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CAPÍTULO 39
—¿Estas llorando? —Preguntó Max por segunda vez.
—No Max. —Se quejó Jesse sorbiendo por la nariz.
Lo había llevado a comer a una parque, no quería volver a casa de su madre con sus ojos llorosos o Carol haría preguntas que no quería responder en esos momentos, tampoco tenía motivos para estar en la estación y ni muerto volvería a casa de Eric.
Oh Dios, no podía creer que Eric hubiera hecho eso. Se sentía tan estúpido, todas sus malditas palabras bonitas…
Cuando le decía que era su estrella o su ángel, o esos cumplidos complicados que lo hacía sentarse tonto...
Jesse pestañeó con mas fuerza para contener lo poco de orgullo que le quedaba y admitámoslo, no era mucho, se encontraba berreando en una plaza como un cachorro desolado Al que habían pateado fuera de casa.
Pero es que Jesse se sentía un poco así, había creído en cada cosa bonita y retorcida que le decía el pelilargo, Eric parecía tan sincero con él.
oh dios, enredó sus manos en su cabello y tiró ligeramente de sus rizos, era tan estúpido.
Se imaginó lo mucho que debían de estar riéndose de él en ese momento y se limpió los ojos con furia.
Jesse estaba tan malditamente sobrepasado de emociones en ese momento que sus pensamientos serpenteaban entre la furia y la tristeza que lo golpeaba en oleadas desenfrenadas.
Parte de él quería que Eric hubiera ido tras él, pero habia quedado claro a quien prefería quedándose con su estúpido amorcito de Jed. ¡ Malditos los dos! Había tenido tantas ganas de darle un puñetazo en la cara. Porque ¡ cielos! Aquello habia dolido y la parte mas rencorosa de él quería que a Eric le doliera un poco por lastimarlo. Sí, ojo por ojo. Jesse no habia mentido cuando le dijo a Eric que no lo conocía enojado.
—tus ojos están húmedos. —Insistió Max. Y lo estaban y eso hacía que el contenerse de llorar le estuviera costando cada vez más.
—Basta Max— Gruñó con la voz rota.
—¿es por el hombre malo?
—¡Que te calles Max !— gritó Jesse perdiendo la paciencia.
El labio inferior de su hermanito sobresalió por unos segundos antes de que su rostro se descompusiera en una mueca de llanto.
Oh no. Maldita sea…
—Lo siento Max. Lo siento—Comenzó a disculparse pero era demasiado tarde, el pequeño empezó a llorar llamando la atención de varios transeúntes—Lo siento tanto Max —Susurró atrapando al niño entre sus brazos.
Jesse nunca entendió bien eso de los niños de buscar consuelo en el adulto que acababa de hacerlos llorar. Pero el también hacia lo mismo de pequeño así que abrazando a su hermanito le soltó varias palabras de consuelo.
—¿Estas enojado conmigo porque acepté el regalo del hombre que besó al hombre malo?
—¿Qué? No. Max. No estoy enojado contigo. Espera...¿ De que hablas?
Max sacó un recetario y un bolígrafo del bolsillo con el logo st. Patric y se lo enseñó a su hermano—Doctor Jed me las dio.
—¿Doctor Jed? —preguntó Jesse por autor reflejo ¿en serio su hermanito lo llamaba por su nombre de pila? ¿Pero que demonios?
—El hombre que estaba con el hombre malo—Oh Jesse sabia quien era Jed, demasiado para su propio gusto pero dejó que su hermanito hablara—El me dijo que el hombre malo no era malo y me regaló esto para que jugara—Le explicó Max. — Sandy dijo que era un hombre bueno.
—No lo es. —soltó Jesse con más resentimiento del que esperaba.
Okey estaba siendo parcial y su visión de túnel estaba nublada por los celos en esos momentos. Tal vez no fuera un mal hombre, pero sin duda era uno que no le agradaba. Y Jesse con certeza podía jurar que le agradaba casi todo el mundo.
Max lo observó desconcertado.
—El hombre malo también estaba enojado con él. —Max frunció ligeramente su nariz y reacomodó sus lentes en su tabique como si intentara comprender.
—¿De que hablas? Max—insistió Jesse.
—No me pareció malo. Jed fue bueno conmigo y sandy dijo que era bueno y…
—No quiero que te acerques a ese hombre Max.
—¿Por eso estabas llorando Jess? No volveré a hacerlo ¿estas enojado conmigo ? —El labio inferior de Maxi volvió a temblar.
—No max… solo… Dime que es eso de que Eric estaba enojado—Max frunció ligeramente el ceño intentando reconocer el nombre—El hombre malo. Max. ¿Que pasó antes de que yo llegara?
—oh… estaba muy enojado. Me dijo que no me alejara mucho, que iba a hablar con—Max parecía dudoso si llamar a Jed hombre malo u hombre bueno. La duda estaba pintada en todo el rostro del niño que intentaba no disgustar a su hermano mayor.
—Jed, dile Jed, está bien Max. Ese es su nombre. Puedes llamarlo por su nombre.
—Jed dijo que quería hablar y el hombre malo dijo que bueno. Y después discutieron, no entendí pero estaban molestos. Y entonces de pronto Jed besó al hombre malo y tu llegaste y nos fuimos y… y ahora estas triste jesse y…—Max volvió a echarse a llorar como si no supiera muy bien que hacer y Jesse volvió a envolverlo entre sus brazos ocultando el rostro del niño en su cuello mientras le susurraba que todo estaba bien.
En vez de aliviarlo, las palabras de Max hicieron que el nudo en su estómago se estrujara aun más. Ahora Eric tenía la oportunidad que siempre había querido. Se sintió tan patético Porque si Eric se iba con Jed no había nada que el pudiera hacer al respecto. Era el amor de su vida después de todo ¿no? Eric se lo habia dejado claro desde el principio. Y eso… joder eso lo molestó más porque según parecía no podía enojarse con Eric cuando el amor de su vida por fin tocaba a su puerta ¿podía acaso ser tan egoísta de desearle que le fuera mal?
***
Eric observó la pasta de diente destapada y tumbada en la pileta del baño. Había perdido la mitad de su contenido. Eric la dejó como estaba, no había movido nada de donde Jesse lo había dejado la última vez que estuvo allí, ridículo y sentimental. Lo sabía.
La ropa de Jesse aún estaba regada el cuarto de baño como la última mañana en la que el rubio se había duchado allí hacía cosa de una semana. Eric había prohibido que la juntaran. Rebeca lo habia observado con una mezcla de sorpresa y preocupación pero había asentido.
Dios, había estado lejos del poli cuando se iba a resolver sus asuntos pero saber que ya no lo encontraría al volver a casa dolía.
Era lo mejor. Lo sabía diablos.
Era lo que debía haber pasado hacía meses, pero de saberlo a aceptarlo había un mar de diferencia.
Eric no había podido tocar su cama desde entones. Olía a Jesse, se sentía vacía y gigante sin el pequeño poli acurrucándose a su lado mientras le hablaba de las estupideces que veía en la tv.
Hasta había empezado a sentarse en el salón de cine a ver los tontos realitys para sentirlo un poco más cerca.
Eric quiso reírse de si mismo al darse cuenta de Lo estúpidamente mal que había caído por el tonto chico que se había colado en su vida sin permiso.
Apretó las cuencas de sus ojos con sus palmas y se permitió sentir el dolor que lo golpeaba por unos momentos. No iba llorar, no. Pero al menos necesitaba hacer su duelo en privado por unos momentos. Fuera de esas 4 paredes tenía que volver a ser “El Jefe”
Las cosas se habían ido a la mierda.
Sip. Esa era la mejor descripción para la manera en la que todo se había desmoronado en la última semana.
Lo mejor dado el caso era que Jesse se alejara de él, así al menos lo tenía a salvo. Había empezado una guerrilla interna, lo que tanto había temido, tres de sus hombres degollados y dejados en la puerta del hospital.
Esos eran los Lee Cong Los coreanos de mierda siempre degollaban ,era su marca. Que dejaran los muertos en su puerta era una advertencia . Ellos sabían quien era él, o sabían al menos que estaba cerca del gran jefe. Y lo mejor, o lo peor dado el caso, sobre los coreanos era que nunca iban por su objetivo sino por sus allegados. Eso ponía en riesgo a todo el que estuviera cercano a Eric.
Al final de cuenta debería besar los pies de Jed por haber espantado al poli de su lado . Era algo que no iba a conseguir por si mismo pero con suficiente fuerza de voluntad podía conseguir mantener su mierda a raya y no correr detrás de él.
Cada vez que sentía la tentación de ir por él se recordaba a si mismo que era un Vory, que debía mantener sus emociones a rayas y priorizar a sus hombres, aunque cada día costaba más mantenerse apartado cuando ese estúpido detective andaba revoloteando alrededor a SU Jesse.
Sí, lo tenía vigilado.
Demándenlo.
Sus hombres cuidaban el perímetro que rodeaba l rubio y su familia 24hs.
Había contratado hombres discretos que no pudieran asociar a él para seguirlo. No faltaría mucho para que los asocien de cualquier modo. Los coreanos solían enterarse de todo y ellos no habían sido discretos respecto a su matrimonio.
Carajo.
Eric quería poner todo un malito ejercito detrás del chico pero cuanto más hombres pusiera, mas llamaría la atención. Oliver se lo había repetido hasta que por fin entró en razón. Tendría que bastar con 3. Sí, tres sicarios cuidando del poli bueno.
Eric había ido en persona a vigilarlo un par de veces en la semana. Necesitaba tan malditamente verlo, sus hombres le mandaban la ubicación y fotos del rubio cada dos horas a su móvil.
Sí…
El mismo diablo velando por su ángel.
Y no, a Eric no le importaba en lo más mínimo si tenía que enviar todo un infierno de demonios a velar por el chico para mantener a los coreanos lejos y a sus propios hombres, era vital que ellos también se mantuvieran lejos. No confiaba en los eslavos para el trabajo.
Había contratado a los chicos de Hale. Eran como una pandilla de Élite. Si, Benedict Hale podía no agradarle, pero tenía buenas putas y buenos sicarios. Eric no podía negarle eso.
Eran jóvenes, fuertes, pasaban desapercibidos con facilidad como los perfectos americanos que eran, nadie en una ciudad como chicago desconfiaría de tres adolescentes de Pittsburg haciendo tour. Hale le había prometido sus mejores hombres y a cambio le había mandado a los mismos niños que había visto a principio de año cuando celebraron su reunión, parecía siglos de eso. Pero como había esperado, los niños le demostraron no tener nada de inocentes, de echo, para su sorpresa, la chica, Laurel había sido la primera en reportarle un cadáver. Si era honesto consigo mismo la había subestimado, que había apostado por que el rubio tatuado fuera el primero en en despachar a alguien.
Como fuera, Eric solo le había pagado un extra para que se deshiciera del muerto y se pegara más a Jesse.
Su poli nunca desconfiaría de una niñita de rostro inocente.
Un mareo golpeó su cabeza y apretó las manos al lavabo hasta que sus nudillos se pusieron blanco.
No podía seguir así. No comía, no dormía, no podía concentrarse. Dios , eso se estaba poniendo mal.
Quería a Jesse como un adicto a una dosis y él era experto en eso. Podía asegurar que estaba transitando algún tipo de pseudo abstinencia por la pérdida de su objeto de deseo. Eric sabía que debía dejarlo ir, pero su inconsciente gruñía encerrado en algún recóndito lugar de su cabeza reclamándole por que fuera detrás del lindo poli.
Su lindo poli ¿Qué demonios estaría haciendo en ese momento?
Su móvil vibró con una foto de Jesse en la patrulla junto al estúpido de ese detective Nick Abrams.
Según el reporte de Eliot, que en ese momento estaba de vigilante, parecían estar en una misión de reconocimiento.
Sintió como un gruñido crecía desde el fondo de su estómago imaginando las cosas que debían pasar por la cabeza de ese detective de cuarta.
El propio Eric lo había atrapado viendo el culo de Jesse como si fuera el mejor de los pasteles de chocolate.
Le había llevado todo de si mantenerse al margen cuando ese tipo se acercaba a su Jesse.
Jodidos infiernos.
Hacía tiempo la bestia lo había reclamado como suyo, lo mejor era que ese tipo no se le acercara demasiado, o aquel lado animal que vivía en él encerrado en su cárcel de autocontrol acabaría por escapar.
Que va, el mismo la liberaría
Maldita sea.
Se observó en el espejo.
No tardarás en rendirte e irás por él, susurró su inconsciente burlón.
No. No podía hacer eso... Hacerlo era malo para todos. Apretó sus dedos sobre la porcelana.
Patético.
El gruñido gutural que había estado conteniendo salió de su garganta, frustrado le lanzó un puñetazo a su reflejo. Eso no haría que ganara la batalla contra su ello, pero el dolor al menos bastó para distraerlo lo suficientemente para no salir corriendo detrás de Jesse en ese momento.
Maldito poli, apretó con su mano sana la sangrante y volvió a maldecir por la cabeza de Jesse y su maldito culo de dios creado por el jodido apolo.
Estaba perdiendo la cabeza.
De hecho estaba bastante seguro de que ya la había perdido, Jesse había hecho que perdiera la cabeza por él.
***
Para el siguiete viernes Eric había tenido una semana de mierda. Más aún que la anterior si eso era posible.
Había vuelto a discutir con Jed.
De hecho puede que sobrereacionara al punto de que uno de sus estudiantes se pusiera en medio de ambos.
—Dr. McGraw debería calmarse. —Le habia dicho con una forzada calma el niño.
Le había pedido a él que se calmara. A él. Él estaba putamente calmado, maldita sea. Se suponía que él calmaba a las personas y no al revés.
Dios. ..
El nunca perdía los papeles de esa forma, no en público, no con Jed.
El rubio podía ser una mierda muchas veces, pero eran familia.
Se sintió terrible luego de darse cuenta de que su mejor amigo se había encogido en su sitio como si él lo fuera a golpear.
De acuerdo. Eric admitía que había querido golpearlo, Jed había sido un bastardo estúpido ese día, probablemente se hubiera merecido un premio como contribuyente al país si lo golpeaba ese día, pero en más de dos décadas no era la primera vez que tuvieran una pelea fuerte en la que hubiera deseado darle un puñetazo en la cara.
Jed tenía una habilidad especial para hacer que las personas quisieran darle un puñetazo en la cara, es más, si pusieran un están de "pague un dólar por un golpe" seguro todo chicago se pondría en la fila, era la razón por la que de niños siempre lo había defendido.
Jed podía sacar a las personas de quicio, de echo sacaba lo peor del ser humano cuando quería (y puede que cuando no también) pero que Jed realmente lo creyera capaz de hacerle daño, dolió.
El podía estar muy furioso pero nunca lo tocaría, peor aún fue la manera en la que discretamente el jovencito residente puso a Jed detrás de su cuerpo, el que no solo Jed lo viera como una amenaza solo demostraba lo alterado que estaba esos dias.
Sintió unos nudillos golpear en su puerta y se pasó su mano por su cabello alborotado, estaba hecho un asco, ni siquiera lo había lavado.
—El señor Jones lo espera abajo en la sala de recreo—dijo la voz de una de las criadas.
¿Jed? ¿Qué acaso por pensarlo lo habia invocado como a los demonios?
Frunció el ceño.
No esperaba que Jed apareciera.
No después de la discusión de mierda que habían tenido. Vamos, No habia sido nada bonito de ver.
Eric lo admitía.
Se agarró la cabeza como si con eso consiguiera que todo dejara de darle vueltas y tras sujetarse el cabello con una liga salió de su cuarto para ver que demonios queria.
—Te ves como la mierda—Fue el saludo vacilante del rubio que lo esperaba.
Edd.
Edward Jones.
Okey...
¿Qué demonios hacia Edd en su casa?
Eso era aun más raro a que si fuera Jed.
No era como si nunca hubiera estado ahí antes. Pero no era algo que acostumbrara hacer desde que Jed ya no vivía allí y con todo lo que había pasado en la boda del otro Jones las cosas como que se habían puesto extrañas con el gemelo bueno.
Sin responder rodeó el bar y sacó dos vasos.
—¿A que le debo el honor? —Preguntó sirviendo uno sobre la mesada que hacia de barra para el rubio.
Edd se removió un poco incomodo y sin esperar invitación se dejó caer en la butaca al otro lado de donde esta Eric parado.
—Voy a ser papá. —Soltó el rubio.
Okey…
Nunca esperó a que Edd recurriera a él para hablar de eso.
Sirvió otros dos tragos bien cargados. Iban a necesitarlos. No se encontraba en su mejor estado de ánimos como para consolar a nadie. El alcohol tendría que actuar de terapeuta esa noche.
Eric le dio un trago a su propia bebida invitando con un gesto a Edd para que lo imitara .
—Entonces si te lo dijo—Murmuró mientras Edd vaciaba el contenido ambarino en su garganta—Siento eso— Dijo con la botella aún en alto invitándolo a que se sirviera otra ronda.
Edd aceptó. Sus ojos verde pálido un poco confundidos por el aire fúnebre del pelilargo.
—Estamos de acuerdo con esto. Lo hablamos con Amanda. Con nuestra relación como está no es el mejor momento...No es lo que queríamos pero... — se encogió de hombros.
—Oh... Pensé que te opondrías al aborto. —Admitió sorprendido—Entonces supongo que todo está bien.
—¿Aborto? ¿ De qué estas hablando? Vamos a tenerlo—Edd frunció el ceño con una mueca en sus labios que tiraba sus comisuras como si esperara que Eric estuviera bromeando para sonreír.
Sip. El buen Edd siempre tenía una sonrisa lista.
—Pensé que Will estaba segura de abortarlo. Felicidades entonces.—Le dijo Eric tranquilo agachándose a buscar otra botella en los estantes de abajo.
Al menos eso habia entendido.
Claro que ese día había estado bastante alterado por la pelea con Jed y las embarazadas cambiaban cada rato de parecer. No era raro que se arrepintiera. Por lo visto sí tendría un ahijado…
Sintió el ruido del vaso sobre la superficie vidriara de la barra y luego la voz de Edd volvió resonar.
—¿Qué tiene que ver Will en todo esto?
Okey…
Eric apretó el cuello de la botella del vino que había elegido para que celebraran la noticia y se levantó despacio con sus ojos atentos al rostro de Edd que parecía en completa confusión en ese momento.
Oh, carajo…
—¿No estamos hablando del bebé de Willow?
—No—dijo Edd con la conmoción grabada en cada una de sus facciones—Vine a pedirte a que seas el padrino de mi hijo… con Amanda.
—okey, creo que la cargué. —admitió más para si mismo que para Edd. le regaló una sonrisa tensa antes de descorchar el vino y llevarse el pico a la boca mientras maldecía por su propia cabeza. Joder con su estúpida bocota.
—Eric ...¿ de que bebé estas hablando?—Eric siguió tragando para hacer tiempo mientras buscaba una salida. —¡Eric!
Claramente no la había.
—Creo que deberías hablar con Willow.
—no. Ya abriste la boca McGraw. Dime que demonios se traen ustedes tres ahora.
Okey Edd tenía derecho a saberlo al menos y Eric no estaba de humor para más dramas en su vida.
Suspirando le pasó la botella a Edd y comenzó a hablar.
Se lo contó todo, ya no tenía sentido que siguiera guardando el secreto. Así que le relató de cabo a rabo desde que se había enterado del embarazo de la chica, los controles prenatales a los que la había acompañado cuando aun consideraba ser madre soltera, la discusión que había tenido con Jed hacía unos días por el asunto del bebé y como Will tomó la decisión de abortarlo luego de casi perderlo y sentirse aliviada por eso.
—…lo siento—Finalizó quitándole la botella de las manos para darle un trago.
—Jed lo sabía —No era una pregunta pero de todos modos asintió.
—Lo siento—Volvió a repetir Eric.
Vio como Edd se levantaba de su banqueta hecho una furia. Okey…parecía que había un nuevo integrante en la fila de golpeen a Jed, vamos Eric nunca había visto al gemelo bueno tan molesto en su vida.
—Edd…—Probablemente Eric no debería haber abierto la boca en primer lugar.
Edd estaba cerca de la puerta cuando volvió hasta donde estaba Eric le tomó las manos y mirándolo a los ojos dijo: —Gracias por decírmelo.
Entonces se largó de su casa.
Diablos…
definitivamente acababa de detonar una bomba contra jed.
Bueno … Jed había llenado su vida de mierda primero, si lo pensaba sonaba justo que le devolviera el favor, vamos, que Sin darse cuenta había enterrado al rubio en mierda hasta la coronilla.
Tomó los restos de la botella y le dio otro trago.
Al carajo todos, Eric comenzó a reírse con ganas, sintiéndose culpable y satisfecho en partes iguales, si su vida era una mierda la de los demás también podía serlo.
Okey volví con un poquito de estos dos. Espero les guste. Nos vemos cuando pueda.
Los amodoro.
❤👊
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