max se encogió de hombros.

—Porque lo eres.—Eric esperó en silencio.—Te llevaste a Jesse y el príncipe dice que haces cosas malas.

Eso llamó la atención de Eric, hasta donde él sabía Vania tenía prohibido aprender inglés, había sido una orden estúpida, dada por un Eric adolescente y colocado, que no quería tener relación con el niño, ni que el niño pudiera relacionarse con él. Pero dado que para un familia rusa tradicional como los Voronin, esposa e hijo pertenecían al hombre, dudaba que hubieran roto su orden por absurda que hubiera sido.

—Vania, no habla inglés.

—no.—Admitió Max.

—¿Cómo te comunicas con él, Max?

Max entonces sacó un móvil de su bolsillo y le enseñó una aplicación que traducía voz.

—Eso es mio—Comentó Eric viendo su móvil en la mano del niño.

Max se encogió de hombros y volvió a guardarlo, claramente el fondo de pantalla con una foto de ambos niños en él, le decía que el pequeño se había apropiado sin permiso del teléfono. Eric esperó a que añadiera más pero el niño no parecía dispuesto a decir otra cosa.

—¿Por qué te agrada pasar tiempo con Vania? Jesse dice que no lo haces a menudo con otros niños.

Maxi se encogió de hombros una vez más moviendo su cuello distraídamente. Luego de un silencio en el que parecía que ya no iba a hablar su vocecita infantil llenó la cocina.—No se asusta porque haga... Cosas. — "cosas" Max claramente parecía no querer decir que cosas había hecho para que las otras personas se asustaran — Él no fue malo conmigo. Los otros niños lo son.

—¿se lo dijiste a tu maestra?

—Ellos dicen que yo estoy mal, los otros niños están jugando. Cuando quise jugar con ellos me castigaron.

—¿que hiciste, max?

Max lo ignoró premeditadamente.—dijeron que estaba mal. Que no se jugaba así. Llamaron a mamá, ellos podían lastimarme, pero yo no a ellos ¿Por qué? Ellos me lastimaron primero.

—¿Ellos querían lastimarte?—Max negó.—Pero tu sí querías hacerles daño. No estabas jugando realmente o si?

Max apretó una de las bolitas de carne marinada hasta romperla en su pequeña manito y cuando pareció seguro de contenerse a si mismo se giró a sonreírle. Eric no cayó en el truco del pequeño encantador, acostumbrado a mantener su cara inmutable frente a sus pacientes se limitó a observarlo dejando que el silencio hiciera su trabajo.

Al darse cuenta de que el mayor no respondía a su rostro angelical volvió a girarse a la mesa frustrado y molesto, con una mueca en sus labios intentando mantener el enojo a raya.

—Siento haberlo hecho.—Mintió el niño acostumbrado a que esa fuera la respuesta que los adultos esperaban de él.

—¿Crees que ellos se lo merecían?

Maxi volvió a alzar la vista.—Ellos te hicieron daño, era justo ¿no? ¿tu querías hacerles daño de vuelta?

Maxi asintió apresuradamente sintiendo por una vez que alguien lo entendía.

—¿qué querías hacerles?

—Cosas malas.

—¿Cómo qué? ¿recuerdas que les hiciste?

—sí.—Dejó la ultima brocheta que había llenado con cuidado en la bandeja para ser asada y entonces volvió a ver a Eric— les clave alfileres. Intenté darle en los ojos.

—¿Qué esperabas que pasara?

Max tardó un momento en contestar volviendo a ver los palitos de bocheta.—que murieran, pero no lo hicieron.—Aclaró rápidamente esperando el reproche. Pero Eric no pensaba reprocharlo y eso pareció despertar la curiosidad del pequeño. —Vania dijo que tu hacías cosas malas, y que él también iba a hacerlas. ¿A ti te gusta hacerle cosas malas a los otros?

Eric pudo observar como la esperanza crecía en la expresión del pequeño, parecía desesperado por buscar a alguien con quien identificarse. Eric negó y Max suspiró pareciendo derrotado.

—A nadie le gusta ¿Por qué a mi sí? Vania dijo que tampoco le gustaba, pero prometió hacerle cosas malas a los niños que me molestaran para que yo no tuviera que hacerlas, dijo que no podía ahora, que no puede salir de aquí, dijo que su tío quiere sacarle el lugar, que por eso su madre y él vinieron a que tú los protejas. ¿Lo harás?¿Protegerlo?¿Tu puedes hacerlo?

—Eso intento.

—No lo intentes, Hazlo.—Eric abrió los ojos sorprendido de que un niño de 9 años le estuviera dando una orden. Vaya carácter se estaba cargando el hermanito pequeño de Jesse detrás de su aspecto de querubín inocente. No necesitaba ser un experto en psiquiatría infanto juvenil para notar los signos de alarma. Estaba tan claro que le sorprendía que con una madre psicopedagoga ese niño ya no estuviera en tratamiento psiquiátrico. Bastaban intercambiar dos palabras con él ver indicios de un trastorno disocial.

— ¿qué si tuviera que hacer cosas malas para conseguirlo? ¿Querrías que lo haga de todos modos? Cosas horribles que dañarían mucho a otras personas...Personas quizás inocentes, sangrarían, llorarían...—Síp, Eric estaba intentando asustar a un niño. Condénenlo por ello, pero la manera de responder de Max era casi tan interesante como la cabeza rota de su esposo. Los hermanitos Roger eran un jodido caso clínico—¿Te importaría?

—Él dijo que su mamá le dijo que tú eres el mejor para hacer cosas horribles, que por eso vinieron contigo, dice que tú eres el único que puedes matar a su tío.—Le dijo tranquilo alzando sus ojos verdes brillantes como los de su hermano hacia Eric.

Vaya, niño...

—¿Se lo dirás a Jesse? ¿Que hago cosas malas?

Max negó.— no quiero que sepa que eres malo.

Eso dejó a Eric boquiabierto.

—Creí que yo no te agradaba

Maxi lo evaluó y volvió a asentir.—no me gusta que te lleves a Jesse pero puedo jugar con el príncipe—se encogió de hombros. No me importa que seas malo. Pero a Jesse si.

Eric pestañeó.

— ¿Qué quieres decir?

— No quiero que intente detenerte, quiero que lo mates. A Fiodor. Mi hermano no lo entendería. Jesse dice que dañar a otros está mal. —Maxi se encogió de hombros —Se enojaría mucho, siempre se enoja mucho cuando lastiman a otros.

No esperaba tener esa conversación en su cocina a metros de Jesse y mucho menos con su hermano pequeño, parecía que a su hijo no le habían enseñado a cerrar la boca y había soltado la lengua con el querubín sin una sola gota de remordimiento en su sistema. Era la primera vez que oía a un niño hablar tan seriamente de matar a alguien, cielos. él había escuchado de psicopatía infantil pero nunca se había interesado especialmente en el tema. Debía admitir que Maxi lo había impresionado.

—Lo escuché hablando con un compañero que fue a casa, se encerraron en su cuarto, lo ha visitado mucho en el último mes, siempre hablando de atrapara a los chicos malos —Eric hizo una mueca de disgusto sabiendo quien era ese compañero— Jesse cree que no entiendo cuando habla en códigos. Cree que soy tonto.

—pero si lo haces —Aventuró Eric.—tú lo entiendes todo.

Maxi asintió estirando su mano hacia Eric para que le diera más bolitas de carne marinada que poner en su nuevo pinche.—Él es el tonto.

Eric lanzó una rápida mirada para asegurarse de que Jesse no estaba cerca y se acercó más a Max dejando la bandeja frente al niño.

—¿Qué es lo que sabes Max?

—¿También crees que soy tonto?

—No. Creo que eres un niño demasiado inteligente.—susurró aguzando los ojos hacia el niño.

—Lo soy. Lo dijeron los hombres que vinieron a verme en la escuela. Ellos quisieron llevarme a un lugar especial, pero mamá no quiso. Dijo que podía hacerme mal.—Se encogió de hombros bajo la atenta mirada del mayor y le regaló una encantadora sonrisa un poco chueca donde faltaba uno de los incisivos— Ella cree que hay algo malo conmigo ¿Lo hay?

Eric lo meditó un poco.

—No lo creo.—Dijo por fin.

Max asintió.

—Lo sé, es más fácil cuando lo creen. Hacen lo que yo quiero cuando piensan que soy tonto. Pero tú no me crees, sabes cuando te miento ¿Cierto? ¿Es porque trabajas con gente especial? Es lo que dijo mamá ¿Hay muchos como yo?

—No lo sé, Max, no trabajo con niños.

Max meditó la respuesta de Eric y asintió volviendo su atención a la comida que estaban preparando mientras volvía a tararear su cancioncita infantil como si no hubiera tenido una charla en toda regla segundo atrás.

—¿Me dirás lo que sabes?—Insistió Eric.

—¿De qué?

—Oíste a Jesse y al otro hombre hablando ¿Cierto?—Max asintió—¿Quieres decirme lo que oíste?

—¿Por qué lo haría?

—¿Quieres algo a cambio?

—Tal vez.

Vaya crío. Joder Eric no podía evitar sentir cierta simpatía por el pequeño manipulador de rostro inocente. Debía tener un jodido problema con eso, pero le recordaba ligeramente a Jesse.

—Puedo darte lo que sea que quieras Max, solo pídelo.

—¿lo que sea que yo quiera?¿ Cualquier cosa?—Insistió para cerciorarse.

—Mientras sea de este planeta lo conseguiré para ti.—Aclaró Eric, vamos que hasta él tenía limites y el pequeño debía entenderlo, no era como si pudiera darle un unicornio.

Max lo pensó y luego asintió:

—Jesse cree que tú Eres el hombre malo que él está buscando.

De acuerdo, Eric dio un paso atrás como si lo hubieran empujado mientras Max se bajaba de la banqueta dando un brinco. — quiero que me des a Vania. El está en este planeta ¿Ya puedo ir a decirle que es mío?

Eric se quedó impresionado viendo las largas pestañas oscuras del niño que lo observaba todo inocente, no seguro de si lo sorprendía más el hecho de que Jesse estuviera fingiendo ignorancia o que un niño de nueve años lo hubiera manipulado para que le "diera" a su hijo. 

okey mis amores, eso es todo, admito que me entusiasmo un poco escribiendo sobre el pequeño Max, es un personaje que me gusta demasiado es muy lJDSDDAHHJASFDHJHFD en fin espero que les haya gustado este mini cap

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