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Capitulo 55

—Tienes que hacer algo, tienes que .. .—Eric observaba a su esposa temblar en su sitio. Lana estaba realmente alterada a pesar de sus intentos por mantener la calma. Caminaba de un lado a otro en la sala de reuniones del Dom. Era la primera vez que el pelilargo veía a la mujer en un estado de tal vulnerabilidad.

Había ido a Moscú y regresado del país asiático con las peores noticias que podían haber traído. —. Cuando Fiodor se entere... El va a matar a nuestro hijo para conservar el puesto. .—La chica lo miró con sus desesperados ojos pálidos.

—No puedo hacer nada, hasta que él no haga nada. Lo sabes.

—¿que significa eso?

—Sabes lo que significa, y si mal no entiendo lo que me estás sugiriendo.—Eric instintivamente miró a los lados y se acercó más a la mujer tomando su brazo para acercarse a susurrar.—lo que me sugieres es que vaya contra mi Pakhan sin razón aparente. ¿Tienes idea en que lugar me pondria eso? En qué lugar nos pondría? Mi facción no es bien vista, un traidor al mando no ayudaría para nada a mi familia.

—Somos tu familia! Vania es tu hijo.—Le dijo Lana furiosa. Eric suspiró y la dejó ir.

—no puedo. No puedo hacerlo y lo sabes, mejor que nadie como la hija de un Pakhan sabes como funciona. Muerto el rey , viva el rey. Le debo lealtad a tu hermano hasta que Vania tome el mando.

—nunca lo hará si está muerto.

Eric suspiró.

—No estamos seguros de si Fiodor sería capaz.

—Lo es, es mi hermano. Lo conozco. Me odia por ser la primogénita, siempre lo ha hecho. —Eric mantuvo el silencio dándole tiempo a que se calmara, le servía cuando uno de sus pacientes se exaltaba y esperaba que sirviera con su esposa.

Lana se quedó en silencio su cabeza yendo a 1000 por horas hasta que se detuvo y girando su rostro a Eric.—necesitamos otro hijo.

—No

***

Eric Entendía su punto. Entendía mejor que nadie a Lana. Habia aprendido sobre diplomacia, su abuelo le había enseñado a formar acuerdos con matrimonios y evitar guerras con herederos, sabia como funcionaba. No necesitaba a Lana recordándoselo durante horas y horas. Que contra todo lo que creían, los Rusos tenían un código de valores muy arraigado. Honor de criminales, sí. Pero era un hecho que cada hijo que tuvieran separaba a Fiodor de la línea de sucesión, y eso como mínimo debía servir para desalentarlo.

Cielos.

—No me está escuchando. Usted tampoco quiere escucharme.

Estaba estresado y admitía que algo distraído, no había dejado de darle vueltas al asunto de Fiodor. Eric necesitaba encontrarle una salida o sublevarse antes de que Fiodor se le adelantara.

Richard Quint, su último paciente de la tarde llevaba casi tres cuartos de hora hablando sobre una madre horrible a la que odiaba.

Eric estaba malditamente acostumbrado a oír todo tipo de desaire contra las madres, madres abandonicas, madres manipuladoras, madres demasiados agobiantes, en exceso exigentes o por el contrario ausentes y liberales. Había aprendido que la clave del odio hacia sí mismos en la mayoría de los casos tenia alguna raíz materna.

Contra todo se consideraba un buen terapeuta, era un pensamiento algo vanidoso, pero solía pensar, o al menos eso esperaba, que su intervención valía para conseguir algún tipo de mejoría de sus pacientes. Era dedicado en lo que cabía a la pequeña cartera de pacientes que atendía, lo ayudaba a dormir por las noches, una pequeña contribución para compensar a su conciencia, el verse descubierto en un momento de distracción lo hacia sentirse ligeramente avergonzado.

Eric guardó silencio.

—no le importo.—Lo acusó, el hombre un ex contador nervioso con lentes de montura invisible se giró a verlo en busca de una confirmación en su rostro. Eric mantuvo su gesto neutro. El hombre había tenido una fea adicción a las anfetaminas y llevaba dos años pasando de terapeuta a terapeuta. Eric llevaba 6 meses tratándolo .—A nadie le importo.

—¿por que crees eso?—preguntó por fin en tono calmado.

—es cierto, soy un fracaso, karen me dejó la semana pasada y se llevó a Tracy

Según sus notas Karen era la esposa del hombre y Tracy la hija adolescente.

—No me habías contado eso, ¿quieres decirme que pasó? —Eric miró la hora.—Aun nos quedan unos minutos para hablarlo.

El hombre entonces se sumió en un relato sobre su esposa furcia a la que había identificado con su madre difunta y quien según el hombre había convencido a su hija de odiarlo. Eric se había esforzado por escucharlo todo lo que restó de la hora como una manera inconsciente de compensar su desliz.

Lo cierto era que cuando volvió a casa tenía una jaqueca de mil demonios y no fue hasta que subió la segunda escalera que daba al pasillo de su cuarto que se dio cuenta de que la mansión McGraw estaba antinaturalmente silenciosa. No había oído ni siquiera el sonido de los pasos laboriosos de Rebeca yendo de un lado a otro como de costumbre. Eric se tensó por instinto. Se suponía que había dos niños en la casa. No debería estar TAN silencioso. Sus ojos recorrieron el pasillo con desconfianza.

Miró la hora. Eran cerca de las 22.

—Jess—llamó.

Nada.

Eric fue hasta su cuarto, el sitio estaba aparentemente vacío. Deslizándose cerca de la pared avanzó hasta uno de los cuadros colgados de la pared detrás del cual ocultaba una pequeña semiautomática con su cargador.

—¿Ollie?—Volvió a llamar.

¿Dónde carajo se habían metido todos?

Sin mirar, montó el arma atento a todos los sonidos a su alrededor. Agua. Alguien había dejado una canilla abierta en el baño.

Eric sintió un escalofrío recorrerlo siguiendo el sonido, un movimiento suave después había bastado para desentornar la puerta.

Estaba destrabada.

—¿Jess?

Nada. Eric avanzó.

A simple vista el sitio estaba vacío. El agua venía del grifo caliente del lavamanos. El vidrio del espejo se había empañado por el vapor. Eric se acercó a cerrarlo y entonces vio el mensaje escrito.

"mira en la ducha"

Eric frunció ligeramente el ceño inconscientemente molesto por la marca en el espejo. Eric realmente quería seguir con su búsqueda, pero... carajo. Sacó un poco de papel y frotó el vidrio hasta que volvió a su estado original de limpieza. Entonces más relajado se volvió hasta la ducha.

—Oh Jesse...—Soltó con una sonrisa inconsciente relajando el cuerpo y bajó el arma.

Había una pistola de agua, de las grandes, una bazuca verde recostada sobre la pared de la ducha. Sobre ella había escrito un 《Encuéntranos》con pasta de dientes y más abajo y en letras más pequeñas un 《el que pierde cocina》 solo un poco más al costado había seguido escribiendo 《le di el día libre a tus empleados》Acababa de plantar una maldita granada para su TOC.

Eric intentó en vano quitar el dentífrico de los azulejos. Estaba seco. Definitivamente esa noche se jodería al poli contra esa pared hasta que fuera su cuerpo el que lo limpiara con la fricción.

Maldito sea Jess y su manera de alterar su psiquis.

Eric volvió sus ojos al arma de juguete y la tomó sopesándola en su hombro .

¿Podría su esposo ser más infantil?

Negando con resignación salió de su cuarto volviendo a descargar la Smith & Wesson antes de devolverla a su sitio detrás del cuadro.

Hora de cazar.

No pudo evitar que un cosquilleo de emoción le recorriera el cuerpo. No recordaba cuando había sido la última vez que había hecho algo como eso. Vamos, hacía tiempo había dejado de jugar como crío y a pesar de todo, había una veta competitiva que quería salir. El desafío rugiendo en su interior pidiéndole que vaya detrás del poli, a la mierda. La parte que más le había gustado siempre de hacer su trabajo, era la cacería, cazar o ser cazado, atrapar a la presa, el poli había dado en el blanco con ese pequeño desafío.

Joder.

Eric salió del cuarto silbando una ligera melodía para atraer a cualquier posible objetivo. Una puerta se abrió a su derecha y de ella apareció Vania. Padre e hijo se apuntaron por unos momentos evaluándose.

El niño platinado llevaba una pistola de agua igual a la de Eric, la suya era naranja. Llevándose un dedo a los labios le hizo un gesto de silencio, y con un movimiento de cabeza indicó el final del del pasillo.

Asintió, pero ninguno de los se movió, ambos esperando que el otro tomara la delantera. Ambos bien educados para desconfiar del otro. Una pequeña sonrisa tiró de sus labios.

—Te cubro.—Le dijo en tono pausado. Joder, su hijo probablemente había oído todo lo que los hermanos de la Bratva habían dicho sobre él. Sí no confiaba en que lo cubriera en un juego dudaba mucho que confiara en él para el resto— No voy a volverme contra ti.

Y no, Eric no se refería solo a ese momento. Vania lo evaluó, la duda gravada en cada facción del niño. Al final asintió.

—Ellos están en el patio juntos, nos tenderán una emboscada. —Murmuró con ese tono suave y musical. Su voz en pleno cambio un tanto aguda y con un acento mucho más cerrado que el propio de Eric.

El pelilargo sonrió de lado asintiendo. Ni siquiera le sorprendía que los Rogers se unieran para hacerles trampa. Bien por Jess, él también tenía sus trucos, así que un par de minutos después los McGraw se encontraban acorralando a los chicos Rogers que se refugiaron tras las puertas de Vidrio. Eric había tomado una ruta alternativa que Jesse no conocía y tras un pequeño salto a un seto había conseguido aparecerse a espaldas de la puerta principal consiguiendo sorprenderlos.

Los hermanos habían corrido a refugiarse al interior de la galería, Jesse como buen policía se acercaba al borde de la puerta lanzando disparos de agua rápidos antes de volver a cubrirse, para que no le diera, tenía buena puntería , Eric se lo admitía. Max en cambio disparaba en todas direcciones como todo niño impulsivo oculto detrás de la cadera de su hermano mayor.

La guerra se transformó en algún momento en una batalla desordenada en la que todos empezaron a correrse entre todos, los bandos cambiaron por minutos formando y rompiendo alianzas para atacarse mutuamente.

—TRAIDOR!—Se quejó Jesse viendo a Max aliarse con Vania. Eric soltó una carcajada al ver el rostro de su esposo encenderse de indignación. Nunca había conocido a alguien tan competitivo como ese rubio.—¡Soy tu hermano!

Max se paró, pestañeando todo inocente antes de encogerse de hombros y dispararle con su nuevo aliado. Eric estaba que se partía de la risa. Dios. Jesse se cubrió con los brazos e intentó devolverles el fuego mientras se cubría.

—YA RINDETE JESS!—Gritó Eric saliendo detrás de la tumbona que había usado de fuerte.

—¡NUNCA!—Gritó Jesse, su pistola se había descargado pero el rubio era demasiado testarudo para aceptar la derrota.

—Vamos, solo es un juego. Estrellita, acepta que perdiste.—Le dijo Eric en tono condescendiente apuntándolo descuidadamente con su bazooka mientras Max y Vania se corrían uno al otro, concentrados en hacerse tragar agua mutuamente.

De acuerdo.

Arrojando su arma al suelo se lanzó a la carrera contra el pelilargo llevándolo consigo a la piscina. Eric se dejó arrastrar por el rubio aferrándose con brazos y piernas a Jesse para llevárselo con él mientras dejaba ir el aire de sus pulmones evitando que el agua lo ahogara. un par de brazadas después ambos salían a la superficie.

—Ya estabas muerto.—Se quejó Eric sacudiendo su pelo mojado para quitárselo del rostro.—No puedes seguir disparando si estas muerto.

—Tal vez lo soy un vampiro. —Dijo en tono insinuador rodeando a Eric con sus brazos para morderle el cuello.

Eric sonrió correspondiéndole el abrazo y entonces se dio cuenta que la jaqueca y el estrés del día se habían drenado remplazado por un sentimiento cálido que le inundaba el pecho y todo por la loca ocurrencia de su esposo.

—Eres todo eso que no sabía que necesitaba, mi ángel. —Dijo Eric.

Jesse se apartó y forzó una sonrisa en sus labios intentando patear la culpa al fondo de su cabeza. 

En fin, tuve unos días de inspiración, como verán he actualizado bastante este finde espero lo hayan disfrutado, los amodoro. 

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