🖤49🖤
Hola mis amores, ¿Cómo están? no podía dormir así que aquí estoy trayendoles un cap nuevo. Que lo disfruten.
Capitulo 49
-Eric...-La puerta de su oficina se abrió sin tocar. Le bastó un segundo al chofer comprender la escena frente a él y la mirada poco impresionada que les lanzó dejó claro su desacuerdo-Lo espero abajo, Otto ya se retiró. - Informó volviendo a salir. Eric gruñó con fastidio sobre la piel del rubio antes de retirarse de su interior.
- Realmente no le agrado-Jesse se encogió mientras observaba a su esposo recuperar su ropa del suelo ¿Realmente tenía que irse? Miró en dirección a la ventana, llevaba un rato del amanecer. Definitivamente él también debía ponerse en movimiento-Creo que esta está secretamente enamorado de ti y por eso me odia.
Eso hizo que Eric soltara una carcajada sincera. -Él no te odia a ti Jess, solo me ama demasiado.
-¡Lo sabía!
-No, no lo sabes mi ángel, no lo hace de la forma en la que tú crees.
-¿Cómo puedes saberlo? Cuando se lo pregunté creí que iba a golpearme. Estoy seguro de que se sintió descubierto.
-Oh Jess-Eric se volteó a ver al rubio con sorpresa-¿tu realmente se lo preguntaste? Claro que sí lo hiciste.-Eric negó divertido-Oliver es homofóbico.
-¿Tu lo sabes?
Eric asintió.
- es un hombre ruso que se crió en una granja apartado de toda civilización hasta los 15 años. Que no te haya dado una paliza luego de que le insinuaras algo como eso solo demuestra que sabe lo mucho que importas tú para mi.
-¿Lo ves? Es obvio que está enamorado de ti y está tan metido en el closet por sus propios prejuicios que llegó hasta Narnia.
- Él no lo está-Le dijo mientras se abotonaba la camisa arrugada, sus dedos no tardaron en encontrarse con la falta de botones. Necesitaba una jodida ducha y una nueva camisa. Miró la hora, tendría que cambiarse en el hospital. -¿No te has dado cuenta que no me trata como el resto de mis empleados?
-Claro que lo hice ¿Por qué crees que estoy seguro de mi teoría?
Eric sonrió con paciencia acercándose hasta donde el Jess y le dejó un beso en los labios antes de retirarse solo lo suficiente para verlo a los ojos -Para ser policía Jess, tus teorías son terribles. Hay un elefante rosa en el cuarto y no lo estás viendo. - Dijo, estiró su mano sobre el hombro del rubio y tomó descuidadamente la corbata que colgaba del sillón.
-De acuerdo.-Jesse se incorporó sobre sus codos sintiéndose ligeramente ofendido.-¿Entonces si no te ama en secreto cuál es tu gran teoría? No me vengas con eso de que no me odia.
-El odia lo que representas para mí y no.-Eric lo interrumpió antes de que volviera a insistir.-No porque esté enamorado de mí. No importa cuantos años tenga, incluso si realmente estuviera metido en Narnia, Oliver no puede verme de esa forma, ni siquiera como un adulto que sepa cuidarse solo, mucho menos como posible pareja, para él soy un niño y todas las decisiones que tomo son potencialmente dañinas de un modo u otro. Soy su bebé y tu vienes a ser como una amenaza para mi corazón que, según su visión de padre sobreprotector, es algo así como algodón de azúcar.
Los ojos de Jesse volvieron a la puerta por donde el chofer había salido-¿No es demasiado joven para ser tu padre?
-Lo es. Es decir, no es mi padre biológicamente hablando, pero era un crío cuando le dieron el trabajo de ser mi nana. Mi madre vivía drogada, mi padre me había dado el apellido antes de desaparecer, mi tio paterno odia los niños y mi abuelo era un hombre demasiado estricto que no quería un nieto sino un hombre al que legarle la fortuna que había amasado. Yo era un bebé prematuro y enfermizo, con mucho dinero y sin nadie que cuidara de él, Oliver era un muchacho que no tenía nada más que tiempo para dedicarme. Él necesitaba donde quedarse, yo alguien que se quedara conmigo. - Dijo encogiéndose de hombros, pero había una nota de cariño en su voz - Ha sido la única constante real en mi vida desde entonces, te lo he dicho antes, confiaría mi vida en él pero no hay motivos para que te sientas amenazado, Jess.
Eric volvió hasta donde estaba Jesse y se agachó a picotear sus labios con besitos cortos hasta que el rubio sonrió. - Te amo, mi ángel.
- Uhhg ¿ahora vas a repetirlo todo el día? - Le preguntó con las mejillas rojas.
- Las veces que sean necesarias hasta que te convenzas de ello. - Jesse bajó la vista hermosamente avergonzado antes de volver a alzarla. -Te amo a ti y solo a ti. Al menos de este modo enfermizo que tanto te gusta.
Jesse sonrió haciendo que Eric rodara los ojos.
- También te amo Eric.
Eric volvió a inclinarse para atrapar sus labios, dios, él no podía despegarse de esa boca. Apoyó sus manos en el sillón a los lados de las caderas de Jesse apresándolo entre sus brazos, Lo que pretendía ser un beso casto terminó prolongándose por unos buenos cinco minutos hasta que su teléfono vibrando en el bolsillo le recordó que tenía responsabilidades que atender.
Correcto, tenía que apartarse de Jesse. Eric gruñó y le dejó un ultimo beso antes de alejarse aún con sus manos aun en el sillón .
- Realmente tengo que irme, Jess.
- No te estoy reteniendo ni nada.
Eric rodó los ojos y lo besó su nariz.
- ¿necesitas un aventón?
- ¿Es tu manera de decirme que me esfume? - Eric no respondió, pero esa fue toda la respuesta que jesse necesitaba ¿En serio lo estaba corriendo fuera? Jesse frunció el ceño comenzando a molestarse- ¿No puedo quedarme a dormir un rato más? Estoy cansado.
- ¿No quieres ir a casa y dormir allí? Estarás más cómodo. Puedo mandar a uno de los choferes a que venga por ti.
Jesse hizo una mueca y se removió ligeramente incómodo.
- Estoy muy adolorido ahora mismo, Eric. Realmente no quiero pasarme una hora sentado en un coche.
De acuerdo, Eric no había pensado en eso, lanzó una rápida mirada a su oficina y de nuevo a Jesse luciendo indeciso.
- Prometo no tocar nada.
Eric suspiró. Dios, eso era una idea mala como el infierno, volvió su vista al bonito hombre frente a él. Al carajo, no iba a dar una mierda para que Jesse volviera a enojarse.
- De acuerdo. Avisaré a los de seguridad, normalmente el encargado está hasta cerca del mediodía haciendo el inventario. Hay un baño por esa puerta, ayudará con el dolor - Eric señaló una de las esquinas con un gesto. - ¿Estarás bien?
Jesse asintió.
- Enviaré a que te traigan algo de ropa e ibuprofeno. - Dijo apoyando sus labios en la frente de Jesse. - Realmente no quiero dejarte solo. No te metas en problemas ¿Sí?
- Esta bien. Estoy bien ¿Te veo esta noche en casa?
- Lo estoy esperando.
***
Jesse esperó unos 15 minutos para asegurarse del que el pelilargo no regresara por la puerta y se puso de pie.
Joder. Hizo una mueca. No había mentido sobre lo de estar adolorido. A pesar de eso se puso en marcha estudiando el cuarto con la mirada. De acuerdo, el sitio era especialmente sencillo a decir verdad. La única cosa llamativa era el cuadro colgado en la pared por detrás del sillón . Jesse no sabía mucho de arte pero tenía que admitir que parecía una imitación jodidamente buena. Se acercó curioso, el vidrio que lo cubría estaba manchado con restos de sangre.
Joder, Jesse sintió el calor crecer en sus mejillas al recordar como la noche anterior Eric lo había empotrado allí. Dios, no lo había notado en ese momento, ahora viendo las marcas sobre el cristal podía asegurar todo el recorrido que habían hecho de camino al escritorio. Sus manos estaban claramente marcadas sobre toda la superficie. El realmente se había ensuciado golpeando al de seguridad y a Eric.
Okey. Jesse se sentía ligeramente culpable por eso. Bajó la vista a sus nudillos hinchados y doloridos. Sus uñas aún mantenían un par de costras de sangre seca bajo sus uñas.
Le urgía ese baño.
Jesse siguió el camino que Eric le había marcado. Como lo había prometido ante sus ojos apareció un gran cuarto de baño con el mismo estilo minimalista de la oficina de Eric.
Una bañera de corte moderno decoraba el centro del lugar justo frente a un ventanal que ocupaba por completo la pared dando vista panorámica al hermoso amanecer en la ciudad de chicago.
Oh...Curioso Jesse se acercó a observar, el cielo estaba rosa mientras amanecía, la ciudad apenas despertando. Jesse amaba su ciudad, había visto amanecer ese cielo un millón de veces pero como pocas, se detuvo a contemplarlo abrazándose a si mismo.
Su pensamiento fue interrumpido cuando la mujer que barría la calle en frente alzó la vista directo en su dirección recordándole lo desnudo que estaba. Diablos. ¿Quién demonios ponía un ventanal gigante en un cuarto de baño? Jesse se apresuró a cubrirse con sus manos sintiendo como la vergüenza crecía hasta explotar en sus mejillas.
Oh-oh...Diablos, diablos.
La mujer al otro lado de la calle parecía completamente ajena a él, como si no lo viera.
Aguarden.
Jesse alzó una de sus manos e hizo un saludo. La mujer seguía sin verlo.
Oh. Jesse se aproximó más al vidrio para observar a través de él, entones se dio cuenta de que se trataba de uno de esos vidrios espejados de un solo sentido.
Jo. Que tonto. Jesse se río de si mismo. Eso tenía más sentido. Descartando el asunto de la ventana volvió hasta el armario, había un par de suaves batas colgadas y varios frascos ordenados en una pulcra línea. Jesse reconoció varios como los mismos que usaba Eric en casa. Los destapó y comenzó a olfatearlos.
Sip. Definitivamente olía como Eric.
Volvió su vista a la tina. De acuerdo, había prometido no tacar nada, pero Eric le había dicho que podía darse un baño ¿No?
Ni medio minuto después se encontró a si mimo llenando la tina de agua mientras se montaba una orgía de sales de baños. De acuerdo, eso había sido infantil. Se dio cuenta viendo los frascos vacíos.
El perfume del agua subió con el calor húmedo golpeando sus sentidos.
Al demonio ¿ya lo había hecho no?
Se metió a la tina y dejó que sus músculos se relajaran con el perfume de Eric envolviendo en un húmedo y tibio abrazo. Sí, eso se sentía definitivamente bien.
Cuanto tiempo había pasado, Jesse no tenía idea, fueron unos golpes en la puerta lo que lo trajeron de nuevo a la tierra de los vivos. Jesse gimoteó, el agua se había enfriado y ni siquiera lo habia notado. Diablos. Tomando una de las batas del armario se envolvió y salió en dirección a la puerta.
Era la mujer que había visto barriendo la calle y traía con ella un juego de ropa y los analgésicos que Eric le había prometido. Okey... Jesse le agradeció pero la mujer se limitó a asentir y marcharse dejándole las cosas sin palabras de por medio.
De acuerdo...
Jesse no se sorprendió al darse cuenta que la ropa era justa de su talla. Como todo adicto del control, Eric estaba en todos los detalles. Sonrió como bobo al pensar en eso, le gustaba un poco demasiado que Eric fuera un poco obsesivo, había algo lindo en eso de tener a alguien tan al pendiente de ti.
Sip. Tal vez le gustara demaciado. Fue hasta el minibar por una botella de agua para los analgésicos y mientras los tomaba desvió la vista peresosamente por el cuarto, sus ojos se encontraron con lo que parecía una estatuilla tumbada a los pies del escritorio.
oh. Eso debía ser lo que habían arrojado la noche anterior, curioso se acercó a ver, era un buda.
No era el primero que Jesse veía, a su esposo parecían gustarle especialmente esos mongesitos gordos, de hecho había notado un par de ellos en casa de Eric, este parecía de bronce. Levantándolo lo puso sobre el escritorio una vez más revisando que no se hubiera dañado. Entonces sus ojos notaron los cajones del otro lado del escritorio.
Eric no notaría si solo echaba un vistazo... ¿no?
Okey. No, se dijo, no tenía por que abrirlos. Eso sería algo así como invasión a la privacidad. Las parejas debían tener reglas sobre limites y...No tenía que hacer eso...
Diablos.
Miró los lados como para cerciorarse que no había nadie cerca y abrió el primero. Realmente no lo sorprendió del todo encontrarlo en absoluto orden, hasta las plumas y las notas adhesivas se encontraban a escuadra.
Jesse soltó un gemido lastimero, ¿Quién en su sano juicio tenia un cajón tan ordenado? Claro, su esposo no estaba en su sano juicio, se apostaba a que Eric sabía hasta el orden en el que estaban dispuestas las plumas, no había manera en la que pudiera mover algo de lugar sin que se notara.
Recuperando sus pantalones del suelo buscó su teléfono. Okey tenía varias llamadas de Abrams.
Sip. Era un policía terrible.
Cierto. El había ido a una misión de reconocimiento. Lo único que había hecho era reconocer el cuerpo de su esposo. Jesse no pudo evitar sonreír al pensar en eso, oh dios. No podía quejarse sobre eso. Movió un poco su cuello estirando sus músculos agarrotados, era un buen dolor del tipo que le recordaba que había sido una buena noche.
Volviendo a la silla de Eric, le tomó unas cuantas fotos a los cajones para asegurarse de dejar todo en orden y comenzó a revisar con cuidado de no mover demasiado las cosas. Abrió con cuidado el resto de los cajones, la cosa era más o menos lo mismo, solo que en el segundo había una línea ordenada de teléfonos desechables y en el tercero un ordenador. Dios, Jesse quería malditamente revisarlos ¿Por qué demonios Eric tenía tantos teléfonos desechables? ¿Le habría llamado aquella noche desde uno de esos? Jesse probó encender uno pero estaba muerto. Dejándolo de nuevo en su sitio siguió curioseando.
También había un par de libros y por un momento Jesse se imaginó a Eric sentado en su silla leyendo tranquilamente con una taza de café y el muñeco gordo de compañía.
Joder, sí, podía verlo en eso.
Sacó uno de los libros y observó la contratapa. Estaba en alemán, por el dibujo de la carátula podía reconocer que tenía algo que ver con el famoso psicoanalista del siglo XX. Jesse lo hojeó y lo descartó. Definitivamente estaba por completo en alemán. Revisando los otros tomos se dio cuenta de que no era el único libro en otro idioma. De hecho, un par Jesse ni siquiera los reconoció. Se sentía tan estúpido al lado de su esposo ¿Cuántos idiomas hablaba Eric con la fluidez para sentarse a leer jodidos libros en sus idiomas originales?
El apenas si recordaba algunas palabras de español de cuando fue a la escuela. Dios, Jesse revisó los títulos hasta que encontró uno en ingles "Tres ensayos sobre mentes criminales" por la Dra. Barbara Chan. Esa era la esposa de Liu Cong, reconoció Jesse antes de abrirlo encontrándose con una romántica dedicatoria en la primera pagina escrita por la mujer. Jesse no pudo evitar que el monstruo de los celos ardiera en su estómago.
Molestó lo cerró de forma ruidosa haciendo que algo se deslizara de entre sus páginas.
Oh...mierda.
Jesse levantó con incredulidad la pequeña bolsita ziplok que había caído.
No era tan estúpido para no darse cuenta de lo que era, parecía la muestra de "algo" aunque no estaba seguro de qué. Era la primera vez que veía un polvo azul brillante con el aspecto de la purpurina. Jesse lo revisó volteándolo de un lado a otro, como si esperara encontrar un rotulo que dijera que tenía. Dios, era absurdo. ¿Qué demonios hacía su esposo con "ESO"?
Maldita sea, el era un jodido oficial de la DEA. Como mínimo tenía que detenerlo por portación y consumo ¿Eric consumía? ¿Y que demonios era lo que se estaba metiendo?
Sus pensamientos fueron interrumpidos por un segundo golpeteo. Jesse se guardó la bolsita en el bolsillo y se apresuró a cerrar los cajones antes de ir a abrir pensando que seria la mujer de los recados olvidándose de algo. No lo era.
- tenemos un problema con...-El tipo frente a Jesse se interrumpió al verlo. -¿sr. McGraw?
El chico lo estudió, parecía demasiado joven y por la duda en sus ojos se apostaba a que era nuevo. Vamos, había que estar ciego para confundirlo con Eric. Aunque si lo pensaba él era su esposo, podía decirse que era el Sr. McGraw ¿no? De acuerdo, a pesar de llevar casi un año de casados Jesse no se había planteado la idea de usar el apellido de Eric, ni Eric el suyo. Miró al chico indeciso frente a él y oh, una muy, muy mala idea le llegó a la mente.
-¿Qué ocurre?
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